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Cuando salí de la empresa Wagner, lo primero que hice fue llamar a mi mejor amiga y compañera de cuarto, Sandra. La chica de risos negros y sonrisa blanqueada, me responde de inmediato.

 –¿Hola? –Escucho su voz ronca, sabía que quizás a penas se estaba levantando, ya que ella sigue estudiando y no le preocupa mucho la vida laboral.

 –¿Adivina quién tiene trabajo? –Le pregunté con una sonrisa dibujada en mis labios, pintados de color carmín. La chica con ánimo, empieza a gritar por el teléfono como una loca. Claramente sus gritos eran de felicidad.

–¡No puede ser! ¡Tienes trabajo! –Yo solo aleje un poco el teléfono de mi oído, para reírme mientras caminaba por la acera de la calle.

–Sí, no puedo creerlo. –Le conteste de inmediato, mientras me metía al subterráneo. –Fue incluso la entrevista más fácil que hice. 

–Es que eres la mejor diseñadora que he conocido, incluso puedo creer que se quedaron impactados al ver tus bocetos. –Al escucharla de inmediato hice una mueca, ya que el hombre no vio ninguno de mis bocetos.

–En realidad no lo hizo, solo me contrato. –Le comenté mientras me daba cuenta de las irregularidades de mi contrato.

–Solo alégrate. –Sandra siempre era muy optimista. –Hoy iremos a tomar y sé que mañana trabajas, pero no me importa, tenemos que festejar a lo grande. –Realmente estaba feliz de que ella se sintiera orgullosa de mí.

 –Claro, nos vemos en casa. –Le contesté de inmediato, mientras me subía al metro, que daba para mi departamento. Yo vivía era en Queens, no era el mejor vecindario de la ciudad, pero sí que era un buen lugar para alquilar un departamento barato, junto con una compañera de cuarto. 

Al llegar a casa puedo ver como improvisadamente, mi mejor amiga inflo globos de su cumpleaños pasado, para después aventarme confeti, cuando abrí la puerta de la casa.

–¡Felicidades! –Y como era de esperarse, mi amiga aún seguía en pijama. –Ven y dame un abrazo hermoso. –Yo de inmediato deje mi bolso en la entrada, para abrazarla con fuerza.

 –Gracias. –Le dije sonriendo. –Creo que debería llamar a mi padre y decirle lo que paso.

–Sí, tu padre estará tan feliz por ti. –Así que me quite los tacones que traía puestos, para ir a mi habitación, para tomar el teléfono en mis manos y llamar a mi padre.

Mi padre era policía en Washington, él tenía un puesto realmente alto, así que sabía que siempre estaba ocupado, pero también sabía que siempre se daba su tiempo, para hablarme y escucharme.

–¡Cariño! –Dice mi padre al notar que era yo al teléfono.

–¡Padre! –Dije con la misma felicidad, mientras me recostaba en mi cama. –¿No vas a creer que me paso? –Le comenté con un poco de picor, ya que quería sorprenderlo, pero en vez de que él pensara en algo bueno, de inmediato se preocupó por mí.

–¿Qué te paso? –Me pregunta mientras se escucha alarmado.

–Padre, tranquilo. –Trato de que no piense que algo me paso. –Es algo bueno. –Solo escucho como suspiraba con alivio, al oír que estaba bien.

–Creí que algo malo te había pasado. –Me responde con preocupación.

 –No, tranquilo.

–Entonces dime, ¿qué paso? –Me anima a decirle, mientras puedo escuchar que está más relajado.

–Acabo de conseguir empleo. –Mi padre al igual que mi mejor amiga, empieza a festejar con gracia. –¡Padre! –Dije con felicidad para que parara de hacer ruidos raros. –Tranquilo, es en la empresa Wagner.

–¿Realmente te contrataron en esa empresa? –Pregunta mi padre sin creerlo.

–Sí, yo tampoco puedo creerlo. –Empecé a ver la ropa que quizás podía usar para el trabajo.

 –Se que tu madre estaría orgullosa. –Escuchar a mi padre hablando de mi madre, era un punto muy frágil y doloroso para los dos.  Me senté en la cama, para poder recordar a mi madre. –Ella siempre dijo que harías cosas fantásticas. –Yo de inmediato empiezo a mirar al suelo, pensando en mi madre. Lo que daría por saber su reacción.

