Capítulo 6

En esta vida muy pocas cosas me hacen sentir mal, para las personas que muy poco me conocen tal vez piensen que solo me importa lo material, el dinero de mi padre. Pero no es así, lo más importante para mi es mi familia y Tania, aunque tenga muchas discusiones y conflictos con mis padres, los amo a pesar de no decirse los jamás.

Tania me importa mucho, más de lo que debería y más de lo que quisiera. Es mi amiga, ella se auto proclamó mi amiga creo que antes de su nacimiento, desde que tengo memoria ella siempre ha estado para mi, como yo para ella.

Nosotras crecimos en el ojo del huracán, somos hijas de personas muy importantes de una dinastía de hace siglos, nacimos para ser las jodidas reina del mundo, nuestros padres nos prepararon para esto. 

Para lo que jamás nos prepararon, fue para el amor, la familia o el vivir una vida tranquila. Sabíamos cuál iba a ser nuestro futuro puesto que cada mañana desde los dos años nos lo repetían. Ser las dueñas del mundo siempre lo aceptamos, lo que nunca nos gustó fue el hecho de que para ser las dueñas tenemos que tener a un hombre que nos respalde, un esposo que esté a la altura de nosotras. Muchos tienen la estúpida fantasía de que una persona con un apellido tan importante como el nuestro, puede enamorarse de un ser cualquiera, de alguien que no vale ni un peso. Esa es la más ridícula fantasía que tienen los pobres. 

Para mi el problema no es que tenga un esposo, sino lo que implica ese compromiso. Soy egoísta, y un poco narcisista, que no le importa nadie más que su familia y amiga. Nunca me he planteado la idea de tener una familia, por el simple hecho que no la deseo.

Deseo alguien que me complazca en todos los sentidos, vivir una vida juntos, pero que no quiera hijos al igual que yo. Sin embargo, no puedo estar con cualquier hombre, y pues con una mujer ni en mis sueños, me desheredarian en segundos. Hace tiempo dejé de pensar en ese deseo, puesto que la codicia, el poder y fama, son las peores cosas que puedes obtener y aún más cuando las obtienes juntas. 

Hace dos años cuando mi padre decidió darme su imperó, no dude en doblegar mi deseo. Porque para qué quiero un hombre que “ame” si puedo tener el mundo a mis pies. 

Y lo que le está pasando a Tania me lo rectifica, encontrar a un buen hombre que llene mis expectativas es casi imposible. 

—Me van a matar Helen. —mi amiga chilla en su cama. 

—No lo van hacer porque no se van a enterar, te lo juro. —acarició su pelo mientra le habló dulcemente. 

—Soy una m*****a. —su llanto se vuelve mucho más fuerte. El corazón se me estruja al verla tan mal.

—Sólo hiciste lo correcto. Tu no lo deseabas, y te están torturando solo porque están pensando lo que te dirían tus padres si se enteran, cosa que no va a pasar. —Le doy sus medicamentos los cuales la hacen dormir en cuestión de minutos. Paso mis manos por mi rostro en frustración, esto va hacer más difícil de lo que pensé. 

Ya ha pasado una semana desde que se enteró que estaba embarazada, y tres días desde que decidió no tenerlo. Y no me he despegado de ella desde entonces. Mi teléfono no ha parado de sonar a pesar de que le pedí a mi secretaria que cancelara todo lo pendiente para esta semana. 

Aunque eso no quita que mi padre me haya llamado un montón de veces, (las cuales no he contestado) y mi madre que llama a cada nada para los “preparativos de la boda” ha sido una semana muy estresante, tanto para mi como para Tania. 

Mi teléfono vuelve a sonar pero esta vez es un número privado, eso me parece extraño puesto que nadie tiene mi número personal, más que familia. 

Contestó por la intriga. 

—Bueno. —pego el teléfono a mi oreja mientras salgo del dormitorio de Tania.

—Al fin puedo escuchar tu voz. —me quedo quieta a mitad de las escaleras. 

—Cómo carajos obtuviste mi número personal, Bloss. —digo irritada. Una risa suave suena al otro lado. 

—¿Te molesta que lo tenga? 

