V

"De verdad, a veces me pregunto donde rayos estaban mis vecinos porque había que estar sordos y ciegos para no darse cuenta de nada de lo que estaba pasando"

         Bajar a la cocina fue lo peor que pudimos hacer, había sangre en todo el patio, signos de cuerpos arrastrados por todos lados, pedazos de carne, pelo... Lo verde de las hojas había pasado a ser rojo sangre. La textura dura del suelo estaba marcada por enormes charcos húmedos de sangre y trozos de carne creando una tétrica escena que me acompañaría el resto de mi vida.

         Corrimos hacia afuera de la casa, hacia la escuela, corrimos y no miramos atrás. Pensamos que ahí estaríamos a salvo, que no nos podrían hacer daño o por lo menos no cómo el que pensaban hacer anoche. Al llegar a la escuela esta estaba completamente vacía por lo que corrimos hacía los baños y nos encerramos en estos.

—P-por favor dime que eso fue una alucinación por no dormir... Que el rojo era parte de mi loca mente y que ahí había el verde brillante de siempre... —supliqué entre lágrimas apoyándome en el lavamanos.

         Mi respiración era agitada, a la vez que de a poco me iba quedando sin ella, mi pecho dolía y me apretaba, mis manos temblaban al igual que mis piernas.

—Si en algún momento de mi vida dije que quería vivir alguna de mis historias me retracto, lo juro, esto no es lo que quería, ni remotamente es lo que me imaginaba por favor para... —suplicaba entre llantos mientras mi amiga, Lisa, estaba sentada en el suelo entre el desmayo y el shock sin poder responder o moverse.

         Ambas estábamos petrificadas por todo lo que estaba pasando, no podíamos decir nada, ni hacer nada o habría más muertes.

—P-perdón no quería que estuvieras metida en algo tan feo... no quería que también fueras su objetivo —Abrazándola con fuerza entre lágrimas asustada por todo lo que pasaba y dolida por tener que ver lo mal que la estaba pasando aquella chica que consideraba cómo mi hermana.

—Tranquila, ella nunca será nuestro objetivo, solo queremos que entiendas que nosotros somos los buenos y que tú deberías venir conmigo, con nosotros, estarás a salvo y no te obligaremos a nada que no quieras. Solo danos una oportunidad, no te vas a arrepentir —dijo la misma chica del otro día saliendo de no sé dónde.

—No voy a ir con ustedes, déjennos en paz. No diré nada, no haré nada sólo déjennos en paz... No sé qué problemas hay entre ustedes, pero dejen de seguirme, de llenar mi vida de sangre. Solo soy una chica normal... que quiere seguir con su vida normal... por favor —supliqué tratando de no llorar frente a ella, pero me estaba siendo muy difícil.

—¿Normal? ¿Qué te dejemos ir? ¿Tú no entiendes nada de esto cierto? Hasta que no escojas un maldito bando ninguno estará tranquilo. A ti te caerán atrás cientos, miles más cómo nosotros y nosotros seguiremos detrás de ti tratando de convencerte, pero no, cómo todos los humanos solo piensas en ti y en los que son más cercanos a ti y el resto que se j... No sabes las ganas que tengo de que se vayan todos y terminen extinguiéndose y así no soportarlos más —Sin más, se fue enojada diciendo todo aquello sin sentido alguno para mí.

—Loca... —susurré una vez me cercioré de que estaba lejos para escucharme —Lis por favor dime algo, lo que sea, pero no te quedes callada... por favor... —supliqué.

—Mejor vamos a clases, ya deben haber llegado varios y ya vimos que aquí no estamos seguras —dijo seria, sin expresión alguna, de la misma forma se paró del suelo y caminó hasta el espejo y se miró para luego suspirar—. Hagamos cómo que nada pasó... no les hables, solo ignorarlos y esperemos que con el tiempo su obsesión contigo disminuya hasta ya no ser nada.

          No tuve tiempo a reaccionar pues ella ya se había ido del baño dirigiéndose hacia su clase.

          Hice caso y fui a mi clase rezando cuantos rezos me sabía de no sé cuántas religiones pidiendo de que no haya ninguno de esos tipos en mi clase hoy. Al entrar juro que no sabía que hacer de la alegría que sentía en ese momento al ver a Alejandro sentado en el asiento al lado del mío, corrí hacia él y lo abracé con fuerza para luego separarme y darle un zape en la cabeza molesta.

—¿Dónde rayos estabas? ¿Por qué faltaste? —pregunté molesta acusándolo con el dedo índice.

—¡Hey, enana! Yo también te extrañé —dijo riendo sobando donde le había pegado—. Te dije que iba a faltar, estamos en último año, relájate un poco... igual no me sentía bien —comentó con el tono relajado y despreocupado que siempre le ha caracterizado —. ¿ Qué pasó en mi ausencia? —Tuve que contar hasta mil para no matarlo al ver cómo me preguntaba aquello burlón, claro que él no sabía lo que estaba pasando, pero igual me enojaba.

—No sé por dónde empezar... demasiadas cosas... Creo que nunca te había extrañado tanto cómo en estos días... Por fa cuando decidas volver a faltar avísame para no venir, esta clase en tu ausencia fue un infierno —susurré recostando mi cabeza en su hombro con esa vocecita de niña pequeña que a veces usaba.