Mi madre había sido asesinada, por un tipo de cartel, del cual mi padre estaba detrás de ellos. Como dije antes, mi padre tenía un cargo alto en la policía, así que un día él arresto a una pareja de mafiosos, que casi mueren en una batalla casi campal contra la policía. Para después cobrarle la vida a mi madre. Fue como un ajuste de cuentas. Yo solo tenía once años, cuando todo esto paso.

–Lo sé. –Le contesté a mi padre, mientras limpiaba mis lágrimas. –Quizás ella estuviera saltando como loca, por toda la casa. –Esa era mi madre. Yo era una vivida copia de ella, mi cabello era negro y tan largo como el de ella. También tenía sus ojos verdes, que enamoraban a cualquier persona.

 –Pero no te pongas nostálgica, querida hija. –Trata de levantarme el ánimo. –Ve a festejar con todos tus amigos. –Yo solo sonreí, ya que era una buena idea. –Y vive. –Yo de inmediato empecé a sentir sus palabras. –Disfruta la vida, porque a veces es corta. –En ese momento sabía que hablaba de mamá.

–Está bien, papá te amo. –Le contesté, por último, tragándome mis lágrimas.

–Yo te amo más, diviértete. –Fue lo último que dijo, para después colgar.

Aún me costaba mucho aceptar la muerte tan horrible de mi madre, pero algo de cierto tenía mi padre, tenía que vivir, porque no sabía cuándo podía morir, como mi madre lo hizo. Así que me puse manos a la obra, usando unos jeans ajustados, con una blusa color negra ajustada. No quería llamar la atención como siempre lo hacía, solo quería festejar con mis amigos, luciendo ropa realmente cómoda.

Después salí de mi habitación, para encontrarme que mi amiga Sandra, ya estaba lista para la fiesta, usando un pequeño vestido con perdería gris, que yo le había hecho, mientras que usaba unas botas cortas.

–¿Esta lista? –Me dice alzando las cejas, mientras yo solo me mofó un poco, ya que es muy graciosa.

–¡Vamos a festejar! –Le dije con muchos ánimos, para salir de nuestro departamento y dirigirnos al centro de New York, en donde nos quedamos de ver con unos amigos, en un bar llamado de “The Blue Blood” Un lugar que las dos frecuentábamos con nuestros amigos bastante.

Y como era de esperarse, ya estaban nuestros amigos de la universidad. Estaba Marck, un chico rubio de ojos cafés. Christian, un joven latino con ojos cafés y grandes pectorales. Y por último Lucy, una joven asiática que le encantaba la moda como a mí.

–¡Felicidades! –Gritaron todos mis amigos al verme. Para después abrazarme todos en grupo.

–Te lo mereces. –Me dice mi amigo Marck. –No hay mejor diseñadora en New York que tú. –Yo solo sonreí al ver a todos mis amigos juntos. –Así que hoy hay que tomar mucho. –El chico se emociona, haciendo que los meseros no trajeran más y más bebidas.

Al principio yo no quería tomar mucho, pero al ver la felicidad de mis amigos, no pude contenerme. Hasta que llego un punto en donde quería bailar y solo bailar. Así que, en compañía de Lucy, baje hacía la pista de baile, en donde tocaban la mejor música de estos días.

Lucy y yo éramos muy cercanas, ya que ella se había graduado conmigo, aún que ella aún no conseguía trabajo, pero eso a ella no le importaba, solo quería divertirse, ya que su familia era bastante estricta cuando ella vivía con ellos, así que, al estar lejos de ellos se sentía más viva que nunca.

Pero cuando menos nos dimos cuenta, la pista de baile se había llenado de mucha gente, Lucy y yo nos golpeamos dos o tres veces en la cabeza, pero no salimos heridas, solo seguíamos bailando, aunque había empujones. No fue hasta que un hombre se puso detrás de mí, que Lucy y yo nos pusimos alerta.

–¡Que hermosas chicas! –Dijo el hombre que estaba detrás de mí, rozando su cuerpo contra mí. En ese momento no podía ver sus facciones, ya que estábamos realmente apretados, pero si pude ver, a la persona que se puso detrás de Lucy. Era un tipo de cabellera castaña, que lucía más jóvenes que nosotras.

–¡Que hermosa chica! –Le dice el joven a mi amiga, mientras que las dos ya estábamos molestas.

–¡Aléjense! –Gritó mi amiga empujando al tipo que estaba detrás de ella. Pero eso hizo que los dos chicos, siguieran molestándonos aún más.

 –¿Por qué quieren que nos vayamos? –Ahora dice el tipo que está detrás de mí, mientras que me doy media vuelta para verlo. Era un tipo desagradable, era bastante gordo y sudaba mucho.

