Capítulo 3

—No lo puedo creer. —Tania me ve sorprendida por lo que le acabo de decir. —Si que eres mala, amiga. —dice con emoción. 

—Era lo mejor. Yo me voy a casar con Eric y no necesito que una mocosa me amargue la vida. —me encojo de hombros restándole importancia. 

—¿No le piensas decir nada a Eric?

—No, no tiene caso. —seguimos platicando en la cafetería hasta que me doy cuenta que es hora de ir al trabajo. Una vez llegamos me despido de Tania y voy a mi despacho, pero antes de abrir la puerta mi secretaria me detiene. 

—Señorita, su cliente ha llegado. —me informa. «No me acordaba que tenía que atender un caso» pienso. 

—Me recuerda su apellido. 

—Bloss. —Responde dejándome desconcertada. 

—Hágalo pasar. —ordenó antes de entrar a mi despacho. Tomó mi laptop revisando los correos importantes. Intento concentrarme pero es imposible. Bloss, la familia más importante de Inglaterra. Alguien abre la puerta haciéndome levantar la mirada y ver quién entró. Por un momento quedó en blanco revisando en mis recuerdos donde he visto al chico frente a mi. 

—¿Qué? Tan rápido te olvidaste de mí. — dice sonriendo con malicia. Y lo recuerdo, el chico con el que folle hace tres días. 

—¿Qué haces aquí?

—¿No es obvio? Solicito de tus servicios. 

—con los que me relaciono mayormente no los vuelvo a ver pero al parecer, esta será la excepción. Dejo mi molestia de lado adoptando mi lado profesional.

—Bueno, qué tal si toma asiento y me explica qué puedo hacer por usted. —me levantó y señaló la silla frente a mi. Toma asiento y hago lo mismo. 

—Estoy aquí porque quiero divorciarme. —Explica totalmente serio. 

«En g****e no dicen que este casado»

—Bueno, necesito que me digas tus motivos, cuánto tiempo llevan casados, si tienen hijos y si la otra parte está dispuesta a darte el divorcio. —aclaro. Pasa su mano por su nuca, no parece incómodo yo diría que agobiado. Lo detallo y no puedo evitar tener recuerdos de esa noche. «concéntrate» me reprochó. 

—Nos casamos hace tres años, no tenemos hijos. —explica. —simplemente no quiero nada que tenga que ver con ella. Y Laura dudo que quiera darme el divorcio… —dejó de escuchar lo que dice en cuanto dice ese nombre. 

—¿Laura que? —la interrumpo. No puede ser, tal vez sea una coincidencia ¿no? 

—Santana. —Siento como baja mi presión. No, m****a. —¿Estás bien? Estás pálida, necesitas agua, espera. —antes de que pueda levantarse lo hago primero dándole una mirada acusadora.

—Tu lo sabias. 

—¿Qué? —se hace el inocente, mi sangre hierve de la furia. Me acerco a él rápidamente y él se levanta. Sin darle tiempo a nada le doy una fuerte cachetada. 

—¿¡Por qué no me lo informaste!? —Cuestionó señalando lo. —¿¡Por qué ella no lo dijo!? Joder ella nos vio. Ni siquiera sabía que estaba casada. 

—Ella no lo sabe. —Lo miro confundida. —Ella estaba muy tomada cuando me acerqué a ti, por lo que ni me noto. Estaba muy ocupada con su pareja. —Se encoge de hombro. No entiendo nada. 

—Joder, si mi padre se entera. —pienso en voz alta mientras paso mis manos por mi rostro. 

—¿Qué hará? —pregunta con un tono de voz más profundo. 

—Calla. Mejor dime ¿por qué no vas a contratar a otro abogado? Yo no voy a llevar tu caso, así que Lárgate. —ordenó pero él niega con la cabeza. 

—No, tú vas a llevar mi caso.—sentencia y suelto a reír. 

—Lárgate ya. —lo miró desafiante a pesar de estar de lo más tranquilo con una mirada divertida. 

—No. —me empieza a exasperar. 

—Si no te vas… 

—Qué, vas a llamar a seguridad. 

—... Te sacaré yo. 

—Quiero ver eso. —me molesta ver su estúpida sonrisa maliciosa. —Mis ojos están aquí, linda. —señala sus ojos al ver que estaba viendo sus labios. Tomó una bocanada de aire y cierro los ojos intentando calmarme para no cometer una locura. En cuanto los abro lo tengo frente a mi, no me tiempo a reaccionar cuanto  tengo sus manos en mi nunca y sus labios contra los míos. Me muerde el labio inferior al ver que no le sigo el beso, coloco mis manos en su pecho intentando quitarlo. Cuando consigue adentrar su lengua en mi boca lo tomó del cabello jalando lo hacía atrás, haciendo que suelte un jadeo. 

