Capítulo 2: Descuido

Regresando un poco el tiempo a esa misma mañana, encontramos a una limusina que circulando por las calles, la cual transportaba al mismo CEO del Corporativo Barone: Ángelo Barone, un hombre de 25 años de edad de cabello negro, corto y bien peinado, piel de tonalidad clara, ojos color chocolate, alto y de complexión ligeramente musculosa. Quien esos momentos llevaba uno de sus trajes Armani favoritos de color azul rey, con camisa blanca, una corbata color negra adornada con un broche de oro y zapatos negros bien lustrados.

- ¿Entonces está todo listo? – preguntó serio el pelinegro, quien hablaba por teléfono en esos momentos con su asistente personal Giovanni – hm… perfecto, llegaré en unos 10 minutos y no las dejes entrar a mi oficina, que esperen e igual ordenale a Alessia que tiene luz verde si las ve – declaró algo molesto colgando.

- ¿Problemas? – le preguntó un hombre mayor, de cabello negro, al cual se le miraban unas ligeras canas debido a su joven edad de 47 años, porque si… él se decía joven y nadie debía contradecirle…, de piel de tonalidad clara, ojos color verdes, quien también lucía un elegante traje de Armani negro, con camisa blanca, corbata negra y zapatos negros bien lustrados. Su nombre era Romeo Barone.

- Algo así – le contestó Ángelo dejando escapar un suspiro, pero en eso su vista captó algo – ¡waah!, ¡papá! – dijo al ver que este le había dado accidentalmente a propósito sus nuevas tarjetas de presentación a su pequeño hijo, quien estaba con ellos y ya había arrugado la mayoría, pero se miraba feliz – ¡Jin!, hijo esas son de papá – habló haciendo un puchero que provocó la risa del pequeño castaño.

El pequeño Jin, estaba feliz donde seguía estrujando esos cuadritos de cartón y miraba a ver a su padre antes de volver a prestar su atención en los cartones para seguir jugando con ellos.

- Bueno ambos sabemos que no me gusto el diseño y ahora si puedes pedirte unas nuevas y decentes – se burló Romeo – por cierto, tras esta junta quiero que priorices buscar una buena niñera o maestra que le enseñe a mi nieto, ya que con 4 años ya debería hablar – indicó molesto.

- Lo sé, igual, yo he intentado hacerle hablar – dijo tomando a su pequeño que balbuceaba feliz – Jin, di pa-pa.

- Ahh – mencionó feliz moviendo sus brazos de arriba abajo.

- Debes tratar, ya que sabes cómo es nuestro negocio y lo pueden tomar como un niño débil y buscar matarlo.

- No tienes que recordármelo, suficiente con ella… pero bueno, aprendió su lección – indicó haciéndole cosquillas a su pequeño, pues, amaba escucharlo – Jin escucha, papá estará en una junta con el abuelo y para que no te aburras estarás con Casandra y María, quienes jugaran contigo – indicó mirando que este se notaba feliz.

- No deberías confiarle la seguridad de mi nieto a tu puta de turno – reclamó Romeo.

- Estarán en la oficina y tendrán seguridad, así que todo estará bien – indicó Ángelo, escuchando que su chofer les indicaba que habían llegado.

Al llegar a su oficina fueron recibidos por Giovanni, un joven adulto de 25 años, de cabello rubio, el cual estaba algo largo y amarrado en una coleta baja, piel de tono claro, ojos color verde, alto y de compleción ligeramente fornida.

- Todo está listo para la junta – informó Giovanni al entrar al elevador con sus jefes.

- Perfecto, ¿y ellas?

- Como me ordenaste, están esperando fuera e igual le puse cámaras de seguridad a la habitación en todo ángulo para evitar que hagan alguna estupidez.

- Avísales: un solo error o descuido y que se despidan de su miserable vida – opinó Romeo, quien mimaba a su pequeño nieto en esos momentos.

- Si – dijo con calma el rubio.

Tras eso, el elevador se abrió dando paso a una nueva sala de espera, pero esta se notaba más lujosa que la de la entrada principal, ya que aquí había un gran sofá de terciopelo rojo y un escritorio donde estaba sentada una joven de ojos color azul y de piel de tonalidad clara.

- Jefe, buenos días – le saludó la rubia.

- Buenos días, Alessia – le saludó Ángelo, quien al mirar al sofá vio a su actual niñera y su supuesta novia de turno.

- Ángelo, mi amor buenos días – le saludó una hermosa mujer castaña de 20 años de edad, quien en esos momentos trató de acercarse a él y darle un beso.

