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Narra Andrea

Una semana, una semana había pasado desde que me han sacado de la universidad, desde que me quedé sin trabajo, desde que perdí el único recuerdo físico de mi madre y el dinero que tenía cada vez era menos, todos los días salía a buscar trabajo, pero nadie me daba nada, estaba en la casa, tratando de llenar algunas vacantes en línea para algunas solicitudes de empleo cuando alguien tocó la puerta.

  - Ya voy- grité parandome lentamente del sofá dejando la vieja computadora de lado, caminé sin ninguna prisa hacia la puerta pero cuando la abrí lo puede ver, el rostro de ahora, mi peor enemigo Alonso Maximo, mi mano se convierte automáticamente en un puño al ver su silueta entallada en su lujoso atuendo forma.

- Largate- es todo lo que sale de mi garganta, casi como un gruñido,  trato de cerrar la puerta en sus narices pero su pie entre ella me lo impide.

- Escúchame, por favor- suplica con voz desesperada haciendo que mi coraje se desvanezca un poco pero no lo suficiente para dejarlo pasar así que me recargo contra el margen de la puerta en silencio para dejarlo hablar.

- Mi madre está realmente mal, su salud ha empeorado, ella sólo quiere verte, es su último deseo. ¡Mierda! no lo hagas por mi, hazlo por la amistad que se tuvieron ellas, tu madre y la mía.- mantiene su mandibula apretada durante todo el tiempo que habla, me mira directo a los ojos cuando termina, una pequeña gota de agua rueda desde sus ojos hasta su mejilla, es entonces cuando su mirada evade la mía y quita todo sastro de ella en un segundo. Sabía que una lagrima no se comparaba con las tantas que yo había soltado en estos últimos días por su culpa pero si mi madre hubiera tenido un deseo antes de morir hubiera hecho lo necesario por cumplirselo, me puse en su lugar solo un momento y aunque no haría a nadie tanto daño como él me lo había hecho a mí, acepté acompañarlo parea visitar a su madre.

El camino hasta su casa fue silencioso, ninguno de los dos hablaba, era algo incomodo para ambos y mi vista sólo estaba en el bello paisaje que se asomaba por la ventana de su lujoso auto, no tuve noción del tiempo hasta que mi vista alcanzó a ver una casa inmensa, un vago recuerdo rodó por mi mente, era algo parecida a la que yo había tenido cuando era pequeña, mi hogar, junto a mis padres, me mordí el labio inferior tratando de no soltar más lágrimas delante de él, para cuando bajamos del auto, veo como sostiene mi puerta en un gesto caballeroso pero lo ignoro cuando me tiende la mano tratando de ayudarme a bajar, dejo su silueta de lado para ver mejor todos los detalles lujosos que adornan la casa, Alonso me hace una seña con la mano para devolverme al presente y me hace seguirlo por la entrada, cruzamos por las escaleras hasta un gran cuarto, las puertas se encuentran totalmente abiertas dejnado mi vista libre para dibagar, o lo hace hasta que veo una figura postrada en una cama, ella parece atada a unos aparatos que estan por todo el cuarto haciéndolo parecer un hospital en miniatura, avanzo lentamente hasta llegar a la cama casi sin pensarlo y logro sentir la presencia que Alonso hemana a mis espaldas, está detrás de mí pero se queda justo al margen de la puerta aun y cuando yo he avanzado más adentro.

- Querida- apenas puedo escuchar una voz algo acabada, la que supongo es la madre de Alonso me mira, su mirada es mucho menos intensa que los penetrantes ojos de su hijo pero aún así son idénticos, el suave tono de su voz acaricia maternalmente mis oídos, casi me parece escuchar la voz de mi madre en ella.

- Mira que grande y guapa te has puesto, eres una gran convinación de tu madre y tu padre, esa nariz es de él obviamente - al decir eso todos mis músculos se tenzan solo por que no estoy acostumbrada a hablar de ellos, nunca hago, con nadie.

