Capítulo 3: La santa de las strippers.

Sol miró aquel hombre como si estuviese loco, estaba claro que era el típico que no aceptaba un NO como respuesta, pero ella se consideraba una experta en saber como colocar a ese tipo de hombres en su lugar.

–No hago bailes privados, pero seguramente alguna de mis compañeras puede darte lo que quieres. – Contestó Sol esquivándolo para seguir con su vuelta rutinaria por el club, pero Sasha se interpuso en su camino una vez más.

–No te quieres venir conmigo a un hotel, no haces bailes privados. ¡¿Pero tú que eres la santa de las strippers?! – Escupió Sasha indignado porque no entendía a lo que estaba jugando aquella mujer.

–Puede ser y si quieres ahora mismo te traigo una velita para que puedas rezarme. – Contestó Sol con sarcasmo llevándose las manos a la cintura forzando una sonrisa.

–Prefiero follarte y si posible bien duro. –Espetó Sasha apretando los dientes y la sonrisa de Sol se borró. La chica pensó que aquel hombre no tenía papas en la lengua a la hora de decir lo que pensaba.

–Pues ya te dije que eso no pasará amigo, así que ve a buscar a otra que te alivié las pelotas. – Respondió Sol inclinándose hacia adelante, pero no pudo evitar sentir su olor y pensó era embriagante, entonces volvió a apartarse para mantener alejado malos pensamientos. – Estoy segura de que tendrás a unas cuantas que quieran abrirse de piernas para ti, entonces ve a buscarlas porque conmigo te vas a quedar con las ganas.

–¡¡Te dije que estoy dispuesto a pagarte lo que me pidas, entonces no entiendo porque insistes en hacerte la difícil!! – Gruñó Sasha con rabia.

–No me interesa tu dinero, no hago este tipo de servicios y no pienso decírtelo otra vez. Ahora déjame en paz. – Replicó Sol intentando apartarse de él, pero Sasha la agarró del brazo.

–¡¡Deja ya tu jueguecito, porque no soporto ver a mujeres como tú intentando hacerse las dignas, cuando sabemos perfectamente que no eres ninguna santa!! – Habló Sasha con indignación y Sol pudo ver una gruesa vena tensa que bajaba por su cuello perdiéndose dentro de la camisa negra, después subió la vista para mirarlo directamente a los y se soltó de su agarre con brusquedad.

–¡¿No sabes nada sobre mí y te atreves a juzgarme solamente porque trabajo en este lugar?! – Exclamó Sol molesta y Sasha sonrió con sarcasmo. – Puede que baile casi desnuda encima de este escenario, pero esto no significa que me vaya a abrir de piernas para el primer estúpido que intente comprarme.

–¡No intentes engañarme, sé muy bien cómo son las mujeres como tú! – Escupió mirándola de arriba abajo y Sol bajó la cabeza haciendo un gesto negativo.

–¡Ya, ya entiendo por dónde vas! – Habló Sol mirándolo a los ojos y Sasha frunció el ceño con incomprensión. – Déjame ver si adivino. Una mujer te vio la cara de tonto, te ha dejado traumatizado y ahora te crees que somos todas iguales, que solo queremos romper tu lindo corazoncito. Eres de esos, ¿verdad? – Indagó y Sasha la miró molesto porque no podía negar que de cierta forma era cierto. – Pues déjame decirte algo amigo, las demás no tenemos la culpa de que tuvieses el dedo podrido a la hora de elegir con quien te metías y no, no somos todas iguales.

–Puede que no sean todas iguales, pero estoy seguro de que tú no formas partes del porcentaje que marca la diferencia. – Susurró Sasha cerca del oído de la chica.

Sol lo empujó con rabia, pero entonces vio la cara de su jefe entrando al club e intentó controlarse porque sabía que no podía buscar problemas con los clientes. Entonces Sasha giró la cabeza para mirar en la misma dirección que la chica y después la miró con curiosidad pensando que había encontrado una debilidad en la chica, alguien al que sí parecía temer.

Sol forzó una sonrisa amable cuando su jefe la miró para que no se diera cuenta de lo que estaba pasando y se acercó a Sasha que la miraba intrigado.

–No vuelvas acercarte a mí y si lo haces te juro que romperé tus dos huevitos en varios trocitos, así que si quieres ser papá algún día mantente alejado de mí enfermo. – Murmuró Sol entre los dientes y Sasha sonrió con picardía.

