Doble de Amor
Doble de Amor
Por: Elisa Saenz
Capítulo 1

Mía Morales

Trato de estar lista lo más rápido posible, necesito llegar a tiempo a la oficina porque hoy realizarán una selección de personal para un cliente muy prestigioso. Es mi oportunidad de obtener la vacante que tanto he esperado.

Trabajo en A&C Company, una empresa dedicada a ofrecer servicios de limpieza por todo el país; a pesar de no tener mucho tiempo trabajando en este lugar, aprendí a desenvolverme muy bien. Lo malo es que aún no logro tener un puesto fijo, únicamente cubro vacaciones o suplencias, ya que todas las vacantes se encuentran llenas.

Sin embargo, no puedo quejarme, al menos gano dinero para solventar los gastos necesarios de la casa; además, no puedo darme el lujo de quedarme sin empleo porque tengo una hija que alimentar.

Me encuentro en New York actualmente; tuve que emigrar de mi país por cuestiones económicas. Lo peor del caso, es que no pude ordenar completamente mis papeles para obtener un empleo de oficina. De donde provengo, me especialicé en Ingeniería Informática, Idiomas, Administración y además de eso, en el arte culinario.

Me encanta cocinar, tan así que es mi pasatiempo favorito. Tengo 32 años y mi hija, llamada Michelle, tiene 10 años. Su papá y yo nos separamos hace tiempo, pero mantenemos una buena comunicación. Tengo muchos planes en mente para progresar en este país, aunque primero debo comenzar a aumentar mis ingresos.

Hace poco inicié un negocio por Internet vendiendo cajas sorpresas o de regalos, para cualquier fecha recordable como cumpleaños, aniversario u otro. Al ser algo nuevo no tengo casi clientes, ansío que aumenten poco a poco.

El principal motivo por el que decidí emigrar, es porque mi hija necesita una operación muy importante, ya que nació con luxación congénita de cadera izquierda y un desvío de columna bastante considerable. Al provenir de una familia humilde no contábamos con los medios posibles para efectuar dicha transición, sin mencionar el hecho de que en este país se encuentran los mejores especialistas.

Actualmente, nos hospedamos en un departamento compartido, pero casi siempre estoy sola con mi hija, pocas veces Korín se encuentra en casa.

—¡Michelle! El desayuno está listo, cariño —exclamo con voz fuerte para que me escuche.

—¡Ya voy, mamá! —responde.

Tras un par de minutos de espera, finalmente baja y nos sentamos juntas en la mesa a desayunar.

—¿Ya preparaste todo lo que tienes que llevar? —pregunto.

—Sí, todo está guardado en mi mochila.

—Perfecto. Ya verás que todo saldrá bien, mi amor —aprieto su mano como símbolo de apoyo, hoy tiene una exposición y ha estado bastante nerviosa.

Luego de terminar nuestro desayuno caminamos lo más rápido posible hasta la escuela. Debo apresurarme para llegar a tiempo y siento que la hora no colabora conmigo, ¡va demasiado rápido!

Dejo a Michelle en la escuela y me dirijo rápidamente a la estación del metro. Luego de 30 minutos salgo de la estación corriendo, todavía me faltan algunas cuadras para llegar al edificio. Cuando estoy a punto de entrar, verifico que mi uniforme esté en perfecto estado al igual que mi cabello, no quiero causar una mala impresión.

—Buenos días, Gina —saludo con una sonrisa a la recepcionista.

—Buenos días, Mía.

Subo al ascensor y me dirijo al piso donde se encuentran todas las trabajadoras domésticas, nos saludamos y esperamos a que alguien venga a darnos alguna orden. De pronto, escuchamos que se abre el ascensor y de allí sale la señora Mónica, la jefa.

—Buenos días a todas —saluda—, como sabrán el día de hoy viene un cliente muy importante, por eso hemos seleccionado a cinco de ustedes para que pueda elegir a la que más le guste. Quiero informarles de antemano que la paga es muy buena, así que mucha suerte a todas. Las iré llamando por nombre para que me acompañen.

