Capítulo 5

Mía Morales

Han pasado varios días desde que vi al buen mozo de mi jefe. Hoy habrá una fiesta en su casa y según me dijo Grace es por su compromiso. No puedo creer que esa mujer tan arrogante y pedante vaya a ser su esposa, no quiero imaginar lo que será de nuestras vidas cuando ella comience a vivir aquí. Si trató a Grace y Tom tan mal siendo solo su novia, al ser su esposa será peor. De solo pensarlo me hierve la sangre.

La señora Payne nos dio el día libre porque quiere vernos en la fiesta como parte de ella y no como trabajadores. La verdad no creo asistir, acabamos de llegar de la fiesta de Amanda y Michelle se la ha pasado genial. Preparé algunos bocadillos y los asistentes quedaron fascinados, tanto así que me hicieron algunos pedidos. Salí del lugar muy feliz, pues me espera bastante trabajo por estos días, lo cual nos beneficiará muchísimo realmente.

Al llegar a casa, tomamos un baño y luego nos acostamos a ver series en N*****x. Poco después, escuchamos unos toques en la puerta de nuestra habitación; me levanto y abro.

—Mi niña, ¿no irás con nosotros a la fiesta? —pregunta Grace nada más verme.

—Grace, que guapa estás —le hago un cumplido para luego responder: —No, no iré, me quedaré aquí con Michelle viendo series.

—Quiero que nos acompañes, así tendremos con quién hablar, por favor... —Coloca sus manos como súplica.

Bufo. Pobre, la entiendo. Puros estirados en la velada.

—No tengo nada de gala que ponerme, Grace, imagino que estas fiestas son super elegantes.

—Tonterías mi niña, no tienes de qué preocuparte, eres hermosa tal cual eres y de seguro te verás bien con lo que te pongas. Vamos, ¿sí?

—Mamá, Grace tiene razón, deberías ir un rato y disfrutar. Yo estaré bien, además tú también tienes derecho a compartir con los adultos y pasar el rato. ¡Anda, ve con ellos!

¡Genial!, mi hija también se pone a favor de Grace y ambas me miran con un rostro de súplica, como decirles que no. En fin, termino accediendo.

—Okey, está bien iré. Será solo un rato y ya, Grace.

—No te preocupes, nosotros tampoco nos quedaremos mucho tiempo, lo que no queremos es ser descortés con la invitación y deseamos acompañar a nuestro Harry a pesar de que la arpía estará con él.

—Es cierto… De acuerdo, voy a arreglarme, entonces. —Cierro la puerta. Comienzo a buscar en el armario algo decente con lo cual asistir y no encuentro nada. ¡Esto es absurdo!… Cuando creo que todo está perdido recuerdo que hace poco compré un enterizo negro semi ajustado, con escote en V en la parte de adelante. Puedo combinarlo con un cinturón dorado y unos zapatos de tacón puntiagudo. 

Sí, creo que me quedará bien. Saco todo lo que necesito y comienzo a cambiarme el pijama.

—¡Mamá, esa ropa se te ve fabulosa! —expresa, Michelle a mi espalda.

—¿Tú crees, cariño?

—Claro que sí.

Camino hasta el espejo para detallar mi vestimenta y realmente me gusta lo que veo. Aliso mi cabello y hago unas pequeñas ondas en las puntas. Aplico un poco de maquillaje en mi rostro acorde a la ocasión y busco unos accesorios dorados sencillos que combinen a la perfección con el cinturón.

Quedo maravillada por la facilidad que aplico para arreglarme, hace mucho no dedicaba tiempo para mí y hoy ha sido la oportunidad perfecta.

—Mami, ¡pero qué hermosa! —grita Michelle.

Río a carcajadas.

—Eso lo dices porque soy tu madre, ¿no es cierto?

—Claro que no. Es cierto, estás de infarto.

Y lo estoy, me veo preciosa. Tomo un bolso de mano y meto mi celular allí.

—Cariño, me llamas o escribes cualquier cosa, ¿de acuerdo? Igual no me demoraré mucho.

—Sí, mamá, tranquila. Disfruta, no te preocupes por mí, estaré bien.

Abro la puerta y Grace y Tom están esperándome. Se quedan mirándome con asombro.

—¡Mi niña, estás maravillosa! —expresa, Grace con asombro.

—Eso mismo le dije yo, Grace, pero no me cree —comenta, Michelle a mi lado.

