Fiesta de compromiso

Bajamos hasta la sala principal, y casi trastabillo al final al notar que hay, por lo menos, cien personas más de las que dijo.

Él también se muestra bastante desconcertado, y toma mi mano con más fuerza al darse cuenta de que casi me caigo. Los invitados nos aplauden y comienzan a felicitarnos a medida que pasamos a través de ellos, pero me siento aturdida y lo único que puedo hacer es seguir a Alex y no sacarle la vista de encima.

Se detiene frente a todos y se aclara la voz. Me toma de la cintura para pegarme más a su cuerpo y comienza a hablar.

—Guau… la verdad que no me esperaba tanta repercusión —dice riendo con incomodidad—. Dije que iba a ser algo íntimo, con familiares y amigos más cercanos, pero veo que alguien se tomó la libertad de mandar más invitaciones por mí. —Mira directo a su madre—. Obviamente que son todos bienvenidos, pero me podrían haber avisado, así preparaba algo mejor… En fin, de todos modos, gracias por venir.

—Lo que pasa es que Alex Byrton no se casa tan fácil, queríamos conocer a la mujer que te hizo cambiar de parecer tan rápido —expresa una morena de ojos verdes saliendo de detrás de un tipo gigante.

El semblante de mi acompañante cambia de manera abrupta, se vuelve serio, noto que aprieta la mandíbula de manera tensa y su mirada se ensombrece.

—Amelia… Esperaba a cualquiera, menos a ti —le dice Alex esbozando una sonrisa falsa.

—Como te dije, no cualquiera cambia a un hombre como tú tan rápido —replica ella, también sonriendo, aunque su labio inferior tiembla—. Me alegra saber que al menos tú superaste nuestra relación.

—¿Nuestra relación? —inquiere él riendo con ironía—. ¿Qué relación, Amelia? ¿Aquella en la que no parabas de hablar de ti y en el futuro que tú querías para mí, pero que no era lo que yo quería?

Ella es la ex de él… ¿Alguien puede decirme qué demonios hago acá parada, en medio de toda esta tensión que se puede cortar con un cuchillo? Lo peor de todo es que siento todas las miradas sobre mí, como si estuvieran esperando a que yo haga algo.

Observo con atención la sonrisa maligna de Emma y me doy cuenta de que ella la invitó, ¿para qué? ¿Para hacerle pasar un mal momento a su hijo? Ahora entiendo porqué Alex quiere salir del negocio familiar, su madre es una bruja.

—Amelia, te pido que te retires —agrega Alex con tono cortante. La nombrada abre la boca con sorpresa—. Si lo que viniste a presenciar es solo para burlarte de mí o de mi prometida, entonces, vete.

—¡Ja, ja! Iluso, si piensas que me quedaré a ver qué tan falsa es tu relación…

—¿Falsa? —la interrumpe. Yo me pongo aún más nerviosa, creo que todo el mundo se dio cuenta de que esto no es verdad—. Maia me hizo más feliz y me dio más amor que tú en cinco años.

Amelia da un respingo y se lleva una mano al pecho con expresión entre ofendida y dolida.

—Maia, lo siento por ti, pero te aseguro que Alex no es tan dulce como lo pinta —manifiesta ella mirándome a mí antes de dar media vuelta e irse.

Por más que sea una ex, probablemente enojada, algo me dice que debería creerle.

—¿Estás bien? —me pregunta Alex por lo bajo. Niego con la cabeza, quiero ser sincera por una vez.

Suspira y me arrastra hasta la cocina, cerrando la puerta tras él, sin importarle que en la sala haya cien invitados esperando por nosotros.

—Escúchame, Maia, no sabía que iban a venir todos, y mucho menos sabía que iba a venir mi ex. Si lo hubiera sabido, no habría hecho esto. No le creas nada de lo que Amelia diga, no terminamos bien, para ella solo soy el tipo malo porque nunca aceptó hacer una introspección —murmura tomando mi rostro entre sus manos con aspecto preocupado.

—Me da igual, solo terminemos con esto rápido. No puedo fingir frente a tantas personas —replico apartando su mirada.

—Yo sé que te estoy metiendo en un problema gigantesco, pero te prometo que no voy a dejar que te lastimen, que te hagan sentir menos, porque… si bien todavía no nos conocemos, sé que eres una mujer increíble. Y créeme, mi mamá fue la que planeó todo esto, apuesto que lo hizo para seguir descubriendo si lo nuestro es falso, ¡y no quiero que ella gane! —contesta—. Hoy es el día más difícil de los dos meses que tenemos por delante, si superamos esto, superamos todo.

