Acechados.

Al día siguiente, con los primeros rayos del sol, Becca se arregló con su acostumbrado jean roto, camiseta y chaqueta de lino marrón. Recogió sus cosas de la universidad, portafolios, bolso, laptop y porta planos, se arregló y voló fuera de su casa.

La mañana estaba fresca, y las nubes sonrosadas hacían dibujos en el cielo.

Era lo único en lo que pensaba mientras viajaba en autobús. La música siempre sonaba fuerte en sus audífonos, para así aislarse de la gente en su entorno. Normalmente no se los quitaba por nada del mundo.

El campus aún estaba solitario. En algunos pasillos se podían ver uno que otro estudiante. Repasando para exámenes o dormitando en las bancas. La universidad en la que estudiaba era pública, por lo que muchos estudiantes eran de ciudades y pueblos circundantes a la suya. Muchos tenían la costumbre de llegar extremadamente temprano, para no perder ninguna clase.

— Ey, que haces aquí tan temprano? — Dijo una voz conocida a su espalda. Era Erick, un chico Moreno y corpulento, un compañero con quién alguna vez intentó entablar una relación. — Parece que no pasaste buena noche.

— Fue... un fin de semana difícil... hubo una fiesta en la congregación de mi papá, como sabrás... solo se reúnen los domingos, y prácticamente no he dormido. — Respondió ella, avergonzada por su rostro inchado de tanto llorar.

— Comprendo que es dificil para ti, considerando que debes ser parte de todas esas organizaciones.

— Desearía no serlo... pronto espero alejarme. — Dijo despreocupada.

— Si eso está bien para ti, los demás trataremos de apoyarte. — Comentó el, con una suave sonrisa.

Ambos entraron a un salón, y conversaron de forma amena, hasta que inició su primera clase.

Para el medio día, Rebeca estaba realmente agotada. El sol estaba en pleno cielo, pero para ella, había pasado suficiente tiempo para que esté se ocultara.

Camino hasta el edificio de la biblioteca y allí, sobre unos papeles y su comoda silla se tumbó, hasta que su amigo Ulises hubiera llegado.

— Ey, niña. — le dijo. — No deberías dormir sobre tu tarea.

Ella dió un respingo, y el se rió de su reacción.

— ¡Maldito estúpido! Me asustaste... — Le grito ella pegándole con una regla de metal.

Ulises era Moreno, alto y delgado. Su cabello ondulado siempre estaba despeinado, y sus tatuajes eran muy difíciles de leer. Tenía uno en el cuello, y siempre llevaba pantalones corte militar con estampado de cuadros escoceses.

— ¡¡¡¡SHHHHHHH!!!! — Escucharon

— Cuéntame... — susurró el al sentarse. — ¿Que fue toda esa histeria?

— ¿Que ofreciste tu al diablo, aquella vez? ¿Tu alma? — Preguntó ella.

— ¿Para que querría mi alma? No ganaría nada con eso... como practicantes, ambos lo sabemos. Le ofrecí una fracción de mi juventud.

Posiblemente me mate cuando sea un hombre exitoso, no lo sé. ¿Que ofreciste tu?

— No estoy segura... pero creo que fue a mi... — su voz temblorosa se apagó al escuchar el movimiento de alguien cerca de ellos. Pero era solo otro estudiante. — Yo... ¿sabes que ayer fue mi fiesta de compromiso?

— ¿Felicidades? Perdona mi ausencia... De todos modos no entraría al convento de estos hipócritas.

—Eso no es importante, yo... creo que estoy comprometida con el... con Luzbel, Lucifer... como lo prefieras llamar.

— Quiero de lo que te hayas fumado el día de hoy, niña. — Comento Ulises entre risas.

— El, sabe todo... cada detalle de aquella noche, incluso los que yo misma no te pude dar... lo sabe todo.

—Te está jugando una mala broma, cariño. Tal vez te cacho haciéndo el ritual en el pasado. ¿Que ganaría el comprometiéndose con una bruja humana? — Se encogió de hombros. — Si tanto te preocupa, enfrentalo, que demuestre quién es.

— ¿Y si me lastima? — Susurró

— Si realmente le interesa algo de ti, no lo hará...

Horas pasaron charlando de probabilidades antes de que los sacaran de la biblioteca. Al salir del edificio, ya era de noche. Las luces de los jardines eran la única iluminación que quedaba, y las caminerias estaban en extremo solitarias.

Ella y Ulises caminaron en dirección al subterráneo, pero la soledad y el silencio del lugar, hicieron del trayecto un momento incomodo.

En las esquinas y desde la oscuridad, ambos podían sentir una presencia densa. No sabían si era real, o si solo era histeria colectiva, probablemente ambos estaban nerviosos por la densa conversación del día.

Entonces recordó la otra noche... aquella donde se había quedado sola con Luciano en la oficina y comprendió que aquel era exactamente el mismo sentimiento que aquella vez. Unas ligeras palabras cruzaron su mente: — "jamás estás sola".

Becca se enfureció y camino hacia la oscuridad, con su moreno rostro prendido en rabia. Sus mejillas estaban encendidas en un intenso rojo.

— ¿Q..que haces? ¿Acaso no sientes esa sensación? — Le gritó Ulises, pero ni si quiera se atrevió a seguirla.

La chica que detuvo donde la oscuridad comenzaba y la miró con odio. — Está bien que jamás me dejes sola, Lucifer. ¡Pero no puedes estarme acechando por todas las esquinas, ni tu, ni ningún caído, ni ninguna criatura de la oscuridad! — Aún cuando tenía un arranque de valor, estaba temblando. — Si realmente quieres que cumpla con mi parte del trato, debes dejar de hacer esto.

— ¿Te volviste loca? — Le gritó su amigo.

Un par de ojos amarillos se posaron encima de ellos, y entonces Becca supo que tenía razón.

— No me oculto de usted, dama de la noche. — Dijo una voz grueso y casi gutural. — No tengo nada que temer en su mundo, solo cumplo con mi trabajo al cuidarla.

— ¡No me interesa cual es tu trabajo! — Grito ella. — Busca una manera menos incómoda de seguirme, o ve a pudrirte en el infierno.

Ulises tenía la hora abierta de par en par.

— Como usted ordene, mi señora.

La masa de oscuridad se redujo gradualmente a una sombra, un hombre vestido de negro, con una tez increíblemente pálida salió de ella, y camino lejos de el par de jóvenes.

Becca cayó de rodillas, y Ulises solo vio a aquella persona alejarse por la camineria de la universidad. Ninguno de los dos podia creer lo que acababa de pasar. A duras penas pudieron volver a la avenida principal, y tomar el transporte público a casa.

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