Lo que Giovanni es

Detrás de aquel elegante y fino escritorio de roble, Giovanni movía las piezas de un lujoso juego de ajedrez que parecía de marfil. Con sus ojos perdidos en la nada, meditaba en silencio sobre aquella chica, Regina Martinelli, y aquel inconfundible aroma que lo cautico en el mismo instante en que lo percibió. Durante toda su vida había sabido que necesitaba una pareja, los lobos, aunque se tenia la creencia de que eran solitarios, en realidad no lo eran, necesitaban de una manada y una manada necesitaba de su alfa y de su compañera beta para prosperar, y el, jamás había encontrado a su mate antes. La ansiedad que le provocaba el no tenerla ya debajo suyo, en su cama y entre sus sabanas, lo estaba consumiendo. No había ningún error, estaba claro que Regina era su mate, la única destinada a ser suya y no la dejaría irse tan solo porque ella no lo entendiera, ¿Qué había por entender? El era un animal, podría parecer un humano, pero era un animal, sus instintos eran los de un lobo y necesitaba aparearse, marcarla como suya cuanto antes y comenzar a tener descendientes, eso era lo que mas deseaba. Sin embargo, sabia que ella aun no estaba lista, el aroma de su sangre le decía que aun no despertaba su verdadera naturaleza. Tendría que presionar a que su despertar ocurriera, pues no estaba dispuesto a seguir esperando después de 500 años solo.

Regina volvía a casa después de hablar con el sacerdote, quien, evidentemente, no creyó ni una sola de sus palabras, pero no lo culpaba, ¿Quién podría? Todo su relato la hacia ver como una consumidora de estupefacientes o una demente esquizofrénica, nada de lo que estaba ocurriendo tenia sentido para ella, y eso, la frustraba. Mirando aquella biblia y luego, aquellos crucifijos, agua bendecida y demás afiches que aquel joven seminarista que la atendió primero le dio, decidió deshacerse ella misma del problema, no dejaría que un demonio, loco o lo que fuera, le arruinara mas la vida, su existencia por si sola ya era lo suficientemente problemática para tener un pesado problema mas con el que lidiar.

Llegando a casa, no se sorprendió de encontrar todo oscuro y en silencio, su madre no estaba, seguramente andaba por allí bebiendo con alguna mala compañía como había hecho desde la muerte de su padre, su hermano menor, no era necesario preocuparse por él, era lógico que estaba con doctor Lombardo seguramente hablando de tonterías sobrenaturales como siempre. La casa lucia mas oscura de lo habitual, y tragando saliva, la joven se adentro hacia su recamara sin desprenderse de aquello objetos religiosos. Se sentía como una idiota, ella ni siquiera creía en Dios, pero allí estaba, jugando a ser una exorcista de algo que seguramente no era sobrenatural. Aquellas sensaciones sobre su piel y el conocer el nombre de ese hombre sin que se lo dijera directamente, debían tener una explicación lógica, su mente no podía ni quería asimilar que aquello era algo paranormal, era ridículo solo pensarlo.

Entrando a su cuarto, pudo ver que estaba vacío, no había ningún millonario semi desnudo allí, suspiró aliviada y dejo aquellos objetos juntos al buro de su cama, dejándose caer en ella, cerro los ojos, aquellos habían sido días demasiado largos y tan solo deseaba descansar, ni siquiera tenia apetito. Entonces, sintió un enorme peso subir sobre ella, y al abrir sus ojos, pudo ver unos que fácilmente reconoció, azules y profundos como el océano, así como un rostro perfecto y varonil.

—Esto, no me esta pasando — dijo para si misma mientras miraba la sonrisa cínica de Giovanni a unos centímetros de su rostro.

—Oh si, esto esta pasando Regina, y no podrás escapar de mi —

Regina, estirando su brazo para tomar aquellos objetos religiosos de su buro, de un solo movimiento y tomo el agua bendecida y la abrió para vaciarla toda sobre el rostro de aquel hombre y ella misma.

—¡V-Vete de aquí demonio! ¡Te reprendo! — grito empujando a aquel hombre para sacárselo de encima mientras tomaba una cruz para sostenerla frente a ella y Giovanni.

Giovanni comenzó a reírse de una manera burlesca ante aquel repentino e infantil acto realizado por su mate.

—Bastante refrescante, debo decir, pero, ¿Qué esperabas lograr exactamente? — se río de ella y luego, la tomo de la mano con la cual sostenía aquella cruz.

Regina sintió como sus piernas se debilitaban mientras Giovanni la tiraba sobre la cama para luego posarse nuevamente sobre ella.

—No soy un demonio cariño, tus cruces, biblias y demás, no funcionaran en mí, deberías de saberlo, pero, si tanto deseas que sea un demonio, lo seré para ti y te seduciré como uno, me excita la idea de un juego erótico como ese — el aliento caliente de Giovanni chocaba contra el cuello blanco de Regina.

Aspirando nuevamente su delicado aroma natural, aroma que le recordaba a las noches de luna llena donde el roció empapaba las flores silvestres de las montañas.

Regina se paralizo cuando nuevamente sus ojos chocolate se cruzaron con los azules de Giovanni, y durante un momento, pudo verse con él, ambos amándose en cuerpo con una pasión como nunca antes había creído o siquiera pensado. Toda su vida jamás había pensado en el amor, ni siquiera había tenido un novio o algo que se le pareciera, era patética, lo sabía, pero en ese momento, quería besar aquellos labios carnosos de Giovanni que la invitaban a pecar de manera obscena y salvaje y sin darse cuenta, su propio cuerpo respondía a él, sentía su aroma inundando sus fosas nasales y quería besarlo aún más, sentir su cuerpo desnudo sobre el de ella, pero, teniendo un breve momento de lucides, recupero la compostura.

—Aléjate de mí maldito acosador — dijo no demasiado convencida e intento quitárselo de encima nuevamente. Giovanni sonrió maliciosamente.

—Eso es imposible, tu eres mía, mi mate, aunque no lo entiendas…o quizás, si lo entiendes, al menos, tu cuerpo lo entiende, ¿Creíste que no notaria el aroma de tu excitación? Tu tambien me deseas, tu no quieres que me vaya, pero tu mente humana y mediocre no te deja obedecer a tus instintos. No te preocupes, te ayudare a despertar al animal que hay en ti Regina — dijo con voz ronca y seductora el lobo quien recorría con sus manos delineando la femenina figura de Regina.

En ese momento, la joven sintió como un poderoso escalofrío, casi como una descarga eléctrica, la recorría de pies a cabeza. Las manos de Giovanni acariciaban su cuerpo de una manera casta, sin tocar sus intimidades, pero, logrando despertar en ella sensaciones pecaminosas y prohibidas como nunca antes las sintió y de nuevo el aroma a madera y lluvia entro en su nariz haciéndola desear algo mas que solo toques recatados de parte de las grandes manos del hombre.

—¿Qué eres tú? ¿Quién eres en realidad? — pregunto con la voz entrecortada mientras miraba a aquellos ojos azules que por un momento se le figuraron amarillos y salvajes.

Giovanni, extasiado por su aroma, la tomo por los cabellos sin lastimarla, y la beso con fiereza, reclamándola a ella como suya y sintiendo mas que el solo deseo de procrear. Regina despertó en él, un deseo de protegerla.

—Yo soy Giovanni Francesco, un hombre lobo y el alfa de mi manada, y tú, Regina Martinelli, eres mi alma gemela, mi luna…mi mate — respondió para volver a besarla con pasión por segunda vez en esa noche.

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