Tengo que admitir que eso fue un discurso inspirador, y también tengo que decir que su madre se merece que la abofeteen con fuerza. ¿Por qué no creería en el compromiso de su propio hijo? Definitivamente, ahora me estoy dando cuenta de que Alex necesita mi ayuda para escapar de las garras de esa mujer malvada.

Observo sus ojos azules, brillantes e implorantes para que le diga algo. Solo me queda suspirar y asentir con lentitud.

—¿Acaso tengo otra opción? Cuando acepté tu propuesta, ya sabía en lo que me estaba metiendo… —Esbozo una pequeña sonrisa—. Solo tratemos de que se vayan rápido.

—¡Gracias, gracias, gracias! Sinceramente, no sé cómo devolverte este favor, siento que el dinero es poco.

—No te preocupes, Alex.

—¿Todo bien ahí dentro? —cuestiona una voz masculina desde el otro lado de la puerta.

—Sí, papá, ya salimos —responde mi acompañante en voz alta. Luego me dedica una sonrisa y acaricia mi mejilla con suavidad—. Esta vez no voy a besarte, aunque muera de ganas.

Toma mi mano y me tira hacia afuera, sin dejar de sonreír.

—Bueno, ahora que se fue mi ex, la cual opacó el momento por completo, quiero presentarles a todos ustedes a la belleza en persona, a la única mujer que conquistó todos mis sentidos y que me hizo amar como nunca amé en la vida…

«Es falso, es falso, es falso, no te enamores, no te enamores», me tengo que repetir mentalmente. Es tan buen actor, que sus sentimientos parecen reales. Tengo ganas de llorar, jamás me dijeron palabras tan lindas y, una vez que lo hacen, es todo de mentira.

Emma me mira con los ojos entrecerrados, ¿tan mal le caigo? Yo le devuelvo la expresión con una sonrisa de oreja a oreja y me aferro aún más del brazo de su hijo. Me da la sensación de que esta mujer, tarde o temprano, me va a dar varios dolores de cabeza.

A pesar de que todos los invitados se muestran satisfechos con lo que Alex está diciendo, la señora sigue con su semblante completamente serio.

—¿Por qué no dice ella unas palabras? Estás hablando mucho, hijo —lo interrumpe de repente, haciéndose la buena samaritana.

—Es que es tímida, mamá… —murmura él, riéndose con incomodidad.

—Está bien, puedo hablar —manifiesto tomándolo por sorpresa. ¿La voy a cagar? Probablemente, pero la vieja no se va a salir con las suyas. Entre estar de su lado o el de Alex, prefiero mil veces estar del lado de él. Me aclaro la voz, pensando en qué puedo decir, algo inventado pero que no suene falso—. Bueno, conocí a Alex cuando más lo necesitaba. Él me sacó de un lugar horrible, estaba en mi peor momento, pero apareció… con sus ojos azules y su sonrisa de galán que me conquistó desde el primer momento, y supe que iba a ser mi salvador toda la vida. —Me sorprende no sentir mis mejillas hirviendo, sobre todo porque hay miles de ojos sobre mí y los de Alex son los más intensos—. Si alguien más piensa que esto es falso, está invitado a irse, la puerta está abierta. No quiero compartir nuestra felicidad con gente que no la respeta. —Clavo mis ojos en la señora, que creo que está de color violeta a causa del enojo.

—Gracias, Maia, aunque en realidad tú me rescataste a mí —dice dándome un beso en la frente y me guiña un ojo—. En fin, que empiece la fiesta, ya basta de cursilerías. —Se ríe y me da un abrazo mientras hace un gesto a los mozos para que comiencen a repartir comida y bebida—. Estuviste genial, deberías considerar ser actriz —susurra en mi oído.

—Quizás tenga suerte en Hollywood —contesto de manera divertida. Él suelta una carcajada—. ¿Te ofendes si te digo porqué lo hice?

—Por mi mamá —responde sin dudarlo y se encoge de hombros—. Ya me di cuenta, no paraba de mirarte con odio, y creo que en este momento no eres su persona favorita en el mundo.

—No me sorprende. Lo bueno es que no es mi suegra real, por lo que no voy a tener que aguantarla por mucho tiempo.

No responde, solo esboza una sonrisa cordial.

—¿Te molesta si me voy un instante a hablar con algunos amigos? —me pregunta. Hago un sonido negativo.

—Para nada, yo voy a aprovechar ese mueble para esconderme —contesto señalando un aparador detrás de él. Se ríe y aprieta mi mano a modo de despedida antes de alejarse.

Tengo la sensación de que no voy a volver a verlo en toda la noche.

