Después de que el gran rey Armin se fuera frustrado y furioso por no haber obtenido lo que realmente quería, comenzó un nuevo interrogatorio, pero esta vez por parte de su esposo.El rey no era alguien crédulo, Luana sabía que sería bombardeada con preguntas en cuanto estuvieran a solas, y así sucedió. Por suerte, ella tenía las respuestas a esas preguntas e incluso había conseguido que testigos avalaran su discurso, en su mayoría criados quienes confirmaban su ubicación o que vieron a Lorie salir del palacio con las cosas de la reina, así que su esposo terminó por aceptar su versión, aunque Luana aún podía identificar en sus ojos cierto recelo.Tal y como le había prometido al gran rey, envió hombres por todo Caltulia en busca del viajero, pero luego de varios días sin obtener ningún tipo de información, su esposo tuvo que enviar una carta a Magreen informando al gran rey que lastimosamente el collar no había podido ser localizado y extendiendo sus disculpas por el inconveniente. Lua
El alarido al otro lado de su puerta la hizo abrir los ojos, pero volvió a cerrarlos de inmediato cuando identificó que era su madre quién le gritaba a los guardias. Luana no se molestó en levantarse ni en intentar que los guardias accedieran a dejarla entrar, sabía que era inútil y ella no tenía fuerzas.Llevaba una semana encerrada en aquella habitación, y la única persona a la que se le permitía ingresar, era a una sirvienta que le llevaba sus comidas. Hasta a sus damas se les había ordenado no entrar allí. Desde entonces no veía a su familia, aunque su madre y su hermana habían intentado todo para que las dejaran verla, el rey se había negado.Tampoco había vuelto a ver el rostro de Anne, y esperaba no tener que hacerlo nunca más, Luana no estaba segura de cómo reaccionaría si veía a la mujer de nuevo, una parte de ella estaba llena de dolor por su traición, y la otra desbordaba tanta rabia que sabía que podría sacarle los ojos.Luana se preguntó si Dian y Marga lo sabían, si es
Cuando las puertas se abrieron, ella tomó una profunda respiración intentando que las piernas no le temblaran al caminar, cada paso resonaba en la piedra del suelo. Lo primero que notó fue que no había público, era una audiencia privada. Casi se rió. Por supuesto que era privada, el rey sabía que ella tenía el apoyo de la gente. No iba a arriesgarse a poner al pueblo en su contra. Probablemente nadie, además de los presentes y los guardias que la habían traído, sabían que estaba aquí.Luana había estado muchas veces en aquel salón, pero en aquellas ocasiones solo había tenido que sentarse junto a su esposo y escuchar a los jueces y a los acusados, nunca imaginó que un día ella sería quien estaría siendo juzgada por aquellos hombres viejos de túnicas negras… o el concejo, como eran conocidos.Su esposo no estaba en ninguna parte, y un hombre nuevo estaba sentado en el asiento que le correspondía. Un frío le recorrió el cuerpo cuando reconoció a aquel anciano, quien vestía una túnica
En la sala cayó un silencio sepulcral.Luana necesitó un par de segundos para comprender lo que el hombre había dicho, al principio pensó que solo era una broma, una de muy mal gusto. Sin embargo, en cuanto vio la cara de horror de los hombres en la sala, y los ojos llenos de repulsión del gran señor de los siete, supo que no era una broma. Esto era algo grave, no solo estaba en juego su corona, estaba en juego su vida.– Lo que acaba de decir, milord, es la cosa más vil que he podido escuchar. - la voz de la joven reina tembló cuando dijo esto. - No solo me acusa injustamente, también se burla del dolor causado por la pérdida de mis hijos, los hijos del rey.– La única hija del rey es la princesa Wendy de la casa Van Wendion. - Protestó Lord Antony. - No me estoy burlando de su dolor, estoy exponiendo los hechos, su majestad. Y si bien, debemos recordar que está acusada de cometer adulterio, así que, debemos estar abiertos a la posibilidad de que sus embarazos hayan sido causa de cua