Ante esto, mis manos comienzan a sudar, pues espero que esta vez mi nombre se encuentre en esa lista. «Diosito, por favor te lo pido. Solo tú sabes cuánto necesito este trabajo, ¡por favor que me llamen!», hago una plegaria mentalmente.

—Mary Smith, Sofía Méndez, Selene García, Jessica Philips y… Mía Morales. Acompáñenme señoritas.

«¡Dijo mi nombre! Sí, qué emoción», —celebro—, «Gracias, Diosito», uno mis manos haciendo señas mirando al cielo. Ahora debo dar lo mejor de mí para que me den el puesto.

—Muy bien, cómo saben nuestra empresa se distingue de las demás por la forma en la que seleccionamos a las candidatas. A nuestros clientes les gusta verlas y conversar un poco antes de contratarlas. Este caso es muy especial porque la seleccionada no solamente quedará fija en la casa, sino que, además, tendrá la oportunidad de vivir en el lugar y gozar de beneficios personales, como un buen seguro médico, paga, comida y mucho más. Recuerden que casi nunca los clientes ofrecen este tipo de servicios a las trabajadoras domésticas, así que aprovechen la oportunidad que se les está brindando.

Todas asentimos. Estoy asombrada con todo lo que nos acaba de explicar la señora Mónica. Es el trabajo perfecto para mí, debo quedar sí o sí.

—Vendré a buscarlas una por una para que la señora Payne pueda conocerlas —informa.

—Muchas gracias —respondemos al unísono.

Luego de 15 minutos empiezan a llamarnos, poco después llega mi turno. Al entrar, noto que la señora es muy elegante y bonita, a simple vista se puede apreciar el status que tiene, debe de ser una persona muy importante.

—Buenos días, señora Payne. Un placer conocerla, mi nombre es Mía Morales, a su servicio —hago un acto de reverencia ante el saludo porque algunas veces a las personas que nos contratan no les gusta que las toquen, pero para mi sorpresa ella coloca su mano delante de mí y me sonríe. Ante esto, le doy un ligero apretón devolviéndole la sonrisa del mismo modo.

—Mucho gusto Mía, soy Charlotte Payne. Puedes tomar asiento —comenta con amabilidad.

—Gracias —hago lo que me dice.

—Eres muy bonita, Mía. ¿Cuántos años tienes?

—Gracias, señora. Usted igual, Tengo 32 años.

—Gracias —sonríe—. Bueno comencemos… Escuché que tienes poco tiempo trabajando en la compañía, aun así te desenvuelves muy bien en tus labores y no has tenido ninguna queja por parte de los contratantes.

—Así es, señora. Soy muy perfeccionista con mi trabajo, a pesar de ser algo nuevo para mí.

—Entiendo… Iré al grano, te haré una pregunta y quiero que pienses muy bien la respuesta.

Asiento.

—¿Por qué crees que debes obtener el trabajo?

—Bueno, señora Payne —suspiro antes de continuar—. La verdad es que actualmente todavía no tengo un trabajo fijo por falta de vacantes. Sin embargo, he aprendido a valorar el trabajo que realizo actualmente porque tengo una hija y debo velar de ella. Es lo más importante para mí; además, ella necesita una operación muy importante y deseo reunir dinero para poder costearla. En mi país, a pesar de los títulos obtenidos, la remuneración no era la indicada para cubrir todos los gastos médicos.

—¿Tienes una hija? ¿Cuántos años tiene?

—Sí, tiene 10 años.

—Y en caso de darte el trabajo, ¿con quién la dejarías?

—No podría dejarla con nadie señora, estoy sola en el país y no tengo a nadie que la cuide. Pero ella es muy tranquila, se lo aseguro, no molesta para nada y es bien portada.

—Y si te digo que no admitimos niños, ¿qué harías al respecto?

—No aceptaría el trabajo por muy bueno que sea.

