Despierta

La luz que se filtró por la ventana hizo que me despertara, santo cielo, nunca imaginé sentir unas sabanas y mantas tan suaves. Mi cabello azabache estaba algo enredado y ahí me percaté de que ya no estaba vestida como en la subasta. Tenía una camiseta ancha de color blanco y unos shorts de verano, era un pijama muy bonito, de colores pasteles que combinaban a la perfección. Al bajar mis pies de la cama, divisé unas pantuflas de felpa de color crema que hicieron que mis pies se sintieran más cómodos que nunca.

¿Dónde estaba? El cuarto estaba impecable, las paredes eran blancas y las estanterías eran completamente organizadas. Parecía sacado de un cuento, yo jamás había estado en una habitación tan esplendida, siempre acostumbrada a estar huyendo por mi vida y durmiendo en apartamentos de bajo costo que carecían de cualquier tipo de elegancia.

—¿Estás despierta? —preguntó una voz, del otro lado de la puerta, que también me dejó maravillada, era de madera labrada con incrustaciones de gemas, como las que se veían en la televisión.

Dejé que pasara, necesitaba una explicación, empezaba a recuperar la memoria poco a poco y era terrible. Había sido secuestrada por un hombre lobo, un tipo que dijo que sería suya por siempre, parecía una completa locura.

—Le he traído ropa para que pueda tomar un baño. —dijo la mujer, que se veía muy elegante y sofisticada, pero al mismo tiempo amable. —Me llamo Aylin, soy una de las dueñas de este lugar.

Miré hacia la puerta e intenté correr apresuradamente, para que no se alcanzara a preparar para detenerme. La loba saltó sobre mí, haciendo que el espanto me dominara todo el cuerpo.

—¡¿Qué?! —grité, no podía creer que esa amable señora también era una loba de gran tamaño.

—Eres la invitada de Iker, tienes que quedarte si el quiere que así sea. —dijo, mientras volvía a su forma humana, solo había querido darme una advertencia, sino me hubiera lastimado.

Me quedé sentada en la cama nuevamente, examinando las prendas. Había una blusa escotada y una falda con pliegues, no era para nada mi estilo.

—¿No puedes traerme unos jeans o un pantalón cualquiera? —pregunté, con bastante mal humor encima, estaba allí en contra de mi voluntad.

—Si el alfa quiere que te vistas de ese modo, tienes que hacerlo cariño. —dijo, con la voz endulzada, parecía tenerme compasión. —Eres más hermosa que las otras chicas que ha traído, ojalá te ame.

Eso me pareció una broma de mal gusto. ¿Amor? ¿Se podía amar a alguien al cual te robas? Pero como usaba un tono solemne, no quise contradecirla.

—¿Ese tipo quiere que me quede en el cuarto todo el día? —pregunté, desafiante. Aylin me miró y dejó salir una risa.

Otra voz se hizo presente y contemplé a otro sujeto en la puerta de la habitación.

—Greg, ella es Keira, la invitada de la casa. —empezó a presentarme, señalándome y haciendo un gesto con la mano.

—¿Acaso es ella la que ha causado todo ese revuelo en la ciudad? Jayden está furioso…

El sujeto también era apuesto, alto, de tez trigueña y ojos almendrados, parecía ser de la edad de Iker, solo que no parecía tan fuerte como él, era más delgado.

—No lo sé, él solo me ha dicho que la mantenga aquí hasta que…

—Me ha robado. —dije, buscando que se apiadara o algo, para intentar manipularlo para lograr escapar de allí.

Escuché los otros pasos que se aproximaban y supe que ya no tenía tiempo. Iker se hizo presente, caminando hacia mí como si estuviera contemplando un trofeo.

—Les voy a presentar a mi hermosa mate, ¿No les parece la más bella de este mundo?

Greg se encogió de hombros y Aylin asintió con la cabeza, no podían contradecirlo demasiado.

—Quiero que la atiendan como a una reina, ella será la dueña de toda esta mansión a partir de ahora.

Me quedé boquiabierta, lo que estaba diciendo no me entraba en la cabeza. Este sujeto estaba completamente loco, pensé.

—Nos casaremos cuando termine la semana, así que debes ayudarme a preparar todo. —le dijo a Aylin, con una sonrisa de esas que él ponía, luego me miró con los ojos lascivos clavados en todo mi cuerpo.

Se acercó y hundió su nariz nuevamente en mi cuello para sentir mi aroma. Yo ya no tenía perfumes, no entendía que olfateaba tanto, luego sentí sus labios que rozaron mi piel levemente.

—Creo que se te zafó un tornillo, no podemos casarnos, yo no te conozco en lo absoluto. Es más, me has robado. —empecé a decir, con la cabeza en lo alto y sin dejar de mirarlo, a pesar de que me costaba, era muy guapo y eso me llamaba la atención.

Iker hizo una seña para que todos se retirasen del cuarto y cerró con llave, solo estábamos los dos.

—Eres mía. —dijo, con la voz severa y una sonrisa cruel dibujada en su rostro, me tomó de la cintura y me atrajo hacía si, buscando mi boca y me besó.

Eso no me lo esperaba, esa humedad tan satisfactoria hizo que no quisiera apartarlo, aunque me había querido callar con un beso, era una sensación nueva. Lo mordí hasta que se apartó, pero todavía sonreía.

—Me gusta que seas atrevida. —dijo, susurrando a mi oído y enredando sus dedos en mi cabello. —Eres una chica ruda. —miró de cerca mis ojos, enfocándome. —Tienes unos ojos hermosos.

—¿No deberías buscarte una loba? —pregunté, suspirando.

Estaba ciertamente confundida con lo que pasaba, ese juego que me hacía terminaba gustándome en cierto punto y no lo iba a aceptar, debía escapar cuando menos se lo esperaba, tal como había hecho con Jayden.

—Tú eres mi mate, Keira. —me miró y sus ojos brillaron. —No te dejaré ir nunca, serás mía, mi esposa para siempre.

Se aferró a mi y su calor me embebió, sintiéndome en cierta forma, incluso protegida. Me daba miedo, era una bestia aterradora e imponente al igual que todas las personas de esa familia. Sin embargo, quería saber más, hasta donde quería llegar conmigo, porque decía tanto la palabra “mate” y la razón de su obsesión comenzaba a gestar un deseo inconsciente.

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