Capítulo 1

—¿Mecha? ¿Dónde está ella, no llegó a trabajar hoy?—gritó Lori, al ingresar al canal y no ver a su vestuarista.

—¿No lo sabías? Ella, firmó contrato con el canal vecino. Le ofrecían el doble de salario —comentó su compañero, a quién le estaban retocándole el maquillaje.

—¡Por favor! Años trabajando aquí, y se va para "navegar otras aguas". Creí que era una broma cuando dijo estar estudiando la propuesta

—comentó Lori y arquea la ceja, al ver a la vestuarista nueva y acotó con un tono de voz cortante —¿Tú eres la chiquita que viste a las del programa de chimento de la media tarde? —y la observa de pies a cabeza con un aire de desconformidad y falta de aprobación.

—¡Es un placer conocerla! Soy Lucía —dijo la joven de unos 25 años de edad, esbelta, rubia, con un dulce rostro y un tono de voz suave y amigable.

—Sí, como sea Lucía ¿Qué tienes para mi?

—preguntó de manera soberbia Lori.

—¡Sí! Pruébese esto, le va a encantar, y le va muy bien con su color de piel —dijo la joven y le da un vestido para que se pruebe.

Lori, ingresa al cambiador y se prueba aquel vestido negro, sutil, delicado, con elegancia, era un vestido sensual, pero no vulgar, le marcaba sus curvas y su figura tonificada. Se miró al espejo y se quedó perdida en sus pensamientos.

Suspiró profundo y se dijo para sí misma "tienes un cuerpo envidiable por tener 33 años. Porque no empezar a mostrar un poco de lo que tienes y dejar de estar escondida detrás de los pantalones largos y las faldas debajo de las rodillas".

Lori, había cumplido 33 años. Era una gran periodista y llevaba en el medio unos 8 años, trabajaba en el canal 43.

Era una madre cariñosa, comprensiva pero exigente.

Lori, era una mujer a quien le gustaba que todo esté en su lugar, era muy minuciosa y fanática de la limpieza, odiaba el desorden, detestaba el polvillo, por tanto, para ella todo tenía que estar impecable. Era una esposa atenta, a pesar de que en su matrimonio se escondía un gran secreto. Su vida era muy estructurada.

Lo malo que destacaban algunas personas es que ella, era algo ególatra y algunos colegas decían que era soberbia, pero a ella poco le importaba la opinión de los demás. Era astuta, decidida e inteligente.

Decidida, sale vistiendo aquel bello vestido, miró a su nueva vestuarista y le dice: —Te menosprecié, pero tienes buen gusto y estilo. Nos vamos a llevar muy bien. Quiero que sigas esta línea de ahora en más para mí.

La joven respiró aliviada, ya que la periodista del noticiero del mediodía era un poco exigente y era difícil de encontrar algo que encaje con su estilo.

—¡Te ves increíble! —manifestó su compañero.

—¡Lo sé! —respondió ella y se miraba en un gran espejo feliz y satisfecha de lo que vía frente a sus ojos color almendras.

Al terminar aquel día, Lori, recibió alagos de su nuevo look y alguno de sus compañeros bromeaban diciendo que "era una nueva era en la vida de Lori Opher", y que quizá, ese nuevo look cambiaría un poco su personalidad estricta y perfeccionista.

Aquel día, luego de trabajar, llegó a su casa y la monotonía de cada día la esperaba con los brazos abiertos.

Sentada en su coche, enciende un cigarro y observaba la gran casona. Desde el día de su cumpleaños trigésimo, había estado pensando que gran parte de su vida se preocupaba por verse siempre impecable, interiormente se sentía aburrida y quería dar un gran giro. Hacer algo divertido para ella misma.

Suspira profundo, y resignada se baja del auto, al ingresar a su casa, su gran perro Coqui, le da la bienvenida a los saltos. Coqui, era un golden de unos tres años de edad.