Me observa detenidamente y, al notar su expresión, creo que no obtendré el trabajo; a algunos no le gustan los niños porque piensan que son un estorbo en los trabajos, de todos modos, era esencial comentárselo, así no se lleva una sorpresa.

—Muy bien Mía, es todo —comenta y el alma se me cae al suelo.

Me levanto de la mesa y antes de salir me dirijo a ella.

—Gracias a usted —sonrío amargamente—. Es posible que al saber esto no me dé el trabajo, créame, no es la primera vez que pasa. De igual modo, usted necesitaba saber la verdad y fue lo que hice. Además, no puedo dejar a mi hija en la calle por obtener un buen empleo, ni porque la paga sea muy prometedora. Le agradezco el tiempo prestado, espero que tenga un lindo día.

Y sin más, salgo de la sala de entrevistas con el corazón destrozado. Sin duda, es el trabajo que necesito, pero si no aceptan a mi hija no puedo hacer nada.

Me dirijo al piso donde estábamos antes y noto que la mayoría de las trabajadoras se han ido. Hoy debíamos venir todas por órdenes de la señora Mónica, no obstante, luego cada quien debía retomar sus actividades. Yo tengo que trabajar por la tarde, así que ya puedo retirarme.

Voy por mis cosas y tomo el ascensor, allí me topo con Elena.

—Cuéntame, ¿cómo te fue? —pregunta.

—Bien, hasta que tuve que decir que tenía una hija; ya conoces la actitud de algunos al respecto.

—¡Ufff!, entiendo. Esta gente rica se cree lo máximo porque lo tienen todo y, ¡no!, todos somos iguales. ¿Acaso piensan que no tenemos familia que alimentar? —dice un poco molesta.

—Sí, es cierto. A veces me molesta porque suponen que uno trabaja haciendo esto por gusto.

—Tal cual, amiga. —Coloca una mano en mi hombro dándome unas pequeñas palmadas—. No te preocupes, la señora Mónica encontrará algo para ti.

—Eso espero —respondo un poco desanimada.

Salimos del edificio y cada una toma un camino diferente.

Al llegar a casa, me quito la ropa y comienzo a acomodar el desastre que dejé antes de salir. Estoy sola porque Michelle continúa en la escuela, debo ir por ella más tarde.

Luego de limpiar y acomodar, tomo un baño y me arreglo para ir a buscar a Michelle; ella se queda en casa mientras yo trabajo. Dejo todo organizado para que no le falte nada, así se concentra en sus tareas hasta que yo llego por la noche. Es muy lista y siempre me mantiene al tanto de todo.

Cuando estoy por salir en su búsqueda comienza a sonar mi teléfono, al ver la pantalla me doy cuenta de que es de la empresa, así que respondo inmediatamente:

»Sí, buenas tardes.

»Hola, Mía. Es Mónica.

»Hola, señora Mónica. ¿Qué tal está?

»Muy bien. Te llamo para decirte que la señora Payne te aceptó para el trabajo, mañana debes venir a firmar el contrato e iniciar a trabajar. ¡Felicidades!

»¿De verdad? —pregunto a punto de derramar unas lágrimas de felicidad—. ¡No sabe lo feliz que me hace!

»Yo también estoy muy contenta Mía, te has esforzado mucho y personalmente quería que te eligieran. Hoy no vayas a trabajar, ya te asignamos un reemplazo. Necesitamos que acomodes tus cosas porque recuerda que deberás mudarte a la casa con todas tus pertenencias. Es lo único malo, no tendrás mucho tiempo para tener listo todo.

»Tranquila, no hay problema por eso. Igual yo no tengo nada aquí, solo un poco de ropa y una que otras cosas fáciles de empacar. Mañana estaré en la oficina. ¡Muchas gracias!

»Muy bien, nos vemos mañana entonces.

»Sí, ¡adiós! —cuelgo dando saltos como loca.

¡Qué emoción! Estoy tan contenta. Ahora a aprovechar este trabajo… Una nueva vida, un nuevo inicio, veamos qué pasa…

Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo