El rechazo

La cena con sus familiares fue mucho más agradable que el desayuno con sus suegros, en esta ocasión sus tíos charlaban de manera alegre, le contaban un sinfín de cosas directamente a la princesa que escuchaba maravillada todo lo que salía de sus labios.

—    Tu hermano mayor, volvió de su viaje finalmente, sé que te ha traído muchos regalos, aunque se siente triste de no haber podido estar presente para tu boda — comentaba su tía.

—    Lo extraño bastante, espero que pueda venir pronto, claro, si a sus majestades no les molesta — dijo aquello observando a sus suegros.

—    Para nada, esperamos poder ver al príncipe heredero pronto, la ultima vez que tuvimos el honor, él era apenas un niño — respondió Quinn—, ya debe ser todo un hombre ahora.

—    Si, se parece mucho a mi padre físicamente— añadió Elarimil.

—    ¿ya es casado? — pregunto Niel.

—    No, mi sobrino ha querido abstenerse aun de contraer nupcias, aunque esperamos que se comprometa pronto, sus padres quieren cederle el trono, mi hermana desea pasar un tiempo en los pueblos más allá del mar.

—    Seguro conocerá a una buena princesa, es más, me gustaría presentarle a mis hijas, dos de ellas siguen solteras — Niel sonrió de forma sincera—, solo he obtenido maravillosos comentarios sobre el príncipe Dorian.

—    Tal vez, próximamente será su fiesta de cumpleaños, seria el momento adecuado, muchas princesas irán con el fin de conocerlo, entre ellas, mis propias hijas— dijo esta vez el tío de Elarimil, Marcus, un elfo del bosque.

Las mencionadas solo pudieron alzar la mirada cuando escucharon que sus padres indirectamente aceptaban un matrimonio para ellas con criaturas que no fueran lobos, para ellas era un sinónimo de libertad para escoger a su futura pareja, no deseaban ser comprometidas con nobles de su propio reino, querían irse de ahí, no porque no quisieran su pueblo natal, ellas deseaban conocer y vivir más allá de los muros de su hogar.

El resto de la cena fue dominado en su mayoría por el silencio que era interrumpido por comentarios de Elarimil hacia sus parientes o de ellos hacia ella que le instaban a visitar el reino de las brujas y el de los elfos, ambos sitios eran muy importantes para ella, amaba los bosques que los cubrían y las criaturas que habitaban en los mismos, siempre sintió fascinación por los animales, incluso se le acercaban de forma natural buscando la ayuda de la princesa, los curaba, los alimentaba.

Antes del anochecer la princesa se encontraba de pie en uno de los balcones mirando la luna llena, era tan hermosa, aunque se sentía un poco inquieta, debido a su naturaleza hibrida, aunque podía consumir comida, de vez en cuando la herencia vampírica de su padre le exigía consumir sangre, no sabía cómo podría conseguirla en su nuevo hogar y se encontraba nerviosa, así como hambrienta.

—    ¿Qué haces ahí? — la alerto la voz de su esposo.

—    Solo buscaba relajarme, algo imposible con la presencia de esa mujerzuela aquí — respondió sin voltear a verlo.

—    No permitiré que la insultes, ella no es una mujerzuela — Keith la tomo del brazo, pero se percató que algo no estaba bien en su esposa— ¿Qué tienes? Parece como si estuvieras débil.

—    Lo estoy, no he bebido nada de sangre desde que llegue aquí — confeso mirándole apenas—, no sé cómo conseguirla aquí sin lastimar a nadie.

—    ¿Cómo la conseguías en tu reino?

—    Mi padre era quien nos daba la sangre, allá existen bancos de sangre que abastecen a todos, la obtienen de criaturas que están por morir o que deciden donarla de forma voluntaria.

—    ¿voluntaria? — el príncipe se quedo pensativo, la tomo en brazos para llevarla a su habitación.

—    No quiero que me cargues…hueles a ella — Elarimil hablo con algo de asco.

—    No estuve con ella — mintió.

—    Soy mitad bruja, se cuando mientes — al decir eso, Keith apretó un poco los labios—, no te atrevas a tocarme hoy, vomitaría.   

Se sintió culpable, había olvidado que su esposa era al final de cuentas una bruja, podía darse cuenta de las cosas y si, había estado en la cama de Anne minutos antes, era difícil negarse a la tentación que ella representaba, además, la amaba, fue su novia de toda la vida, no podía olvidar eso, ellos estaban comprometidos antes de que fuera forzado a casarse con Elarimil, sentía que le debía algo a Anne por haberla abandonado de esa manera, la pobre sufria demasiado.

—    Bebe de mi sangre — dijo finalmente Keith cuando deposito a su esposa en la cama.

—    ¿Para ver como te la follaste? — pregunto ella sin mirarlo— prefiero morir de hambre.

—    No seas testaruda, hazlo — se descubrió la muñeca ofreciéndola a su esposa.

—    He dicho que no, si lo hago vere tus recuerdos, no quiero ver como te revolcabas con ella — molesta, Elarimil se puso de pie—, no deseo compartir la cama contigo— finalizo saliendo de la habitación.

—    ¡Elarimil!

