Capítulo 2: Roger

Al entrar al elevador para llegar al estacionamiento, Isabela tomo su teléfono para enviar un mensaje de texto ante la atenta mirada de cierto rubio que ahora se le había pegado como sanguijuela a su persona y no parecía querer dejarla ir; si no fuera porque era su jefe ya habría buscado quitárselo de encima, pero bueno… solo le queda respirar e intentar calmarse.

Mientras tanto el rubio se encontraba en su nube rosa, ya que a su perspectiva “su ángel” había cancelado sus planes para dedicarse a él, por lo que se sentía feliz y satisfecho con su plan de comer juntos.

Al llegar al estacionamiento, llegaron hasta un Nissan Note de color de color azul metálico, del cual la chica abrió la puerta del copilo.

- Oh, me sorprendes – comento el rubio, mientras se subía al automóvil y se ponía el cinturón.

- ¿Por qué? – pregunto dudosa la chica, mientras igual ingresaba al auto y se colocaba el cinturón de seguridad para seguido cerrar la puerta.

- Eres el primer vicepresidente que no veo que conduce un deportivo – comento divertido, recibiendo como respuesta un suspiro por parte de la chica.

- Maximiliano, creo que no deberías crear estereotipos de la gente, ya que luego puede crear ciertos problemas o confusiones, ¿no cree? - comento mientras ponía en marcha el vehículo.

- No es eso, es que uno se acostumbra y se aburre que a veces las cosas sean las mismas y de forma repetitiva – opino recordando que casi siempre las cosas eran así desde que podía recordar, ya que igual tenía la referencia de cuando acompañaba a su padre y notaba que no existía mucho cambio en el comportamiento de las personas.

- Hmm…, bueno creo que también tienes razón en ese aspecto ya que algunos buscan imitar a otros creyendo que ese es el estándar que deben tener o aparentar – dijo algo triste la chica, ya que ella igual conocía muchas personas que eran similares en muchos aspectos y ese patrón de conducta nunca cambiaria.

- Por cierto ¿a dónde me llevas, Isa? – comento sonriente el rubio mirando los edificios pasar por la ventana.

- Al Stanford – comento, algo nerviosa la castaña ya que no sabía cómo tomaría su hijo la presencia del rubio e igual rezaba porque este no intentara una travesura a penas lo vea.

El rubio ya no comento nada, pensando que “Stanford” era el nombre de algún restaurante de la ciudad, aunque todo eso se esfumo cuando noto que el automóvil se detenía en una la puerta de una escuela; al ver eso miro a ver a Isabela, pensando que era alguna clase de broma de su parte, pero vio que ella se quitaba el cinturón y se bajaba del auto. Por un pensó en quedarse en auto y esperarla, pero su curiosidad pudo más y por ellos decidió imitarla bajando del auto para acompañarla.

- Am, ¿qué clase de restaurante es este? – pregunto, intentando pensar que la chica estaba bromeando.

- Stanford es una escuela, Maximiliano – le confirmo la chica.

- Ah… y ¿qué hacemos aquí? – le volvió a preguntar.

- Señora Williams – justo en eso una maestra les interrumpió, llegando hasta ellos a paso firme – que bueno que llega, el director quiere hablar con usted.

Ante esas palabras la castaña dejo escapar un suspiro mientras se resignaba a que la mala suerte siempre gustaba de su compañía mientras se preguntaba que habia pasado esta vez, ya que cada 3 de los 5 días de clases su pequeño angelito era llevado a la dirección por haber “disciplinado revoltosos” como solía argumentar cada que ella le pedía alguna explicación de sus acciones.

- Maximiliano, si gusta puede esperarme, no tardare – se intentó disculpar la chica.

- Tranquila, yo no tengo prisa así que te acompaño – cometo mientras empezaba a caminar a su lado.

La vida la odiaba, de eso estaba segura la pobre, primero tenía a su jefe empalagoso y ahora debía hablar con el director de la escuela, genial… que más le falta a este día para empeorar se pregunta la chica.

Al llegar a la oficina del director, se notó que había un pequeño pelinegro enojado con las mejillas infladas mirando al suelo y meciendo sus piernas en una de las sillas que estaban a un lado de la puerta del director.

- Señora Williams, que bueno que llega por favor pase un momento – le dijo el director al notar que la mujer llego y la invito a entrar a su oficina para hablar.

Por su parte el rubio no entendía aun nada y en eso enfoco su vista al pequeño niño el cual al sentirse observado levanto la mirada mirando de forma desafiante a su observador. Por un momento el rubio se sintió intimidado, pero luego se reprimió mentalmente dejándose intimidar por un infante.

- ¿Quién eres tú? – le hablo el pequeño.

- Primero uno debe presentarse así mismo por cortesía – le contesto el rubio mientras se sentaba en una de las sillas que estaban enfrente de donde se encontraba el pequeño niño.

El pequeño lo volvió a mirar con recelo pensando si debía contestarle o no.

– Roger Williams, ¿y tú? – le dijo después de un rato.

Ahora Maximiliano le presto más atención al pequeño, ya que se presentó con el mismo apellido que su ángel.

