Esconden algo

- Comprendo, entonces, con esa información creo que podemos terminar todo esta semana – era absurdo esperar que le hablara algo más de él y sus gustos, tendría que seguir a ciegas.

- ¿Pretende terminar un trabajo que planeo seguir de manera minuciosa en tan solo una reunión?

- No - Lily sonrio - Pero pensaba que podríamos lograr un punto medio entre sus tiempos y los míos, Señor Vermont, ¿Hay algo que quiera que mantenga de esta propuesta?

Por no recibir la propuesta, se giró hacia la caja a su lado - Okay, tengo once propuestas más

Pietro observaba como Lily sacaba más y más imágenes y bocetos - ¿Preparaste todo esto en una semana?

- Sí, Usted necesitaba una propuesta esta semana, pero no podía venir hasta aquí solo con esto.

- Señorita Loren…

- Un momento, estoy buscando una que creo que nos servirá para poder conversar sobre el diseño de las fachadas, pero no sé por dónde estará …-

- Lilian… ¿Puedes mirarme un momento?

- Sí, enseguida

- Ahora – Pietro no tenía mucha paciencia y no estaba acostumbrado tener que controlar su tono de voz, así que no sonó tan casual como habría querido.

Los papales en la mano de Lily cayeron al suelo, pero no se animó a levantarlos.

- Sí, Señor Vermont.

Pietro se rascó el espacio entre sus cejas con su dedo índice – Si tuvieras la posibilidad de mudarte un tiempo a un predio privado que te promete privacidad y conexión con la naturaleza, sin estar en medio de la nada, con todos los servicios y comodidades, ¿Cómo te gustaría que fuera tu espacio?

- La primera propuesta me gusta mucho, es mi favorita, pero pensándolo mejor, creo que para usted sería mejor algo como esto.

Pietro observó la fachada de una casona similar a la de su abuelo.

- Si lo que busca es un espacio para poder retirarse, creo que algo así cumpliría con los estándares de la familia Vermont.

Pietro ajustó su posición en el sillón, sintiéndose aún más incómodo – Lilian Loren…

- Sé que aún falta para que se retire, pero solo trato de adivinar qué es lo que desea para este proyecto… y dijo que era algo personal… supuse que tal vez… comenzaba a trabajar en su plan de retiro.

- ¿Cuántos años crees que tengo?

- Siempre fui mala para adivinar las edades jaja…. Ja – Si decía que tenía más de lo que en realidad tenía, podría ofenderse, mejor seguir tratando de adivinar que etapa de su vida cursaba.

- Tengo 38

- ¿No comienzas a pensar en tu retiro alrededor de los 40?

Pietro no supo qué responder.

- Mire, este cuarto tiene la mejor iluminación, imagine un tablero de ajedrez allí y … - sintió que el aire a su alrededor se congelaba – incluso diseñé el cuarto de recreo para sus hijos, sería lindo incluso cuando los nietos lo visiten también.

Pietro aflojó su corbata.

- Ésta también me gustó mucho diseñarla – se dispuso a remover entre los papeles en la mesa cuando Pietro la detuvo con un gesto de su mano.

- Está bien, iremos con la primera -soltó 

- Genial, avisaré en Rubens que tenem… ¡¿Qué?!

- Trabajaremos en la primera propuesta, una semana se ajustaba a tus tiempos ¿No?

Ahora era Lily quien estaba sin palabras.

- ¿Cree que puede tener los informes sobre materiales y costos de esta propuesta en una semana? - le preguntó

- Tengo listo los informes de cada una de las propuestas.

- Perfecto  

- ¿Está seguro de que no quiere observar un poco más?

- Estoy seguro de que no podré soportar esto por más tiempo - se masajeó la frente

- Hay otras ideas que podemos conversar - Se apresuró a decirle

- No es necesario

- ¿No quiere ver primero el presupuesto?

- Dame lo que tengo que firmar – Pietro le extendió una mano 

Lily le entrego la carpeta con toda la información sobre ello, con cierta cautela.

Prieto comprendía su expresión.

- Quiero pedirte algo – le dijo, con una tormenta aproximando en sus ojos grises

Por un momento, Lily pensó en la mirada de Emma cada vez que se empacaba por un juguete nuevo.

- Por supuesto Señor Vermont, en lo que pueda ayudar lo haré encantada - mintió sin salida

- Almuerza conmigo.

- Por supuesto, no quiero importunarlo, lo acompaño en su almuerzo Señor Vermont - si su reunión demoraba sus tiempos, Lily agradecía que al menos tuviera una posibilidad de enmendarlo, asi que no dudo en aceptar su mala suerte.

“Las niñas no han comido nada desde que bajamos del avión”

Tomo su teléfono y envió un mensaje a Eva, no estaba acostumbrada a perder a las niñas de su vista y la perturbaba pensar que tuvieran hambre.

- ¿Tiene otro compromiso, Señorita Loren? – Pietro miraba de reojo el mensaje de Lily.

- Sí – murmuró - ¡No! Digo, nada que no pueda organizar.

- Me alivia que así sea – de nuevo esa expresión severa.

Las manos de Lily sudaban mientras abría la respuesta de su hija.

“Mami, termina tu trabajo tranquila, ¿Quieres que le llame a la tía Rose? ¿Quieres hablar con Luca?”

- Señor Pietro, necesito hacer una llamada…

- ¿Necesita mi teléfono? – le preguntó con ironía y levantó una ceja.

- No, no, claro que no, pero… necesito salir un momento

Pietro le hizo un gesto con la mano hacia la puerta.

- Enseguida vuelvo.

Salió del estudio de Pietro con el teléfono en su oído.

- Luca, ¿Podrías volver a casa?

