Capítulo 1: Maximiliano

Desde esa triste tarde retornando a casa de sus padres, ya habían transcurrido 6 años dejando que poco a poco algunas heridas sanaran y otras estaban cicatrizando ya que lo que le ocurrió a Isabela fue un duro golpe emocional, pero con la ayuda y apoyo de sus padres e hijo busco superar todo y poco a poco recuperar esa sonrisa y alegría que la caracterizaban.

Con lo pasado, su padre le obligo a tomar clases de defensa personal, retomar el karate e igual la llevo al campo de tiro, con la excusa de que si de nuevo aparecía ese cretino o llegaba otro podría dispararle y volarle las pelotas para que aprendiera con quien se metía. Mientras que su madre le obligo a retomar la escuela, ya que habia dejado a medias sus estudios superiores así que busco su título y con ello aspirar a un mejor trabajo porque lo necesitaba ella debía seguir superándose en todo aspecto e igual así ser un gran ejemplo para su bebe.  

Y aunque fue un entrenamiento algo riguroso, según las propias palabras de la joven, sabía que era necesario para evitar que llegara a flaquear en algún momento. Donde todo el esfuerzo valió la pena cuando termino su carrera de administración de empresas y graduándose como la primera de su generación y de esta forma obtener un gran empleo en el Corporativo MoonCorp en el puesto de Vicepresidenta, donde se dedicaba a supervisar y seguir todos los proyectos de la empresa la cual se dedicaba a la tecnología.

Por su lado el pequeño Roger, creció como todo pequeño: alegre, risueño, curioso por el mundo, amable, un poco travieso y era un niño listo para su corta edad. Igual era cuidado y mimado por sus abuelos y tíos, así como también recibía clases de defensa personal para poder enfrentarse a todos los pretendientes que se acercaran a su madre. Aunque a veces esas travesuras las realizaba en la escuela, donde no todos aprobaban ese comportamiento.

La vida de la castaña ya había tomado un curso para bien: tenía un trabajo estable, sus padres la apoyaban en todo y tenía el amor de su hijo, con todo eso ya no necesitaba nada más en su vida, porque ya la sentía perfecta. Pero nada en esta vida es perfecto y eso era algo que a veces uno aprende a la mala.

Justo en esos momentos debía ser un día más en el trabajo de nuestra querida Isabel si no fuera porque justamente ese día se celebraba la visita anual del presidente de la compañía, ya que le gustaba pasar a ver las instalaciones del lugar y supervisar el desempeño de todos sus trabajadores y directivos. Claro era una situacion normal y programada, pero para Isabela era la primera visita del gran jefe y quería que todo estuviera perfecto para causarle una buena impresión, por lo que estaba dando vueltas en todos los departamentos supervisando el trabajo y pidiendo los reportes de desempeño de cada área para tener un balance general listo por si el dueño lo llegaba a pedir.

- Perfecto, con este reporte ya solo nos falta ir con el contador para que nos dé el balance de gastos y las proyecciones pendientes de ganancias y gastos y…. que más….

- Isabela relájate – le dijo su asistente y mejor amigo Mariano, un hombre de cabello pelinegro con mechones pintados de color rojo, alto, de piel muy clara, ojos color verde, quien vestía con un pantalón de satín negro, zapatos negros bien lustrados y una camisa roja de vestir de manga larga con corbata negra. Y justo en esos momentos la acompañaba en sus rondas por los demás departamentos.

- Decirlo no hará que me relaje Mariano, crea un efecto opuesto – indico ella haciendo una mueca mientras revisaba casi por decima vez si hasta su propio atuendo, el cual consistía en una blusa de vestir blanca con sutiles diseños de flores rosadas, una falda recta que le legaba por debajo de la rodilla color azul rey y tacones negros con medias color carne, su cabello estaba suavemente recogido con una trenza sirena.

- Dios Isa, calma mira yo llevo esto al contador y tu ve a tu oficina ya que no debe tardar en llegar.

- Si, creo que eso hare – menciono la castaña – gracias Mari

- Ash, odio que me digas así – indico divertido mirando que ella se alejaba para ir a tomar el elevador y regresar a su oficina.

Mariano solo atino a suspirar mientras negaba sonriendo para encaminarse a terminar los pendientes ya que su amiga no cambiaría y siempre buscaría preocuparse por todo y solo se relajaría hasta que todo acabe.

Al doblar por el pasillo para ir al elevador de su oficina, Isabela choco contra algo o alguien haciendo que esta callera sentada y le doliera el golpe.

- Auch… - se quejó la chica.

- Ah discúlpame, no veía mi camino – se disculpó la persona con la que choco.

- Tranquilo, fue mi culpa igual – dijo la chica aun con los ojos cerrados y sobándose su parte trasera adolorida.