- Hola Casandra – habló aburrido, esquivando a la castaña para evitar el beso – ahora no, tengo prisa – indicó al ver que estaba por quejarse – por favor supervisa a la niñera y que cuide bien de Jin en lo que estoy en la junta.

- Je, je, je, claro amor, yo pasaré un lindo momento con Jin – mencionó donde el castañito frunció el ceño, ya que no le agradaba mucho esa mujer.

- No lo pierdan de vista, ya regresamos – indicó serio Romeo.

Tras eso, la castaña, junto con la niñera de nombre María, fueron guiadas a una habitación especial con juguetes infantiles y sillones.

- Ven Jin – dijo la niñera abrazando al pequeño quien se dejó hacer – sabes traje algunos juegos para nosotros – mencionó señalando su mochila blanca, la cual tomó y con ello se dirigieron a la habitación para jugar sin algún riesgo, donde la puerta era vigilada por un guardia, para mayor seguridad.

Por su lado la castaña miraba aburrida esa interacción donde fue a sentarse al sofá para revisar su teléfono, pero tras un rato se aburrió, por lo que se puso de pie para estirarse donde noto que el guardia que debía cuidarlos se había movido de su sitio, a lo que sonrió y busco cargar al pequeño castaño.

- ¿Señora?

- Igualada ya te dije que no me digas señora – indicó Casandra mirándola mal – ven Jin aquí uno se aburre, vamos a jugar a fuera.

- No debemos salir, el señor Barone no lo autorizó y…

- Y te callas, yo seré la futura señora Barone y sé lo que es mejor para Jin – mencionó saliendo a paso decidido de la habitación con rumbo al ascensor para así bajar y salir del edificio.

María al ver esto solo atinó a tomar su mochila y seguirlos, ya que debía cuidar al pequeño o podría irle mal.

Como Casandra era ya conocida en la empresa, nadie le impidió su salida del edificio con el menor, seguidos de la niñera, por lo que todos asumieron que sólo irían de paseo o a comprar algo en algún comercio cercano.

Al principio todo estaba bien, ya que la castaña tenía de la mano a Jin y caminaban despacio mirando los puestos y sus alrededores hasta llegar al parque donde el pequeño fue dejado en el área de juegos, quien al ver a otros niños de su edad empezó a jugar feliz.

- Vez, mucho mejor que estar solo contigo – se burló la castaña al ver que Jin estaba feliz.

- Pero no tenemos permiso – dijo María preocupada.

- En vez de preocuparte, mejor ve por un café para mí con algo de chocolate y canela, ¡y es para ya! – le ordenó.

- Pero… - María estaba preocupada mirando al menor.

- Apúrate o es que te olvidas que YO puedo correrte – le gritó haciendo que la chica temblara y fuera a la cafetería de enfrente por el café de la “jefa” – ash, pero qué inútil – mencionó aburrida y miró al niño con fastidio – no entiendo por qué Ángelo quiere a ese mocoso – opinó molesta y en eso vio que su madre le llamaba por lo que contestó y empezó a charlar con ella.

- Hijos, vengan, debemos regresar a casa – se escuchó un suave grito de una mujer mayor de cabello rubio cenizo, el cual captó la atención de los niños que jugaban con el pequeño castaño, de quien se despidieron para ir a tomar las manos de su mamá.

El pequeño Jin hizo un pucherito al verse solo, donde al girarse no vio a María por ningún lado ni a Casandra, algo que le hizo asustarse.

- Ma…, ma… - tartamudeó mientras empezaba a andar alejándose de la zona de juegos para empezar a andar buscando a alguien que le ayudara, donde para suerte del pequeño este cruzó la calle cuando las demás personas a su alrededor lo hicieron y así empezó a andar donde a veces se tropezaba con sus pies y caía, pero buscaba aguantar el dolor y ponerse de pie para seguir andando y seguir con su búsqueda de “mamá”.

- Señora, ¿y Jin? – María había regresado tras unos 10 minutos, ya que había gente en el lugar.

- Ash, gata esta que te he dicho de decirme señora – le regaño la castaña dejando de charlar con tu mamá – y el mocoso está en la zona de juegos, lo ve… - Casandra quedó pálida al ver que no estaba el niño donde soltó su celular, dejándolo caer al suelo.

- ¡Jin! - gritó María angustiada empezando a correr por todo el parte y preguntando a las personas – Casandra, reacciona y ayúdame a buscarlo – dijo enojada jalándola para que reaccionara e igual ayudara a buscarlo.

- Sí… - dijo empezando a buscar por todo el parque, pensando que no se había alejado del lugar, claro que nunca pensaron que él caminaría y se alejaría tanto de ese lugar.

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