3: Infierno

10 años después.

Estar en los cazadores todos estos años se puede decir que despertó mi lado asesino y violento, con tan solo dieciocho  años he matado a más de una persona. Es algo que a mi padre no le gusta relucir, pero es algo que a mí sí.

—Elizabeth, tu padre quiere hablar contigo después de tu entrenamiento. —me informa Kai al entrar a la sala de combate, en la cual hay varios cazadores entrenando en sus respectivas áreas.

—¿Eso a qué viene? —Cuestionó mientras me coloco bien las vendas en mis manos.

—Tus notas. —Se limita a decir.

—Oh, entonces no hay de qué preocuparse —aseguró restándole importancia.

—Esperemos que sí. Ahora ven, vamos a calentar. —Dejó mis cosas en la mesa y lo sigo, me detengo frente a él e imitó sus movimientos por unos segundos hasta que calentamos lo suficiente. —¿Qué esperas para atacar princesa?

—Te aseguro que no tu permiso, querido Kai. —despistado lo con lo que más le molesta, levanto mi pierna, golpeó su estómago, giró y con mi codo terminó golpeando su pómulo dejando un moretón.

Sin embargo, cuando estoy nuevamente frente a él, su puño conecta con mi estómago seguido de un fuerte empujón que me deja en el suelo sin aire.

—¿Sabes? A veces pienso que eres un verdadero Cazador. —Confieso con dificultad.

—Déjame informarte, querida Elizabeth, que lo soy.

—Sabes a lo que me refiero, tonto. —Su poco usual sonrisa burlesca me deja un poco pensativa.

—Tengo fiebre ¿Cierto? O estoy alucinando —su sonrisa se borra dándole paso a la confusión.

—¿De qué me perdí?

—¡Estás sonriendo! Mi querido Kai está sonriendo, por favor si esto es un sueño no me despierten. —suplico hablándole al techo.

—¿Por qué lo dices como si nunca lo hiciera? —Cuestiona indignado.

—Porque literal nunca lo haces.

—¡Claro que lo hago! —exclama —¡¡Etha!! ¿Cierto que suelo sonreír mucho todo el tiempo? —el aludido se manifiesta al otro lado de la sala.

—¡¡Claro que no!! —responde sin dejar de golpear a su compañero.

—¡¡Abigale!! —recurre a su única amiga.

—¡¡No!! —responde de manera seca y tosca.

—No me hagas sentir mal Elizabeth. —me reprocha. Sin poder evitarlo suelto una carcajada. —Tal vez no sonría mucho, pero al menos te hago sonreír a ti.

—En eso no puedo refutar, eres el mejor en eso.

—Soy el mejor en todo, no te equivoques. —pongo los ojos en blanco.

—Luego tienes el descaro de preguntar de donde saque tango egocentrismo.

Antes de que Kai pueda contradecirme, el entrenador entra en la sala junto a un grupo de cuatro chicos que aparentan mi edad.

—¡¡Cazadores!! —todos los presentes para todo lo que están haciendo, me levanto del suelo rápidamente. —tengo que informarles que hay nuevos reclutas. Ellos son Jasper, Trevor, Eros y Arturo. Ya tienen entrenamiento, por lo que ya pueden entrenar junto a ustedes a partir de ahora.

Con curiosidad los observó minuciosamente. Trevor y Jasper se nota que son hermanos, su parecido es indiscutible, sus cabellos rojos y ojos grises lo deja en claro. Aunque también noto un cierto parecido con Eros en algunos rasgos faciales, el cabello rubio y ojos dorados me deja un poco idiotizada por varios segundos.

—Escúchame bien Elizabeth, no te acerques a ellos. —La advertencia de Kai me toma por sorpresa.

—¿Qué? —preguntó de manera distraída.

—¡Aléjate de ellos! Tengo que hablar con el entrenador. —la brusquedad de sus palabras me dejan aturdida. Jamás me había hablado de esa forma, ¿qué le sucede?

—¿Qué fue todo eso? —pregunta Etha apareciendo de la nada a mi lado.

—No lo sé, pero algo me dice que tiene que ver con esos chicos.