–¡Aléjate de mí! –Le grité con fuerza, mientras que eso no lo detuvo para empezar a tocarme inapropiadamente.

–Pero solo queremos jugar. –Escupe el tipo mientras que su aliento huele a mucho alcohol.

–¡Aléjate! –Grité una vez más, logrando únicamente que el tipo me abofeteara con fuerza, haciendo que cayera al suelo. Pero a pesar de que el golpe, había sido fuerte, puedo observar como un hombre de traje, lo toma de su camisa barata, para golpearlo con fuerza, haciendo que toda la gente en la pista de baile, se volviesen locos, tratando de dejar el lugar como ratas al oler el veneno.

Incluso puedo asegurar, que mucha gente me piso la cara y las manos. Pero esa escena del hombre de traje, golpeando a ese tipo casi a morir, me hizo levantar del suelo, para tomar a la persona que me estaba defendiendo.

–¡Deténgase! –Le pedí mientras tomaba de su brazo, para darme cuenta que era el señor Wagner. Mis ojos de inmediato se hicieron grandes, para después reaccionar. –¡Señor Wagner! –El hombre de inmediato me sonríe, mientras tiene un poco de sangre en su cara. La sangre provenía del muchacho asqueroso, que se quiso sobrepasar conmigo.

–Señorita Williams, no puede dejar que un cerdo como este, trate de abusar de usted. –Me comenta con su voz grave, mientras que de repente escuchamos que la policía ha llegado al lugar. 

El señor Wagner me toma del brazo, para llevarme entre la gente eufórica, hacía una salida alterna que estaba adentro del almacén del bar. Al salir por esa puerta, ya un auto color negro nos estaba esperando. El hombre elegante me abre la puerta, para que yo entrara primero, mientras mi corazón está latiendo a mil por hora.

–¡Mis amigos! –Le dije pensando que mis amigos se quedaron dentro del bar.

–No se preocupe, yo me encargo. –Dijo el hombre de ojos azules. Para toma su teléfono en mano y hacer una llamada. –Foco rojo, soy águila. –El hombre empieza a hablar en claves. –Encuentren a los amigos de ángel uno. –Yo de inmediato me doy cuenta, que yo era un código. Era el código “Ángel”–Así que cuando termino su llamada, tenía muchas dudas, que quise expresárselas.

 –¿Acaso acaba de llamarme ángel? –El hombre de inmediato se pone nervioso, pero después recupera su confianza.

–La estaba checando, señorita Williams. –Yo solo abrí los ojos, sin poder creer lo que estaba pasando. –Solo quería protegerla.

–¿Protegerme de qué? –Le pregunté mientras su chofer conducía a un lugar desconocido para mí. –¿Quién es usted? –Le pregunte insegura, mientras me alejaba un poco de él.

–Cálmese. –Me pide mientras sonríe. –Solo nos encontramos en el mismo bar, le di aviso a mis guardias que usted se encontraba en el lugar, en cuanto vi que ese hombre asqueroso que intentaba tocarla. –Explica mientras mira hacía la ventana, luciendo desolado. –Lo único que vino a mi mente, fue ayudarla.

–Que gran coincidencia. –Le dije con muchas dudas. –¿A dónde me lleva? –Le pregunté al ver que el chofer estaba conduciendo a las calles más refinadas de New York.

–A mi casa, señorita Williams. –Me contesta de inmediato.

–No, yo quiero a mi casa. –Le dije tartamudeando, mientras me ponía cada vez más nerviosa.

 –Señorita Williams. –Ahora alza la voz. –Usted estará realmente segura en mi casa, yo me encargare de sus amigos, permítame cuidarla. –Y al escucharle hablar, sobre que quería cuidarme, lo único que pensé es que era cierto. Aún tenía mis dudas, pero creí en él.

El auto se detuvo enfrente de unos enormes edificios en Sutton Place, Manhattan, muy lejos de mi casa en Queens.

–¿Usted vive aquí? –Le pregunté sin creer que estábamos en ese lugar tan imponente, mientras una persona me abría la puerta por nosotros. Esa persona es un hombre fornido de color. –Buenas noches, señorita Williams. –Me dice el joven mientras toma mi mano, para ayudarme a bajar del auto. Yo no entendía como el hombre podía saber mi nombre. Así que, al mirar al joven de ojos azules, platicando con su personal, solo me preguntó más de una vez: ¿Quién demonios es este hombre?

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