Capítulo 14

Cuando las puertas se abrieron, ella tomó una profunda respiración intentando que las piernas no le temblaran al caminar, cada paso resonaba en la piedra del suelo.

Lo primero que notó fue que no había público, era una audiencia privada.

Casi se rió. Por supuesto que era privada, el rey sabía que ella tenía el apoyo de la gente. No iba a arriesgarse a poner al pueblo en su contra. Probablemente nadie, además de los presentes y los guardias que la habían traído, sabían que estaba aquí.

Luana había estado muchas veces en aquel salón, pero en aquellas ocasiones solo había tenido que sentarse junto a su esposo y escuchar a los jueces y a los acusados, nunca imaginó que un día ella sería quien estaría siendo juzgada por aquellos hombres viejos de túnicas negras… o el concejo, como eran conocidos.

Su esposo no estaba en ninguna parte, y un hombre nuevo estaba sentado en el asiento que le correspondía. Un frío le recorrió el cuerpo cuando reconoció a aquel anciano, quien vestía una túnica
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