—Eso es extraño.

—Muy extraño de hecho. —Desde mi posición veo como Kai discute con el entrenador de manera acalorada. La situación me lleva a pensar que Kai es más de lo que muestras, guarda muchos secretos que deseó saber.

—¿¡Princesa Elizabeth!? Un gusto conocerla. —los tres hombres que observaba hace un rato se acercan a mí de manera confiada.

—¿Quiénes son ustedes y por qué me están hablando como si me conocieran de toda la vida? —inquiero de manera altiva.

—Unos simples jóvenes que deseaba conocerla, alteza. —Aclara el tal Eros.

—Les aclaro algo jóvenes, usted joven Eros lo dijo. Son unos simples que no tienen absolutamente nada que pueda yo querer observar, así que les pido por favor y se larguen antes de que yo misma los saqué de mi vista. —advierto. Pará mi sorpresa, sus expresiones no cambia a molestia sino a una de satisfacción.

—Al parecer los rumores no son falsos. —murmuró uno de ellos antes de retirarse.

—Creo que fuiste un poco dura.

—Por supuesto que no, nunca se es suficientemente dura.

—A veces das miedo, Elizabeth.

—Lo sé. —admito con emoción tomándolo como un halago.

*****

Al llegar al palacio corro rápidamente al despacho de mi padre.

—¿Pará, qué me necesitas, padre? —preguntó una vez estoy dentro.

—Por esto. —alza una hoja en su mano.

—¿Son mis calificaciones?

—Sí, tu tío te lo dijo, ¿cierto?

—Al menos no me dijo si me fue bien o no. —me encojo de hombros.

—Bien, toma asiento. —Hago lo que me pide, en tanto él se dispone a darme la hoja. Rápidamente, leo todo su contenido.

—Excelente, un motivo más para decir que soy buena en todo. —digo una vez terminó de leer mis calificaciones finales.

—Cada día te pareces más a Kai. —comenta con una sonrisa.

—Eso es bueno.

—Yo no estaría tan seguro.

—Kai es bueno en todo lo que hace, y lo sabes. No lo subestimes que si te escucha se molestará.

—¿Cuándo aprenderás que no soy Kai? Soy tu tío…

—No un extraño, lo sé, lo sé, señor tío. —terminó por él irritándolo más en el proceso.

—Tu hija es una grosera Froilán.

—¿De quién lo habrá aprendido hermano?

—No lo sé, si no sabes tú menos yo.

—Kai —lo llamó agitando la hoja. —lo prometiste. —Le recuerdo.

—¿Qué cosa? —pregunta mi padre.

—Él prometió llevarme a un lugar especial si lograba sacar las mejores notas del fin de curso. —Le aclaró.

—¿Y cuál es ese sitio, Kai? —la voz sería de mi padre me deja en claro que no hay que decirle a dónde vamos.

—Nyx, dicen que es muy bonito de noche. —respondo por Kai que parece haberse quedado procesando la información.

—¿El sitio de los licántropos?

—Sí, ese mismo —podía notar fácilmente que mi padre no me estaba creyendo nada, pero sabía que su hermano no me pondría en peligro, por lo que se relaja.

—Bien, pero lleguen temprano. —De la emoción chilló antes de abrazarlos.

****

Cuando cae la noche me terminó de arreglar para salir con los chicos y Kai.

Pero antes de salir, alguien toca mi puerta y le dejo que entre y enseguida noto que es mi padre, el cual se coloca frente a mí y me entrega una caja.

La miró por un par de segundos con curiosidad, al abrirla me doy cuenta de que es una daga bañada en oro blanco preciosa, con diamantes verdes grandes en la parte superior y pequeños blancos incrustados por los lados del filo. Un arma peligrosa con un toque elegante.

—Felicidades, mi niña. —le sonrió y él toma mi mano —. Sé que no he estado para ti lo suficiente, y de verdad lo siento tanto, estoy orgulloso de ti. Sé que no te lo había dicho desde que eras una bebé, pero te amo. Eres lo más hermoso e importante que me han podido dar. —con esas palabras se me salen las lágrimas, lo atraigo a mí y lo abrazo.

