Acorralada Por Las Tres Bestias.

CLARYSSA

Estaba acabada.

Cansada era un eufemismo en comparación con lo que sentía después de un largo turno de trabajo en el bar Enjoy en Candace, a las afueras de Illinois. Todo lo que quería hacer, era en cerrar el maldito lugar e irme  a casa, meterme en mi cama y descansar un poco. Pero este chico extraño que nunca antes había visto en toda mi vida no  dejaba  de  hablarme. Llevaba horas sentado en la barra haciéndome preguntas sobre el pueblo y sobre cómo era vivir aquí. Tenía la ligera sospecha de que nunca antes había estado en Illinois. O en cualquier lugar para el caso. Miraba todo como si fuera algo nuevo para el.

También me habló como si fuéramos amigos perdidos hace mucho tiempo, lo que me  puso los nervios de punta. Había algo en él que hizo que las alarmas se dispararan en el fondo de mi mente. No podría ubicar por qué. Estaba demasiado  cansada para averiguar qué era eso.

El hecho de que fuera excepcionalmente hermoso y sexy hizo que su insistencia en mantenerme cerca de él en lugar de ocuparme de mis deberes finales fuera minuciosamente más tolerable. Aunque mi paciencia se estaba reduciendo rápidamente a  la nada. Su cabello negro estaba corto en un corte de estilo militar, su estatura era intimidante rondaba casi el metro noventa, sus manos eran grandes con algunos extraños tatuajes y tenía los ojos dorados más encantadores que jamás había visto. Pero me estaba quedando sin energía y había sido un día inusualmente ocupado.

—Si no te importa, tengo que empezar a cerrar— le dije dije diez minutos después de una discusión sobre por qué trabajo en un bar —Si no termino todo, no estaré trabajando aquí por mucho más tiempo.

Él sonrió.

—Entiendo. ¿Si puedo tener otro trago?_ dijo y

levantó su vaso hacia mí y yo asentí. Lo de ser amable con los clientes despues de casi las tres de la madrugada necesitaba tener una limitación. Deberia de estar cerrado este sitio a media noche, solo habia recibido unos pocos lugareños, y hoy justamente que me tocaba cerrar a mi, aparecia este tipo de la nada, y se sentaba en la barra con su seductora sonrisa.

Asentí de nuevo y agarré la botella de vodka mientras caminaba alrededor de la barra. Vertí lo último del líquido en su vaso y le di una sonrisa falsa.

— Parece que esto es lo último ¿Necesitas algo más?

Miré el reloj clavado en la pared trasera detrás del mostrador con la esperanza de que captara la indirecta. Por desgracia, no lo hizo.

—Creo que estoy bien, por ahora — dijo —Solo quiero tomarme mi tiempo y disfrutar de esta bebida.

—Tome su tiempo. Voy a ir a limpiar, me avisa cuando este listo para irse _ le dije tratando de controlar mi irritación.

—Si no te importa— dijo antes de que me dirigiera hacia la parte de atrás.

Gemí por dentro. Este tipo me estaba poniendo de los nervios, y esas alarmas tampoco dejaban de sonar. Debe haber sido esa mirada depredadora que tenía. O su extraña insistencia en sentarse en uno de los unicos bares abiertos despues de medianoche durante la semana laboral. Esos tipos eran los mas sospechosos.

Independientemente, puse la mejor sonrisa falsa que tuve la energía para reunir a través de mi agotamiento y lo miré de nuevo.

—No me importaría un poco más de tu tiempo— agregó.

Dios, era genial dibujando cosas. El tipo realmente era lindo.

—¿Qué necesitas?— pregunté y casualmente miré el reloj. Por décima vez.

—Me preguntaba sobre ese collar que tienes alrededor de tu cuello. Es único. ¿Dónde encontraste una pieza como esa? — preguntó.

Miré mi collar y resoplé. Las charlas triviales no eran mi fuerte y me estaba volviendo irritable.

—Mira, por mucho que haya disfrutado de tu compañía, necesito cerrar. No quiero ser grosera, pero tienes que irte.

Él me sonrió.

