Pasión desenfrenada

Una cosa llevó a la otra, que no sabían el momento en que ambos subieron al coche y ahora se encontraban en el departamento del desconocido.

Él la tomó del trasero y la llevó a sus caderas, y sin parar de besarse fueron hasta la habitación. Cada paso que daban, dejaban una marca de lujuria en las paredes que eran las únicas testigos de aquella noche de pasión.

Él quitó el vestido que ella llevaba puesto, dejándola en ropa interior, moría por verla así desde que entraron. Ella ocupaba un sostén blanco y una tanga del mismo color, en su mirada un ligero toque de deseo se hizo presente, algo que le fascinó al desconocido. Él manteniendo su deseo carnal, apreció el hermoso cuerpo de la chica del cual desconocía su nombre y comenzó a besarla, mientras que con sus manos recorría su cuerpo dando suaves toques en la piel.

Ella levantó las manos y de forma desesperada le quitó esa elegante camisa que él llevaba por encima, cayendo poco que poco semidesnudos en la cama. Él besaba cada centímetro del cuerpo de la chica, lo que hacía que ella empezara a gemir por el éxtasis que él provocaba en ella al sentir sus tiernas caricias, era demasiado placer para Ashley, tanto que se sintió en las abrazantes llamas del infierno, donde dos demonios jugaban a lo prohibido junto con los lamentos de los condenados y se burlaban de ellos.

Poco a poco se fueron despojando de cada prenda sobrante de sus cuerpo, dejando en evidencia sus cuerpos ante la poca luz de la habitación, una luz tan débil que apenas se podía ver en la oscuridad. Él se sentía loco por poseerla, tanto que su miembro empezó a doler. Decidió esperar un poco más y bajó hasta la intimidad de la chica, necesitaba saber que ella estaba lista.  De forma suave y delicada empezó a jugar en aquella zona prohibida, donde los pecados se convertían en luz y a la vez en clemencia. Con su dedo decido entrar y sentir la humentante y caliente ráfaga, la sintió muy estrecha cuando lo hizo, haciendo que ella se retorciera por la sensación.

“¿Virgen? Se preguntó “imposible” volvió a decir entre sí.

Dejó aún lado ese pensamiento, se puso de pie y caminó hasta la mesita de noche, de uno de los cajones tomó un preservativo, se lo puso y fue a buscarla, como todo un  depredador. Quería sentirla de nuevo, quería inrrumpirla y escuchar sus jadeos de gloria y clemencia en su boca.

Ella curiosa observó su misil a punto de estallar, se preguntó si le dolería, ya estaba tan excitada que no podía echarse para atrás, quería sentirlo dentro de ella, quería apagar ese fuego que él había provocado.

Él subió a su cuerpo nuevamente, abrió las piernas y empezó a penetrarla. Al hacerlo, tuvo dificulta en entrar, estaba tan estrecha que la palabra virgen regresó en su mente. Miró abajo y pudo confirmarlo, su miembro tenía algo de sangre. Regresó a ver a la chica con algo de culpa por lo que había hecho. Vio en ella una lagrima que recorría su rostro, vio que enserio la había irrumpido, llevándola a las tinas abrazantes del fuego y dolor, no quería eso.

“Jamás había estado con una virgen ¿Cómo tratarla?” se dijo.

Guío sus labios a los de ella y empezó a besarla de forma dulce, quería calmarla y que ella como él disfrutarán de aquel momento juntos.

-Eres hermosa y haré que tu primera vez sea mágica – le dijo en susurrros.

Ella sonrió, le pareció muy gracioso lo que había dicho y con su mirada lo aceptó. Esperaría que el dolor cediera y pudiera disfrutar del momento.

La sonrisa y mirada que le dio Ashley le provocó cierto sentimiento, un sentimiento que había olvidado. Buscando en sus recuerdo no encontró nada, era un cerebro vacío, sin ningún recuerdo del pasado, ninguna señal, ninguna imagen, nada. Dejó de batallar con su cerebro dañado que fue incapaz de darle respuesta y volvió a mover sus caderas, pero de forma lenta, no quería lastimarla, quería que al menos el recuerdo de su primera vez, de la primera vez de ellos, sea un recuerdo apreciado para ella y para él. Cuando al fin pudo entrar por completo, volvió a besarla y aferrarse a ella con locura.

Los gemidos de ambos se escucharon por toda la habitación. Él se movía con mucho cuidado y ella lo disfrutaba, la sensación carnal se volvió un deseo placentero. Ashley trataba de morder sus labios para poder silenciar sus gemidos, pero le fue imposible, el éxtasis la invadió por completo que la habitación empezó a llenarse de lamentos.

Ese espantoso dolor cedió y ahora la sensación del deseo y lujuria estaban dentro de su cuerpo, exigiéndole más.

Los movimientos continuaron. Ella estaba invadida por el placer y el deseo que hundía sus uñas en la espalda del desconocido. Cuando sus cuerpos ya no pudieron más, se vinieron al mismo tiempo. Se aferraron el uno al otro que un gran gemido invadió toda la habitación.

El cansancio la invadió por completo, sus ojos pesaban, su cuerpo tenía espasmo, sus piernas temblaban, no pudo más y se quedódormida al instante. Su amante la vio dormirse y le pareció realmente hermosa, se había entregado a él sin siquiera conocerlo. Pensó en que algo le había pasado para que ella tomara esa decisión, algo maño y ahora él era culpable.

La imagen quedó graba en su mente, en uno de sus archivos de respaldo. Era el primer rostro inocente que había visto desde que despertó de su coma, la primera mujer en que podría confiar.

Él se levantó de la cama y fue hasta el baño, tenia que votar el preservativo. se vio reflejado en el espejo y sonrió, la mujer que tenía en la cama era la primera en estar ahí. Regresó a la habitación y se acostó aún lado de ella y con mucho cuidado para no despertarla la rodeó con sus fuertes brazos. No sólo ella se sentía cómoda, él también y lo disfrutaba.

Esa noche después de muchas noches solo, decidió dormir a lado de una mujer, de una maravillosa mujer. Abrazados y sin saber quiénes eran, durmieron tranquilos.

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