El alpha es mi mate
El alpha es mi mate
Por: Jay C
Entrada triunfal

Mi madre y yo habíamos vivido toda la vida en esta pequeña granja alejada del pueblo. Mirabas a tu alrededor y solo se veía pasto y carretera a lo lejos. Podría ser bueno para una persona que no le gusta socializar y quienes son alérgicos a las personas, pero para una adolescente como yo era todo lo contrario. Me la pasaba sola, mi madre casi ni se mantenía en casa. Por las noches tenía que estar entre dormida y despierta porque siempre vivía con el temor de que algún malhechor se metiera a la casa. La única que me hacía compañía era mi nana, el ama de llave, Dory. Mamá la dejaba a mi cargo mientras ella hacía sus viajes. La mañana del día de hoy era soleada, afuera se escuchaba el canto de uno que otro cuervo.

Desperté de buenos ánimos, estábamos casi a mitad del mes, las vacaciones de verano empezarían en unas semanas. Mis notas iban bien. En fin, estaba en mi momento neutro de la vida. Me duché mientras tarareaba una canción pegadiza de Shakira y cuando salí me sequé todo el cuerpo con una toalla. Mi mejor amiga Grace estaría esperándome en la entrada de la preparatoria para ir juntas a clases. Éramos inseparables desde niñas, aunque Grace era mucho más loca que yo, una rubia de piernas preciosas. Y yo pues... era yo: pelo alborotado que no hacía caso a ningún cepillo y cuando hacía calor era peor, mi cabello jamás se quedaba quieto. No sabía ni cómo acomodarlo cada mañana.

Cuando me terminé de vestir me hice una trenza desde arriba hasta llegar a la punta de mi pelo. Al menos así no parecía que me hubieran electrocutado. Tomé mi bolso, mi celular y bajé los escalones. En la cocina estaba Doty, sirviéndome el desayuno. Ella sabía que por las mañanas no comía mucho así que lo único que había en el plato era un huevo entero y rodajas de tomate al lado. Todo eso acompañado con un té de manzanilla con miel.

—Buenos días, Sasha, ¿dormiste bien?

—Sí, perfecta. —empecé a comer lo más rápido que podía. No quería llegar tarde, sentía que hoy sería un día genial. —¿Te quedaras hasta tarde hoy? —quise saber, porque si Doty se iba le diría a Grace que me acompañe a dormir. Mamá vendría hasta el fin de semana.

—Claro que sí, hasta que te duermas.

Me tomé el té de un sorbo y me puse de pie.

—Me tengo que ir, nos vemos en la noche.

—Que te vaya bien.

Salí de casa, el sol me abrazo cuando salí. A lo lejos se miraba ese extraño espantapájaros que mi padre había puesto hace algunos años, antes de que muriera. Igual no servía de nada porque los mismos pájaros se sentaban encima de ese hombre. Saqué las llaves de mi escarabajo, un Volkswagen en color crema. Ya estaba viejito pero jamás me dejaba abandonada. Me monté y arranqué.

Mi futuro me esperaba.

Grace estaba en la entrada, esperándome, cuando me ve me hace una seña de que me apure. Seguro me tendrá algún chisme o así. Ella siempre tiene noticias nuevas.

—¿Cuál es la prisa? —le pregunto cuando llego.

—¿Adivina que? Acaban de llegar varios chicos a la preparatoria y según estuve averiguando se quedarán aquí a estudiar el resto del año.

—¿Y eso qué tiene que ver conmigo? —elevé una ceja.

—¡Pues todo! Es nuestra oportunidad para no ir solas al baile de graduación. Y déjame decirte, Sasha, que están más que buenos —Grace me contaba y contaba sobre los chicos nuevos mientras íbamos caminando por los pasillos de la preparatoria.

—Hmm pues es tu momento —la medio empujé de broma. En eso la campanilla sonó.

—Ya te darás cuenta y me darás la razón.

Entramos a la clase de biología. Los alumnos apenas estaban entrando. Me llamó la atención un chico sentando al fondo del pasillo. Usaba un suéter negro, vaqueros negros y botas de militar. Su gorra le tapaba la parte de la cara así que no lo podía diferenciar. Una cosa era segura: jamás en la vida lo había visto por aquí. Mientras más entraban los chicos más caía en cuenta de que era uno de los nuevos que Grace me había mencionado. Como sintiendo mi mirada, el chico eleva lentamente la cabeza y su oscura mirada se queda fija en mi. Sus labios se encorvan en una media sonrisa.

—Tierra llamando a Sasha, siéntate —Grace me sacó de mi trance y aparté la mirada del chico. Me había provocado escalofríos esa mirada.

—Te lo dije —susurró Grace a mi lado—Ese solo es uno.

El profesor de biología entró de manera despreocupada. En sus manos traía un bolso y una enorme muñeca de plástico. Arrugué la cara cuando supe que ese tipo de muñecas la usaban los hombres para.... Eso. Lo que no entiendo es por que traía algo así. El maestro vestía de gimnasio, como si recién viniera del gym. Puso la muñeca frente a nosotros, dejando ver sus pechos dibujados y su boca en forma de O.

—Hoy hablaremos del sexo —dijo sin más.

—Aburrido —dijo alguien atrás.

—Todos están pequeños aún para tenerlo —nos señaló. Algunos se rieron, la verdad es que también quería hacerlo pero no lo haría. —La directora me ha pedido que los aconseje, ustedes van entrando a una etapa en donde se enamoran, hacen locuras por amor... —la voz del profesor parecía aburrida, como si hasta a él le pareciera aburrida la clase. En realidad todos sabíamos perfectamente lo que significaba la palabra sexo y estoy segura de que más de alguno sabe cómo hacerlo. Yo no, jamás he tenido novio, jamás me ha gustado alguien, jamás he dado un beso. Quizás sea deprimente, pero no sentir nada por nadie es liberador. Así no te lastiman.

