Las siguientes horas que estuvo encerrada se sintieron como si hubiera estado en el mismísimo infierno. Mientras se acercaba el atardecer del siguiente día, Luana perdió la cuenta de cuántas veces había recorrido el área de la celda a la espera de que en cualquier momento viniera alguien a sacarla de allí o de que la princesa volviera a aparecer. Sin embargo, ninguna de las dos cosas sucedió.Había roto en pedazos la carta de su madre, no quería correr ningún riesgo de que fuera encontrada por otra persona. La carta era corta y concisa, en la noche uno de los guardias abriría su celda y se encargaría de guiarla hasta la salida cerca a de la cocina, allí, alguien la estaría esperando para sacarla del palacio, solo eso, instrucciones que seguir. No había en ella palabras que indicaran preocupación o tal vez algún intento de tranquilizarla, no, por supuesto que no, ese nunca sería el estilo de su madre, seguro consideraba que poner algún mensaje de consuelo sería una completa pérdida de
Tal y como se lo había dicho el rey, nadie vino por ella al anochecer, el plan de su madre había fracasado y ahora Luana no tenía ni idea de qué hacer.¿Aceptar su destino y morir? ¿O aceptar su injusta culpabilidad ante todo el reino y ganar el perdón?Harlam parecía sincero en lo que decía, Luana sabía que, si la asesinaba, probablemente el pueblo no se pondría de su parte y podría causar demasiados conflictos para él, por esa misma razón se había llevado un juicio privado, no quería ningún problema. Sin embargo, el reconocer que todas esas crueldades que habían dicho sobre ella eran verdaderas… No. Preferiría morir.No lo iba a hacer. No podía.Estaba decidido, moriría mañana y lo que le diría a Caltulia sería muy diferente a lo que el rey quería escuchar.Esa noche, entre pesadillas y sobresaltos, pudo distinguir en sus sueños sombras y luces sin forma entre sus recuerdos, era como si de alguna manera, su cuerpo supiera lo que sucedería en pocas horas, y se tomó ese tiempo para re
– ¿Se encuentra bien? - Dallion le había hecho esa pregunta dos veces ya.Luana lo miró y dió un débil asentimiento, incapaz de pronunciar palabra alguna sin echarse a llorar.Habían aterrizado en algún lugar desconocido, o eso creyó hasta que vio la pequeña cabaña en dónde se había reunido con los herederos tiempo atrás. Sentía que habían pasado siglos desde aquello…Se habían refugiado allí, cubriéndose de los fuertes vientos del otoño que pronto serían reemplazados por los del invierno.– Pues no se ve bien. - dijo la voz femenina a Dallion. - Parece que se va a desmayar.– Si, bueno, creo que no le gusta mucho volar. - respondió el hada.Luana hizo una mueca extraña, sentía que su cuerpo aún temblaba y su mente divagaba en los acontecimientos de las horas anteriores, apenas y le había dirigido una mirada a la hembra alada que también la salvó de la muerte. Dioses.Pensaba que se había hecho a la idea de que iba a morir, pero… por un momento tuvo esperanza. Por un momento pensó
La mente de Luana se quedó en blanco unos segundos mientras contemplaba al hombre que tenía delante.– No hay puñetazo esta vez, ¿verdad? - él sonrió ladinamente.Dioses. Se veía mucho más guapo de lo que recordaba. ¿Cómo era eso posible?Edmund tenía el cabello alborotado, un poco más largo que la última vez, su piel bronceada parecía resplandecer bajo los rayos de luna que se colaban por la ventana, y sus ojos rojos resaltaban en la oscuridad de la cabaña. Llevaba un traje negro, no tan elegante como el que le habia visto durante su estancia en el palacio, pero igualmente se veía extraordinario.Las hadas definitivamente estaban dotadas de belleza sobrenatural.Por un momento Luana se quedó contemplandolo hasta que la voz del príncipe la hizo volver a la realidad.–¿Todo en orden? - preguntó él inocentemente. Luana supo entonces que no había pasado inadvertida su mirada y no pudo evitar que un color rojo tiñera sus mejillas por la vergüenza, y agradeció que la oscuridad le impidie