Deja su cartera y sus pertenencias en la mesa de entrada de la sala de estar. Sube a su cuarto y se pone algo de ropa cómoda. Ya tenía decidido que iba a cocinar para el almuerzo, baja hacia la cocina, y mientras pone manos a la obra, chequea su cuenta de F******k. Tenía muchas solicitudes de amistad, y se pone a revisar, en una de esas solicitudes, una ex amiga, le envió una solicitud, y para su gran asombro, un exnovio de su juventud.

Quedó mirando la foto de perfil de Izan y no la aceptó, pero husmeó un poco para ver que tal le había ido en la vida le había ido en todos aquellos años.

Izan, al parecer se había casado y era padre de dos mellizos. Los años le habían pasado demasiado. Seguía viviendo en la misma ciudad, y trabajaba en una imprenta, la misma imprenta que su hermano mayor había abierto cuando ellos eran novios.

Mientras observaba las fotos, recordó aquellos tiempos, lo mucho que la había hecho sufrir, sus celos y maltratos.

Izan, había dejado una mala huella en su corazón.

A Lori, le ganó la curiosidad y observo el F******k de Vera.

Se casó con un abogado, con el cual ella se revolcaba cuando eran amigas. Vera, era trepadora, soñaba con tener dinero y poder. Muchas de las peleas que tenían cuando eran amigas era porque ella celaba la vida de Lori.

Vera, le había jugado una mala pasada, había traicionado su amistad por tener un poco de cámara y protagonismo hacía unos cuantos años, pero la justicia falló a favor de Lori.

Vera, ahora era madre de un niño de 5 años. Físicamente se encontraba con unos kilos de más. Por lo que Lori había observado; su ex amiga habían cumplido su cometido, logro quedar embarazada y atrapar aquel hombre, el cual seguramente habría abandonado a su primera esposa e hijo.

Frunció el ceño y pensó ¡nada me extraña de esta zorra! Y la restringió para que esta no pueda husmear nada de su vida personal. Obviamente, sabía que ella iba a estar al tanto de su vida, ya que era una figura pública, pero al menos no iba a darle el gusto de hurgar en su vida cotidiana.

Cuando llegó la noche, Lori estaba hablando por mensajes con su compañero Iker, él era periodista en la parte policial y conducía junto a ella el noticiero del mediodía.

Su marido, la observa y le dice: —¿Podrías dejar ese teléfono? Debes descansar, te va a hacer mal estar tan pendiente de tu trabajo.

Ella, le da un pequeño empujón en forma de broma y le dice: —¡Ya va, espera un poco! Estoy hablando con Iker por el programa de mañana.

Guido, su esposo se reía y dice. —Te vas a arrugar, ya te lo he dicho. Debes bajar un cambio y relajarte un poco.

Ella, cumplía como esposa, le había sido fiel a pesar de los enigmáticos de su matrimonio, se levantó para ir al baño, se para frente al espejo, muchas preguntas, y cuestiones comenzaron aparecer en su mente. Se miraba y se dio cuenta de los años que ella no disfrutaba del sexo. Había perdido la cuenta de lo que era sentirse deseada. Estaba apagada, y era uno de los temas por los cuales solía discutir con él.

Al regresar a la cama, observó los últimos mensajes de su compañero, notó que su esposo seguía despierto y le dice: —Estoy pensando en contratar a una persona que se haga cargo de los quehaceres de la casa. Quiero tomar un poco más de tiempo para mí. Nuestro hijo ya tiene casi 12 años. Llego cansada del trabajo y lo único que hago es ocuparme de todo, de la escuela, de ti, del niño.

Guido la miró sorprendido y le dice: —¡Estoy de acuerdo contigo! Mañana podrías publicar un anuncio y hacer algunas entrevistas. Tampoco es cuestión de dejar a cualquiera a cargo en las horas que no estamos aquí. Sabes que no debes preocuparte por el dinero. Llevo años pidiéndote que contrates a alguien.

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