—¡Por supuesto que sí! —mi voz se eleva un poco sin querer. 

—¿Qué sucede? —quedó en blanco por un momento. 

—Nada. —Intentó sonar firme. 

—¿Dónde estás? —Me desconcierta su tono de voz. ¿Está preocupado? 

—¿Por qué?

—Sólo dime dónde estás. —quedó pasmada por el tono tan autoritario con el que me habla. 

—E-estoy con una amiga. 

—Con Tania ¿cierto? 

—Cómo... 

—Luego te lo explico ¿estas en su casa?

—Si pero... —alegó mi teléfono al darme cuenta que me colgó ¿¡como se atreve!?

Termino de bajar las escaleras irritada por su osadía, no entiendo qué quiere ese chico. He intentado no pensar mucho en el hecho de que me utilizo, y que ahora me está metiendo en su juego. Mientras más lo pienso más hierve mi sangre, nadie, obviamente nadie, juega con Hele Borisov, creo que es hora de dejarlo en claro, no tiene ni idea de con quién se está metiendo. 

Pasa alrededor de media hora, cuando escucho que toca la puerta, la abro y allí veo a Dominik en su habitual traje sin corbata y el cabello rubio desordenado, sus ojos me penetran en cuanto mi mirada llega a sus rostro. 

—¿Cómo te dejaron entrar? —preguntó firme, aún cuando su presencia me desestabiliza. 

—También me alegra verte. — me hace a un lado para pasar. 

—¿Dónde está Tania? —cada que habla me desconcierta cada vez más ¿que tanto se ha metido en mi vida personal? 

—Está dormida. —murmuró irritada, tomó su brazo y lo llevó a la cocina donde no nos podía oír Tania. —Creo que al parecer no deje las cosas claras. —me ve con intriga. 

—¿De qué hablas? 

—Tengo reglas ¿sabes? Así es como mantengo el orden de mis desliz, —Le explicó, su expresión cambia rápidamente de diversión a molestia. —No te creas la gran cosa por el hecho de que me he acostado contigo más de una vez, en poco me voy a casar y... 

—Eso lo tengo muy presente. —me corta secamente con la mandíbula apretada. 

—... No quiero problemas, ni mucho menos dramas. He dejado que te metas demás en mi vida personal, pero eso ya no lo permitiré más. —Se queda en silencio escuchando atentamente. —No voy a arruinar mi oportunidad por ti, o por nadie. 

—¿Qué oportunidad? —pregunta confundido. Suspiro. 

—Dominik, lo único que a ti te tiene que interesar respecto a mi, es cuando vamos a dejar de follar. —pienso que va armar un drama o que me va a contradecir pero para mí sorpresa me sonríe. 

—Está bien. —Se encoge de hombros restándole importancia. Me quedo muy quieta pensando en ¿por qué no me está contradiciendo? 

—Está bien. —repito en un susurro más para mí que para él. 

—¡Dominik! —me saca de mis pensamientos la voz de Tania. 

—¡Preciosa! —me quedo en mi lugar viendo como Dominik y Tania se abrazan. 

—¿Qué haces aquí? No me digas que viniste a ver a Helen ¿cierto? —Me sorprende ver que Tania tiene mejor humor. 

—Si, bueno a las dos de hecho. Helen me dijo que no estabas bien, y quise venir. —Responde con una sonrisa encantadora. ¿En qué momento le dije eso? 

—Oh. —El buen humor de Tania desaparece, volviendo su rostro triste. 

—¿Sucede algo? —pregunta preocupado. 

—No, no pasa nada. —Ella intenta darle una sonrisa, pero no lo consigue. 

—Está bien, no tiene por qué decirme si no quieres. —Le susurra en voz suave, la pega a ella donde le da un abrazo. 

—E-es, no estoy bien. —y ella rompe en llanto mientras se aferra mucho más a él. La frustración vuelve a mi por no poder ayudarla como quisiera. 