—¿Saben lo que es un condón? —volvió a preguntar el maestro.

—Buhh —abucheó Grace.

La codeé en modo de reproche, no quería un reporte a estas alturas del mes.

—Parece que se aburre con mi clase, señorita Grace Cárdigan.

—¿Yo? Para nada, señor Johnson.

—Cambia de lugar, no quiero que mal influencies a Sasha.

—¿Qué? ¿Por qué, John? Vamos, ¿te di donas ayer? —Grace a veces era un poco imprudente.

—Atrás. Tu, el de gorra, ocupa el lugar de delante —demandó. Me tensé en el momento en que dijo el de gorra. Era el chico de atrás. No, que no se siente a la par mía, que no se siente a la par mía. Grace me codeó antes de irse, segundos después apareció el chico y se sentó a la par mía. Parecía un poco callado, no lo sé. De seguro ha de ser feo eso de ser el nuevo y no conocer a nadie. De repente quise hablarle, jamás he sido del tipo orgullosa.

—Hola. Soy Sasha —le sonreí. El me miró y sonrió también. Su sonrisa... provocó un cosquilleo en mi estómago. ¿Son... lombrices?

—Eso —dijo el maestro murándonos. Tuvo mi atención de nuevo—El primer amor, el primer encuentro, el primer roce, la primera mirada—creo que Johnson estaba un poco eufórico—Puede terminar en unos pequeños niños corriendo por ahí, pidiendo dinero para un helado, dejando pedazos de comida en todas partes, llorando y desvelándote por las madrugadas. Hay que tener cuidado, señor Paterson.

¿Paterson?

—En parejas tienen que escribir los pros y contras de contraer relaciones sexuales.

—Ya cásate, Johnson. —dijo alguien atrás.

—Es para mañana.

Busqué una hoja en blanco y un bolígrafo para empezar a escribir cosas de las cuales no tenía idea. Sin embargo había leído algunos libros de ciencias y con respecto a ciertas cosas que me contaba Grace... creo que tenía algo de material. Escribí Pros y Contras en la hoja, estaba tan concentrada en hacer buena letra que no me di cuenta cuando el chico de apellido Paterson me habló.

—¿Me prestas un boli?

Lo miré. Sus ojos... negros como la noche.

—Ah... seguro. —busqué un bolígrafo y se lo tendí. Cuando lo tomó su mano hizo electricidad con la mía. Separé mi mano de inmediato y volví a lo mío. Mi mente estaba en blanco, no tenía idea de lo que escribir. En Pros puse:

Complicidad.

Diversion.

Satisfacción.

No había experimentado ninguna de esas cosas pero sabía más o menos lo que las personas sentían cuando hacían ese acto.

—Diversión, ¿he?

La voz del chico me tomó desprevenida, haciendo que diera un pequeño brinco en mi lugar.

—¿Que haces? —tapé mi hoja con la mano—Es un trabajo individual.

—Corrección —dijo— Es un trabajo en parejas así que por ende me tienes que decir lo que escribiste.

Fruncí el ceño.

—Pero si ya lo leíste —rodé los ojos.

Escuché que rió a lo bajo.

—Pero me gustaría saber más sobre los pros, estoy seguro de que querría escribir más sobre eso.

—Para que sepas que no.

Miré su hoja, estaba casi llena en la columna donde iban los pros. Vaya, pues alguien parece que sí ha tenido mucha experiencia. En los contras casi no había nada.

—Déjame leer la tuya entonces —pedí.

Se encogió de hombros y me tendió la hoja. Cuando la tomé pude ver una pequeña marca en su dedo anular. Una marca roja, pequeña y no tan visible. Pero lo era para mi. Lo noté porque yo también tenía la misma marca, en el mismo dedo y en el mismo lugar.

Lo quedé viendo un tanto sorprendida.

—¿Te pasa algo? —sonrió. Al parecer le divertía verme dudar.

—No —negué con la cabeza y leí.

Pros:

Diversión.

Conquista.

Manipulación.

Deseo.

Sasha.

¿Qué hace mi nombre en tu lista?

—Hmm no me di cuenta de a qué hora lo escribí.

—No te hagas el chistoso.

El chico tomó del pupitre una pulsera que siempre llevaba conmigo. Me la había dado mi padre.

—Qué bonita —dice—¿Por qué no te la pones?

—Contesta a mi pregunta.

—Ya te lo he dicho, he escuchado tu nombre y quise anotarlo para que no se me olvidara.

No me parecía muy convincente su respuesta.

—No te creo. Dame la pulsera.

—¿Como se dice? —la apartó de mi.

¿Acaso quiere que le diga por favor?

Estará loco.

—Paterson, dame la pulsera.

—Odio que me llamen por mi apellido.

—¿Entonces por qué lo usas? —lo reté con la mirada.

Sonrió de manera satisfecha.

—¿Te masturbas?

Los colores llegaron a mi cara.

—¿Qué? ¿Como se te ocurre? —me abaniqué con la hoja.

Se rió.

—Eres tan fácil de controlar.

La campana sonó.

—Te veo después —me dice, yéndose rápidamente por la puerta.

—¡Oye espera! —metí mis cosas y salí, pero ya iba lejos—¡Paterson!

El sólo se giró, me dio una media sonrisa enseñándome mi pulsera y se fue de la preparatoria.

—Bueno, parece que ha ido bien —Grace apareció en mi campo de visión. —Guapo, ¿no? Averigué con Johnson y se llama Tate.

Tate.

Pues tendría que encontrar a Tate quien sabe dónde para que me devuelva lo que es mío.

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