- Te ayudo – se ofreció la otra persona, a lo que la chica abrió sus ojos notando a un joven alto de piel clara, cabello rubio corto ligeramente alborotado y ojos de color azul, el cual llevaba un traje negro con rayas blancas, camisa blanca y corbata negra, así como zapatos de color negro.

- Gracias – contesto sonriéndole y provocando un ligero sonrojo en la otra persona - oh dios… sí que soy un desastre – comento para si al ver los papeles que ella tenía en el suelo.

- Descuida, yo los recojo – se ofreció el rubio, ayudándole a juntar sus papeles y entregándoselos en su mano.

- De nuevo gracias y perdón, pero tengo algo de prisa – se despidió la chica, retomando su camino sin notar que el rubio con el que choco ya no le quitaba la mirada de encima hasta que se perdiera de su vista entrando al elevador.

- Que linda, un ángel caído del cielo – dijo de forma soñadora el rubio mientras a su mente regresaba la imagen de una chica hermosa y frágil de cabellera ligeramente alborotada color café y larga sujetada por una trenza, de ojos azules que lo atraparon al instante, esos labios rojos entreabiertos que le invitaban a besarlos, su piel era muy suave, tenía una hermosa compleción que cualquier musa envidiaría…, en definitiva esa chica era de su tipo y eso que no mencionaba su voz; en definitiva al pobre rubio le había golpeado muy fuerte cupido y hubiera seguido así con esa mirada perdida de no ser por un amigable golpe lo trajo de regreso a la realidad. Por lo que ahora solo atino a sobarse su cabeza y mirar con enojo a su atacante notando que su mejor amigo y mano derecha estaba a su lado sonriéndole de forma burlona.

- Perdón, pero tu cara pedía a gritos que te golpeara – se excusó su amigo, el cual era un pelirrojo de cabello corto y bien peinado, de piel clara, de ojos color marrón, quien vestía una camisa blanca algo suelta con una corbata negra, pantalón de vestir negro y zapatos del mismo color y en su mano derecha su portafolio.

- Que simpático eres James – se quejó el rubio, mientras se colocaba de pie.

- Quieres dejarte de tonterías Maximiliano, despierta que ya vamos tarde a tu junta – le reprochó el pelirrojo encaminándose al elevador.

- Lo que digas, mami – se burló el rubio obteniendo otro golpe en la cabeza con el portafolio de su amigo.

En esos momentos Maximiliano ya no pensaba en la junta y sus deberes como jefe, ya que en su cabeza ahora solo surgía la necesidad de buscar a ese hermoso ángel que lo habia cautivado provocando que dejara escapar un suspiro lleno de pesadez porque sabía que su amigo no le dejaría hacer eso y la verdad no tenía ánimos de estar metido en una aburrida oficina con el nuevo vicepresidente que de seguro solo buscaría congraciar con él por favores futuros.

Al pasar unos minutos las puertas del elevador se abrieron donde fueron recibidos por el asistente del nuevo vicepresidente, quien resultó ser el hermano menor de su mejor amigo.

- Mariiii ¿cuánto tiempo? – le saludo el rubio al pelinegro de mechones rojos.

- Maximiliano deja de llamar así, ya que parece que le hablas a una chica – se quejó el pelinegro – y llegan tarde – les reclamo.

- Ya sabes cómo es Maxito, le gusta perder el tiempo – se escuso James a la vez que se burlaba un poco del rubio quien hizo un puchero por eso.

- Gracias… y lo bueno que eres mi mejor amigo – se quejó Maximiliano.

- Bueno, pasemos a la oficina de una vez – opino James, ya que sabía que de no detenerlos su hermano y le rubio podían seguir con esas discusiones infantiles por horas.

Al entrar a la oficina Maximiliano pensaba encontrar a un chico algo creído y prepotente ya que este obtuvo el puesto por recomendación del vicepresidente anterior y además de tener unas altas calificaciones con las que salió de la escuela; esa era la imagen que tenia de sus demás vicepresidentes por lo que esperaba algo similar con este nuevo, pero jamás pensó que al cruzar la puerta se volvería a topar con su hermoso ángel.

- ¿Tu? – dijeron los dos al mismo tiempo señalándose, provocando que los hermanos los miraran extrañados.

- ¿Se conocen? – pregunto Mariano mientras arqueaba la ceja.

- Si, hace rato choque con él antes de regresar a la oficina – respondió Isabela.

- ¿A la oficina? – pregunto James, quien igual se notaba algo confundido como su amigo.

- Si permítanme presentarlos, ella es Isabela Williams, es la nueva vicepresidenta – la presento Mariano.

- ¡Eres una chica! – ahora grito el rubio.