Mi teléfono suena de nuevo, y un montón de mensajes llegan. Leo rápidamenEn esta vida muy pocas cosas me hacen sentir mal, para las personas que muy poco me conocen tal vez piensen que solo me importa lo material, el dinero de mi padre. Pero no es así, lo más importante para mi es mi familia y Tania, aunque tenga muchas discusiones y conflictos con mis padres, los amo a pesar de no decirse los jamás.

Tania me importa mucho, más de lo que debería y más de lo que quisiera. Es mi amiga, ella se auto proclamó mi amiga creo que antes de su nacimiento, desde que tengo memoria ella siempre ha estado para mi, como yo para ella.

Nosotras crecimos en el ojo del huracán, somos hijas de personas muy importantes de una dinastía de hace siglos, nacimos para ser las jodidas reina del mundo, nuestros padres nos prepararon para esto. 

Para lo que jamás nos prepararon, fue para el amor, la familia o el vivir una vida tranquila. Sabíamos cuál iba a ser nuestro futuro puesto que cada mañana desde los dos años nos lo repetían. Ser las dueñas del mundo siempre lo aceptamos, lo que nunca nos gustó fue el hecho de que para ser las dueñas tenemos que tener a un hombre que nos respalde, un esposo que esté a la altura de nosotras. Muchos tienen la estúpida fantasía de que una persona con un apellido tan importante como el nuestro, puede enamorarse de un ser cualquiera, de alguien que no vale ni un peso. Esa es la más ridícula fantasía que tienen los pobres. 

Para mi el problema no es que tenga un esposo, sino lo que implica ese compromiso. Soy egoísta, y un poco narcisista, que no le importa nadie más que su familia y amiga. Nunca me he planteado la idea de tener una familia, por el simple hecho que no la deseo.

Deseo alguien que me complazca en todos los sentidos, vivir una vida juntos, pero que no quiera hijos al igual que yo. Sin embargo, no puedo estar con cualquier hombre, y pues con una mujer ni en mis sueños, me desheredarian en segundos. Hace tiempo dejé de pensar en ese deseo, puesto que la codicia, el poder y fama, son las peores cosas que puedes obtener y aún más cuando las obtienes juntas. 

Hace dos años cuando mi padre decidió darme su imperó, no dude en doblegar mi deseo. Porque para qué quiero un hombre que “ame” si puedo tener el mundo a mis pies. 

Y lo que le está pasando a Tania me lo rectifica, encontrar a un buen hombre que llene mis expectativas es casi imposible. 

—Me van a matar Helen. —mi amiga chilla en su cama. 

—No lo van hacer porque no se van a enterar, te lo juro. —acarició su pelo mientra le habló dulcemente. 

—Soy una m*****a. —su llanto se vuelve mucho más fuerte. El corazón se me estruja al verla tan mal.

—Sólo hiciste lo correcto. Tu no lo deseabas, y te están torturando solo porque están pensando lo que te dirían tus padres si se enteran, cosa que no va a pasar. —Le doy sus medicamentos los cuales la hacen dormir en cuestión de minutos. Paso mis manos por mi rostro en frustración, esto va hacer más difícil de lo que pensé. 

Ya ha pasado una semana desde que se enteró que estaba embarazada, y tres días desde que decidió no tenerlo. Y no me he despegado de ella desde entonces. Mi teléfono no ha parado de sonar a pesar de que le pedí a mi secretaria que cancelara todo lo pendiente para esta semana. 

Aunque eso no quita que mi padre me haya llamado un montón de veces, (las cuales no he contestado) y mi madre que llama a cada nada para los “preparativos de la boda” ha sido una semana muy estresante, tanto para mi como para Tania. 

Mi teléfono vuelve a sonar pero esta vez es un número privado, eso me parece extraño puesto que nadie tiene mi número personal, más que familia. 

Contestó por la intriga. 

—Bueno. —pego el teléfono a mi oreja mientras salgo del dormitorio de Tania.

—Al fin puedo escuchar tu voz. —me quedo quieta a mitad de las escaleras. 

—Cómo carajos obtuviste mi número personal, Bloss. —digo irritada. Una risa suave suena al otro lado. 

—¿Te molesta que lo tenga? 

—¡Por supuesto que sí! —mi voz se eleva un poco sin querer. 

—¿Qué sucede? —quedó en blanco por un momento. 

