Capítulo 2

En timbre me sobresalta sacándome de mis recuerdos. Me pongo de pie y abro para encontrarme con Celeste Thompson.

Mi madre.

—Veo que madrugaste—Comento cuando la dejo pasar.

—Sabía que estabas despierta

Camina hasta la cocina y deja una bolsa, el periódico antes de servirse, una dosis de café.

—Sé que te gusta ir sola al cementerio, pero hoy quiero acompañarte.

La miro des el otro lado de la encimera y no digo nada. Trato de que mi dolor no sea muy evidente.

—No tienes, porque hacerlo.

—Davina—Suspira mi madre—Tú perdiste a tu esposo y a tu hijo— Comienza y el familiar dolo se filtra en mi pecho. Respiro profundo para mantenerlo a raya.

—Mamá—Niego.

—Yo perdí a mi nieto, un yerno y en cierto modo, perdí a mi hija— Su voz se quiebra— Sé que la sicóloga te ayudo a sobrellevar todo esto, pero también tienes que salir de tu caparazón y vivir, mi amor.

—Yo vivo bien, mamá.

—Estar aquí la mayor parte del Tiempo y dar clases en línea no es vivir, cielo. Dejaste el instituto. Ya no te diviertes y te alejaste de todos.

—Estoy bien así.

—No lo estás

Insiste y una parte de mí sabe que sus palabras son ciertas ¿Hace cuánto no salgo por un café con una de mis amigas? No recuerdo menos recuerdo cuando fue la última vez que salí a cenar o divertirme Sentirme vivo cada día un paso a la vez porque sencillamente no sé cómo vivir de otra manera.

—Davina.

La voz de mi madre tiene un toque de enojo, pero sus ojos denotan miedo. Suspiro.

—No pienses cosas raras. Sé que temes por mi vida. Pero no soy una depresiva.

Me mira en silencio buscando la verdad. Pero esa es la verdad.

—Es solo que no sé cómo comenzar de nuevo.

Asiente con una mirada comprensiva.

—Es momento de empezar a vivir y lo primero. Es que necesitas un trabajo mejor pagado cielo.

Asiento. La verdad es que no me quejaba de mi trabajo como profesora en línea, para adultos que querían terminar su educación básica. Tenía un horario flexible, pero la paga era malísima.

—Piensas que Mike y Jeremy querrían que siguieras adelante.

—Voy a cambiarme y podremos irnos— murmuro saliendo de la cocina.

 ⭐⭐⭐⭐

Mi madre y yo caminamos en silencio por el sendero que lleva al descanso final de mi esposo e hijo. Al llegar a nuestro destino me arrodilló lentamente y con paciencia comienzo a limpiar las hojas secas sobre las tumbas. Retiro las flores secas antes de acomodar margaritas en las tumbas.

La de Mike dice en el epitafio.

Aquí. Yace mi Amado.

En la de Jeremy se puede leer.

Aquí. Está la mitad de mi Alma.

Sin decir nada. Mamá me ayuda a limpiar las hojas, pero a diferencia de otros años. Hoy no siento que me muero al venir aquí. Esta vez, siento algo que no sé explicar.

¿Resignación?

Tal vez.

Nunca superaré la perdida de mi hijo.

Algunas veces me culpo. Otras, culpo a Mike y hay veces en las que culpo al camión que se estrelló con el coche donde iba con mi familia.

Mike lucho por dos días. Hasta que murió a causa de complicaciones. Se fue sin saber que Jeremy había muerto. Mi bebé no soportó el impacto y lo perdí de inmediato, yo estuve en cuidados intensivos durante dos semanas para despertar y sumergirme en una pesadilla.

—Me pregunto. Si de no estar discutiendo con Mike aún seguiría aquí—Hablo en Voz alta.

Mi madre pone su mano en mi hombro y lo aprieta suavemente en señal de consuelo.

—El hombre del camión se quedó sin frenos mi vida, no es culpa de nadie— El conductor del camión no llevaba cinturón. Sufrió muerte cerebral.

—Quiero que vivas de nuevo. Que brilles como siempre lo has hecho. Quizás conocer a alguien—Niego.

—No creo estar lista para ese paso— Respondo mirando con melancólica mis anillos de bodas que todavía llevo y colgado en mi cuello, llevo la argolla de Mike.

Después de limpiar ambas tumbas nos sentamos en césped y hablamos de todas las ocurrencias que mi Jeremy, también de como su mirada dulce podía conmigo y lo travieso que era. También hablamos de Mike. A pesar de nuestra vida ajetreada, éramos un matrimonio que se amaba y aunque lo último que descubrí de mi marido no era bueno. No puedo no amarlo y agradecerle lo feliz que me hizo y el hermoso hijo que me dio.

Mike había sido un niño huérfano que creció sin familia. Solo una tía lejana que vio por él hasta los dieciséis. Así que la única familia de él éramos nosotros. Mamá lo acogió y mi hermano lo trato como un gran amigo.

A medio día partimos del cementerio para almorzar en un pequeño restaurante italiano.

—Dorian me llamo anoche—Comenta mi mamá mientras remueve su pasta a la carbonara.

—Me envió un mensaje diciendo que no podría verme hoy—Asiento.

Mi hermano mayor era un médico genetista que trabajaba para el laboratorio Baker’s de genética y fertilidad ubicado en el centro de Austin.

—Lo cierto es que hablamos y me dijo que te había encontrado una buena oportunidad— Frunzo el ceño.

—No me dijo nada.

—Quiere que asistas a una entrevista de trabajo para su jefe. Este necesita una tutora— Niego.

—Dice que la paga es buena—Insiste—Me dijo que le hablo de ti a su jefe, y él quiere entrevistarte.

—Mamá—Mi tono demuestra algo de enfado.

—Vamos Davina. Ve y me dices que las prestaciones no son buenas.

La miro un momento. Sus ojos marrones iguales a los míos me miran suplicantes. De hecho, me parezco a mi madre, ambas tenemos el cabello negro, la diferencia es que mi cabello es rizado y soy un poco más alta que ella con mi uno sesenta y cinco. Y mientras ella es delgada yo soy algo curvilínea con senos algo grandes los cuales acabaron con mi carrera de bailarina de ballet cuando tenía quince años y, si en algo más somos parecidas, es lo terca y sé que no me dejara hasta que vaya a la dichosa entrevista.

—¿Cuándo es? — Pregunto resignada tomando algo de mi lasaña.

—No me dijo. Solo dijo te avisara y si aceptabas le escribieras y te daría los detalles— Maldito cobarde. Resoplo.

—Bien. Lo hago solo por ti y no por el cobarde de tu hijo —Señalo. Ella se ríe bajo porque sabe que amo a mi hermano y me encanta ser la hermana menor insolenté y quejumbrosa para sacarlo de quicio. 

Sencillamente, no puede amarme menos y el sentimiento es mutuo.

—Estoy segura de que te irá bien en la entrevista.

Me encojo de hombros. Quizás este podría ser el nuevo comienzo del que mamá habla.

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