Madre por Contrato
Madre por Contrato
Por: Mel Polanco
Capítulo 1: Pequeño Perdido

Era un nuevo día en la hermosa ciudad de Venecia, donde se podía apreciar a sus habitantes caminar de un lado a otro, viviendo su vida a su propio ritmo. Esa era la observación que tenía una hermosa joven de cabello largo, color negro, de compleción delgada, tono de piel claro y ojos de color azules.

Su nombre es: Stefanie Caruso, quién en esos momentos usaba una blusa blanca de manga corta, falda larga con estampados de flores, una mochila negra y tenis blancos.

Justo en esos momentos ella se notaba feliz al salir de la universidad, ya que lo había logrado, sus esfuerzos valieron la pena porque consiguió una beca para seguir sus estudios y poder cursar la carrera de abogacía que siempre había deseado desde pequeña. Había hecho grandes esfuerzos y sacrificios estudiando y trabajando al mismo tiempo, por el hecho de que lamentablemente ella era huérfana y tristemente nadie había querido adoptarla, así siempre estuvo sola y tras un tiempo perdió la esperanza de pertenecer a alguna familia y buscó como superarse por ella misma.

Stefanie estaba feliz, había logrado conseguir a tiempo el dinero para pagar la inscripción y ahora le quedaban dos meses libres para juntar para sus primeros útiles y lograr juntar todo el dinero posible antes de iniciar las clases. Así que su próxima parada del día era ir a dar un paseo por las plazas para buscar empleo y ver los precios de sus libros y útiles escolares.

Ella estaba tan concentrada en su andar y en su mundo, hasta que algo la hizo reaccionar, ya que de repente jalaron su falda hacia abajo. Algo que le hizo fruncir el ceño y se giró para buscar golpear a esa persona atrevida que había hecho eso.

Fue grande su sorpresa al notar a un pequeño niño de aproximadamente 4 años, de cabello castaño alborotado, de piel clara, ojos color chocolate, los cuales en ese momento estaban hinchados y lagrimeando. El cual en esos momentos vestía una camisa blanca, un short negro con tirantes del mismo color y unos tenis blancos con calcetines del mismo color, los cuales estaban algo manchados de tierra y tenía sus manos hechas puño mientras temblaba ligeramente.

Stefanie se asombró donde ella se hincó rápidamente para quedar a la altura del menor.

- ¿Qué tienes pequeño? – preguntó buscando con la mirada a algún adulto o alguien que estuviera buscándolo - ¿estás perdido?

- ¡Mamá!, buaaaaa – exclamó el pequeño ahora rompiendo en llanto.

Ante eso la chica se asustó y busco abrazarlo para alzarlo y arrullarlo para calmar su llanto.

- Ya tranquilo, todo está bien – mencionó acariciándole la espalda y buscando calmar sus lágrimas.

- Sniff – el pequeño asintió aferrándose a ella mientras buscaba calmarse y reconfortarse con el calor que ella le brindaba.

Stefanie hizo una mueca al seguir mirando a los alrededores, mirando que las personas que pasaban no parecían interesarse en ellos, ninguno parecía conocer al menor o se mirara a alguien que buscara algo.

- Pequeño, ¿dónde están tus papás? – preguntó la chica al notar que el pequeño estaba más relajado.

- Mamá – dijo feliz mirándola a los ojos y sonriéndole para luego acomodarse en el pecho de esta y cerrar sus ojitos.

- Oye… no… ah… y ahora ¿qué hago? – preguntó al ver que este se durmió y estaba aferrado a ella, al no notar a nadie cerca hizo una mueca preocupada, pero lo primero sería ir a buscar un lugar con sombra o el pequeño le podría dar insolación.

Busco una banca donde ella se sentó y sacó un pañuelo de su bolsillo para mojarlo un poco con agua y limpiar la carita del niño, se miraba que había estado andando por un buen rato solo, ya que apenas le abrazó, se durmió.

- ¿De dónde eres pequeño? – preguntó en un suave susurro acomodando los cabellos del pequeño, en eso vio que los shorts tenían bolsillos, por lo que se aventuró a revisarlos encontrando una tarjeta de presentación de un tal: Ángelo Barone, presidente de Barone Corp.

 La pelinegra dejó escapar un suspiro, al menos esa era una pista, tal vez esa persona supiera quien es el pequeño y podría ayudarla a contactar a sus padres para regresarlo a casa. Así que busco en su teléfono una ruta corta para llegar a ese sitio y tras tener una ruta busco cargar con cuidado al pequeño y colocarle una gorra para que el sol no le diera en su cara.

Esperaba que en ese paraje le ayudaran porque si no buscaría llevar al pequeño a casa a que comiera algo y ya mañana lo llevaría a la policía para que le ayuden.

Con ese plan en mente, cargó y acomodó con cuidado al pequeño para empezar a andar por las calles, lo bueno es que ese corporativo no estaba tan lejos de donde se encontraba en esos momentos y estaba como a 3 cuadras, aunque eso le preocupo, ya que el pequeño había caminado mucho si es que había salido de ese lugar.

Al llegar vio que era un gran edificio como de más o menos 10 pisos de altura o tal vez un poco más, puesto que no lo apreciaba bien desde abajo.

- Bueno, esperemos que alguien aquí sepa quién eres – susurró moviendo con suavidad su brazo que se estaba entumiendo un poco por el peso del pequeño, pero notaba que este estaba cómodo y se miraba profundamente dormido.

Buscó dejar escapar un suspiro y sujetando la tarjeta de presentación ingreso al edificio, donde al entrar vio una gran sala de recepción con una decoración sobria y de un costado había escaleras y elevadores, pero ella buscó ir a preguntarle a la recepcionista si sabía algo de esa persona.

Subió las escaleras de la entrada con cuidado y en eso vio que el guardia de la entrada le ayudó con la puerta.

- Gracias – mencionó la chica.

- De nada señorita y vaya con cuidado.

- Disculpe, estoy buscando a una persona.

- ¿Tiene su nombre?

- Sí.

- En ese caso puede ir con la chica de recepción, ella puede ayudarle a comunicarse.

- Muchas gracias – dijo ella andando con cuidado hasta la recepción - buenas tardes – saludó, ya que notó que la mujer detrás del mostrador la vio, pero actuaba como si no existiera, ignorándola.

- ¿Tiene cita? – preguntó aburrida sin mirar a verla.

- Am no, pero busco a Ángelo Barone – mencionó Stefanie, notando que ahora la recepcionista le miraba a ver de arriba abajo con un aire de superioridad.

- Disculpa, pero sin cita no puedes entrar e igual no eres del tipo de mujeres que frecuenta mi jefe, así que largo o llamo a seguridad - mencionó de forma burlona.

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