—No digas más. Me iré de inmediato.

Sonreí y esta vez si fue una sonrisa sincera.

—Gracias _ le dije casi con alivio.

Asintió una vez, bebió el trago y se levantó de la barra. Mientras se dirigía a la puerta, lo seguí, cerrando antes de darme la vuelta y apoyar mi espalda contra la puerta. Solté un suspiro mientras paseaba la mirada por el vestíbulo del bar. Solo la gran cantidad de vasos me mantendría aquí por lo menos una hora más.

Si tenía suerte, estaría en casa a las cuatro.

Sin desperdiciar un solo momento de lo que me quedaba de energía y ganas de limpiar, me aparté de la puerta y comencé a recoger los vasos en las mesas y llevarlos al fondo.  Lo  que  parecieron  horas más tarde, se limpió el local, cada vaso estaba impecable y guardado, y el cierre había concluido. Me dieron ganas de tomarme un trago, pero asi como apareció ese pensamiento asi mismo se fue.

Estaba increiblemente exhausta más allá de toda comprension. Demonios, ni siquiera estaba segura de poder llegar a casa sin tener que parar y tomar una siesta en un banco o algo así. No es que lo haría, pero la esencia era la misma.

Cuando entré en el aire fresco de la noche de Illinois, suspiré. Había suficiente frío en la madrugada que ayudó a despertarme un poco. Empecé mi viaje a casa, manteniendo un ojo en mi entorno.

No me tomó mucho tiempo notar el  sonido  distintivo  de pasos arrastrando los pies en  sintonía  con  mis  pasos  detrás  de mí. Supuse que el tipo que se había quedado tanto tiempo antes de cerrar, me estaba siguiendo. Debe  haber  tenido  en  su  mente una impresión completamente diferente a la que  yo  pretendía darle.

Negué con la cabeza y, sin darme la vuelta, dije:

—Apestas acercándote sigilosamente a las chicas en la oscuridad. Piérdete, amigo.

Los pasos se detienen y sonreí para mis adentros. Tomó mi advertencia. Bien por él.

Menos de cinco minutos después, los pasos me siguieron de nuevo.

—Lo digo en serio. Piérdete. Estoy fuera de servicio y no estoy de humor para seguir entreteniéndote.

Unos cuantos susurros flotaban en la suave brisa que me rozaba la espalda. Me envolví más fuerte en la chaqueta y giré en una intersección, hacia la casa que era de mis padres y que ahora me pertenecía.

Aproximadamente a mitad de camino a casa, los pasos resonaron detrás de nuevo. Lo último de mi paciencia se acabó. Suspiré y me di la vuelta.

—Mira…

Me detuve y miré estupefacta al no encontrar a nadie en la acera. Ni siquiera cruzando la calle. Por lo que pude  ver,  no había un alma cerca a la vista. Eso  no era  tan  inusual para este  lado de Illinois. Pero estaba tan segura de haber oído pasos detrás de mí.

—Estoy más cansada de lo que pensaba— me dije y me encogí de hombros antes de darme la vuelta y continuar mi camino a casa.

Pero el sonido de pasos siguiéndome no se detuvo, el sonido era peor que antes. Porque, por mucho que me doliera darme cuenta del hecho, sonaban como si vinieran de todas direcciones.

Frustrada, me detuve de nuevo.

Un escalofrio invadio mi columna vertebral y supe entonces que algo andaba mal, una corriente de energia vibro a través de mí mientras me esforzaba por escuchar el más leve susurro de sonido. 

Y entonces mi amuleto comenzó a brillar mientras el calor lentamente traspasaba a través de mi cuerpo. La sensación se centró en las palmas de mis manos.

La sensación de alguien parado detrás de mí pesaba mucho sobre mis hombros. Cuando volví a darme la vuelta, encontré a tres hombres parados frente a mí.

