El Color Del Dolor
El Color Del Dolor
Por: Lilly Saucedo
sinopsis (1)

La piel en sus tobillos se iba marcando poco a poco y la sangre seca formaba una costra alrededor de las dolorosas marcas que las cuerdas viejas hacían desde la noche anterior. Empezaba a dejar de sentir el dolor que le venía escociendo desde el mismo momento en que Moncada le sujetó fuerte los tobillos y las manos, Éstas ya no las sentía desde hacía mucho, su espíritu luchó mucho por no perder la calma, pero el dolor de su cuerpo era poco en comparación al de su alma.

Un certero golpe le atinó en la sien y Solan cayó desmayado otra vez. ¿Cuántas horas habrían pasado ya desde que ese viejo repulsivo le encerrara de nuevo? la cuenta la perdió fácilmente y ese caso era mejor. Tratar de no llevar la cuenta del dolor y la angustia que pasaba cada que Moncada necesitaba dinero y la mejor forma que tenía de conseguirlo era a través de él.

Un murmullo se escuchó de pronto y Solan abrió los ojos con lentitud, era una rata que se paseaba por su habitación con una libertad que a él le era negada,la contempló mucho tiempo,con ella llevaba un trozo de algo que no distinguió que era,pero lo que fuera tenía suerte, esa pequeña criatura que solía ser despreciada por todos tenía muchas más cosas que él mismo. Libertad y comida eran unas de ellas,su mejilla seguía entumecida,eran muchas horas de tener el rostro contra el duro colchón, y los dedos de los pies tenían pequeños calambres que le recordaban que seguía vivo. De pronto se escuchó la voz de Moncada a los lejos y Solan cerró los ojos reprimiendo con ellos una lágrima.

La reja sonó chillona y por ella entró el obeso hombre. El cabello rojizo que alguna vez había tenido, sólo era un manojo de pelambre sucio y feo por aquí y allá. Los párpados estaban surcados de venas rojas cargadas de sangre y bajo sus ojos unas inmensas ojeras producto del juego en exceso en lugares de mala muerte. El hombre era fuerte y muy alto,algo que lograba atemorizar a Solan.

-Pero si está dormida la pequeña m****a.

Al terminar de decir eso soltó un azote en las nalgas del chico,que sólo consiguió dar un alarido de dolor,y otro azote le vino al cuerpo justo en la espalda.

-¡Ahhhhh!.

El dolor,la mugre y las lágrimas se juntaron en el hermoso rostro de Solan.

-A que si estabas despierto, que suerte tengo-dijo Moncada. Solan escuchó que el viejo salió y logró tomar aire,quiso sonarse la nariz que ahora escurría,limpiar su rostro de toda aquella mugre y dejar de vivir de paso. Odiaba la vida con todo su ser, nacido huérfano de padre,abandonado a su suerte desde pequeño y brutalmente violado por cada tipo al que Moncada le vendía su cuerpo,todos soldados.

-Despierta chaval,que tienes chamba por hacer.

Su cuerpo tembló y se dejó caer desmayado de nuevo,eso era preferible a sentir de nuevo el dolor punzante de las estocadas fuertemente arremetidas en su carne.

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