Capítulo 6. |Un rompimiento|

Mia Davis

Firmé.

Una firma en un documento confidencial donde sería la prometida y futura esposa del señor Redford durante un año con unos beneficio que al terminar muchos quisieran tener. Mi padre había desaparecido una vez que salí en su búsqueda. Al parecer la tierra se abrió bajo nuestros pies y se lo tragó.

—Señorita Davis, hemos llegado. —anunció el chófer con la puerta abierta de mi lado para ayudarme a bajar, una de las cláusulas era mudarme así que un hombre de su confianza, me había traído al departamento a hacer mis maletas. 

—Gracias. —le dije. — ¿Cómo es que te llamas?—pregunté. 

—Alek. —era un hombre alto, fornido en traje negro y calvo, por su acento podría ser un ruso. 

—Bien, gracias, Alek. —él asintió y al bajar cerró la puerta para ir detrás de mí. —Puede esperar aquí. —le dije pero él negó.

—Mis indicaciones son bastante claras, señorita Davis, subir con usted y asegurarme que haga su maleta para después marcharnos al departamento que se le ha asignado.  

—Oh, con que esas son tus indicaciones. —murmuré mirando el edificio de departamentos, luego hice un gesto con mi mano de que me siguiera. Minutos después, Alek custodiaba la entrada del departamento mientras yo era un desastre con mi maleta, el armario pequeño era un tornado de ropa desparramada por donde quiera, no podría llenar una maleta con todo eso. Así que decidí llevarme lo más primordial para los siguientes días. 

— ¡¿Quién es usted?!—escuché a lo lejos la voz enojada de Andy. — ¡Déjeme pasar! ¡Aquí vive mi novia!—mi corazón latió a toda prisa, asustada por lo que fuese a pasar, Alek tenía indicaciones y si le decía algo al señor Redford, podría meterme en problemas. Corrí hacia el pasillo y me detuve cuando Alek tenía del cuello con una mano y contra la pared a Andy. 

Esto no va a terminar bien. 

— ¡Bájalo! ¡Es mi novio!—Alek giró su rostro hacia mí de manera lenta y amenazante. 

—Usted… ya no tiene a él por novio. —luego lo soltó, Andy cayó hasta el suelo e intentaba respirar, caí de rodillas a su lado mientras Alek presenciaba la escena. Era como si no hubiera pasado nada hace momentos atrás. 

— ¿Q-Quién es? ¿Por qué dice que ya no tienes novio? ¿Dónde has estado? ¿Por qué tienes tu celular apagado? ¿Sabes lo preocupado que he estado por ti? No he sabido de ti por horas, no has llegado a trabajar, ¿Sabes lo que tuve que hacer para poder conseguir que me cubrieran y venirte a buscar? —una pregunta tras otra pregunta, intentando respirar. 

—Andy, yo…

— ¿Así que es él tu exnovio?—la voz ronca y vibrante del señor Redford se escuchó en el lugar interrumpiendo mi explicación. Andy y yo miramos al mismo tiempo hacia la puerta, ahí estaba, de pie bajo el marco de la entrada, lució jodidamente ese traje elegante de marca, con sus manos dentro de los bolsillos, sin corbata, dos botones abiertos mostrando la piel de su pecho. «Mierda» dije para mis adentros. —Buenas noches, señor… ¿De Luca?—ese era el apellido de él, «Dios, todo tiene investigado».

— ¿Quién es usted? ¿Cómo sabe mi apellido?—preguntó Andy al levantarse sin mi ayuda, no se percató que yo aún seguía en el suelo a su lado, el señor Redford caminó hasta llegar a mí y me extendió la mano para ayudarme, le acepté la mano, Andy se dio cuenta e intentó que no me tocara, pero era tarde, el señor Redford me puso a su lado y me revisó de pies a cabeza, algo incómodo ante los ojos de mi novio. — ¿Mia?—me llamó Andy consternado por la escena.

— ¿Estás bien?—preguntó Redford mirándome a los ojos, asentí brevemente y luego miré de inmediato hacia Andy e igual que él. — ¿Cómo lo sé? Fácil. Todo lo que rodea a la persona que me interesa, lo investigo. 

— ¿Qué le “interesa”?—Andy estiró su mano para atrapar mi brazo y ponerme de su lado, pero lo impidió Alek. — ¿Qué es lo que está pasando, Mía?

—Andy, —dije su nombre, pero luego miré a Redford quien parecía esperar que hablara, juraba que solo le faltaba las palomitas de cine para ponerse a ver lo que se venía, mis ojos se desviaron hacia Andy. —Hemos terminado. —le anuncié de manera directa y clara, él abrió sus ojos mucho más con bastante sorpresa a mis palabras. —No funcionamos. Yo, —me aclaré la garganta—Yo…

—Ella me tiene a mí ahora. —remató Redford. —Así que por favor, es la última vez que vienes a buscarla. Ella y yo, estamos juntos y nos vamos a comprometer. —me tensé a toda esa información que Redford había soltado a Andy. —Eso quiere decir que seremos esposos en un futuro.

—Imposible. —remarcó Andy sin dejar de mirarme. —Es imposible. ¿Me has estado engañando todo este tiempo?—preguntó confundido, iba a exclamar que no, que no eran así las cosas, pero Redford se adelantó.  

—No. Ella ha terminado contigo en este momento y en este mismo momento ella y yo empezamos. Nadie engañó a nadie, señor De Luca. Así que quede con la imagen de todo lo bueno que vivió con Mia, cierre el ciclo de la mejor manera, nunca sabe lo que puede deparar el futuro, quizás y no funciona en un año conmigo, así usted podrá tener una oportunidad, ¿Quién sabe? —hizo un movimiento con su mano en el aire para referirse a su última pregunta. 

—No entiendo nada, ¿Mia?—no sabía cómo explicar todo esto sin meterme en problemas por el acuerdo de confidencialidad, entonces “bingo”, el señor Redford no estaba aquí para ayudar a hacer maleta, estaba aquí para evitar que dijera algo que comprometiera sus planes. 

—Lo que ha dicho él. —me aclaré la garganta. —Quédate con lo bueno de nuestra relación. —miré a Redford. —Iré a terminar de hacer la maleta para irnos. —él sonrió y asintió a mis palabras, al parecer le gustó lo que estaba diciendo, «Sumisa, recuerda, Mia, muy sumisa» —Andy, que tengas buena vida. —él se quedó con la boca abierta, la opresión en mi pecho y las futuras lágrimas, me delatarían delante de él, tenía que alejarme pero pronto. 

—Yo me encargo del señor De Luca, pequeña. —me tensé por la manera en que me había llamado, asentí casi como un ciervo mirase la luz de un auto en la carretera de manera inesperada.

— ¿Entonces es así? ¿Así simplemente me dejas? ¿Me dejas por un hombre con dinero? ¿Eso siempre fue así? ¿Eres una interesada?—Andy dijo en cuanto di el paso para darle la espalda, no pude avanzar y cerré los ojos sintiendo el veneno en su tono de voz. 

—Señor De Luca…—el tono que usó Redford era de una próxima amenaza, me giré y levanté mi mano para que se detuviera y por obviedad se sorprendió, supongo que no suelen callarlo cuando se trata de amenazar, miré a Andy, quería soltarlo de buena manera para evitar terminar mal, pero él estaba empezando a desquitarse intentando hacerme sentir mal, era el único defecto en él, el enojo y la decepción se entremezclaba y arremetía con palabras para lastimar a alguien, lo había visto desde primera fila, ahora, yo era ese punto blanco para descargar. 

—Por el amor que nos tuvimos, —sentí que mi labio inferior temblaría si seguía hablando, pero recordé el contrato con Redford. —Solo márchate. Encuentra a alguien que te ame de la misma manera que tú quieres que lo haga. Sabíamos que no estábamos listos para dar algún paso a futuro. 

—Entonces, lo das con él a quien supongo apenas conoces, dime la verdad, ¿Te tiene amenazada? ¿Te está chantajeando? Si no es así, ¿Por qué lo haces? ¿Tu padre te metió en algún problema de dinero? ¿Es eso? ¿O realmente lo estás haciendo por él?—señaló a Redford de una manera grosera.

—Lo hago por mí. —hice una pausa, Andy quería saber más y yo no podía darle nada más que eso—No eres bueno para mí, así que por favor, respeta a Michael. —Redford mostró sorpresa al llamarlo por su nombre, pero lo supo ocultar. —Vete, por favor. ¿Alek?—hasta Alek mostró sorpresa, asintió poniendo su rostro habitual de matón disfrazado de chófer y se puso delante de Andy. 

—Lo llevaré a la salida, señor De Luca. —anunció Alek, Andy me miró y luego a Redford, le lanzó una mirada de odio puro, luego desapareció por la puerta, donde mi mirada se había quedado fija por un momento más.

—Buena actuación, señorita Davis. —mi mirada se dirigió a Redford quien pareció mostrar satisfacción a pesar de ver que mis lágrimas empezaron a deslizarse por mis mejillas, me las limpié bruscamente cuando se detuvo delante de mí de una manera de advertencia.  —Ahora, termine de hacer maleta para podernos ir de este lugar que llama… Departamento. 

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