Uno de ellos era el hombre que no salío del bar hasta el último minuto. Los otros dos eran tan sorprendentemente hermosos y altos como el de los ojos dorados. El segundo tenía cabello castaño despeinado y ojos color avellana que  casi  brillaban.  Se paró a la izquierda de él de los ojos dorados. El tercero tenía el cabello largo lo suficientemente para que el viento lo asotara y se lo despeinara, su color de cabello era raramente blanco  y tenía ojos  azules tan claros que parecían faros en medio de la noche, este estaba de pie a la derecha del de ojos dorados.

Estaba tan impresionada por su apariencia que  casi olvidé la razón por la que me había detenido y dado la vuelta en primer lugar. Especialmente ya que cada uno de ellos me sonrió de  una manera inquietante.

—Si no te importa — dijo uno de ellos. El de ojos color avellana. Y trato de alcanzar mi collar.

Di un paso atrás y agarré mi amuleto en mi puño apretado.

—No lo creo.

Él sonrió.

—Vamos, sé una buena chica...

Trato de nuevo de alcanzar mi cadena, y entonces levanté una mano para detenerlo. una energia poderosa salió disparada de mi mano como un rayo. Y los tres hombres fueron lanzados hacia atrás, aterrizando en el pavimento húmedo, la acera y un trozo de hierba fueron destruidos por la energia. Cada hombre tenía un cierto nivel de sorpresa en sus ojos.

Excepto el de los ojos color avellana, pues también parecía bastante impresionado.

Yo, sin embargo, estaba sorprendida. Miré mis manos, y luego a los hombres que ya habían comenzado a recuperarse y ponerse de pie. Mi respiración estaba agitada y sentía fluir la energía a través de mi, era irreal, pero a la vez me hacia sentir eufórica, quería seguirlo haciendo.

El de ojos dorados dijo:

—Eso no fue muy amable  de  tu parte.

—¿Tu madre no te enseñó a no tomar cosas que no te pertenecían?— pregunté.

—Lamentablemente, no— dijo. —No importa, tomaré ese amuleto ahora.

—Sobre mi cadáver—dije.

—Eso se puede arreglar— dijo y sonrió.

—Eso no está bien— dijo el de los ojos color avellana.

_ Si se me acercan, lo hare de nuevo _ dije levantando mis manos hacia ellos. Como si supiera lo que hacía.

_ No te daria tiempo de intentarlo cariño _ dijo esta vez el de pelo blanco.

Los tres hombres dieron un paso más cerca. No quería quedarme y averiguar hasta dónde llegarían para quitarme el collar. 

En mi confusion, doblé por una calle, adentrándome más en el centro. Siguiendo con  la  locura  de  la  noche,  terminé  doblando por un  callejón que daba directo a la entrada de mi casa, no percibía pasos cerca, asi que asumí que la advertencia la habían tomado en serio.

Pero fue  un  error  que  probablemente  resultaría  en un final muy malo para mi, ya que los tres estaban parados frente a mi puerta, relajados y con una sonrisa maliciosa dibujada en sus rostros, me detuve a unos metros de ellos dispuesta a pelear a todo lo que daba, si este seria mi final, entonces moriria dignamente. Levante mis manos hacia ellos con la esperanza de que volviera a suceder lo mismo que hace un momento, pero esta vez fue diferente, sentí con una fuerte brisa de pronto se levantó, y una especie de remolino de viento apareció frente a mi, luego sentí como una fuerza extraña me arrastró hacia a el.

Justo antes de dejarme arrastrar por la fuerza invisible los tres hombres corrieron hacia a mi, todos gritaron al unísono, parecían esta vez preocupados, pero supongo que era por que su preciado tesoro ya no estaría a su alcance para ser robado. Una pequeña sonrisa se dibujo en mi cara, mientras el viento me arrastraba hacia adentro.

No quería escuchar. Pero la voz de los tres hombres seguía repitiéndose en un tono tan relajante. Se acercaba el final. Sin otras opciones disponibles, asi que me entregue cerrando los ojos mientras me preparaba para el impacto inminente de mi muerte. Pero en lugar de encontrarme envuelta en la nada de la oscuridad, el aire frío silbó a mi alrededor. Me invadió una sensación de ingravidez. Abrí los ojos. Segundos después, mis pies volvieron a pisar tierra firme y ya no estaba en Illinois.

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