1: Experimento (Parte 2)

Es la loba que menos soporto, la que se cree que va por encima de todos y la que a veces aparece en mis pesadillas. Aprieto mis manos formando puños al verla como si nada, pero debo ignorar lo que siento. Miro el reloj, siento como si hubieran pasado horas y ni siquiera han pasado cinco minutos.

—Ya lo veremos el sábado —contesto.

Ambas nos miramos desafiantes y sonreímos de lado. Si no estuvieran todos aquí, creo que nos lanzaríamos una sobre la otra. Observo cómo mi prima asoma la cabeza por la ventana. Su pelaje uniforme de color blanco brilla bajo la luz del día. Me mira y sus ojos negros le brillan.

—Iris, ve y búscanos algo de beber —manda la muy descarada de mi alfa.

—Sí, alfa —contesto, mordiéndome la lengua. No soporto que me mande.

Mientras le doy la espalda, escucho cómo gruñe. No nos soportamos. Voy a la cocina, sirvo dos vasos de agua, uno normal y al otro le echo sal. "Espero que se dé cuenta y…" sigo hablando en mi mente mientras llevo el vaso hacia mi tía. Le doy el vaso de agua con sal a mi alfa y veo cómo mis hermanos se convierten y juegan con mi prima Killa afuera. Ignoro lo que hacen, no me interesa ese mundo anormal. Escucho cómo mi alfa tose y mira el vaso de agua raro, lo que me hace sonreír, aguantando las ganas de reír.

—Bueno, Iris, sé que no vas a ser gran cosa, pero quiero decirte que el entrenamiento es arduo —comenta Anastasia, siguiendo con el tema de la escuela licántropo. —Y qué... —sigue hablando como cotorra por media hora.

Ignoro a mi alfa, sentándome en un sillón libre y mirando la pared, pensando en las clases y exámenes que me esperan. Espero que este año sea tranquilo y que siga con mis excelentes calificaciones. "Debo seguir estudiando, no estar aquí escuchando estupideces de anormales." Sin avisar, me levanto y subo a mi cuarto.

—¡Oye, te estoy hablando! —dice mi alfa, levantándose enojada y medio peluda.

Mi madre se levanta de su asiento gruñendo y camina hasta ponerse delante de mí, como protegiéndome. Observo cómo todos están rígidos. Me sorprende ver que el instinto salvaje de mi madre todavía me protege. Mi padre se acerca a la sala para ver qué sucede, lo cual no es una buena noticia, ya que no es bien visto ante la alfa o las viejas sabias.

—No me interesa lo que estás hablando —comento seria. La alfa gruñe enojada y corre hacia mí.

Tomo el frasco de mi gran experimento y la alzo. Mi alfa la mira sin saber qué hacer, ella le teme a lo que puedo hacer con solo moverla un poco. Mi madre camina hacia atrás y mi padre se va, sabiendo lo que puede causar este olor. Sonrío y roció un poco en la sala. Mi madre se tapa la nariz rápidamente y todos se asquean, incluyendo a mi víctima principal, Anastasia.

     —Bueno sí que sirve esto en forma de ataque. — digo feliz escuchando como mi alfa aguanta las ganas de vomitar. —Me largo a estudiar.

     Me giro sin decir más sonriendo. Antes de subir las escaleras observo como mi padre pasa por el pasillo. Este me mira y me guiña el ojo junto a una sonrisa, pude leer sus labios diciendo "Bien hecho." Sonrió de oreja a oreja y subo la escalera llena de energía. Ya he ganado el primer punto de hoy contra la alfa. 

Después de desafiar a mi alfa y jugar un poco con mis habilidades, subo las escaleras hacia mi habitación, sintiendo la satisfacción de haber tomado la delantera en nuestro pequeño juego de poder. Mis pasos son ligeros, llenos de determinación y un toque de triunfo. Cierro la puerta detrás de mí y me dejo caer en mi cama, repasando mentalmente los eventos del día.

Es increíble cómo una simple interacción puede encender la chispa de la rebelión en mi interior. Pero no puedo evitarlo. Estoy cansada de seguir las reglas de una sociedad que parece estar más preocupada por mantener el status quo que por permitirnos ser quienes realmente somos.

Me sumerjo en mis libros, dejando que las palabras me envuelvan y me lleven lejos de este mundo de lobos y jerarquías. En las páginas de mis libros, encuentro la libertad que anhelo, donde no hay alfas ni betas, solo historias que me transportan a lugares desconocidos y una vida normal.

El tiempo pasa volando mientras me sumerjo en el mundo académico, y cuando finalmente levanto la mirada del libro, me doy cuenta de que la noche ha caído sobre la casa. Pero no me importa. Aquí, en mi santuario de palabras, soy libre para ser quien soy realmente, lejos de las expectativas y las presiones de la manada.

Con una sonrisa en los labios, me acomodo entre las sábanas y dejo que el sueño me envuelva, llevándome a tierras lejanas donde no hay lugar para los lobos ni sus complejas jerarquías. Mañana será otro día, y estoy lista para crear mi próximo experimento… solo espero interactuar bien con un vampiro.

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