Capítulo 4: Salvadora

Ignorando el caos que se estaba desarrollando unos pisos arriba de ella, Stefanie en ese momento tenía “otros” problemas, ya que estaba aguantándose las ganas de mal contestarle a esa mujer porque acababa de insinuar que ella era una ofrecida.

- Creo que estás confundiendo las cosas – opinó Stefanie.

- ¿En qué?, se ve que eres una ofrecida más que desea atención por parte de mi jefe para tener su vida asegurada – indicó con arrogancia la rubia mirándola con superioridad.

- “El león cree que todos son de su misma condición” – se burló la pelinegra, notando que sus palabras hacían enojar a la rubia – pero como te dije antes necesito hablar con esa persona, porque necesito preguntarle algo importante.

- M*****a gata corriente, ahora mismo te enseñaré tu lugar – mencionó enojada tomando el teléfono para llamar a seguridad y que echaran a la pelinegra del edificio.

Justo en eso las puertas del elevador principal se abrieron dando paso a Giovanni; quien se miraba agitado, pero aliviado al ver que la pelinegra seguía en el edificio aún y con el niño.

- Ya te dije, no me interesa si crees que soy como tú, sólo deseo hablar con esa persona por un asunto importante – repitió Stefanie, ya algo molesta por esa situación.

- ¿QUÉ OCURRE AQUÍ? – preguntó Giovanni molesto, ya que odiaba el escándalo e igual debía aparentar estar calmado para no espantar a la mujer y buscar recuperar al niño, e igual saber si ella planeaba algo.

- Señor Giovanni, perdón, esta chica ofrecida llegó a armar escándalo y… - empezó a quejarse la rubia buscando ponerse coqueta al mismo tiempo, pero fue interrumpida.

- Disculpa, ¿tú podrías dejarme ver a Ángelo Barone? – le interrumpió Stefanie, quien ya no aguantaba más a esa mujer hueca y deseaba golpearla, pero se contenía para no despertar al castañito.

- ¿Puedo saber la razón? – pregunto con calma el rubio, mientras con su mirada analizaba el cuerpo pequeño, quien no parecía estar herido ni mostraba señal de tortura alguna.

- Es que encontré a este pequeño en la calle, pero no vi a nadie a su lado – explicó – y revisándolo encontré entre sus ropas esta tarjeta de presentación – mencionó acercándose a él y entregándole la tarjeta de presentación – pensé venir aquí para preguntarle a esta persona, si sabe la identidad del niño, porque parece que se separó de sus padres en la calle – indico mientras sentía al pequeño moverse un poco donde con cuidado acarició la espalda de este sonriendo suave al verlo seguir durmiendo tranquilo.

Giovanni noto la sinceridad en las palabras de la chica, pero justo cuando estaba por hablar fue interrumpido por la seguridad que llegaba.

- ¿Nos llamaron? – preguntaron dos chicos fornidos que portaban gafas oscuras.

- ¡Si!, saquen a esta mujer urgida de aquí – menciono de forma altanera la recepcionista, donde estos asintieron y se acercaron a ella, quien buscó sujetar con fuerza al pequeño para protegerlo, pero…

- LA TOCAN Y SE MUEREN – ordenó Giovanni asustándolos – señorita acompáñeme, por favor – indico mientras le señalaba el elevador, a lo que Stefanie asintió y se encaminó al elevador que le indicaba el pelirrojo – y ustedes, tienen 5 minutos para largarse de aquí o yo personal me haré cargo de ustedes.

- Pero, Señor Giovanni… – dijeron asustados los guardias.

- No esperen recomendación ni liquidación alguna – menciono antes de que las puertas del elevador se cerraran – perdón por esto, a veces es difícil tener buenos empleados – se disculpó.

- Descuida, no es tu culpa, a veces es inevitable controlar la personalidad de las personas – opinó la chica, quien ya estaba algo acostumbrada a que a veces la trataran de forma inferior, pero no por eso se dejaba intimidar.

Giovanni asintió por eso, mirándola de reojo para vigilar sus movimientos con referente al pequeño. Al abrirse las puertas del elevador, el rubio le hizo una seña silenciosa a Alessia, quien se puso seria al ver al pequeño en los brazos de la pelinegra.

