59. Un golpe seco... crudo

Gia

Dasha se había quedado dormida en el regazo de su madre minutos después de que el doctor informara de que la bala no había tocado órganos en el cuerpo de Luigi que pusiesen en riesgo su pronta recuperación.

La zona había sido acordonada y algunos efectivos de Vicenzo Costa hicieron las preguntas pertinentes para guardar las apariencias.

A veces me asombraba el nivel de influencia que gozaba la familia. Y es que la mafia te daba acceso a cosas que incluso podrían parecer imposible desde una perspectiva ajena.

Entraba la media noche cuando miré a Mauro acercarse.

— ¿Por qué no descansas un poco? —me dijo—. Hay dos habitaciones disponibles en el área para disposición de la familia.

Sonreí en cuanto sus ojos se posaron en nuestro hijo. Estaba en su carriola; besó su frente y le acarició la mejilla con el dorso de los dedos.

—Creo que te tomaré la palabra.

Y a punto estuve de hacerlo cuando una extraña sensación se arremolinó en mi vientre.

—Gia, ¿estás bien?

No, no lo estaba y él no t
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