—¿Oook? ¿Seguro que todo anda bien contigo? ¿Quieres hablar? Estas rara —Apartándose de mí, mirándome preocupado.

         Por un segundo dudé sin contarle hasta que recordé todo lo que había pasado Lisa por mi culpa, por contarle y meterla en todo esto así que negué para mí misma y no le dije absolutamente nada. Él cómo siempre no insistió mucho.

         Nuevamente cómo mi rutina diaria las clases pasaron y decidí quedarme en la biblioteca estudiando. Por mucho que Lisa me insistió que me fuera con ella quise quedarme y luego irme a mi casa. No quería molestar en la suya y cómo tenía tarea por hacer decidí que el mejor lugar era la biblioteca, estaría rodeada de alumnos y profesores, en otras palabras no estaría sola en ningún momento.

         Cuando terminé mi tarea recogí todo y me dispuse a salir, cuando recordé que había una sección que Lisa y yo no habíamos registrado. Era la de historia y simbología. Era una sección pequeña y casi olvidada de la biblioteca. Eran libros que a nadie le interesaba o le servía para alguna clase, solo estaban ahí por estar por lo que en un último intento de averiguar que me había tatuado decidí caminar hasta el fondo del lugar. Busqué durante varios minutos hasta que encontré uno que parecía el indicado. Se veía viejo, gordo y lleno de polvo, si ese no lo tenía me rendiría por completo. Por su tamaño parecía una enciclopedia por lo que estaba depositando todas mis esperanzas en él. Solo tenía un problema, era muy alto para mi...

—¡¡¡Ahhh!!! ¡¡¡Por qué tenías que estar tan alto!!! ¡¡¡Quién diablos te puso ahí!!! —me quejé molesta con no sé quien por dejar el libro tan alto, bueno para una persona promedio tal vez no lo esté, pero para alguien que solo mide ciento cincuenta y seis cm esa cosa estaba en el cielo.

—Aquí tienes —Me entregó riéndose aquella voz que hubiera deseado jamás volver a escuchar.

         No me moví, solo me quedé ahí petrificada sin saber qué decir o hacer. Solo mis ojos se movían de un lado a otro buscando una salida, mientras el resto de mi cuerpo dejó de responder a cualquier orden aterrada que le daba mi cerebro.

—Hey... tranquila, no te voy a comer, solo quiero hablar —Intentó calmarme con una sonrisa cálida, pero ni loca le creía.

         A estas alturas estaba segura de que él me vió en el techo, mientras mataba al otro y de seguro fue quién mató a los de la tienda de tatuajes. Jamás confiaría en alguien como él, es más estaba casi segura que él estuvo en mi casa anoche y fue parte de aquella horrible escena.

—De verdad, te suplico que te calmes, tu corazón me va a dejar sordo —se quejó dolido.

         Y otra vez con eso. ¿Qué les molestaba a ellos cómo se encontraba mi corazón? ¿No se supone que solo yo puedo escuchar sus palpitaciones? No entiendo nada.

—G-gracias... y-yo m-me tengo que ir —Y antes de que me pudiera ir el chico frente a mí obstaculiza mi camino con su brazo haciendo un fuerte ruido contra el estante.

—Te dije que tenemos que hablar y no te vas a ir hasta que lo hagamos —dijo enojado logrando que me hiciera más chiquita en mi lugar.

         Yo no quería hablar con él, solo quería ir a casa y estar lejos de todos esto. No quería tener nada que ver con ninguno de ellos. Quería gritar, pero sabía que sería en vano, si me quería matar lo podía lograr antes de que cualquiera llegara a ayudarme.

—Si no te calmas te lo diré así... sé que me viste el otro día en tu techo. Sé quién eres y lo que representas, así que te propongo algo, te saco de todo este lío, junto a mis amigos. Prometo protegerte de todo y de todos si vienes con nosotros. Somos tu mejor opción. ¿O crees que lo que viste el viernes fue mucho?

<<Los hermanos Miller han hecho cosas peores, yo solo le di su merecido a alguien que nos había traicionado. Si te vas con ellos tu muerte será segura, si vienes con nosotros estarás mucho mejor, solo tomaré lo que necesito de ti de la mejor forma posible, sin que te duela y luego puedes quedarte cómo uno de nosotros o irte aunque la segunda no lo recomiendo —hablaba con seguridad y enojo pero yo seguía en las mismas o peor, temblando de miedo y más confundida que nunca. >>

         No entendía nada de lo que hablaba, el latín me resultaba mucho más fácil...

         La tensión en el ambiente se notaba y más porque con cada palabra que decía se acercaba más y más a mí haciendo que mi corazón se acelere más aún, cosa que por alguna razón provocó que él pusiera cara de disgusto y molestia. Nuestras respiraciones chocaban, la suya era tan caliente cómo la de alguien con una fiebre altísima, la mía una helada, tal y cómo se encontraba mi cuerpo.

         Le rezaba a los ángeles, dioses, santos y a buda para que me mandaran una salvación, la que sea, pero rápido, la necesitaba realmente, yo sola jamás podría salir de ahí... y me escucharon aunque no creo que él sea la salvación que estaba pidiendo o buscando...

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