El reencuentro

Una tarde de junio, cuando el sol apenas calentaba la tarde otoñal, Ayla recibió un mensaje.

Estaba sentada, bebiendo su cafè, aquella tarde llevaba su comodo vestido de hilo verde limón, y mientras observaba el jardin de su casa, su mente divagaba, recordando al amor de su vida. Las hojas de aquellos árboles, que decoraban su lugar favorito, en aquella gran casona, la llevó a su infancia, cuando las hojas caían y armaban colchones en la encenada del barrio donde crecio, solía jugar y le encantaba en sonido de las hojas secas al pisarlas.

Después de varios años, sin saber de Bleddyn regreso a su vida, y todos los recuerdos que tenía de él, revivieron a flor de piel.

Penso que jamás volvería a verlo, creía que aquella promesa de "juntos para siempre" había sido solamente un cuento.

Se apresuró, se cambió de ropa, cogió las llaves de su auto, y antes de sakir, se miró en el espejo de su tocador, seguía siendo muy bonita. Su corazón se ascelero, había soñado con aquel reencuentro muchas noches.

En el mismo lugar, donde se habían visto por primera vez, el reencuentro parecía un sueño.

Nerviosa, ansiosa y sin saber como comenzar, lo ve allí, esperándola.

El sitio ya no era el mismo, solamente quedaban algunas casas abandonadas, y el recuerdo latente de cuando lo conoció.

Ella, se acercó tímida, lo miró a los ojos y con su voz entrecortada le dijo: —Te fuiste, me dejaste sola y no sabes lo mucho que he sufrido. Fue muy difícil seguir, al mirar en cada rincón te veía allí. Los buenos momentos vividos invaden mi mente a donde quiera que mire.

Él, la tomó entre sus brazos y le susurro:

—Para mí no fue fácil dejarte aquí. Te pedí aquella tarde que te fueras conmigo, y tú decidiste quedarte. Para mí tampoco fue fácil estar sin ti. A pesar de luchar contra vientos y mareas, aquello que siento fue mucho más fuerte. Pero he regresado, aquí me ves, parado frente a ti, buscando una nueva posibilidad de poder recuperar aquello que por cobarde deje ir.

Ayla le sonríe y le pregunta: —¿Qué hay de ella?

Él, frunció el ceño y le preguntó: —¿Qué hay de él?

Ambos, quedaron en silencio, bajando la mirada ¿El juego comenzaría otra vez?

—No te dejé sola —le reprochó —Siempre estuve ahí. Cuando más lo necesitabas, estuve ahí. Te observaba cada noche. Siempre cuidé de ti, Ayla.

—Yo también estuve. Jamás te dejé solo. Pero aquella tarde cuando entre lágrimas te supliqué que te quedaras, aun sin importarte, te fuiste igual —le recordó ella.

—No podía quedarme, y lo sabías. No dependía de mí... pero regresé. ¿Qué haremos ahora? —comentó Bledd angustiado.

—Seguir como siempre. Tú con ti vida y yo con la mía. Ya no quiero volverte a llorar. Pero quiero que sepas que jamás te voy a dejar de amar.

Bledd, la tomó entre sus fuertes y musculosos brazos y le susurró. —No me iré esta vez. Voy a luchar por ti y por este amor. No voy a correr esta vez. No me importa lo que ella sea capaz de hacer.

Ella lo miró y con un suave tono de voz le dice. —Bled, va a matarte.

—No me importa, si para estar a tu lado debo luchar y morir, no será en vano —dijo Bledd.

—No van a permitir que alguien de tu raza este con una simple humana. Debes entenderlo, somos diferentes. —comentó Ayla.

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