La princesa mas amada

Como lo prometió la princesa partió hacia el pueblo a primera hora de la mañana, muy a pesar de las advertencias de la nobleza, ella no se detuvo, quería ayudar a su pueblo, así que no los escucho, su esposo no pregunto al respecto, imagino que solo se trataba de alguna especie de capricho de la princesa para hacerse popular entre los plebeyos, al príncipe poco le importaba ir a visitar los campos de los pobladores.

Cuando llego a la zona que más pobreza presentaba, sen encontró con una imagen bastante desoladora, había tierras que podrían servir para ellos, pero no eran usadas, también estaban en pie algunos burdeles de la zona, niños corrían por las calles apenas usando unos harapos para cubrirse, el invierno no estaba lejos, si no los ayudaba ahora seguro morirían cuando las temperaturas bajaran más, aunque fueran lobos si no tenían la fuerza suficiente el frio terminaría por hacerlos caer.

La ayudaron a bajar del carruaje, los pobladores con un gran asombro se acercaron, jamás un miembro de la familia real se había acercado a la zona donde habitaban, es más, la evitaban, era como si ellos no existieran para sus propios gobernantes, la mujer del día anterior la reconoció y corrió a ella con una enorme esperanza dibujada en sus labios.

—    ¡Ha venido! ¡Se los dije! ¡Ella se preocupa por nosotros! — la princesa sonrió a los pobladores.

—    Claro que me preocupo por ustedes, sin su trabajo, el reino no existiría — menciono, todos la miraban con esperanza—, voy a ayudarlos, se construirán escuelas, refugios para madres solteras, habrá más guardias vigilando las calles, las tierras serán usadas para el cultivo que les dará de comer a todos, por mes se les dará ganado para que puedan crear granjas, yo me encargare de todo, no tendrán que mendigar más, todos tendrán oportunidades, tendrán empleos, tanto aquí como en los cultivos del reino.

—    ¡La princesa es nuestra salvación! — coreaban con alegría — ¡Que los Dioses siempre cuiden a nuestra amada princesa!

—    No les fallare, les doy mi palabra, usare mi magia y los recursos del palacio, incluso para ustedes — se dirigió a las prostitutas que salieron a su encuentro—, creare un sistema que las proteja, para que puedan ejercer su profesión sin tener el temor de ser lastimadas por alguien.

—    ¿Nuestros hijos serán aceptados en las escuelas? — pregunto una prostituta— en las escuelas que existen, no los admiten por ser hijos de prostitutas.

—    Eso se acabó, todos tienen el derecho a una educación, sin importar de donde provengan, la escuela será construida en este lugar y acogerá a los niños de todos los lugares, sin importar el nivel económico o profesión de los padres.

—    ¿Por qué es usted tan buena con nosotros? — pregunto otro poblador—, normalmente los reyes ignoran nuestra presencia.

—    Porque todos merecen vivir en condiciones óptimas, en el reino donde nací no existe la pobreza, mis padres se encargan de que todos los habitantes vivan en condiciones aceptables, tal vez no en riqueza pero si con lo necesario para que no sufran— relataba habiendo tomado asiento en una fuente, unos niños la admiraban con emoción—, quiero lo mismo para ustedes, son mi nuevo reino, quiero hacer felices a los pobladores, no podría ser una buena futura reina si mi población vive en pésimas condiciones.

—    Es usted una santa, princesa — la mencionada les sonrió.

—    Me encargare de que los cambios empiecen lo mas pronto posible, mañana vendré de nuevo para ayudarlos a cultivar en las tierras disponibles y para restaurar las viviendas que están deterioradas por el tiempo, traeré también comida del palacio que les servirá por muchos días.

La princesa fue tratada como una diosa por los pobladores ese día, paso horas con ellos, recorrió a su lado los lugares que ellos mencionaban que debían ser restaurados, le sorprendió lo descuidado del lugar y como sus suegros habían podido ser tan ciegos ante tal situación, aunque en el fondo algo sospechaba, la corte de los lobos se preocupaba mas por la elegancia de su nobleza y la clase media que de los pobres que vivían en los barrios bajos luchando por sobrevivir.

—    Tengan esto — la princesa saco unas bolsas de tela con monedas de oro que repartió entre los pobladores— con esto tendrán para conseguir comida hasta que todo comience a funcionar, úsenlo en comida y en ropas nuevas, el invierno no esta lejos, no quiero que sufran con las bajas temperaturas.

—    Muchas gracias, su alteza — agradecían con lágrimas en los ojos.

—    Cuiden de ustedes, volveré.

Ella sonrió y se despidió de las personas, los niños le dieron flores silvestres que ella llevo felizmente al palacio, el camino fue de un par de horas, lo primero que hizo fue llevar las flores a su habitación, las deposito en un florero, luego quiso cambiar sus ropas, no se acostumbraba a los extravagantes vestidos de la corte, así que esa tarde opto por algo mas ligero, de color rosa pastel, se miraba hermosa con cualquier color, no quiso sujetar su cabello en un elaborado peinado, lo dejo suelto con unas flores decorándolo.

Salió de la habitación y se topo con su esposo que se encontraba en uno de los pasillos acompañado por esa pelirroja, cuando se percato de su presencia, Keith se aparto unos pasos de Anne que miro a la princesa con gran molestia, ella se acerco a ambos porque estaban en su camino.

—    Princesa, hay mucha gente en el palacio hoy — dijo Anne.

—    ¿Te atreviste a hablarme? — pregunto Elarimil que iba acompañada por sus damas y por un caballero que trabajaba como el embajador entre los vampiros y los lobos.

—    Señorita, es una enorme falta de respeto la suya — dijo el caballero— por su rango no se le tiene permitido hablar primero a la princesa.

—    No es para tanto — intervino Keith.

—    Debería conocer su lugar — respondió Elarimil mirando a Anne con superioridad—, la próxima vez, será castigada.

—    Deja de exagerar Elarimil — la reprendió su esposo tomándola del brazo.

—    Enséñale modales a tu amante o búscate una con mas clase — se soltó del agarre y continuo su camino.  

Dejo a su esposo atrás echo una furia que, en vez de consolar a una humillada Anne, fue detrás de su esposa de inmediato, aunque su sorpresa fue enorme cuando la princesa dio un grito de emoción y corrió a los brazos de un elfo que la esperaba en el gran salón, estaba atónito ante la forma en que su esposa era alzada por ese hombre, imagino que se conocían pero le molestaba esa clase de intimidad entre ellos.

—    ¡Noah! — la princesa beso la mejilla del elfo que sonreía de oreja a oreja.

—    Que alegría poder verte, mi dulce prima — respondió el elfo, al escuchar esto, Keith se relajo un poco—, pero mírate, eres toda una princesa de los lobos ¿Ya te pegaron las pulgas? — eso ultimo se lo susurro haciéndola reír, Keith por otro lado se enojó.

—    ¿Y tu eres? — el pelinegro se acerco a ellos — debes ser familiar para estrechar a mi esposa de tal manera.

—    Noah Avari, príncipe del reino de las brujas, mi madre es la reina y mi padre es el rey consorte— dijo el elfo sin sentirse intimidado por el lobo—, nos llamaron para ofrecer nuestros servicios a tu padre, parece que tiene problemas con los salvajes de las altas montañas, somos más hábiles que ustedes.

—    Solo porque saben trepar arboles — respondió Keith cruzado de brazos.

—    Es mi primo — intervino Elarimil soltando al elfo.

—    No pareciera — contesto su esposo.

El elfo, era alto, de largos cabellos rubios y ojos verdes, el vivo retrato de su padre, solían decir, pero con la habilidad de su madre, era un poderoso brujo, muy popular entre los vampiros y los brujos, a su corta edad de 26 años se había labrado una popularidad como sanador de mujeres que cruzaban por embarazos difíciles aliviando sus dolores y fortaleciendo sus fuerzas para sobrevivir a los partos, también era conocido por ser un excelente arquero, actualmente lideraba las fuerzas de su ciudad natal, en miles de años, las brujas tenían por heredero al trono a un varón, los reyes solo tenían cuatro hijos y todos ellos eran varones, sin embargo, las brujas amaban a su príncipe, las protegía de todo mal, aunque en otras palabras, las protegía de la maldad de los lobos, sus mayores enemigos.

