EPISODIO 3 ENCERRADA

DANESA

 

No puedo controlar los temblores de mi cuerpo cuando mis sentidos se recomponen permitiéndome sentir el frío gélido que tiene doliendo mis extremidades. Me encojo parpadeando varias veces para adaptar mi vista al frio e iluminado espacio. El pecho se me aprieta al darme cuenta que estoy detrás de unos barrotes de hierro y tirada como cualquier animal en el piso.

 

Las lágrimas opacan mi vista, pero me sorprendo al ver que hay más personas encerradas. Corto el contacto visual con miedo, me observan de una manera como si me estuvieran acechando y el temor me consume porque no se a donde vine a parar y por qué.

 

Tengo mucho frío, lo que pone a temblar el alma, no sé dónde estoy, en qué momento llegue aquí, lo cierto es que estoy tirada en un petate en mal estado. El piso está audio y las lágrimas se me derraman cuando estoy en una celda que tiene los grados bajo cero.

 

Las lágrimas rápidamente se secan en mi cara mientras me encojo como un ovillo queriendo darme calor. Tiemblo descomunalmente, lo único que recuerdo es ese hombre con esa estatura que me cubría completa. Su calor, el aroma y esa forma espantosa de mirarme con asco.

 

Senti tanto miedo, pensé que me iba a matar, pero lo más extraño es el cómo me hizo sentir con su cercanía y su «MIA»

 

No me puedo quedar aquí, mi amiga debe estar preocupada y me apoyo de manos alzando mi mirada y reparando mi entorno. El miedo se me dispara viendo dos celdas aledañas a un hombre mirarme de una manera que me aprieta el estómago porque se lame los labios como si estuviera saboreando la presa que se va a comer.

 

Me da miedo hablarle, pero.

 

Que hiciste de mal niña que te tienen aquí prisionera—habla la persona que esta a mi derecha.

 

No lo sé—me levanto con mis piernas temblorosas y me acerco a las barras donde me sujeto con los labios temblándome—Que es este lugar, me podría decir donde estoy.

 

Le digo quien está frente a mí, otro hombre se ríe y unos más y más que me lleva de nuevo al petate encogiéndome de piernas. El hombre que está en la celda seguida de la mía me mira y ellos lucen como si no estuviéramos en medio de la Antártida.

 

No tiemblan, de hecho, se mantienen sin camisa como si no tuvieran una pisca de frío. Este lugar huele mal, el piso está muy sucio y el recuerdo de mis padres me lleva acostarme con el alma destrozada.

 

Siento que muero, que no aguantaré mucho y...

 

Levántate niña, muévete porque morirás humana.

 

Lo dice como si él no lo fuera. No digo nada, si muero congelada podré estar con mis padres y eso al fin al cabo no es tan malo después de todo.

 

Muévete humana o no sobrevivirá, mantén tu cuerpo en movimiento.

 

No quiero moverme, por ello me quedo como estaba hasta que el sueño me toma enviándome a la nada.

 

Me despierto cuando siento que algo cae en mi cuerpo y al abrir los ojos veo a un hombre en mi celda lo que me lleva a incorporarme con miedo.

 

Tranquila, no me tengas miedo que no pienso hacerte daño.

 

El hombre es pelinegro de ojos verdes y aunque no parece que quiera hacerme daño, no confío en nadie.

 

Señor no se quién es usted o si es un secuestrador, pero quiero decirle que soy una bailarina que viene de un pueblo a cumplir sus sueños, dinero no tengo, trabajo medio tiempo y estudio otro, así que pierde su tiempo.

 

Le digo a ver si toco las fibras de su corazón.

 

No soy un secuestrador y no necesito tu dinero.

 

Tiene algo en las manos que de inmediato pone a rugir mi estómago. El sonido es vergonzoso y se me tienen las mejillas cuando sonríe.

 

Por eso te traje esto, debes alimentarte.

 

Déjeme ir se lo suplico—le pido—por favor, no le diré nada a nadie, pero deje ir se lo suplico.

 

Qué más quisiera yo, no me parece que debas estar aquí, pero solo cumplo órdenes Danesa, lo siento mucho de verdad.

 

Se inclina y retrocedo porque me da mucho miedo. Se me salen las lágrimas porque no entiendo porque mi destino es tan cruel conmigo cuando soy una buena persona que no le hace daño a nadie.

 

No llores y abrígate, estas celda son muy frías y me sorprende que aun sigas con vida, eso me demuestras que no eres una humana ordinaria.

 

No entiendo porque hablan de esa manera, como si no fueran humanos también.

 

Por favor, déjeme ir que yo no sé porque me tienen aquí, si no es por dinero.

 

Lo siento mucho pequeña, pero son órdenes y ahora come, aliméntate y abrígate que estarás aquí por tiempo indefinido.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo