El hombre le cubrió la boca antes de que pudiera gritar, pero no contó con que Luana le mordiera la mano fuertemente y lo empezara golpear con todas sus fuerzas intentando zafarse. Un solo grito alertaría a los guardias, el hombre pareció sorprendido al principio, pero le resultó realmente fácil inmovilizarla.Fue entonces que Luana notó sus orejas puntiagudas, además de su fuerza extraordinaria, ningún humano habría logrado inmovilizarla de esa manera, claramente el intruso no lo era…Intentó registrar cada detalle de su rostro, por si lo necesitaba luego, y entonces palideció, se le cortó la respiración cuando vio que dé la espalda del hombre salían dos enormes y negras alas como las de un dragón.Luana sollozó en la cama y siguió moviéndose como loca para liberarse, pero el hombre no aflojó su agarre ni un poco.--Lo siento mucho, su majestad. No pretendía asustarla, aunque sabía que eso era imposible. – dijo en voz baja. – Me han enviado los herederos de Magreen, por favor no grite
Un dolor de cabeza invadió a Luana en los siguientes diez segundos tras esa confesión. Miles de preguntas pasaron por su mente. ¿Cómo era posible tal cosa? Bueno, era verdad que no había encontrado parecido alguno entre el gran rey y los herederos, pero aún así… Por la expresión que ambos tenían en sus rostros, Luana supo que saber aquello era peligroso. ¿Sabía el gran rey Armin que no eran sus hijos? - Por favor, ya no digan más. – dijo rompiendo el silencio que se había formado después de esa confesión. – No quiero escuchar nada más. Era mucha información para una sola noche. - Luana, nosotros… - empezó a decir Carleena, pero ella levantó una mano para detenerla. - Es suficiente. No quiero saberlo. – afirmó segura. No estaba dispuesta a ponerse en peligro por toda esta locura. Ambos la miraron extrañados. - ¿No quieres saber toda la historia? – le preguntó Edmund Luana negó con la cabeza, aunque esta vez no se vio tan segura, la curiosidad la estaba matando. - Pueden qued
- Esto le ayudará a tranquilizarse, su majestad. – Lady Olenna le ofreció una taza que contenía una especie de infusión.Luana se sentó en su cama y lo bebió sin queja alguna. Todo el día había estado muy nerviosa y había recorrido su habitación más de una docena de veces, no soportaba estar quieta, eso solo la hacía impacientarse más.El gran rey vendría de nuevo. Y quería verla.¿Vendría en busca del collar? Bueno, pues ya no lo tenía. ¿Qué pasaría cuando se enterara? ¿Qué debía decirle? ¿Debía mentir por los herederos?Les había dado su palabra de que guardaría silencio, pero nunca pensó que tendría que mentir, y mucho menos a otro soberano. ¿Debería confesar la traición de sus hijos al ayudar a la causa rebelde? ¿estaría ayudando ella misma a esa causa si mentía?No eran sus hijos, otra cosa en la que tendría que mentir.Porque mentiría… ¿o no?- No me gusta su color. – la voz de Lady Olenna la devolvió a la realidad.- ¿Mi color?- Si, está muy pálida, más que de costumbre. –ob
Luana se había puesto el vestido azul claro de mangas largas y bordados plateados en su falda, era una prenda neutra y elegante a la vez. Llevaba un collar de zafiros y aretes a juego, y claro no podía faltar la hermosa tiara que acompañaba a estos.Inocencia y decisión. Eso era lo que quería reflejar.Había colocado los brazaletes en sus tobillos, allí las inmensas capas del vestido los cubrían perfectamente.Mientras ella y su esposo esperaban pacientemente la llegada de su invitado, Luana no pudo evitar pensar en todo lo que podría salir mal de aquella reunión. Las manos le sudaban y su ritmo cardíaco estaba acelerado, tuvo que respirar varias veces para lograr apaciguarlo un poco, no quería que el gran rey notara su nerviosismo. Debía ser perfecta.– Te ves hermosa hoy. -dijo el rey con un brillo extraño en los ojos. El comentario de su esposo la tomó por sorpresa, no recordaba cuándo había sido la última vez que él le había dicho algo como eso. No había sido un halago por cort
