Capítulo 3

ROMAN POV.

—La-la-la-la-la...

—¡Ya basta! — exclamo haciendo callar a mi hija—Esta vez no cederé a tus berrinches, Paloma. Te pasaste al ponerle chicle en el cabello a tu niñera.

Mi hija de nueve años está de pie en medio de mi oficina en casa y me mira con disgusto. Sus ojos verdes están húmedos por lágrimas no derramadas.

—La señorita Hill renuncio. Es la tercera que renuncia en un mes—Hablo desde mi silla.

—No quiero una niñera. Las odió— Refunfuña.

—En eso estamos de acuerdo mi pequeña dama. Lo que necesitas es una institutriz que te meta en vereda. Ya que no me prestas atención. Necesitas alguien que te enseñe algo de disciplina porque está visto que no quieres acatar mis órdenes.

—Roman.

La voz de mi ex-cuñada y tía de Palomas irrumpe en mi oficina. Irina es la hermana de mi exmujer. Ella, está al pendiente de Paloma en ocasiones. Eso después de que Julia me dejara hace un año por un pianista y se olvidara de su hija.

—Tía —Paloma corre a sus brazos y oculta su rostro—Papá no me quiere —gimotea como toda una artista.

—Lola me dijo que la niñera se fue es cierto.

Me mira con una astucia que no me gusta. Sus ojos claros se iluminan y me sonríe inocentemente, pero yo sé de qué pata cojea Irina Y está loca si cree que alguna vez podría acercarme a ella con intenciones amorosas.

Bufo.

—Podría quedarme con ustedes—Niego.

—Para mañana tendré a una tutora que se encargará.

—Sabes que puedo ayudar. Podría venir a vivir con ustedes.

—¡Sí! —Chilla Paloma, mirándola desde su posición.

—No hace falta. Sé que trabajo mucho, pero trato de hacer la mayoría del trabajo en casa.

Soy el dueño de los laboratorios Baker’s dedicados a la genética y fertilidad. Los cuales son muy reconocidos en el país y cuento con tres laboratorios en el territorio nacional. Además, de tener una fundación para la concientización de donación de órganos.

Era un hombre que trabajaba duro, pero tenía como prioridad su familia. Entonces, ¿Por qué Julia se fue un día sin más? Ahora es la flamante esposa de un pianista francés y desechó a nuestra hija como si no fuera nada. Eso era una putada.

—¿Por qué una tutora? —Irina irrumpe mis pensamientos.

—Porque va mal en el colegio—Miro a Paloma que enrojece—No entrega sus actividades a tiempo y aunque me siente con ella no hay manera de avanzar.

Sabía que el comportamiento de mi hija era producto del egoísmo de Julia.

—Uno de mis médicos me recomendó una buena tutora. Se acabó el ser tan condescendiente contigo Paloma Baker’s.

Sus labios se fruncen. Sin embargo, la vulnerabilidad de mi hija es palpable y rompe mi corazón.

—Papi —su voz baja me puede, pero niego.

—Ve a la cocina y dile a Lola que por favor te dé algo de merendar —le ordeno y señalo la puerta con seriedad.

Al ver que no me va a convencer y esta pérdida se va con expresión derrotada.

Cierra la puerta suavemente.

—¡Maldita sea! —digo frotando mis ojos.

—Déjame ayudar —Irina me pide.

La miro. No me imagino a Irina toda arreglada de pies a cabeza detrás de mi hija de nueve años.

—Tu intervención no es necesaria —la voz de mi hermana mayor irrumpe en mi oficina y le da una mirada burlona a Irina —No podemos permitir que tus Manolos se estropeen por ir detrás de una niña de nueve años mientras juega en el parque.

El tono de mi hermana desborda ironía y por una vez agradezco su ácida actitud.

—Tú siempre, tan simpática, Morgana.

—Anda. Eso mismo me decía tu hermana Julia. Después de todo, no son diferentes.

—Morgana —intervengo antes de que esto se convierta en una batalla campal.

Miro A mí ex-cuñada y suspiro.