—Yo también te amo, tú y mi tío son lo más valioso para mí. —Me devuelve el abrazo y sollozo en sus brazos con una sonrisa.

Después de ese emotivo momento llega mi tío y los chicos, me separó rápidamente para tomar la daga y guardarla debajo de mi cama.

—Nos vemos mañana, ¿si? Descansa —Me despido de mi padre con un beso antes de irme.

—Ten cuidado.

—Lo tendré, no te preocupes. —salgo rápidamente del palacio antes de que me detenga.

Hoy todos se han empeñado en celebrar el hecho de que he terminado mis estudios. En especial mi tío, el cual sin dudarlo aceptó mi petición de ir a las afueras de Nirvana, para aventurarnos en el único lugar al que nadie en el reino le gusta ir.

Le tengo mucha curiosidad, hay muchas historias y especulaciones sobre este bosque. El bosque del infierno. Un sitio oscuro, que tiene vida propia, dicen que quien reta al bosque, este roba su vida con una muerte lenta y dolorosa. Que puede llegar a matar a cualquier criatura que guste.

En cuanto estamos frente al bosque habla Etha.

—¿Estás segura de que quieres hacer esto? —cuestiona nervioso.

—Muy segura. —Exclamó. Lo miró con burla, para ser parte de los cazadores Etha es muy temeroso.

—Oh, vamos, ¿le tiene miedo Etha? —se burla mi tío.

—Por supuesto que no, solo pregunto. —Se justifica.

—Sí, como digas —Nos reímos. Luego de pensarlo un poco decidimos entrar y una vez pisó el suelo lleno de hojas y palos, una corriente extraña recorre mi cuerpo, veo a mis acompañantes y siguen ahí, pero al parecer ellos no sienten nada, así que avanzamos un poco más. Sin embargo, de la nada siento otra vez la corriente mucho más fuerte, recorriendo todo mi cuerpo y erizándome la piel.

Escuchó su voz como un eco, que suena en todo lados y en ninguno a la vez.

—Hola Elizabeth…

Volteo a ver a los demás, pero no los veo, me asusto y giró a ver a dónde pudieran estar, pero noto enseguida que el lugar se ha vuelto oscuro y solitario, los árboles desaparecieron al igual que todo lo que lo rodeaba.

—¡¡Tío!!…

—¡¡Abigale!!…

—¡¡Etha!! —Nada, es como si hubieran desaparecido.

—Tranquila, solo quiero hablar. —La voz aterciopelada resuena en todo el sitio, no sé a dónde mirar por lo que me quedo quieta esperando a saber qué desea.

—¿Y de qué quieres hablar?

—Veo que aún no han despertado, qué curioso.

—¿Qué cosa?

—Tus poderes, deberían haber despertado ya, es muy extraño. —siento mi piel, erizarse otra vez, ¿Poderes, de que habla?

—No entiendo a qué te refieres.

—Tranquila te mostraré. —esta vez siento como si me hablara al oído —Vamos a ayudar.

—¿Ayudar? Pero…

Me susurra algo al oído y siento como mis ojos se ponen en blanco mientras mi visión se nubla, una serie de imágenes se introducen en mi cabeza rápidamente.

Sangre…

Poder…

Magia…

Vuelvo a recuperar la visión y veo que estoy en el aire. Repentinamente, caigo de boca dándome fuerte en la quijada, me levanto y mi nariz empieza a sangrar. Pero no es el mayor de mis problemas, ya que mi cuerpo empieza a doler y romper mis huesos, fuertes gritos de dolor salen de mi garganta sin poder detenerlos, no pasa mucho y siento como me salen colmillos y garras.

Mis manos se doblan partiéndose, mi espalda se arquea y se fractura. Siento que voy a morir. El dolor es inmenso. Sin embargo, un minuto después termina mi dolor repentinamente como si nada, para mi sorpresa me doy cuenta de que me convertí en un lobo blanco.

Mi mente me dice que busque respuesta a eso, ya que es imposible que sea un lobo. Pero mi cuerpo actúa por inercia, sin yo querer empiezo a correr por el bosque sin rumbo alguno.

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