Capítulo 2

Ellie Milton caminaba con prisa por el callejón mientras se quitaba el abrigo que llevaba encima, ya no tenía tiempo para llegar al camerino, así que solo le quedaba comenzar a desvestirse mientras llegaba, no era la primera vez que le pasaba, pero nunca se había animado a quitarse la ropa en la calle, eso solo lo hacía en el club.

Era bailarina en un centro nocturno, tenía su propio cubículo sobre la pared para que los clientes pudieran observarla y ella pudiera moverse sin temor a que ningún loco la atacara como había escuchado que les llegaba a ocurrir a las bailarinas titulares, las que tenían su propio show sobre el escenario, pero Ellie no pensaba llegar más allá de donde se encontraba.

Ella solo se desempeñaba como bailarina exótica porque necesitaba el dinero para pagar las cuentas, los servicios de gas, luz y por supuesto, su cuenta universitaria, ella estudiaba enfermería, pero después del primer semestre, se dio cuenta de que sola, no podría pagar la universidad por lo que termino adquiriendo una deuda como muchos otros lo hacían para poder seguir estudiando y ser alguien en la vida o al menos eso era lo que la sociedad les vendía a los más jóvenes, que necesitaban de miles de estudios para ser considerados valiosos y útiles para la sociedad, aunque esos estudios costaran lo equivalente a adquirir una propiedad.

Para proteger su identidad, Ellie usaba un antifaz de gatita, los hombres no quería ver su rostro, sino su cuerpo contonearse al compás de una tonada erótica y mientras nadie la reconociera, ella estaba bien con eso.

Aquel centro nocturno era conocido entre los estudiantes de la universidad de New York, había adquirido popularidad cuando rumoreó que entre las bailarinas había algunas estudiantes de diferentes facultades, pero nunca se pudo comprobar debido a que todas las chicas protegían sus rostros, además de que al finalizar el turno a las 3 de la mañana, las chicas tenían su propio transporte privado que las llevaba a salvo a casa o en caso de muchas otras, a su dormitorio.

Finalmente, llego a la puerta de empleadas, donde esperaba Hugo y Sam, dos de los guardias de seguridad que evitaban que algún acosador se atreviera a ingresar a los camerinos, donde la mayoría de las chicas andaban de aquí por allá, desnudas. Por suerte Ellie no era una chica que llamara mucho la atención, tenía curvas como cualquier otra chica de su edad, 19 años, pechos no muy voluminosos, pero atractivos, cabello castaño, pero poco atrayente en medio de un club repleto de cabelleras rubias, ella era solo un cuerpo que llenaba un espacio en un cubículo, pero realmente no le interesaba tener admiradores, ella no estaba ahí para eso, sino para bailar.

—El señor Randall, te ha estado buscando—le informo Hugo abriendo la puerta para que pasara sin detenerse, ya era tarde, llevaba más de treinta minutos de retraso.

—Gracias—dijo Ellie sin detenerse, pero el hecho de que el dueño del sitio la buscara no debia ser nada bueno, ella no solía llegar tarde, pero seguramente su retraso había hecho enfadar al dueño del club. Ellie supuso que no debia estar de buen humor, así que una forma de sacar todo el estrés que llevaba dentro de sí, era regañarla a ella por su impuntualidad.

Al entrar se encontró con un pasillo iluminado por una luz roja tenue, algo muy conveniente para un lugar como ese, llego a su camerino, solo para arrojar sus pertenencias, para después dirigirse a la oficina de su jefe, la cual estaba situada hasta la última parte de ese sitio. Camino con prisa pensando que excusa debia decirle a Randall, a él no le importaba las vidas de sus empleadas mientras no interfirieran con su empleo en el club.

—¿Me buscaba, señor Randall?— pregunto Ellie una vez que subió y abrió la puerta de la oficina, ahí nunca se tocaban las puertas, porque el ruido que provenía del club se mezclaban con los sonidos que había detrás de bambalinas.

Randall giro hacia ella cuando se percató de su presencia al mirar de reojo, él había estado observando el movimiento del club desde su ventana mientras estaba en una llamada telefónica, en la que acordaba la compra de una nueva instalación de luces de neón, algo más moderno que lo mantuviera en el negocio y entre los bares más populares de toda New York, al menos en su categoría, el cual era un club nudista.

Él únicamente le señalo un asiento frente a su escritorio mientras terminaba la llamada. Por su expresión tan seria, Ellie dedujo que Randall debia estar más molesto de lo habitual, por supuesto, sus recurrentes enfados no solían ser con ella, sino con otras chicas más problemáticas, las que se metían con los clientes, aunque estaba estrictamente prohibido hacerlo para evitar que la policía clausurara el establecimiento por ofrecer servicios que iban más allá de un baile erótico.

Ellie inclino la mirada hacia la ventana, donde se podía ver como trabajaban sus compañeras, pero con tanto humo artificial apenas se distinguían los cuerpos danzantes en las paredes, sin embargo, al prestar atención se percató de que un cubilo, en específico el suyo, estaba ocupado por alguien más.

—Veamos...—dijo Randall al colgar la llamada.

—¿Vas a despedirme?—interrogo Ellie enseguida.

—Vaya—dijo Randall dirigiendo su vista hacia la ventana de cristal en el que se podía observar su cubilo, él sonrió con cierto placer al ver los cuerpos de sus empleadas moverse ante el ritmo de una canción de reguetón, uno que llevaba una letra muy erótica—eres muy observadora, pero no. No voy a despedirte.

—¿Entonces porque hay una chica en mi cubículo?—pregunto Ellie sospechando que tal vez había cambiado las posiciones de las chicas, para que las que bailaban por encima de ella también fueran notadas entre el público masculino, pero al mirar de reojo observo que nadie más había sido cambiada de su sitio, solo ella.