—Esto no es buena idea. —Le advierto con voz agitada. 

—Nadie tiene por qué enterarse. —sin dejarme protestar me sube al escritorio y se arrodilla subiendo mi falda hasta mi cintura y desliza mis braga hasta quitarlas. 

Quedando completamente expuesta ante él quien me mira con lujuria, mi coño se moja con tan solo su mirada puesta en ella. 

—¿Quiere hacerlo? — lo miró desconcertada. ¿Por qué pregunta siempre antes de hacerlo? 

—Creo que ella ya respondió por mí. — Respondo viendo mi coño ansioso por su atención. Suelta una pequeña carcajada antes de llevarme a la orilla del escritorio y meterse entre mis piernas. 

Tomó su cabello y marcó el ritmo que quiero, con la destreza que usa su lengua me da a entender que no es ningún inútil inexperto, él sabe lo que hace, tocando los puntos clave que me hace retorcer de placer y tener que morder mi labio inferior para no gemir como desquiciada. 

—Creo que la que se volverá loca soy yo. — Le digo jadeante, suelto un gemido cuando siento como Introduce dos dedos en mi cavidad. No soy capaz de quedarme en esta posición, me recuesto en el escritorio y tomó con más fuerza su cabello, muevo mis caderas al compás de sus movimientos obteniendo más placer. —Dominik, no pares. — lloriqueo en cuanto mis piernas se aprietan en su cabeza con fuerza mientras muevo mis caderas con más desesperación, los temblores se empiezan hacer presente, sus lengüetazos se vuelven más rápidos y agresivos al igual que sus dedos dentro de mi.

—Maldición, Dominik. — Gimo por lo alto antes de llegar al clímax. Me dejó caer por completo en el escritorio aún con mis piernas teniendo pequeños espasmos. 

Aún me cuesta asimilar que me haga venir tan rápido, pensé que era por que estaba tomada ese día pero su sola presencia basta para encenderme. 

—Eres un imbécil. —Murmuró sin verlo. 

—Que poco creativa eres con los insultos. — Apoyo mis codos en el escritorio para poder observar como su cabello rubio cae desordenado sobre su rostro, como sus labios están rojos y su ropa sigue intacta, en cuanto llegó a sus ojos noto que me observa en silencio. —¿Qué? — Cuestionó. Él niega lentamente. 

—¿Cómo sabes mi nombre? — Me levantó para quedar sentada en el escritorio. 

—Eres un Bloss. — me encojo de hombros esperando que eso sea suficiente para él. Pero no lo es, arquea una de sus cejas esperando que diga más. —Todas las empresas y firmas de abogados pelean entre ellos por ver quién logra hacerse socio de la familia Bloss. Me dio curiosidad saber de ustedes, así que investigué algunas cosas. — Me bajo del escritorio y tomó mis bragas, me las coloco y acomodo un poco mi ropa y cabello. 

—Nos vemos luego. — Me da un beso fugaz en los labios antes de irse rápidamente y desaparecer de mi vista. Dejándome confundida, intento mejor no tomarle importancia, voy al baño donde me aseo un poco antes de volver a salir, y acomodar las cosas que tiré al suelo. 

En cuanto terminó tomó mi teléfono que tiene varias llamadas perdidas de mi madre. Cuando le voy a marcar ella vuelve a llamar. 

—¿Qué necesitas? 

—Te necesito en la tienda de vestidos en diez minutos. —Responde molesta y me cuelga. No tarda mucho cuando me manda la ubicación. 

—Aquí vamos con la farsa. —susurro. Tomó mis cosas y salgo de la empresa. 

«A este paso voy a tener un monto de trabajo acumulado» 

Subo al auto y lo pongo en marcha. En cuanto llegó a la tienda estacionó y me adentro. Lo primero que veo es a mi madre con una copa de vino en sus manos mientra ve los vestidos. En cuanto me acerco ella se percata de mi presencia y me da una mirada de reproche. 

—Llevo aquí desde hace una hora. ¿Dónde estabas? —no deja que le responda sólo me da la espalda y me doy cuenta que no vino sola. —Entra a probarte el primer vestido. —me ordena mi madre. 

Hago lo que me dice, me adentro en un cuarto donde lo primero que noto es el vestido pomposo que sostiene una chica. 

—Maldición. —quiero gritar al ver el vestido que eligió mi madre. Me controlo y dejó que me ayuden a ponerme el vestido. Salgo con el vestido echa una furia. 

—Te ves preciosa cariño. —me halaga mi madre y las chicas chillán de la emoción que no comparto, y menos Amanda. 

—No es cierto, me voy a asfixiar de tantas  capas que tiene. —mi madre pone los ojos en blanco. —No voy a usar esto en mi boda. 

—No exageres si te vez linda. —Laura es la que habla y por un momento no respiro.

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