- ¿Eres el hermanito de Isa? – pregunto, pero jamás llego respuesta alguna ya que el pequeño al escuchar la forma en como el rubio llamaba a su madre solo saco su garrote y se lanzó a golpear al rubio ese, por atrevido.

A unos metros de esa acción, dentro de la oficina del director, la castaña se estaba aguantando el sermón clásico de que su hijo podría llegar a ser un niño problema ya que normalmente arreglaba todo con violencia, aunque ella creía que era una exageración.

- Director, ahorrémonos el discurso de siempre y dígame que fue esta vez – comento algo fastidiada Isabela.

- Roger de nuevo inicio una pelea – declaro el director exasperado.

- ¿Y qué tan seguro esta de que él la inicio? – dijo la chica mientras cruzaba los brazos y se reclinaba un poco en su asiento.

- Bueno es que los otros niños salieron muy lastimados… - empezó a decir el director, pero no pudo terminar ya que se sentía intimidado por la mirada que la castaña le estaba dando en esos momentos.

- Aja… ¿y…? ¿dónde están las madres o los otros chicos?, sabe director esta situación donde mi hijo es el único castigado ya me está cansando – declaro algo enfada mientras se ponía recta en su asiento – la próxima que me enteré de que retiene a mi hijo por suposiciones no dudare en demandarle, me entendió.

- ¿Me está amenazando? – intento defenderse el director.

- Si, porque usted solo le hace de verdugo con mi hijo cuando no se detiene a ver si los otros chicos no le molestaron primero – ataco enojada la mujer.

Ahora el director ya no supo que argumentar contra eso, porque ella tenía razón, solo condeno al menor porque este no estaba herido, pero bien los otros chicos pudieron provocarle.

- Pero eso no quita que su hijo sea muy impulsivo y violento – intento defender su punto el director.

- Bueno, creo que todos lo somos, no le parece – le contesto sonriendo de lado y levantándose de su asiento – si eso era todo director, me retiro y la próxima que me cite por favor también quisiera conocer a los chicos que molesta mi hijo y a sus madres – indico sonriendo de una forma algo tétrica asustando al director, el cual parecía se aferraba a su asiento temblando.

Al salir de la oficina del director la chica sintió que se le escapa su alma al ver la escena bizarra que tenía enfrente: Maximiliano estaba peleando con su hijo, él cual tenía el dichoso garrote de policía que su tío Adrián le regalo para su cumpleaños con la excusa de usarlo para defenderse de sus atacantes y darles una lección a los matones de la calle. Ahora si no pudo contener su enojo.

- ¿Que rayos hacen? – les grito, donde ante ese regaño, ambos dejaron de pelear y miraron a ver la castaña que se notaba claramente enfadada – al automóvil, ahora y no quiero ninguna queja – les ordeno, los cuales simplemente se miraron para luego hacerse los dignos ignorándose mutuamente mientras caminaban hasta al automóvil y entrar en este – ahora me dirán ¿qué rayos hacían peleando? – les interrogo dejando notar su molestia mientras ingresaba al auto con ellos.

- Este atrevido empezó – se defendió el pelinegro.

- ¿¡Que!? yo no hice nada – se defendió el rubio como niño chiquito – solo le pregunte si era tu hermanito y se lanzó a golpearme de la nada – explico indignado el rubio.

- Mamá, ¿quién es este atrevido? – pregunto el pelinegro mientras seguía mirando con molestia al rubio.

- ¿Mamá? – repitió Maximiliano desconcertado mirando ahora a la castaña.

- Ah… - Isabela solo soltó un suspiro… algo le decía que esto no acabaría bien – si Maximiliano, él es mi hijo – dijo mirando a ver la rubio – y Roger, él es mi jefe así que no puedes golpearlo o disciplinarlo, entendido – dijo mirando a ver a su hijo atreves del retrovisor – ahora se portan bien sin quejas hasta que lleguemos a la casa – les amenazo a ambos obteniendo como respuesta un gruñido por parte de ambos.

La chica siguió conduciendo hasta llegar a su casa, dios eso se sentía demasiado extraño, acaba de regañar a su jefe como si fuera un niño de 5 años… ¿a dónde llegaría este mundo?… a veces se preguntaba si dios la odiaba para que solo a ella le sucedieran estas cosas… En eso reacciono… Si esto paso solo con su hijo, no se imaginaba lo que pasaría en su casa, al menos agradecía que su hermano Javier estuviera de viaje y no en casa o tendría el presentimiento que tendría que buscar un nuevo empleo muy pronto…

Por otro lado, un rubio se sentía ganas de llorar, su ángel ya tenía dueño…, en eso olvido las lágrimas recordando que era llevado a la casa de la castaña, a lo que sonrió con arrogancia ante la idea de conocer a su rival y si no era competencia simplemente robaría a la castaña para sí mismo, aunque eso también debía incluir a ese pelinegro revoltoso que estaba sentado en la parte trasera del automóvil. Pero Maximiliano no se daría por vencido: si tendría que bailar con el mismo diablo lo haría con tal de ganarse a ese niño y así tener puntos para seguir cerca de su Isabel; porque ya lo había decidido, la tendría a su lado sin importar el costo.

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