Capítulo 4 Visita Inesperada

Henry intervino en la conversación, pidiendo a su hermana que le colocase varios rollitos de queso y jamón, en ese momento los chicos llegaron, todos comenzaron a tomar sus puestos, sirviendo el vino, las copas de agua. En ese momento sonó el timbre y Naomi en pie, hizo gesto de aplauso mirando por la ventana, a paso rápido abrió la puerta, se escucharon voces en la salita, el hombre en cuestión se disculpaba por los quince minutos retrasado, pedía disculpas una y otra vez. 

Entraron en el amplio salón, Naomi presentó a su familia, la de su hermano, la abuela, todos le dieron una cordial bienvenida, dando las gracias se unió a todos en la mesa.

-Disculpen mi tardanza cosas de última hora que no se pueden posponer, los gajes del oficio-.

-No te preocupes, esta cena será inolvidable-. afirmó Naomi mientras sonreía con júbilo.

-No se diga nada más, estábamos por cenar, todo está delicioso-. Dijo Frank, a la par que echaba manos de los rollos de queso, y le pasaba al invitado.

La abuela le dijo que de ahora en adelante sería el invitado estrella, todos comenzaron a hablar de las exquisiteces que allí estaban ahora degustando, Naomi alabó la cocina de su hermana, él aprobó dando un mordisco seco a los rollos de queso, y el puré. El timbre sonó y Naomi se apresuró para abrir la puerta. Angélica acaba de hacer su llegada con donaire, entro al salón, saludando a la abuela con afecto, le había traído unas rosas, que lucían hermosas, Henry le invitó a tomar asiento a la mesa, Juan Carlos se colocó de pie, para estrechar su mano con suma caballerosidad.

Disculpándose Naomi, fue a la cocina dándole a su hermana la noticia que el invitado ya estaba en casa, igualmente Angélica.

Por ella no hubiera salido, le molestaba que su hermana ofreciera cenas sin consultarle primero, además le había mentido, se creía que era un invitado, ahora tendría que soportar a la malcriada de Angélica, la verdad le parecía, superficial, banal y tonta, aun así, era la directora de Turismo de Cadaqués. Ani respiro profundo, segundos después apareció en el comedor con el pastel en manos, lo colocó allí en el centro de la mesa. Juan Carlos se excusó y fue hacia la salita, allí tenía una caja de donde extrajo un paquete, dos botellas de vino y un ramo de rosas, en el momento en que ingresaba al comedor, una figura avanzaba hacia el salón, quedando estático, Ani estaba ahora allí en el comedor, tomando el pastel le deposito en los platos seleccionados.

-Te presento a mi hermana Ani-. dijo Naomi, mientras sonreía.

-Mucho gusto Juan Carlos, es un verdadero placer conocerla-.

-Un gusto- Ella extendió su mano-.

-Señorita Ani, esto es para usted, un pequeño detalle-.

-Gracias están hermosas-. Ella le hizo ademán que tomara puesto en el comedor.

-Juan Carlos-. Replicó Naomi. -Te presento a la señorita Angélica, es la directora de turismo, le invité a nuestra cena-.

-Mucho gusto-. Dijo mientras le tomaba la mano-.

-Oh, es un verdadero gusto para mí, me han hablado mucho de ti, solo cosas buenas, no estaría mal invitarnos un café-. Angélica le hizo un guiño con el ojo, era un hombre atractivo, muy atractivo.

-Creo que exageraciones de mi querida amiga-. Se acomodaron en sus puestos y la cena empezó de forma amena, Naomi contaba sus anécdotas del día, preguntando a Juan Carlos como lo había pasado.

Henry le pregunto a Juan Carlos, donde vivía.

-Tengo una propiedad en Cabo de Creus, una casa pequeña antigua, no contó acerca de la remodelación que había hecho, ni ningún otro detalle, pero era una villa que había conservado tal como estaba, le había hecho algunos retoques, que sumaban belleza a la propiedad. Su abuelo se la había dejado al morir. -Con decirte que me perdería en ella de lo pequeña que es-. Las risas se hicieron escuchar.

-Creo que te he visto-. Dijo Henry. -Por los lados de Caials-.

-Sí, vivo por esos lados, es tranquilo, solo está a unos diez minutos del centro, y unos cinco a pie de la playa más cercana, por eso me encanta tanto este pueblo, el mar haciendo de fondo con sus pintorescas calles, eso fue lo que la hizo tan atrayente a muchos pintores, entre ellos Dalí-.

-Sí, exacto, no se puede ignorar la preciosa vista desde allí, el mar, mediterráneo y el cabo de Creus-. Afirmó Henry. -Tenemos todo en cuanto a gastronomía, ocio, y aguas cristalinas-.