Las piernas de Luana casi se doblaron al ver a Henry caminar hacia el estrado. Esto no podía ser verdad…Pero lo que realmente la asustó, no fue verlo en aquella sala, sino ver el mal estado en el que el hombre se encontraba. El uniforme de guardia había sido reemplazado por una túnica marrón, sucia y descocida, la sangre seca estaba adherida en la tela y ambas muñecas se encontraban encadenadas.El joven pasó por su lado evitando mirarla, y subió al estrado. Hizo un gesto de dolor cuándo logró subir los pequeños escalones, fue entonces que Luana notó que su pierna estaba herida. También tenía varias cortadas y moretones en su rostro, su labio estaba roto e hinchado… El que se había tomado el trabajo de golpearlo se había esmerado.– El prisionero Henry Oklar ha venido a declarar. - explicó Lord Antony. - ya que el juicio del señor Oklar se llevó a cabo antes de que el gran señor llegara, entonces lo contextualizaré un poco.¿Un juicio? ¿Hace cuánto habían apresado a Henry? El coraz
Luana pensó que había visto su última ejecución cuando tenía trece años. Entonces era solo una niña soñadora, quien paseaba por la plaza con hermosos vestidos de seda y unas nuevas y elegantes zapatillas que su padre le había obsequiado por su cumpleaños. Recordaba todo el proceso como si hubiera sido apenas ayer, el olor a sudor de la multitud que se arremolinaba en la plataforma, la máscara negra del verdugo y los ojos oscuros bajo esta, la orina que se extendía desde el pantalón del hombre arrodillado que estaba apunto de morir, hasta la madera mohosa. Nunca supo de que era acusado aquel hombre, pero cuando el verdugo levantó la espada, todos a su alrededor parecieron contener la respiración. Julietta, a su lado, le apretó la mano con fuerza. Su hermana no alcanzó a ver aquella imagen, su padre le había cubierto los ojos antes de que el golpe final llegara, pero Luana sí la vió. La cabeza del hombre cayó en la plataforma y la sangre salpicó la madera y la ropa del verdugo. El l
Las siguientes horas que estuvo encerrada se sintieron como si hubiera estado en el mismísimo infierno. Mientras se acercaba el atardecer del siguiente día, Luana perdió la cuenta de cuántas veces había recorrido el área de la celda a la espera de que en cualquier momento viniera alguien a sacarla de allí o de que la princesa volviera a aparecer. Sin embargo, ninguna de las dos cosas sucedió.Había roto en pedazos la carta de su madre, no quería correr ningún riesgo de que fuera encontrada por otra persona. La carta era corta y concisa, en la noche uno de los guardias abriría su celda y se encargaría de guiarla hasta la salida cerca a de la cocina, allí, alguien la estaría esperando para sacarla del palacio, solo eso, instrucciones que seguir. No había en ella palabras que indicaran preocupación o tal vez algún intento de tranquilizarla, no, por supuesto que no, ese nunca sería el estilo de su madre, seguro consideraba que poner algún mensaje de consuelo sería una completa pérdida de
Tal y como se lo había dicho el rey, nadie vino por ella al anochecer, el plan de su madre había fracasado y ahora Luana no tenía ni idea de qué hacer.¿Aceptar su destino y morir? ¿O aceptar su injusta culpabilidad ante todo el reino y ganar el perdón?Harlam parecía sincero en lo que decía, Luana sabía que, si la asesinaba, probablemente el pueblo no se pondría de su parte y podría causar demasiados conflictos para él, por esa misma razón se había llevado un juicio privado, no quería ningún problema. Sin embargo, el reconocer que todas esas crueldades que habían dicho sobre ella eran verdaderas… No. Preferiría morir.No lo iba a hacer. No podía.Estaba decidido, moriría mañana y lo que le diría a Caltulia sería muy diferente a lo que el rey quería escuchar.Esa noche, entre pesadillas y sobresaltos, pudo distinguir en sus sueños sombras y luces sin forma entre sus recuerdos, era como si de alguna manera, su cuerpo supiera lo que sucedería en pocas horas, y se tomó ese tiempo para re