—Nada. —Intentó sonar firme. 

—¿Dónde estás? —Me desconcierta su tono de voz. ¿Está preocupado? 

—¿Por qué?

—Sólo dime dónde estás. —quedó pasmada por el tono tan autoritario con el que me habla. 

—E-estoy con una amiga. 

—Con Tania ¿cierto? 

—Cómo... 

—Luego te lo explico ¿estas en su casa?

—Si pero... —alegó mi teléfono al darme cuenta que me colgó ¿¡como se atreve!?

Termino de bajar las escaleras irritada por su osadía, no entiendo qué quiere ese chico. He intentado no pensar mucho en el hecho de que me utilizo, y que ahora me está metiendo en su juego. Mientras más lo pienso más hierve mi sangre, nadie, obviamente nadie, juega con Hele Borisov, creo que es hora de dejarlo en claro, no tiene ni idea de con quién se está metiendo. 

Pasa alrededor de media hora, cuando escucho que toca la puerta, la abro y allí veo a Dominik en su habitual traje sin corbata y el cabello rubio desordenado, sus ojos me penetran en cuanto mi mirada llega a sus rostro. 

—¿Cómo te dejaron entrar? —preguntó firme, aún cuando su presencia me desestabiliza. 

—También me alegra verte. — me hace a un lado para pasar. 

—¿Dónde está Tania? —cada que habla me desconcierta cada vez más ¿que tanto se ha metido en mi vida personal? 

—Está dormida. —murmuró irritada, tomó su brazo y lo llevó a la cocina donde no nos podía oír Tania. —Creo que al parecer no deje las cosas claras. —me ve con intriga. 

—¿De qué hablas? 

—Tengo reglas ¿sabes? Así es como mantengo el orden de mis desliz, —Le explicó, su expresión cambia rápidamente de diversión a molestia. —No te creas la gran cosa por el hecho de que me he acostado contigo más de una vez, en poco me voy a casar y... 

—Eso lo tengo muy presente. —me corta secamente con la mandíbula apretada. 

—... No quiero problemas, ni mucho menos dramas. He dejado que te metas demás en mi vida personal, pero eso ya no lo permitiré más. —Se queda en silencio escuchando atentamente. —No voy a arruinar mi oportunidad por ti, o por nadie. 

—¿Qué oportunidad? —pregunta confundido. Suspiro. 

—Dominik, lo único que a ti te tiene que interesar respecto a mi, es cuando vamos a dejar de follar. —pienso que va armar un drama o que me va a contradecir pero para mí sorpresa me sonríe. 

—Está bien. —Se encoge de hombros restándole importancia. Me quedo muy quieta pensando en ¿por qué no me está contradiciendo? 

—Está bien. —repito en un susurro más para mí que para él. 

—¡Dominik! —me saca de mis pensamientos la voz de Tania. 

—¡Preciosa! —me quedo en mi lugar viendo como Dominik y Tania se abrazan. 

—¿Qué haces aquí? No me digas que viniste a ver a Helen ¿cierto? —Me sorprende ver que Tania tiene mejor humor. 

—Si, bueno a las dos de hecho. Helen me dijo que no estabas bien, y quise venir. —Responde con una sonrisa encantadora. ¿En qué momento le dije eso? 

—Oh. —El buen humor de Tania desaparece, volviendo su rostro triste. 

—¿Sucede algo? —pregunta preocupado. 

—No, no pasa nada. —Ella intenta darle una sonrisa, pero no lo consigue. 

—Está bien, no tiene por qué decirme si no quieres. —Le susurra en voz suave, la pega a ella donde le da un abrazo. 

—E-es, no estoy bien. —y ella rompe en llanto mientras se aferra mucho más a él. La frustración vuelve a mi por no poder ayudarla como quisiera. 

Mi teléfono suena de nuevo, y un montón de mensajes llegan. Leo rápidamente el último, el cual me alarma. 

Madre. 

Ya se donde estas, si no viene en media hora, iré por ti Helen.te el último, el cual me alarma. 

Madre. 

Ya se donde estas, si no viene en media hora, iré por ti Helen.

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