 -El faro es un precioso lugar, lo que más me encanta es la vista que tiene, es inexplicable-. Expresó la abuela. -Como también donde usted vive doctor, he estado por la zona, tengo una vieja amiga allí-. 

En el comedor, todos asintieron con la descripción, era un lugar muy hermoso, entre chistes, bromas y demás la conversación continuó amena, Juan Carlos la miraba de tanto en tanto, él contó algunas anécdotas de trabajo, a las que Naomi no se quedaba atrás, Ani la miró un tanto apenada, no quería que pensara que quería opacarle, pero el reía de buena gana.

Él se quedó mirándole su rostro angelical, tenía unos hermosos labios, un cuerpo atlético, era alta, cabellos castaños claros, podían verse reflejos rojizos, piel con perfecto bronceado. Era hermosa, muy hermosa, y aun así en aquel sencillo vestido resaltaba, su comida era como ella, exquisita.

Ella le miró para luego apartar sus ojos con disimilo. Angélica le preguntaba sobre su tarea de ser médico, a su vez que contaba que tenía una tía neuróloga en Madrid.

Sonreían todos, y al llegar la hora del postre, sus miradas se cruzaron, la cena continuó en el salón animadamente.

Naomi hacia sus acostumbrados chistes de cuando eran chicos, de cómo le gastaba bromas a su hermana haciéndole llorar, o la vez que había llenado su jarra de té con barro, imitando que había hecho chocolate, Ani había llorado por horas y horas. Ani no tuvo más remedio que dejarla hablar como lora parlanchina, la dejaría lucirse.

Angélica hablaba sin parar de su apartamento, su nuevo coche, un regalo de su padre, nada más escucharla era deducir que su padre complacía todos sus caprichos, hasta ese trabajo era producto de esas amistades que se forman por diplomacia, su padre era un adinerado magnate, Angélica era alta, blanca, cabellos rubios, unos preciosos ojos azules profundos resaltaban su rostro, sus manos delicadas, uñas perfectamente arregladas, lucía un vestido negro a media pierna, ceñido al cuerpo, una pequeña estola en tonos blanco y negro haciendo juego, su maquillaje perfecto, era hermosa, sexy, llamativa, Ani miro a Naomi con disimulo, sí que sabía ser una pequeña zorra, y muy astuta.

Las horas avanzaron y los invitados comenzaron a retirarse, Juan Carlos le consultó para solicitar un taxi, había dejado su coche en casa, al saber que tomaría algunas copas, había sido lo mejor.

El taxi llegaba, se despidieron de beso en la mejilla, le dio las gracias por tan bella velada, ella por tan buen sentido del humor.

Cuando tomó su abrigo no se percató que su teléfono se le quedó en el sillón de la sala, una vez puesta su chaqueta, abordo el taxi.

Una hora más tarde mientras Ani recogía todo el desorden de los chicos, junto con lo que había quedado en el comedor, encontró el teléfono en el sillón, recordó que se había sentado allí. Era de él, no había duda, se preparó una taza de té con unas gotas de limón, se acomodó en la silla de la barra de la cocina, mientras lo enfriaba, evocó su mirada, de pronto su rostro se iluminó, llamó a Henry, mientras tomaba nota en una servilleta a prisa, se dieron las buenas noches, para ella aún no había terminado la noche, se apresuró a vestir un pulóver, y emprendió un viaje en su bici.

Juan Carlos giraba la llave en la puerta principal, en ese instante Teo su fiel amigo, ladraba dándole las buenas noches, era un hermoso Golden retriever, siempre le gustaba estar al tanto de todo desde el balcón de casa, gustaba de la música, razón por la cual Juan Carlos le dejaba el equipo de sonido encendido, al abrir la puerta corrió hacia el lanzándose a sus brazos. Fue a la cocina y le dio su merecido premio. Teo venía con sus pantuflas colocándolas al pie del sofá, ladró en señal que se las colocara. Su galleta se la había ganado. Juan Carlos se había mudado apenas un año atrás a la casa, la había adquirido de su abuelo que, al comprarla, cambió de idea y se mudó a otro lugar, quedando para él, era una casa grande, tenía a pocos minutos el deleite de cara al mar, disfrutaba ver el atardecer, en las noches disfrutaba el paisaje mientras escuchaba a Yanny en la impecable pieza, Nostalgias.

Había remodelado la propiedad en un precio razonable, los ahorros de varios años habían valido la pena, pues hizo remodelación en algunas zonas, la cocina había quedado hermosa, el balcón, la terraza, poseía una bella alberca abajo en el jardín, gustaba de estar en casa cuando no tenía turno, o descansaba, aunque conservó muchos de los detalles, sus pisos, paredes, en el jardín había hecho un hermoso comedor cubierto con un fogón a leña, le encantaba, así como el jardín lleno de plantas y flores, le daban un toque único. tenían un matiz hermoso.

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