Capítulo 4: Ángel de la guarda.

San Francisco, en la actualidad.

Elyanna estaba agachada en medio de la calle recogiendo todas las cosas que se habían caído de su bolso, después de que un hombre se hubiera chocado con ella y ni siquiera se hubiese molestado en ayudarla. La chica miraba con inquietud la parada donde estaba el autobús, que debería coger para volver a su casa y lo peor es que era el último que pasaba aquellas horas de la noche.

Cuando todas sus cosas ya estaban guardadas en el bolso, Elyanna corrió lo más rápido que pudo para llegar a la parada, pero cuando estaba casi llegando el autobús se marchó dejándola sola en aquella calle sola.

La chica resopló con cansancio porque debería coger otro autobús que la dejaría a unas cuantas calles de su casa, que infelizmente estaba en un barrio muy peligroso de San Francisco, entonces miró el reloj para ver la hora y se preocupó porque eran casi las once de la noche. En aquel día había muchísimo trabajo en la empresa, todos los empleados estaban como locos para entregar una cierta colección e incluso ella tuvo que hacer horas extras por orden de sus jefes, pero era su trabajo y no tenía más opciones que obedecer. La chica se subió al otro autobús agarrando bien su bolso viendo que habían personas extrañas en el y se sentó bien cerca del conductor.

Elyanna bajo del autobús y caminó con prisa por las calles oscuras de su barrio, mirando de un lado a otro con todas sus alarmas puestas. Ella se paró delante de un largo callejón por donde tenía que pasar para llegar hasta su calle y pensó que era una muy mala idea, pero no le quedaba más opción. Era pasar por aquel callejón y llegar a su casa en cinco minutos o dar la vuelta por todo el barrio y tardar quince minutos más, entonces respiró profundamente, se armó de valor y caminó con rapidez.

El callejón estaba prácticamente a oscuras y algunos de los edificios que tenían salida allí estaban abandonados sirviendo a penas para toxicómanos que los utilizan como refugio para tener donde drogarse sin pasar frío.

Elyanna estaba caminando cuando de repente un escalofrío recogió toda su espalda al escuchar una risa detrás de ella. Entonces se giró con brusquedad encontrándose con la figura de hombre con la cabeza rapada lleno de tatuajes, que caminaba detrás de ella.

La chica corrió para alejarse, pero el hombre parecía despreocupado, como si la tuviera justamente donde la quería.

–¡Vamos muñeca no me lo pongas difícil! – Exclamó el hombre y Elyanna corrió más rápido casi llegando al final del callejón, pero de repente. –¡Jack la muñequita quiere huir! – Gritó y Elyanna giró la cabeza hacia atrás sin entender con quién estaría hablando, pero cuando volvió a girarse chocó con el pecho de otro hombre que era enorme. –¡Mierda Jack, no me apetecía volver a compartir contigo, pero veo que no tendré más opción!

–¡Yo la atrapé, entonces soy yo el que va a tener que compartir contigo esta muñequita! –Se burló el hombre y Elyanna sintió su estómago revolverse al ver la asquerosa sonrisa que tenía aquel hombre.

–¡SUELTÁME! –Gritó Elyanna intentando luchar contra él, pero era grande y muy fuerte, entonces no tenía forma de escapar. –¡¡Suéltame, por favor!!–Suplicó cuando vio al otro acercándose a ellos. –¡¡Por favor, no me hagas daño, te lo suplico, por favor!!

–Pero si no vamos a hacerte daño muñequita, solo vamos a jugar un poco. –Murmuró el rapado pegándose a la espalda de Elyanna, que se vio atrapada entre los dos hombres y se desesperó gritando por ayuda. –Mira que chillona es Jack, es como las que te gustan a ti.

–¡Ya sabes que las calladitas me aburren, está parece ser una fiera y está muy buena! –Se rio pasando la lengua por el rostro de Elyanna, que comenzó a gritar todavía más alto cuando comenzaron a arrastrarla hacia uno de los edificios abandonados, pero cuando el rapado abrió la puerta, su compañero recibió un fuerte golpe en la cabeza cayendo directamente al suelo y liberando a Elyanna, que dejó de gritar cuando vio al hermoso hombre de cabellos claros, que sujetaba un casco de moto que había utilizado para golpear a Jack.

–¡Corre! –Ordenó aquel hombre que parecía un ángel vengador y Elyanna lo miró aturdida sin saber que hacer por el shock. –¡¡¡Anda muchacha corre!!! –Volvió a ordenar cuando el rapado se abalanzó sobre él y la chica no dudó en hacerle caso.

Elyanna salió corriendo desesperada y cuando llegó a la calle principal miró de un lado a otro buscando a alguien para pedir ayuda, pero no había nadie, entonces le invadió la preocupación por el hombre que la había salvado y sin pensarlo regresó al callejón para buscarlo.

Cuando Elyanna regresó, él estaba sentado sobre el rapado golpeándolo con sus puños y a lo lejos pudo ver al tal Jack que había salido corriendo, dejando atrás a su compañero. Elyanna vio que su salvador no dejaba de golpear al hombre que estaba debajo de él con ímpetu, como si quisiera matarlo con sus propias manos. Entonces se acercó a él suplicando para que parará, porque por más que había intentado hacerla daño, Elyanna no quería cargar con la muerte de una persona en su consciencia.

–¡¡Por favor para, lo vas a matar!!– Suplicó Elyanna, pero el hombre estaba tan cegado por la ira que ni siquiera podía escucharla.