Cuando llegué a la casa de la abuela ella estaba tan debastada como yo por sus fallecimiento, no hablamos del asunto, solo tratamos de seguir viviendo la una por la otra.

- Justo antes de ese horrible accidente, tu madre y yo pensamos que sería muy buena idea que mi querido Max y tú se comprometieran - dijo con una sonrisa triste volteando a ver donde estaba Alonso o Max como había mencioinado su propia madre.

- Claro que nunca se pudo por las circunstancias pero ahora que estoy en esta cama debatiendo me entre la vida y la muerte quise cumplir mi último deseo, y el que creo también fue el último de tu madre, mi hijo es muy bueno, te cuidará como nadie, tan seguras estábamos tu madre y yo de que se iban a casar que decidimos darles una cadena , la tuya tendría que ser igual a esta- ni siquiera puedo ver cuando Max pasa a mi lado, pero me fijo mejor en sus actos cuando sus manos viajan a su cuello y quita con cuidado la cadena de su cuello y se la entrega a su madre,  cuando la veo, no puedeo contener mis lágrimas más tiempo, salgo a paso apresurado casi corriendo de la habitación quedándome en alguna parte de la entrada de la casa cubriéndome la boca para evitar que mis sollozos salgan.

- ¿Ocurre algo? ¿Te encuentras bien?- no sé cuando llega Max a mis espaldas pero es el momento justo para que no pueda evitar debordar todo mi odio.

- ¡No, no estoy para nada bien! Por tú culpa tuve que vender el último recuerdo de mi madre, la cadena que mencionó tu madre ahora se encuentra en manos de quien sabe qué desconocido y ahora ya no tengo ni siquiera eso, ahora ya no tengo nada de ella- reclamo con mis ojos llenos de lagrimas.

Sus ojos me miran por un momento, algo dentro de mi está esperando por unas disculpas de su parte, algo de esperanza, pero es destruida cuando acomoda los gemelos de las mangas en su camisa.

-Entonces debiste haber aceptado mi petición desde un inicio- y copn esa frase la espranza desaparece de mi sistema, la mujer de allá adentro tiene una noción muy diferente de qwuien es su hijo en realidad, esto es como es, un despiadado sere humano a quien no le importa nadie más.

- Como sea, ya vine, vi a tu madre y ahora me voy-  limpio mis lágrimas  lista para salir, mi mirada está ahora fija en la puerta me dirijo hacia ella antes de senti como soy jalada del brazo impidiendo mi proposito.

- Esta bien, intenté ser paciente contigo pero no funcionó, es una lastima que no hicieramnos esto mpor las buenas maneras, dime Andrea ¿Qué pasaría si llegaran dos hombres a tu casa, dos grandes hombres y le dieran un susto a tu abuela?- mis ojos se abren de sorpresa, no podía creer lo que estaba escuchando.

- No hagas esto, tus amenazas no me asustan- suelto mi brazo9 de su agarre y dos dos pasos hacia el frente antes de ser detenida de nuevo por su voz.

-¿Esta foto te convence?- está parado ahí de frente enseñándome su teléfono donde hay una foto de mi abuela con la misma ropa que hoy llevaba puesta.

- No te atrevas a hacerle nada. ¡Ella no tiene la culpa!-  grito en un susurro, el corazón amenaza con salir de mi pecho ante esa imagen.

- La culpa no la tiene ella, Andrea, la tienes tú, por ser tan terca y ahora dete cuenta que no aceptaré un no por respuesta, encambio mi oferta sigue en pie, justo como en un principio, estas a tiempo, ahora tu te encuentras aquí y precisamente en el despacho tengo los documentos para que los firmes y si no lo haces, mis hombres tienen instrucciones - nuestras miradas se conectan y sabemos que ninguno de los dos está jugando.

Las cartas están sobre la mesa pero está vez el tiene el poder.

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