–Tarde o temprano vas a caer, esto te lo prometo. – Contestó Sasha y después se apartó de ella marchándose del lugar.

Sasha salió del club y golpeó la pared que tenía más cerca con más rabia. Estaba frustrado y no podía medir el tamaño de su frustración, entonces pensó que debería buscar algo de distracción para aquella noche y se marchó al antro que tenía más cerca.

Después de terminar su turno laboral Sol comenzó a recoger sus cosas maldiciendo en voz baja, porque no podía olvidarse de las últimas palabras de Sasha y sabía que sí él continuaba frecuentando el club terminaría buscándole problemas con su jefe.

–Parece que tu acosador te ha dejado tocada nena. – Murmuró Claudia entrando al camerino y Sol giró los ojos.

–Es un imbécil con un ego muy grande. – Contestó Sol molesta y su amiga se rio.

–Pues yo espero que no sea lo único grande que tenga. – Replicó Claudia riéndose y Sol le tiró uno de los disfraces en la cara poniendo los ojos en blanco. –¡¿Qué?! No me digas que no te has fijado en lo sexy que es.

–Aunque fuese el hombre más guapo del mundo tanta prepotencia borra todo su encanto. – Habló Sol recordando las veces en las que Sasha le había asegurado que ella sería suya sí o sí, como si fuera una mujer fácil. – Además, ya sabes que no puedo tener más problemas Claudia y un acosador ahora no me viene nada bien. La última vez que tuve problemas con un cliente Armando subió muchísimo mi deuda. – Murmuró con preocupación y su amiga se acercó a ella para abrazarla.

–Verás que podrás pagar esa deuda y abandonar este lugar nena, solo debes tener fe. – Habló Claudia intentando reconfortarla.

–Después de seis años es muy difícil tener fe Clau, tengo miedo de que mi hija crezca viéndome trabajar en este lugar. – Habló Sol sentándose en la silla del tocador mirándose con tristeza en el espejo.

–¡Esto no pasará! Además, Estrella sabe muy bien la madre maravillosa que tiene y que eres capaz de hacer cualquier cosa por ella. Puedes estar segura de que tu niña sabrá valorar todo esto nena. – Habló Claudia apoyando la barbilla sobre el hombro de Sol que esbozó una tierna sonrisa.

Sol se marchó a su casa y como siempre lo primero que hizo fue darse una buena ducha para quitarse de encima todo el olor de aquel lugar que tanto odiaba. Después Sol se tomó una taza de café con Rosa antes de que la mujer se marchará a su trabajo.

Rosa se despidió de Sol antes de irse a su trabajo y después la chica se fue a la habitación de su nena.

Sol se sentó en la cama de su hija observándola dormir agarrada a un avioncito de guerra que era su juguete favorito, después se acomodó a su lado y dejó un beso en la cabecita de Estrella.

–Por ti soy capaz de todo mi amor, porque sin ti no tengo nada. – Susurró y después se quedó dormida al lado de su hija, sabiendo que tenía apenas un par de horas para descansar antes de despertar a Estrella para llevarla al cole y después irse a su al trabajo que tenía de camarera en una cafetería.

Al otro lado de la ciudad Sasha estaba acostado entre dos mujeres mirando el techo. Sasha giró la cabeza para ver a una de ellas, que tenía la cabeza sobre su hombro y se movió despacio para apartarse de ella. Después Sasha bajó la mirada a su entrepierna viendo como la otra chica tenía la mano en su miembr* como si quisiese protegerlo y Sasha levantó una ceja mirándola con curiosidad, entonces agarró la mano de la chica con la punta de los dedos suavemente para apartarla de su bien más preciado y después se levantó despacio de la cama para no despertarlas, aunque estaba deseando echarlas de su casa para quedarse solo.

Sasha se fue directo al baño para darse una ducha y respiró profundamente mientras que el agua caía sobre su cabeza intentando quitarse de encima aquella frustración que se negaba a abandonarlo.

Después de salir de la ducha Sasha caminó desnudo por el salón de su departamento con sus cabellos todavía mojados. Se preparó una copa de whisky y salió a la terraza de su departamento para ver el amanecer.

Cuando los primeros rayos de luz empezaron a aparecer Sasha no pudo evitar pensar en aquel nombre que parecía haberse quedado grabado en su cabeza y murmuró para sí mismo.

–Una stripper que va de mujer digna, este será un desafío muy divertido y seguramente el mejor de mi vida.

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