Agarro una copa de champaña y unos pequeños aperitivos salados que no tengo idea de qué son, pero que están deliciosos. De lejos observo a Alex acercarse a un grupo de cuatro hombres, también bastantes lindos y fornidos, y lo abrazan con fuerza antes de estallar en risas, probablemente por el comentario de alguno de ellos.

La música suena más alto, y me siento en el sillón a seguir comiendo y tomando al ver que pasaron treinta minutos y todavía nadie se acerca a mí ni para saludar y, para colmo, todos están felizmente bailando y hablando entre ellos. Debo parecer una amargada, creo que soy yo la que tiene que acercarse a los invitados, pero soy tan tímida que no podría aguantar una charla de dos minutos con un desconocido.

Suelto un bufido luego de comer un cuenco de aceitunas y noto una presencia a mi lado.

—Vaya fiesta de compromiso, ¿no? —comenta una mujer de aproximadamente sesenta años, aunque está muy bien cuidada—. Mi marido también me dejó en medio de la fiesta para irse con sus amigos, y entiendo que te sientas menospreciada, pero créeme, te aseguro que Alex es excelente.

—¿Y usted quién es? —quiero saber con curiosidad, aunque se escuchó algo bastante brusco—. Perdón, me refiero a si…

—Conozco a Alex como la palma de mi mano. Él es mi ahijado, aunque, para mí, es como mi hijo. Te aseguro que le cambié más pañales que su propia madre. —Se ríe por lo bajo—. Me llamo Gabriella y fui la cuidadora de tu futuro esposo por mucho tiempo. Y ahora soy su consejera, si es que eso no te molesta.

—Para nada, me alegra saber que tiene alguien en quien confiar… creo que no se lleva muy bien con su madre.

Suelta una carcajada que me hace sonreír y aprieta mi mejilla como si me conociera de toda la vida.

—¡Jamás se llevaron bien! —Se acerca más a mí—. Yo le di la idea de la esposa falsa, no debes fingir conmigo, linda…

Se prenden sirenas de alerta en mi cabeza. ¿Será real? ¿Estará mintiendo para ver cómo reacciono? ¿Qué debería hacer?

Como si Alex hubiera sentido mi miedo, aparece en el momento justo y toma mi mano para llevarme a la pista de baile. Después de darme un par de vueltas, se da cuenta de que algo me pasa.

—¿Todo bien? —me pregunta al notarme preocupada—. ¿Es porque te abandoné por un rato? Perdón, es que no veo a los chicos hace como una semana y no me dejaban en paz. Luego te los presento, seguro te caerán bien…

—¿Conoces a esa mujer? —lo interrumpo, señalando disimuladamente a Gabriella. Sonríe y asiente con la cabeza.

—¿Te dijo que sabe que eres mi prometida falsa? —quiere saber. Hago un sonido afirmativo—. Bueno, tiene razón, ella fue quien me inspiró a buscar a una mujer que me haga este pequeño favor, así que no tienes que mentirle ni fingir que me amas cuando esté ella cerca. Pero mi mamá está dando vueltas, y a ella es la que hay que impresionar.

—Sí, la estoy viendo —replico mirando sobre su hombro. Chasquea la lengua.

—No va a parar hasta que nos vea besándonos, me lo dijo. —Lo miro con una sonrisa y detiene el baile por un instante—. ¿No estarás pensando en…?

—¡Para nada! —miento. La verdad sí estaba pensando en besarlo, pero tampoco quiero darle el gusto a él tan rápido—. Alex, creo que tu mamá está del lado de Amelia.

—¡Claro que lo está! —exclama, volviendo a tomarme de la cintura para moverme al ritmo de la música—. Sino no la hubiera invitado, corazón.

Me da un giro de trescientos sesenta grados y me atrae hacia su cuerpo, provocando que choquemos con fuerza. Aunque fue divertido, también dejó mi corazón acelerado a mil por hora.

—¿Sabes? Creo que un beso no nos haría mal —murmura esbozando una media sonrisa.

—Yo creo que sí. Todos están esperando a que nos besemos, pero recién empieza la noche, ¿no? —digo con tono travieso, y arquea una ceja—. Solo disfrutemos la fiesta por ahora. Si al final no estoy borracha, te voy a besar.

Se ríe y niega de manera incrédula.

—Esta noche me estás llenando de sorpresas, Maia. Voy a hacer cualquier cosa con tal de que no te emborraches, así que vete preparando.

Sonrío y seguimos bailando en silencio. Ahora quiero ver qué es lo que está dispuesto a hacer con tal de un beso mío.

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