Luana se quedó de piedra mirando al hombre frente a ella y él le devolvió la mirada con intensidad. La revelación hizo que un escalofrío la recorriera, no quería pensar en que cada cosa que había visto en sus sueños podría volverse realidad.– Eso no es posible… -murmuró negando con la cabeza.Edmund suspiró profundamente.– He estudiado los objetos durante años Luana, se cuáles son sus dones. - explicó. - Tus sueños son producto del collar de sombra y luz.– Pero, pero… - La cabeza de Luana dolía mientras intentaba acomodar la información en su cerebro y hacerla encajar. - No tiene sentido, porque si veo el futuro… Entonces debería estar muerta. - declaró. - Mi cabeza debería haber rodado en la plataforma y mis restos tendrían que estar ardiendo en la hoguera… - susurró esto último pensativa. - Es lo que he visto durante años, pero aún sigo aquí.Edmund asintió, parecía muy calmado y eso hizo que Luana se molestara. ¿Cómo podía revelarle algo como eso y verse tan calmado?– Verás… -
– ¿Estamos cerca? - le gritó Luana a Dallion desde las alturas mientras se cubría el rostro con la manta que Edmund le había dado.No quería mirar hacia el suelo, las nubes se arremolinaban como tornados oscuros y sus singulares formas la llamaban y le provocaban náuseas. – Aún nos falta atravesar la frontera con Anville para llegar a Vacria - informó imitando el mismo tono de voz de ella. Era difícil escuchar algo que no fuera el viento chocando contra las alas del hombre. - Tal vez tardemos una hora más, antes de llegar a la isla.Luana nunca había escuchado de alguna isla cerca de Vacria, así que pensó que seguramente se encontraba mucho más cerca de la línea fronteriza que dividía al mundo humano de Magreen, allí si había varias pertenecientes al territorio de Sunlight, pero calculaba que les tomaría más de una hora llegar a ellas. El mapa del mundo que su tutor le había obligado a memorizar cuando tenía doce años empezó a trazar líneas invisibles en su cabeza, pero ella las hizo
Los cuervos aterrizaban junto a los cuerpos ensangrentados en busca de alguno para devorar ese día. Ella se puso de pie, sin recordar muy bien cómo había llegado allí. Las cenizas en su boca casi la hicieron vomitar. Eso era lo que había en todas partes, cenizas. Luana dio un paso débil hacia el horizonte, su cuerpo apenas y podía mantenerla en pie y amenazaba con doblarse en cualquier momento y hacerla caer de rodillas. Ella miró el lugar, aterrada. Un maldito campo de batalla. Maldición, prácticamente era una masacre. El cielo estaba teñido de un gris oscuro, y los picos de dos de las enormes montañas al fondo casi se perdían entre el humo del lugar. – ¡Luana! - escuchó un grito a lo lejos. Ella miró a su alrededor asustada. – ¡Luana! - volvieron a llamarla, y ella elevó su vista al cielo. ¿Dónde? ¿Quién la llamaba? La voz se le hacía muy familiar, pero no podía reconocerla. Un movimiento. Ella bajó los ojos al suelo y el corazón le latió con fuerza. Los cuervos se habían
Los relojes colgados en la pared del estudio de la mansión se habían estropeado.Era eso, o de alguna forma el mundo había logrado que los segundos se sintieran como horas y los minutos como una eternidad.Al parecer era la única que lo notaba. Últimamente su padre estaba tan ocupado intentando convencer al rey sobre que ellos no tenían nada que ver en la desaparición de Luana y enviando sus propios equipos de búsqueda por los siete reinos que casi ni lo veía. Sabía que estaba haciendo todo lo posible para proteger a la familia, debía encontrar a Luana antes que la guardia real y al mismo tiempo, asegurarse de que ni Julietta o su madre terminaran en un calabozo por traición.Todo había cambiado en los últimos días.Henry había muerto.Luana había sido condenada a muerte y luego había sido raptada por hadas desconocidas.Su familia había sido confinada en la mansión.Los Oklar… murieron también.Su padre estaba a punto de perder la cabeza.Y su madre…Julietta levantó la vista para ob