Un día de paz y tranquilidad

Mi cuerpo sigue recostado en las costosas sábanas de seda negras, un color que parece amar porque es el mismo que las cortinas y que el mármol del baño.

No lo cambio porque también me atrae, es muy elegante y de paso no se nota la suciedad o los fluidos dudosos que quedan en las sábanas después de anoche.

La luz del sol es la culpable de que no siga en el mundo de los sueños, algunos cálidos rayos caían sobre mis ojos y eso los obligó a despertar. Siempre adoré sentarme en el sol para leer, pero hoy siento odio, particularmente porque siento que las horas de descanso fueron insuficientes.

Juraría que ese hombre no se agota o que es un robot extremadamente moderno con apariencia perfecta y muy bien dotado. Me duele mi vagina, pero no sabía que el dolor podía ser tan complaciente o delicioso.

Stefano ya está en la ducha, yo seguía dormía y por eso no quiso molestarme, pero prefiero seguir en la cama o ese hombre no me dará descanso hasta el medio día. No es que me queje, sin embargo
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