—De seguro entre tantos invitados alguien quedará flechado —esta vez es Tom quien habla.

—Ustedes están de lo más guapos —les digo—. Gracias por los elogios, aunque no espero conquistar a alguien Tom, sabes que vengo con paquete incluido —añado, dando un guiño.

—Ya verás que tenemos razón, cariño —finaliza Grace.

—Bueno, es hora de irnos. Ya sabes hija, cualquier cosa me escribes, te amo. —Le doy un beso antes de salir.

Al llegar al lugar veo que no me he equivocado, las mujeres lucen sus vestidos más costosos y los hombres ni hablar. Todos estirados y tan formales. Muchos nos ven al entrar y supongo que se preguntarán quiénes somos, porque de seguro ya está más que claro que no pertenecemos a su club de riquillos de cuna. 

Mantengo mi frente en alto admirando cada detalle de la decoración, mesas con postres, comida y más. Tomo una copa de champaña que nos ofrecen y doy un trago largo. Lo necesito, ante tantas miradas posándose en nosotros se me ha secado la garganta.

—Se los dije, ¿ven como todos nos observan? Es espantoso, ni siquiera son capaces de disimular.

—No es a nosotros a quienes miran querida, es solo a ti —comenta Tom.

—¡¿Qué?! —exclamo—. ¿Por qué lo dices Tom? ¿Tan mal vestida estoy?

—No querida, no es por eso. Todo lo contrario, es porque te ves espectacular. Y los tienes a todos babeando por ti —añade Grace.

—No lo creo, Grace —me quedo pensando en lo que acaban de decir, ¿será cierto? Comienzo a visualizar detenidamente a los invitados y me doy cuenta de que más de uno me ve como si quisiera comerme y ante esto, mi cuerpo se tensa. Es cierto lo que han dicho. Entre todas las miradas me encuentro la de mi jefe y colapso. Está demasiado guapo, tiene un traje que le queda de infarto.

Justo cuando estoy admirando al guapo de Harry, se acercan a nosotros la señora Payne y sus hijas. ¡Están bellísimas!

—¡Qué gusto verlos aquí! Me alegro tanto que nos acompañen en este momento tan especial para la familia —nos saluda dándonos unos besos en la mejilla a cada uno.

—Señora Payne está usted muy radiante y bella, ustedes también señoritas —les comento dirigiéndome a ellas.

—Nada de formalismos, Mía. Al menos no hoy. Son nuestros invitados, así que no te preocupes por eso. Para ti, soy Charlotte —sonríe.

—Está bien, Charlotte —sonrío.

—Déjame decirte, Mía que te ves hermosa —dice Mary.

—Sí, Mía, te ves fantástica. Me encanta tu atuendo. Resalta tu figura. No tenía idea que detrás de ese uniforme escondías un excelente cuerpo. —Esta vez es Melanie la que habla.

—Muchas gracias, tú también estás muy guapa —la halago.

Entablamos una conversación bastante amena y comienzo a pasarla bien a pesar de que no conozco a nadie más. Tocamos el tema de Michelle y las chicas me indican lo ansiosas que están por conocerla, tal parece que su madre no para de hablar de ella; así que quedé en presentárselas otro día.

—Es una lástima que no la pudieras traer, me la imagino en un vestido y se debe ver hermosa —expresa Charlotte entusiasmada.

—Ves lo que decimos, Mía —ríe Mary. Ante esto, todos reímos al entenderla.

—La verdad es que Brooklyn nos cae fatal, pero es la persona que eligió Harry para casarse, no podemos decidir por él —suelta un bufido—. Lo malo es que no me dará los nietos que tanto anhelo tener.

—Todos coincidimos contigo Charlotte, esa niña es de lo peor. ¿No te comentó Harry lo mal que se comportó con nosotros el otro día? —Comenta Grace a modo de pregunta.

—¿Qué? ¡No! No me dijo nada, pero que se cree esa mal educada. Cuéntame lo que pasó —pide Charlotte.

Grace y Tom les cuentan lo que sucedió, dejándolas asombradas y molestas a la vez. No pueden concebir lo que esa mujer hizo, pero se alegran de que Harry la pusiera en su lugar. De pronto, un hombre muy guapo se acerca a nosotros y saluda a las chicas, por lo que puedo notar, son amigos porque hasta bromean con él y este le dice algo en el oído a Melanie.

—Zackary, te quiero presentar a nuestra amiga, Mía —me señala.