- ¿A dónde la encontré hoy Señorita Loren?

- Sí, allí, la casera te abrirá si le dices que vas en mi nombre, Eva puede ordenar algo de comida y una amiga llegará para que puedas buscarme en cuánto termine aquí.

- Puede estar tranquila señorita Loren, llevaré a las niñas a casa para que puedan comer y volveré a buscarla en cuanto me avise.

- Muchas gracias Luca, te veré luego, escribirme en cuanto llegues a casa.

Con un suspiro de alivio se dio la vuelta para toparse de frente con el pecho de Pietro Vermont.

- Lo siento, no sabía que vendría detrás de mí.

- Deberías haberme dicho que tenías algo que hacer cuando te pregunte.

- No tengo nada que hacer.

- ¿Estas segura?

- Quede con un amigo, pero él sabía que debía esperarme – mintió un poco.

- ¿Quiere terminar con esto cuánto antes o no te atreve a decirme que no? ¿Tanto miedo me tiene Señorita Loren?

- Sí – admitió y cerró los ojos con fuerza, se mordió la lengua.

Para que una mentira funcione y no sea cuestionada, hay que decir más verdades.

- No era mi intención asustarla – en realidad había intentado ser lo más sociable posible con ella, ¡Había hablado el triple de lo normal para no incomodarla!

- Lo sé – sonrió, pero no llegó a notar el destello en los ojos de Pietro.

Lily no estaba acostumbrada a que la miraran fijamente, y era aún peor cuando la persona que la miraba así era dos veces más grande que ella en tamaño.

Pietro Vermont era simplemente imponente.

Anchos hombros, mentón recto, cabello renegrido y dos cabezas más alto que ella.

No es que ella fuera muy alta, de hecho era todo lo contrario, pero no recordaba que se sintiera tan pequeña al lado de Pablo.

Ahora era como si fuera insignificante.

Retrocedió un paso.

- La cafetería está en el mismo lugar de siempre – le indicó.

Lily esperó a que el continuara para seguirlo, nunca antes había estado allí, así que no reconocería el camino de todos modos.

Sin darse cuenta acarició el lugar que ocupaba su anillo.

- Nunca estuve allí – dijo con cierta decepción.

- ¿No visitabas a Pablo a menudo?

- No, nunca me atreví a molestarlo en su lugar de trabajo.

Pietro la miró extrañado

- Oí que una mujer lo visitaba, pero no era yo – se burló de sí misma

¿Por qué insistía en aferrarse a esa relación? En momentos así se daba cuenta de que, aparte de esa boda, en realidad no había tenido nada con Pablo jamás. 

Mientras Lily soltaba un suspiro amargo, Eva y Emma disparaban sus preguntas contra Luca y un una mujer vestida de rojo se acomodaba sus lentes de sol en la mesa contigua a la de ellas.

- Luca ¿Por qué la gente usa lentes de sol cuando no hay tanto sol? 

- Hay personas que son muy sensibles a la luz 

-¿Pero por qué los usan mientras comen helado dentro de un lugar cerrado? -Emma sostenía su helado con una mano y con la otra señalaba todo el lugar en un gesto.

- ¿Acaso no sabes educar a tus hijas? - la mujer se volvió hacia ellos con una expresión molesta.

- Samantha - antes de que Luca pudiera responder, un joven de cabello cobrizo se acercó a ellos con una sonrisa divertida - es reconfortante volver a casa después de tantos años y ver que todo sigue igual.

- Ya no se puede ni tomar un helado tranquila

- Son niñas - se sentó delante de ella.

- Lo digo por ti Pablo- Samantha se levantó fastidiada y abandonó el lugar. 

- Las personas que usan lentes en un lugar cerrado es porque esconden algo - el joven le dijo a las niñas, guiñando un ojo.

- ¿Usted también usa lentes cuando toma helado? - Eva preguntó.

- Casi siempre - rio.

- Me disculpo si las niñas lo importunaron - Luca se puso de pie - espero que comprenda que solo son niñas.

- Eso no es una disculpa realmente ¿No? - rio - no importa, no iba a quejarme de ellas, es un par adorable, mi amiga... tiene un carácter especial.

- ¿Qué es un carácter especial, Señor? - preguntó Emma

- ¿La etapa de las preguntas? ¿Cuántos años tienen? Mi mamá solía decirme que cuando tenía cuatro la volvía loca - Pablo bromeó.

- Cinco - Emma levantó su mano derecha mostrando sus cinco deditos extendidos.

- Niñas, vamos a casa - Luca alzó a la pequeña.

Pablo miraba curioso la apariencia de las niñas y Eva y Emma respondían de la misma manera.

- ¿Vamos a buscar a mamá?

- Mamá aún trabaja

- ¿No vuelve con nosotros?

- No, la Señorita Loren ira a la casa de Rose cuando termine su reunión - Lucas respondio a las dos angelitas

Pablo los miró extrañado cuando salieron.

La Señorita Loren que el conocía también tenía una amiga llamada Rose...  

Si Lily hubiera dado a luz a ese par de mellizas, tendría que haber quedado embarazada en la época en que se casaron...

¿Podría ser que esa noche germinara en ese par?

"Debe haber sido una gran noche, querida esposa" rio mientras tomaba el helado que Samantha había dejado.

Su mente era ágil para trazar planes y al parecer Dios lo ayudaba, sabía por Samantha que Lily nunca se dio cuenta de que él no era el hombre con el que había pasado esa noche y si Pietro no le daba lo que necesitaba, había pensado en buscar a Lily.

Tenía que averiguar más sobre las niñas para saber si podía usarlo a su favor.

Pero cuando reflexionó sobre los ojos grises de las niñas, Pablo se congeló.

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