Aunque su esposo había gritado, no detuvo sus pasos, salió de la habitación dando un fuerte portazo, seguramente la escucharían en los cuartos contiguos, pero no importo, estaba herida, humillada, apenas llevaba días de casada y su esposo ya se acostaba con otra, pensaba que podía hacerle lo mismo, pero era demasiado leal como para eso, además, se había enamorado a primera vista de Keith, no concebía en si misma la idea de serle infiel. Quería llorar, pero no lo hizo, fue hasta los jardines, en medio de la noche, no tenia idea de que hora seria, pero estaba oscuro, se sentó cercana a una fuente y apretó los puños.

—    ¿Ya tienen peleas tan rápido? — alzo la vista al oír a su primo hablarle.

—    Él no me quiere, tiene una amante — confeso—, me dijeron que él anhelaba casarse conmigo, sospecho que fue una gran mentira.

—    Todos los matrimonios comienzan así — el rubio se sentó a su lado—, vivimos en la tradición de los matrimonios arreglados, el amor se da con el tiempo

—    ¿Y si nunca se da?

—    Bueno, entonces puedes divorciarte — ofreció—

—    Como si fuera tan fácil — replico—, espero lograr que mi esposo se enamore de mí, sería una tortura mi vida si no lo logro, ascenderemos al trono, estando ahí, no podré dejarlo en ninguna circunstancia, pero…me aterra la idea de que, si nos coronan, él la haga su concubina.

—    No tengas miedo — la abrazo—, eres mil veces mas hermosa, él se dará cuenta y se sentirá tonto por no haberte notado desde el primer momento.

—    Ojalá tengas razón, primo — ella correspondió el abrazo.

—    Dime ¿Cuándo bebiste sangre por ultima vez? Puedo notar que estás débil.

—    Muero de hambre, pero no sé cómo pedirles a mis suegros que me den sangre.

Su primo se movió la larga cabellera dejando expuesto su cuello para que su prima pudiera alimentarse, ella no lo dudo dos veces, se pego al cuello ajeno para clavar sus colmillos en el mismo y comenzar a succionar del liquido vital, el elfo apenas y se quejó cuando su piel fue perforada, no era la primera vez que alimentaba a su prima, en una antigua expedición donde ella estuvo presente, también tuvo que hacerlo pues estaba incluso mas debilitada que en ese momento.

Una vez recuperada sus fuerzas, la peliblanca aparto su boca de la piel del elfo, se relamió los labios y con un pañuelo limpio el cuello ajeno, sonrió al hombre en forma de agradecimiento por nuevamente salvarle en un momento difícil.

—    Gracias — hablo la princesa.

—    No es nada, ahora ve a dormir, la futura reina no puede desvelarse— el elfo la tomo de las mejillas para besar su frente—

—    Tú también, no duermas hasta tarde.

Se puso en pie para volver al palacio, lo primero que vio al cruzar la puerta fue unos profundos ojos dorados que la miraban con una gran molestia, los reconoció de inmediato, pero no se inmuto ante la expresión fúrica de su esposo, era obvio que la había espiado y había presenciado como ella bebía de la sangre de otro hombre.

—    ¿Preferiste la sangre de un elfo que la mía?

—    Si — afirmo de inmediato—

—    Soy tu esposo — Keith se acerco peligrosamente a su esposa.

—    No tengo los ánimos para ceder esta vez — respondió ella dando un paso atrás—, te dije que no permitiría que me tocaras esta noche y sigo en pie con ello.

—    ¡No puedes negarte!

—    Claro que puedo.

Entre la penumbra, los ojos azules de Elarimil se miraron mas fuertes que los de Keith que miro como su esposa lo pasaba de largo evitando que la tocara, quiso tomarla del brazo, pero ella se zafo con una fuerza increíble, abrió los ojos por completo ante tal desaire de la princesa, ahora era él quien se sentía humillado por su mujer ¿Cómo se atrevía? Esa no era su dulce esposa.

—    ¿Qué le hiciste? — pregunto el lobo volviéndose al elfo que recién entraba.

—    Alimentarla, algo que tú no sabes hacer — respondió el rubio con superioridad—.

—    Ella me rechazo — sus palabras sonaban como gruñidos.

—    No me sorprende, visitas la alcoba de tu amante y luego esperas que tu esposa bebiera de tu sangre, eres más imbécil de lo que pensaba — Keith se quedo sorprendido—, no mereces a Elarimil, ella es demasiado para ti.

—    ¡¿Cómo te atreves?!

—    Solo digo la verdad — los ojos verdes del elfo lo miraron con lastima—, cuando te des cuenta, será muy tarde.

Sentencio el rubio antes de retomar su camino, dejando detrás de él a un lobo confundido que no entendía nada de lo que decía, pensaba que era injusta la forma en que su esposa lo había tratado, debía entender que no era fácil dejar a Anne, no con toda la historia que tenían detrás, pero, luego en un acto inesperado, se puso en el lugar de Elarimil, no debía ser fácil para ella, suspiro pesadamente, volvió a sus aposentos y como espero, ella no estaba ahí, seguramente había pedido otra habitación, él se dejó caer boca abajo en su cama, podía aspirar el aroma a flores que Elarimil desprendía, la extrañaría esa noche, no lo había dicho antes, pero se dio cuenta que ella dormía enrollando sus dedos en los mechones de su cabello negro, le parecía un gesto tierno, le haría mucha falta esa noche. 

  

No entendía porque, pero desde que Elarimil llego a su vida, se sentía mas tranquilo.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo