Propuesta

Ambrose:

Tras el rechazo de mi amistad, me había propuesto convencer a la joven Kerloff de volverse mi amiga, y esa determinación aumentaba con cada rechazo, quizás es que estaba bastante acostumbrado a salirme con la mía que mi ego no soportaba sus rotundas negativas.

- Acepte este collar como muestra de mi interés sincero por usted ‒le sonrío lo más inocente posible, estábamos en una celebración dominical, ella me mira con ira contenida.

- Ya le dije que me deje en paz, y llévese su horrible collar ‒se da la vuelta y va donde su madre, veo que le dice algo, es probable que la este regañando por su forma de comportarse conmigo, era gracioso ver que no sólo le molestaba el resto de las personas, también lo hacían sus padres, ¿podía culparla? Para nada, yo mismo era reacio a relacionarme con mis padres.

- Debes detenerte Ambrose, las personas creen que de verdad estas enamorado de ella, incluso sienten lástima por ti ‒dice Joseph, era extraño llamarlo por su nombre en lugar de su apellido, pero él así me lo había pedido.

- No puedo soportar que me diga que no, además, sus respuestas son estimulantes, la parte que le gusta el reto y los desafíos esta encantada ­‒sonrío divertido.

- Estas loco Ambrose ­‒ríe negando‒, por cierto, mi primo Bartholomew será anfitrión de un club de caballeros esta noche, ¿vienes? Así puedo presentarte a más personas ‒asiento, hace tiempo no iba a uno de esos.

Cuando la hora llegó, me reuní con Joseph fuera del establecimiento, una posada bastante pintoresca, una vez dentro comenzaron a servir tarros de cerveza y whisky, yo prefería el brandy.

Todo parecía animado, había juegos y platicas sin importancia, eso hasta que tocaron el tema de Ekatherine.

- El Vizconde no soporto las burlas tras su fallida propuesta a la Ekatherine que decidió tomarse unas vacaciones de unos cuantos años ‒dice uno hombre en burla.

- Quizás la patada que le dio lo dejó mal ‒todos comienzan a reír, si le había pegado era por algo, no había porque ser tan imbécil.

- Has durado bastante muchacho, otros se han decepcionado a la primera ‒dice un hombre mayor, no parecía haber burla en su voz.

- En mi defensa diré que es una criatura interesante, y al menos a mí, me parece un desafió intentar ganarme su atención, lo fácil aburre demasiado rápido ‒algunos hombres asienten de acuerdo.

- Pero tanto, eso es un gran abuso, por eso nadie quiere tomar ese riesgo, aunque el padre quiera, esa mujer sería capaz de cortarte para negarse, es peligrosa ‒asienten de acuerdo, niego riendo.

- Sólo es cuestión de encontrar el enfoque correcto, ya verán que pronto lo encuentro ‒les aseguro, algunos ríen incrédulos.

- Si logras que ella acepte algún regalo o invitación, le daré mi mejor caballo ‒me sorprendo ante aquello, otros hombres empiezan a hacer lo mismo, ahora estaba más motivado que nunca.

Ekatherine:

El día era perfecto para una caminata, Lena estaba mejor así que podíamos dar un pequeño paseo, al final habíamos ido al mercado a comprar pan que se le había antojado y unas flores para su habitación, en la casa no teníamos narcisos y ella quería.

- Mis estimadas damas ‒ruedo los ojos y maldigo para mis adentros, ¿qué karma estaba pagando?

- Señor Kareline ‒dice mi hermana haciendo una reverencia.

- Ambrose mi estimada dama, dejemos las informalidades ‒le sonríe, inhalo y exhalo intentando que la paciencia no me abandone.

- Con su permiso alteza, se nos hace tarde ‒digo lo menos cortante posible, pero él me ignora por completo.

- No se vayan todavía, tengo una pregunta que hacerle ‒lo veo alzando una ceja, seguro era una estupidez su pregunta, asiento y lo insto a que hable‒, señorita Kerloff ‒susurra suave, lo miro entrecerrando los ojos, intuía que algo andaba mal‒, no como, no bebo y no pienso en nada que no sea usted, por favor termine con este suplicio y acepte ser mi esposa ‒se pone en posición y extiende un precioso anillo de plata con una enorme piedra azul marino, me giro a ver a mi alrededor y me encuentro con muchos espectadores, ¿cree que no lo rechazaré por vergüenza? La sorpresa que se llevaría.

- Lo siento pero no, con su permiso ‒le sonrío antes de alejarme junto a mi hermana, era increíble que sabiendo sobre mi compromiso se atreviese a jugar con algo como aquello, era el colmo de la desfachatez, pero suponía que para alguien como él, este no significaba que debía seguir, sólo Dios sabía lo que este evento desencadenaría.

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