Después de que el gran rey Armin se fuera frustrado y furioso por no haber obtenido lo que realmente quería, comenzó un nuevo interrogatorio, pero esta vez por parte de su esposo.El rey no era alguien crédulo, Luana sabía que sería bombardeada con preguntas en cuanto estuvieran a solas, y así sucedió. Por suerte, ella tenía las respuestas a esas preguntas e incluso había conseguido que testigos avalaran su discurso, en su mayoría criados quienes confirmaban su ubicación o que vieron a Lorie salir del palacio con las cosas de la reina, así que su esposo terminó por aceptar su versión, aunque Luana aún podía identificar en sus ojos cierto recelo.Tal y como le había prometido al gran rey, envió hombres por todo Caltulia en busca del viajero, pero luego de varios días sin obtener ningún tipo de información, su esposo tuvo que enviar una carta a Magreen informando al gran rey que lastimosamente el collar no había podido ser localizado y extendiendo sus disculpas por el inconveniente. Lua
El alarido al otro lado de su puerta la hizo abrir los ojos, pero volvió a cerrarlos de inmediato cuando identificó que era su madre quién le gritaba a los guardias. Luana no se molestó en levantarse ni en intentar que los guardias accedieran a dejarla entrar, sabía que era inútil y ella no tenía fuerzas.Llevaba una semana encerrada en aquella habitación, y la única persona a la que se le permitía ingresar, era a una sirvienta que le llevaba sus comidas. Hasta a sus damas se les había ordenado no entrar allí. Desde entonces no veía a su familia, aunque su madre y su hermana habían intentado todo para que las dejaran verla, el rey se había negado.Tampoco había vuelto a ver el rostro de Anne, y esperaba no tener que hacerlo nunca más, Luana no estaba segura de cómo reaccionaría si veía a la mujer de nuevo, una parte de ella estaba llena de dolor por su traición, y la otra desbordaba tanta rabia que sabía que podría sacarle los ojos.Luana se preguntó si Dian y Marga lo sabían, si es
Cuando las puertas se abrieron, ella tomó una profunda respiración intentando que las piernas no le temblaran al caminar, cada paso resonaba en la piedra del suelo. Lo primero que notó fue que no había público, era una audiencia privada. Casi se rió. Por supuesto que era privada, el rey sabía que ella tenía el apoyo de la gente. No iba a arriesgarse a poner al pueblo en su contra. Probablemente nadie, además de los presentes y los guardias que la habían traído, sabían que estaba aquí.Luana había estado muchas veces en aquel salón, pero en aquellas ocasiones solo había tenido que sentarse junto a su esposo y escuchar a los jueces y a los acusados, nunca imaginó que un día ella sería quien estaría siendo juzgada por aquellos hombres viejos de túnicas negras… o el concejo, como eran conocidos.Su esposo no estaba en ninguna parte, y un hombre nuevo estaba sentado en el asiento que le correspondía. Un frío le recorrió el cuerpo cuando reconoció a aquel anciano, quien vestía una túnica
En la sala cayó un silencio sepulcral.Luana necesitó un par de segundos para comprender lo que el hombre había dicho, al principio pensó que solo era una broma, una de muy mal gusto. Sin embargo, en cuanto vio la cara de horror de los hombres en la sala, y los ojos llenos de repulsión del gran señor de los siete, supo que no era una broma. Esto era algo grave, no solo estaba en juego su corona, estaba en juego su vida.– Lo que acaba de decir, milord, es la cosa más vil que he podido escuchar. - la voz de la joven reina tembló cuando dijo esto. - No solo me acusa injustamente, también se burla del dolor causado por la pérdida de mis hijos, los hijos del rey.– La única hija del rey es la princesa Wendy de la casa Van Wendion. - Protestó Lord Antony. - No me estoy burlando de su dolor, estoy exponiendo los hechos, su majestad. Y si bien, debemos recordar que está acusada de cometer adulterio, así que, debemos estar abiertos a la posibilidad de que sus embarazos hayan sido causa de cua