- Ah… si… - contesto ella sin entender la reacción del rubio.

- Pero pensé que eras un chico – opino bajito el rubio.

- Pues lamento decepcionarte – contesto, algo enojada – ¿y quiénes son ustedes?

- Ejem, cierto – dijo intentando recuperar la compostura y se acercó a la chica y tomándole su mano derecha para depositarle un beso para luego mirarla a los ojos – me llamo Maximiliano Winchester, encantado de conocerte Isabela.

Ahora fue turno de la castaña de sonrojarse ligeramente, por lo que acaba de ocurrir: que el rubio ese fuera el dueño de la corporación y porque se notaba que le estaba coqueteando de forma descarada.

Por su parte los hermanos ya sabían a donde se dirigía todo esto, ya que ambos habían convivido bastante con el rubio como para saber que esos eran síntomas de que le interesaba la chica. Pero también el menor de los hermanos suspiraba debido a que sabía que esto no acabaría bien debido a la historia triste que tenía en su pasado la castaña.

- Ah… un gusto señor Winchester – dijo la chica algo incomoda por la situación mientras daba un paso atrás.

- Puedes decirme Maximiliano o Max, o como tu gustes – le corrigió el rubio sonriéndole de forma coqueta., provocando que la castaña se pusiera un poco nerviosa y ligeramente incomoda por la situacion que estaba pasando en esos momentos.

- Bueno ya que nos presentamos pasemos a ver los reportes de las diferentes áreas de la empresa les parece – comento Mariano, buscando salvar a su amiga y frenando los intentos de seducción del rubio.

- Estoy de acuerdo contigo hermanito – le felicito James, quien jalo al rubio y le hizo regresar a la realidad.

Después de eso, ya los cuatro se pusieron serios mientras empezaban a hablar de números. Por su parte Isabela estaba impresionada, hace un momento era insoportable su jefe, pero ahora que hablaban de trabajo parecía otra persona como si hubieran remplazado al fastidioso por una persona seria.

Tras pasar varias horas donde pusieron al corriente al rubio y su mano derecha sobre los avances en la empresa y los nuevos proyectos que se buscarían llevar a cabo en un lapso máximo de un año, el reloj marco las 2:00pm indicando que era hora de comer y en el caso de nuestra castaña era hora de ir a buscar a su hijo a la escuela.

- Bueno continuaremos con la junta a las 4:00 pm, les parece – comento James, mientras acomodaba todos los papeles que les entregaron para que luego los archivara.

- Me parece bien James – opino Maximiliano, antes de girarse con una sonrisa coqueta para ver a la castaña – Isa, ¿te gustaría acompañarme a comer?

- Lo lamento mucho Maximiliano, pero ya tengo planes – dijo la chica mientras empezaba a caminar a la salida.

- Entonces te acompaño – dijo le rubio llegando junto a ella y tomándola de la mano, pero en eso noto que su ángel iba a protestar – como mi vicepresidenta deberás ser mi guía en lo que estoy de visita en los Ángeles, no te parece – dijo dando una sonrisa triunfadora al notar que toda protesta que le hubiera dado la castaña moría en su boca y bajaba su cabeza con resignación.

- Esta bien – dijo para luego suspirar – nos vemos en un rato chicos – se despidió ella de los hermanos, mientras era seguida por un rubio alegre.

- Ya empezó – comento James, al ver que esos dos habían salido de la oficina.

- Si ya lo noté, pero con Isabela la tendrá difícil – opino Mariano, quien igual acomodaba unos papeles para guardarlos antes de que ambos igual salieran a comer.

- Bueno, no existe peor lucha que la que no se intenta, no crees – opino el pelirrojo mirando a su hermanito.

- Lo dices por ti y Alejandra – contesto burlón Mariano provocando que su hermano se sonrojara y ahora no hubiera diferencia entre su cara y su cabello.

- Mocoso…, yo lo decía por ti y Teresa – contraataco James burlándose de su hermano y haciendo que el igual se sonrojara.

- Pero fuera de eso, si Max quiere conquistarla la tendrá difícil ya que ella se auto impuso a nunca volver a amar… - comento triste Mariano.

- Si me contaste, ahora que la veo en persona, solo me dan ganas de matar al imbécil ese que la lastimo y abandono – dijo algo molesto James – pero conociendo al obstinado de Max, tal vez él consiga que ella supere ese trauma – opino para sí, sonriendo de lado.

- Puede ser, bueno que tal si vamos a comer – dijo Mariano cambiando de tema.

- Pero hoy tu invitas, ya que yo soy tu invitado – bromeo James con él.

- Claro, solo en eso pensaba – le respondió de forma sarcástica el pelinegro, provocando que ambos rieran mientras se encaminaban a algún restaurante a comer.

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