- Por favor toma asiento un momento, avisaré al Señor Barone que quiere verlo – mencionó Giovanni sonriéndole a la chica para luego girarse a la rubia, quien en esos momentos usaba unos lentes de lectura – Alessia, cuídalos – ordenó en voz baja, cuando pasó a su lado para ingresar a la oficina de su jefe.

- Claro – indicó mientras se colocaba de pie para acercarse a la pelinegra - ¿gusta algo, mientras esperas? – le pregunto donde en un movimiento rápido busco hackear el teléfono de la chica.

- No, estoy bien – contestó Stefanie, mientras aprovechaba a sentarse en el sofá, para acomodar mejor al castañito que sonrió en sueños buscando moverse un poco, provocando una sonrisa en ambas mujeres.

Alessia regresó a su escritorio fingiendo estar revisando algunos documentos, pero aprovechando a sacar toda la información del teléfono celular de la chica, quien en esos momentos lo había sacado para revisar la hora antes de dejar escapar un suspiro.

Stefanie al menos agradecía que hoy era su día libre en el trabajo o estaría en problemas; aunque sus planes para disfrutarlo se estaban estropeando, ya que no podría hacer todo lo que había querido hacer, ante ese pensamiento solo dejo escapar un nuevo suspiro mirando al pequeño que dormía por lo que busco acomodarlo un poco mejor.

Por su lado, Giovanni entró mirando que recién terminaban de colocar una nueva alfombra, donde con un movimiento de mano hizo que los empleados salieran para que pudiera hablar en privado con el jefe.

- ¿Y bien? – preguntó serio el pelinegro al ver que su amigo había regresado – ¿qué averiguaste?, ¿lo encontraste? – pregunto dejando notar su preocupación.

- Él está aquí – declaró Giovanni.

- ¡Que! - dijo asombrado y aliviado el pelinegro – ¿dónde...? – empezó a decir colocándose de pie, pero vio que su amigo estiró su mano en señal de que se detuviera.

- ¿Quién lo trajo? – preguntó Romeo, serio, ya que notaba la actitud del rubio.

- A eso voy – mencionó acercándose a su amigo para mostrarle una carpeta – Casandra fue quien los sacó, ella le ordenó a María que fuera a la cafetería diciéndole que ella lo cuidaba, algo que obviamente no pasó y Jin camino por las calles solo.

- … - Ángelo sentía la ira crecer y las ganas de revivir a ese par para torturarlas un poco más.

- Pero, Jin se encontró con esta mujer – dijo mostrándole las fotos de las cámaras – ella lo estuvo cuidando.

- ¿Quién es ella? – preguntó Romeo.

- Estoy en eso, pero ella está afuera con Jin esperando hablar contigo – informo.

- ¿Cómo supo a donde traerlo? – preguntó Ángelo mientras fruncía el ceño.

- Tu tarjeta – indicó mostrándole la tarjeta, donde el pelinegro se asombró recordando que esa mañana su padre le dio la caja con estas para que jugara y de seguro esa se metió a su ropa por accidente.

- ¿Cuáles son sus demandas? – preguntó Romeo, ya que no se fiaba de los extraños, más por lo que eran ellos.

- No sé, justo cuando estaba por salir a buscarla, cuando notamos que estaba aquí en la empresa buscándote.

- ¿Por qué no me informaron? – preguntó molesto Ángelo.

- La nueva de recepción pensó que era una de tus nuevas putas, por lo que le negó el paso.

- Tch… te dije que no la contrataras, se ve que es una ramera estúpida – declaró molesto Romeo.

- Hazla pasar – indicó serio Ángelo, mientras buscaba acomodarse en su silla e igual Romeo se sentaba y buscaba calmarse un poco.

Giovanni asintió y se giró para ir en busca de la pelinegra.

- Adelante, por favor – indico el rubio, quien vio con una suave sonrisa como la chica se colocaba de pie con cuidado buscando no mover mucho al pequeño.

- Gracias – indicó ella para ingresar a la oficina, la cual se miraba con un diseño sobrio, con paredes en tonos grises claros, con una gran ventana y cortinas de color blanco, algunos grandes libreros, un sofá de cuero negro en una esquina con una mesita de madera oscura y en el centro un escritorio de caoba con una silla de asiento reclinable.

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