Elyanna continuó suplicando, pero él parecía no escucharla como si estuviera en trance, entonces la chica se abalanzó sobre él para hacerlo parar y los dos cayeron al suelo. Con un movimiento rápido él se puso sobre ella levantando el puño para golpearla, pensando que se trataba de otro drogadicto que intentaba atacarlo, pero se quedó con el puño en el aire mirando a la bella mujer de largos cabellos oscuros, que estaba debajo de él. Por un minuto él sintió que estaba tenía delante un ángel, porque jamás había visto una mirada tan inocente como aquella.

Elyanna tenía la respiración acelerada debajo de él, viendo aquel puño tan cerca de ella, que parecía listo para golpearla, entonces levantó la mano despacio para agarrar el puño de aquel hombre que parecía estar perdido en sus pensamientos mientras que la miraba y cuando él sintió su toque, el mundo se detuvo a su alrededor, como si solo existieran ellos dos. Hasta que ruido provocado por el rapado levantándose para huir llamó la atención de los dos.

Él se levantó abruptamente, echando a Elyanna a un lado, viendo que el rapado salía corriendo del callejón yendo en la misma dirección que en la que se había ido su compañero y después se giró con brusquedad para ver a la mujer que había acabado de salvar.

–¡¡¿Es que eres tonta?!!– Exclamó viendo como la chica pasaba las manos por sus pantalones intentando limpiarse. – ¿Te salvo para que vengas a ayudar al hombre que te atacó? – Preguntó exasperado y Elyanna frunció el ceño mirándolo.

–¡Te estaba ayudando a ti, lo ibas a matar! –Contestó Elyanna molesta por ver la actitud tan estúpida de su salvador y lo escuchó gruñir.

–¿Y qué más da si lo mataba o no? –Preguntó agarrando su casco que estaba tirado en el suelo y después se acercó a ella. –¿Tienes idea de lo que pensaban hacerte?

–Pues claro que lo sé, pero no quería que hicieras nada de lo que te pudieras arrepentir por salvar a una extraña. –Habló Elyanna con seriedad y él se fijó en sus ojos, pero se pegó una bofetada mental para no volver a perderse en ellos. –Por cierto, gracias por salvarme.

–No hubiera tenido que hacerlo si fueras más inteligente y no estuvieras caminando por callejones oscuros a las tantas de la noche. –Se quejó y Elyanna se llevó las manos a la cintura molesta porque no entendía su actitud tan arrogante.

–Lo siento por ser una molestia, pero tenía que pasar por aquí, porque mi casa está a cinco minutos y mis únicas opciones eran enfrentar estos minutos aquí o arriesgarme otros quince más en este barrio.

–Pues para la próxima ya sabes, no vuelvas estar de paseo tan tarde. –Escupió con fastidio, pero se sintió mal cuando la vio darle la espalda molesta y ni siquiera entendió porque se había sentido así. –¿Dónde está exactamente tu casa? –Preguntó girando los ojos y Elyanna se volteó para verlo.

–No está muy lejos de aquí y una vez más, gracias. –Murmuró Elyanna girándose otra vez para marcharse.

–Te acompaño hasta tu casa. –Habló y Elyanna lo miró con curiosidad, pero negó con la cabeza.

–No es necesario, creo que ya te has tomado demasiadas molestias por mi culpa esta noche. – Espetó Elyanna alejándose, pero él la siguió de todas formas. –¿Qué estás haciendo? – Preguntó intrigada al ver que él caminaba detrás de ella.

–No me vale de nada salvarte para luego permitir que te vayas sola a tu casa, sabiendo que en estos pocos metros te puedes volver a encontrar con otros cabrones como esos. –Gruñó indicándole con la mano que continuará caminando y Elyanna decidió no protestar,

La chica hasta pensó que era gruñón, pero de esos que parecía tener un buen corazón, como su Brandon. Elyanna recordó a su gran amor mientras que agarraba el dije que tenía en su cuello con sus iniciales. Elyanna y aquel extraño que la había salvado caminaron en silencio hasta llegar a la entrada de su edificio.

–Me imagino que vivirás aquí. –Suspiró él mirando el edificio y Elyanna asintió. – Bueno, pues ya he cumplido con buena acción del día, que pases una buena noche y no vuelvas a meterte por ese callejón. –Se despidió alejándose y Elyanna lo miró con curiosidad.

–¿Puedo saber cómo te llamas? –Preguntó intrigada y él se giró para mirarla.

Elyanna vio en su mirada que él parecía estar indeciso si debía o no contestar a su pregunta, entonces lo vio pasar la mano por sus cabellos peinándolos hacia atrás y después levantó la cabeza para mirarla detenidamente sin decir nada.

–¿Qué pasa, no puedo saber el nombre del hombre que acaba de salvarme? – Volvió a preguntar y él se llevó las manos a los bolsillos de su chaqueta porque hacía frío aquella noche y sonrió.

–Puede que no sea un hombre, a lo mejor soy solamente un ángel, enviado a la tierra con el único objetivo de salvarte. –Murmuró dándose la vuelta y Elyanna dio dos pasos hacia adelante viendo como se alejaba de ella.

–¡¿Entonces debo creer que eres mi ángel de la guarda?! –Vociferó Elyanna y él solo levantó la mano despidiéndose de ella, sin volver a mirar hacia atrás, dejando a la chica con una sensación extraña en su interior, una que ella pensaba que solamente un hombre era capaz de despertar en ella. 

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