—Te he observado últimamente—admitió Randall sentándose sobre la esquina de su escritorio. Llevaba puesto un traje color beige, el cual había combinado con una camisa blanca, una que había decidido no abotonar completamente creyendo que mostrar un poco la vellosidad que crecían en su pecho era atractiva para las mujeres, pensando en ciertas chicas que de hecho trabajaban para él., como por ejemplo Ellie.

Ella sintió un leve estremecimiento que le recorrió la piel, desde su cubilo del otro lado del club, nunca había sentido que alguien entre el público la mirara con interés, eso la había mantenido tranquila durante un tiempo, pero saber que su jefe la veía desde ese sitio tan ventajoso la dejo un tanto perpleja.

—Eres muy buena en lo que haces—la mirada de Randall viajo por su cuerpo semidesnudo, él no trato de ocultar la fascinación que sentía por ella, aunque claro, no era la única chica que había pasado por esa oficina, pero Ellie era la única chica de su club que faltaba por sumarse a su lista de conquistas—así que pensé que tu talento no debe desperdiciarse en un cubículo en la pared.

—¿Q-que quieres decir con eso?—su voz le fallo, se sentía incómoda, es decir, siempre se había sentido incómoda en presencia de ese hombre, no solo porque miraba a todas las chicas con cierta lascivia, sino porque su instinto le advertía que un hombre como Randall no podía ser bueno bajo ninguna circunstancia.

—Quiero verte bailar en el escenario—indico Randall, levantándose de su sitio, pero fingiendo que esa sugerencia, no le importaba mucho, solo para despertar en ella un poco de confianza.

—¿Y-yo?—cuestiono Ellie con cierto recelo—debes estar bromeando ¿Verdad?

—No, estoy hablando en serio, muy en serio, querida—expreso bajando la mirada hacia su piernas, las cuales lucían unas encantadoras medias negras en las que centelleaban algunos brillos. Nadie en aquel club se fijaba en detalles como esos, pero a Ellie, a pesar de todo le gustaba lucir bien, verse sexi aunque a nadie le importaba, de alguna manera, bailar frente a miles de ojos había subido su autoestima y es que si quería pagar las cuentas, eso era lo mejor que podía hacer, confiar en sí misma, en su cuerpo y dejarse llevar por la música, después de todo, ningún hombre la podía tocar, así que ella feliz y libre en su cubículo mientras competía contra las otras bailarinas.

Sin decirse absolutamente nada, entre ellas competía para saber quien tenía los mejores movimientos, para ver quien llamaba más la atención, por supuesto, Ellie no solía ganar muchas veces o mejor dicho casi ninguna vez, pero a pesar de todo, ella se había sentido bien con su empleo de medio tiempo, al menos hasta ese momento.

—No creo tener las aptitudes que una bailarina titular tiene—se excusó, no sabia como negarse a la petición de Randall, pero después de todo ya le había dado su lugar a alguien más así que no tenía otra alternativa si quería quedarse ahí, era obvio las intenciones de Randall, él solo quería darle ese empleo para que Ellie bailara para él.

—Tonterías—expreso él con cierto tono seductor. Camino hasta ella y la rodeo para después colocar sus manos sobre sus hombros, el único contacto físico que habían tenido hasta ese momento— eres hermosa, tienes un trasero grande y unas piernas encantadoras. Te irá bien siendo titular.

Ellie sintió como el calor de su respiración le erizo la piel, pero la sensación no fue agradable, de hecho sintió la urgencia de levantarse de su lugar para salir corriendo.

—Además, ser una titular tiene sus beneficios—insistió Randall, esta vez alejándose un poco de ella, comenzó a realizarle un masaje ligero a Ellie en sus hombros, parecía estar muy tensa, pero en realidad era él quien le incomodaba— las horas de trabajo son más cortas, en vez de salir a las dos de la mañana, podrás irte a casa a media noche, además de que podrás tener un sueldo base, tendrás derecho a un porcentaje de las propinas. ¿Qué dices?

—La verdad no sé si pueda tomar esa desicion en este momento—dijo Ellie bajando la mirada para pensar con cautela, aquello bien podia ser una trampa para intentar seducirla o algo parecido, no queria confiarse de alguien como él, pero tampoco podia negarse a la primera, despues de todo, no tenia pensando perder su trabajo, asi que contaba con el sueldo de ese mes para pagar sus deudas recurrentes— debo pensarlo.

—¿Pensar que, tesoro?—cuestiono Randall un tanto ofendido—esta es una buena oportunidad para ti, tendras mas ganacias y nosotros pues...una nueva bailarina titular.

—No lo sé—insistio Ellie— despues de todo, no tengo una coreografia y tampoco un nombre artistico.

—¿Eso quiere decir que lo aceptaras?—a Randall le brillaron los ojos.

—Probablemente—admitio un tanto avergonzada por no tener un poco de dignidad, sabia que aquello era plan con maña. Él debia saber que necesitaba del trabajo, asi como no podia dejarlo de una dia para otro.

—Muy bien. ¿Que te parece si firmas tu contrato el lunes?—sugirio entusiasmado—este fin lo podrias ocupar para practicar en tu coreografia. Le informare a Jessi para que te ayude con ello.

Ellie trago saliva, sabia que se estaba metiendo en problemas, uno demasiado grande. Randall era un tipo de gozaba de una reputacion un tanto escandalosa, se decia que habia estado en prision por haberse involucrado con la mafia, por supuesto eran rumores que ella no podia confirmar, pero tan solo con eso era suficiente para que Ellie quisiera estar lo suficientemente lejos de él, por ello era reservada y precavida en ese sitio, aunque al estar ahi sentada en su oficina, se dio cuenta que no lo habia sido mucho.

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