—Gracias por el ofrecimiento, pero ya tengo un reemplazo —una media verdad, pero con tal de no darle pie a Irina podría contratar al mismo demonio.

Su rostro se crispa y hace una mueca de fastidio.

—Bien, cuando no me necesitan. Pero, siempre que necesites ayuda, yo estaré para ti.

Asiento porque temo que, si digo algo, no lo tome para bien.

—Que detalle, Irina. Lo tendremos en cuenta cuándo Paloma tenga alguna indigestión y sus tripas estén prácticamente en el inodoro.

Jesús. Morgana.

El rostro de Irina se pone azul, imaginando la escena que describe mi hermana.

Se apresura a asentir.

—Eres tan corriente a veces.

—No, Irina, simplemente digo la verdad. En mis horas de trabajo he visto eso y más. De hecho, uno que otro me ha regalado algo de eso —escondo la risa que quiere brotar de mí —Como pediatra de cabecera de mi sobrina, he tenido que lidiar con sus malestares y nunca te he visto cerca.

Irina titubea y se endereza con expresión ofendida.

—Trato de estar presente en su vida.

—Sí. Para malcriarla.

—Morgana —advierto, pero cuando mi hermana arranca no hay quien la pare.

—A mi parecer, eres una mala influencia para mi sobrina.

—¡Es absurdo!

— ¿Cómo es posible que mi sobrina que tiene el acceso restringido a internet pudiera conseguir la broma que le hizo a la niñera de hace dos meses? Hasta donde yo sé, ella no tiene dispositivo y la computadora la utiliza bajo supervisión adulta.

Irina palidece.

—Eso es cierto.  Lo que realmente quiero es un poco de paz y orden en esta casa —la miro— lo siento, pero no lo conseguiré contigo.

—Vamos Roman —Irina parece a punto de llorar —no puedes alejarme de mi sobrina —Morgana resopla.

—No te estoy alejando, solo quiero un poco más de apoyo frente a paloma —asiente —Siempre puedes ver a mi hija. Ella te quiere.

Su semblante cambia rápido y sonríe.

—Vendré a verla el sábado y la llevaré a almorzar, ¿Te parece?

Asiento porque no puedo negarle el derecho de convivir con su sobrina.

—Podemos ir los tres y pasar una linda tarde.

—Ten un poco de amor propio, mujer —Irina ignora el comentario de Morgana.

—Está bien, pueden ir solo ustedes dos.

Cuando Irina se va, me recuesto en la silla con los ojos cerrados.

—¡Por Dios! Roman, esa mujer está loca porque te la tires.

—Ahora no, Morgana —farfullo cansado.

—¿Tienes migrañas otra vez? —su voz es preocupada. Solo asiento.

—No sé qué hacer con paloma y su conducta —la oigo suspirar.

—Podemos hablar con mamá —me enderezo.

—Mamá tiene suficiente con su artritis, como para yo lleve a Paloma —asiente —Papá también me lo menciono, pero la repuesta sigue siendo no.

—Ni mencionar a los padres de julia —bufo.

—Su club de retiro es más importante que siquiera llamar a su fiesta para desearle feliz cumpleaños.

—Así que, tienes a Cruella —dice refiriéndose a Irina. Sonrió mientras niego

—¿Cuánto crees que te durara esta tutora? — me encojo en la silla desesperada.

—Espero que, al menos, no se vaya en dos semanas como la última.

—¿La agencia de niñeras no tiene a más nadie?

Río con tristeza.

—No atienden mi requerimiento después de las quejas de las otras niñeras

—Sí, que una niña de nueve años te administre laxantes o te ponga goma de mascar en el cabello o peor, sumergir sus móviles en el inodoro es horrible.

—¿Te parece más horrible lo del Inodoro que los laxantes? —pregunto.

Ella inclina su cabeza a un lado pensando.

—Definitivamente —me mira —El móvil es muy importante para mí.

—Tu vida gira en torno a tu móvil —señalo.

—Mi vida gira en torno a mis pacientes —se pone de pie y me mira detenidamente. —Tomate un analgésico y descansa. Yo me encargo de tu hija Anabel, la muñeca poseída.

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