—    Pues sea bienvenido al palacio Phoenix, espero que su visita sea tan agradable como corta — el príncipe sonrió falsamente tomando por el brazo a su esposa jalándola hacia él.

—    Me parece que no es muy amoroso con mi prima — dijo el elfo al notar como la trataba— Mi dulce Elarimil es la mas preciada joya de los Avari, los Morgoth y los Moon— hizo énfasis en ello, Keith no respondió de forma inmediata—, ven conmigo, Ela, mis padres están ansiosos por verte.

—    ¿Están aquí? — pregunto con emoción

—    Si, han venido para traerte regalos por tu matrimonio— ella miro a su esposo con ojos tiernos para que la dejara ir con su primo.

—    Te acompañare, debo mostrar respeto a tu familia, vamos, mi cielo — la princesa se sonrojo ante tal gesto tan dulce de parte de su esposo.

Keith caminaba sujetando el brazo de su esposa, podía notarla tan emocionada como una niña pequeña, le gustaba verla así, le parecía tan tierna y delicada como la mas hermosa flor del mundo, el primo de ella iba junto con ellos por igual, le contaba algunas historias de los bosques a su emocionada prima que no dejaba de mencionar que esperaba poder ir de visita a los bosques mágicos del reino de los Avari, el lobo escuchaba sin intervenir en la conversación.

—    Mi madre dice que en esos bosques hay hadas — comento la princesa.

—    Son mas allá de los bosques mágicos, cruzando los ríos de la frontera— contaba su primo—, las hadas no se dejan ver mucho son muy celosas de sus territorios, por eso nadie las visita, no aceptan forasteros.

—    Ah…yo quería conocerlas — la chica hizo un puchero y Keith sonrió discreto—, quiero conocer tantos lugares, el bosque de las hadas, los mares de sirenas, todo lo que hay más allá de los cuatro reinos, los libros están llenos de historias maravillosas de esos lugares.

—    Los conoceremos — dijo de pronto Keith atrayendo la mirada de los dos peliblancos —, juntos, recorreremos todos esos sitios que quieres conocer.

—    ¿De verdad? — se le iluminaron los ojos a la chica.

—    Claro que sí, a mí me gusta explorar también, así que podemos hacerlo juntos.

Noah quedo visiblemente sorprendido, nunca espero que el lobo hiciera un ofrecimiento de esa magnitud, esperaba que no fueran solo palabras al aire y que cumpliera su palabra a su prima, aunque en poco tiempo ellos ascenderían al trono, dudaban que una vez fueran gobernantes tuvieran el tiempo necesario para ir a recorrer los rincones del mundo, no obstante, le dio el beneficio de la duda, no quería dañar las esperanzas de su amada prima.

—    ¡Elarimil! — una voz familiar distrajo a la princesa.

Dio un salto de emoción al ver a sus tíos esperarla en la sala del trono, estaban con sus suegros, ella corrió a su encuentro, los abrazo con fuerza, la pareja abrazo a la joven con bastante estima, no los había visto en muchísimo tiempo, así que su presencia la llenaba de genuina alegría.

—    ¿Por qué mis padres no han venido? — pregunto la chica.

—    Tu madre esta por dar a luz, después del parto te visitaran con tu hermano — le dijo su tía.

—    Oh, es cierto…los extraño — confeso.

—    Es normal, mi niña — hablo esta vez su tío—, te trajimos muchos regalos, las veras después de la cena.

—    Haremos una cena especial en tu honor, querida — intervino la reina Quinn—, por la princesa más amada del reino de los lobos.

—    ¿Qué? — pregunto Keith.

—    Por todo el reino se ha extendido la noticia de que la princesa Elarimil recorrió los barrios pobres y ha formado una sorprendente idea para combatir la pobreza, se ha ganado el nombre de la princesa mas amada, es como una diosa para ellos — comento el rey Niel—

—    ¿Hiciste eso? — Keith formo otra pregunta.

—    Si, quiero que los pobladores sean felices.

El príncipe no lo podía creer, había juzgado mal a su esposa, en realidad era una mujer muy noble, además de ser tierna, era atenta a las necesidades del pueblo, algo nunca antes visto en alguna noble de los lobos, sonrió de forma discreta, se sentía orgulloso por las acciones de su mujer.   

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