—Un placer, Mía Morales —extiendo la mano a modo de presentación, pero este en vez de estrecharla, la toma y posa un suave beso en ella. Tal acto me asombra por completo.

—El placer es todo mío, princesa, déjame decirte que desde que entraste quedé cautivado por tu belleza. Soy Zackary Black, sin embargo, puedes llamarme Zack.

Me sonrojo inmediatamente y observo como todos sonríen ante la declaración del adonis que tengo frente a mí, porque sí es un mismísimo adonis.

—Muchas gracias por el cumplido.

Se acerca a mi lado y comienza a sacarme conversación, la verdad es bastante gentil y amigable. Me comenta que es el CEO de una de las mejores empresas de tecnología en el país y quedo fascinada; ante esto le digo que estudié informática y se le iluminan los ojos. 

Nos sumamos en una charla sobre temas algorítmicos, hasta que me pregunta si estoy ejerciendo la carrera y le digo que no, que trabajo para Harry debido a las circunstancias que presento, omito el asunto de Michelle porque es amigo de Harry y no quiero que le diga nada.

—No puedo creer que no estés trabajando en el área que deseas teniendo tantas carreras terminadas, es increíble, me has dejado sin palabras. Yo podría darte trabajo, si quieres. Indagaré en los temas legales y te estaré avisando, pero no pienso que haya problema. Me encantaría que trabajes para mí.

Una gran sonrisa se pronuncia en mi rostro.

—Gracias, agradezco que quieras ayudarme; aun así, opino que te meterás en grandes problemas si lo haces.

—Hagamos algo, dame tu número y yo haré lo que pueda. Cualquier cosa, te aviso. Las esperanzas son las últimas que se pierden, recuérdalo…

—Me parece genial —le indico mi número y seguimos conversando, me comenta que ha tenido algunas fallas en un proyecto y le doy algunas ideas que podrían ayudarle. Estamos tan concentrados en nuestra conversación que no me percato de que Harry está a nuestro lado, hasta que nos interrumpe.

—Buenas noches.

«Por lo menos vino sin la arpía», pienso.

—Buenas noches —decimos los dos y luego añado—: Felicidades por su compromiso.

—Gracias —responde tajante. Creo que está molesto, de seguro la loca de su prometida ya lo sacó de sus casillas.

Zack y él se abrazan. Entablan conversación y enseguida noto que se llevan bastante bien. Al cabo de un santiamén llega la arpía a nuestro círculo, «¡Dios creo que la invoque!»

—Cariño, nuestros invitados requieren de tu presencia. 

Que molesta es esta mujer, ¿acaso trata de decir que nosotros no somos invitados importantes? Es de lo peor. Zack y yo no le damos importancia a su comentario, ellos se van y nosotros seguimos conversando.

—¿Bailas? —pregunta, Zack de pronto.

—Por supuesto, vamos.

En la pista de baile también se encuentran otras personas. Él posa una mano debajo de mi espalda y comenzamos a movernos según el ritmo de la música. Bailamos varias canciones hasta que finalmente decidimos parar. Zack se ofrece a traer unas bebidas y yo me quedo esperándolo a un lado de la pista.

—Baila muy bien, señorita Morales —escucho una voz ronca detrás de mí.

Giro y veo a Harry con su mandíbula apretada. La piel se me eriza ante su presencia y lo único que puedo decir es: —Muchas gracias, señor. 

—Solo dime Harry…

Asiento.

—¿Disfrutas de la fiesta? —pregunta.

—La verdad hace mucho no asistía a ningún tipo de eventos, así que digamos que este no está mal —sonrío—. Aunque sinceramente soy más del tipo de fiesta donde se baila otro tipo de música, algo más movida.

—Entiendo. Como la que cantabas cuando te conocí, supongo.

Palidezco. ¿Será posible que me haya entendido ese día? 

«Nah, no lo creo».

—Sí —respondo.

Zack llega, y agradezco al cielo por esto.

—Aquí está lo prometido. Ven Mía, te quiero presentar a algunos amigos.

—¿La presentarás con los demás? —suelta de pronto Harry.

Nos volteamos los dos al escucharlo, sin comprender a lo que se refiere.

—Sí Harry, ¿qué hay de malo en ello?

—¿Qué hay de malo en ello? —repite la misma pregunta con tono despectivo—, ¿acaso no te das cuenta de que es una simple empleada de servicio? Qué crees que pensarán, ¡por Dios! —espeta, molesto.

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