Capítulo 7. Reglas y más reglas

¡No le había dado el trabajo como niñera!

Había dicho que no.

Qué no podía trabajar allí.

Qué no era correcto porque no tenía estudios importantes. Ni tampoco tenía una ficha completa de ella para aceptar tal trabajo. Ella le había dado el nombre falso de Kristen Fox para que pudiera revisar su expediente, pero no le había echo caso y se negó.

¡Maldito fuera Nial Wolf!

Kaitlyn estaba sentada en el asiento conductor de la vieja caravana, percibió como las puntas de sus dedos picaban y una rabia intensa crecía en su interior. Un momento después, se encontró dándole puñetazos al volante del vehículo, justamente golpeaba en el claxon, haciendo que toda la gente que pasaba por allí le mirara raro.

—¡Puta m****a! ¡Puto trabajo de m****a! —chilló ella bastante enojada —. Odio a Nial —dirigió su mirada hacia la mansión de madera —. Te odio, Nial. Te odio con todas mis fuerzas.

Ni por esas su amiga Rose se despertaba. Aquella otra muchacha era un caso aparte.

Cuando se hubo calmado un poco, cerró los ojos tomándose un tiempo para hacer que sus nervios no explotaran por los aires. No era para tanto, ¿verdad? Había millones de personas que eran rechazadas en los empleos, pero aún así no se rendían.

Seguían luchando para salir de la misera.

Y eso iba a hacer ella, puede que en esa casa no había tenido suerte. Pero tal vez en otra sí.

Unos golpes en la ventana de la caravana hizo que abriera los ojos como un búho y se girara la cabeza para ver a la mujer de unos años entrada en carnes. Tenía un rostro común, con un pelo negro recogido en una coleta.

—Ya los he asustado.

Kaitlyn abrió la ventanilla poniendo una sonrisa falsa.

—¿Diga? —preguntó sumisa.

La mujer la observó unos instantes.

—Estorbas aquí, niña. Mueve tu caravana antes de que alguien venga y se la lleve al desguace —le dijo de mala gana, uy que mujer tan rabiosa —. Otra cosa, ¿es usted la niñera?

Kaitlyn parpadeó sin saber muy bien cómo reaccionar, solo quería irse de ese lugar. El sol se había comenzado a meter entre los árboles, y pronto la oscuridad lo poseería todo. A ella no le gustaba conducir de noche, su visión no era muy buena en la oscuridad.

—Pues...Creo que no llegué a serlo, el señor Wolf me despidió antes de contratarme –bromeó para calmar un poco la tensión, la señora no se le vio ni una muestra de diversión—. ¿Viene a echarme de la reserva? Por favor, déjeme quedarme hasta el amanecer. Yo le juro que me voy, pero no puedo conducir de noche. ¿No se da cuenta de que alguien me puede secuestrar?

La mujer negó con la cabeza.

—¡Calla, muchacha! —se impacientó la ama de llaves —. No sé qué le hizo cambiar de opción al Alfa, pero decidió darte una oportunidad. Tienes una semana de prueba.

¿La señora se había referido a Nial como "Alfa"? ¿Y eso que m****a era? ¿Un apodo en su comuna de gente rara que vive en un bosque alejado del mundo? Kaitlyn dejó de entender.

—Ya se me quitaron las ganas.

—¿Cómo dice? —se impresionó la mujer, incluso le salió un medio gallo en su voz.

La muchacha quitó las llaves de la caravana y se las escondió debajo del sillón. No tardó en abrir la puerta, bajarse del coche y saltar emocionada por las nuevas noticias que alteraban su vida.

Y llenaban su cartera, claro, eso era importante.

—¡Nah, cómo crees, solo estoy bromeando! —se carcajeó Kaitlyn, la señora la miraba como si fuera el bicho más raro que hubiera visto en la vida.

—Estos humanos...—murmuró.

—Hable más alto que no la entiendo.

Pero que descarada era la pelirroja. En fin, siguiendo los pasos de la señora ama de llaves, supuso que lo era porque aún tenía señales de estar amarrada, caminó detrás de ella esperando que le diera instrucciones o simplemente siguiera hablando.

¿Cómo habían podido los niños amarrar aquella mujer? No era tan delgada para que unos niños chiquitos hicieran maldades contra su persona.

—Las reglas aquí son claras —ahí venía todo lo que había esperado, reglas y más reglas —. Siempre deberas dirigirte al señor como Alfa y con un modo respetuoso. No sobrepasaras los limites de la reserva, es región de animales, y ellos campan en libre albedrío, pueden cazarte y hacerte daño, hay muchos lobos ahí. Está prohibido entrar en los aposentos del señor. Nunca le miraras a los ojos, a no ser que él lo autorice. Por nada del mundo le tocarás. Si te manda algo, lo ejecutas sin vacilar. No puedes vestirte provocativa, se te asignará un uniforme.

La verdad que a Kaitlyn le daba igual eso, iba a hacer lo que se le diera la gana. Siguió a la ama de llaves que se había introducido de nuevo en la casa, juntas subieron por las escaleras de madera mientras escuchaba todo lo que no se podía hacer.

¿Qué no se podía? Ya vería como si se podía. Ugh. Kaitlyn se arrepintió de ese pensamiento. Iba ahí para ganarse la vida, no para jugar a romper todas las normas de ese supuesto Alfa. ¿De verdad lo llamaban así? No si aquello parecía un hogar para locos.

La muchacha observo a unos gemelos y a Kate asomarse al final de la escalera de la segunda planta, los tres sonrieron cómplices.

—¡Niños, es la hora del estudio! ¡Vamos, a sus cuartos! —les mandó la ama de llaves.

Kaitlyn les guiñó un ojo y los niños corrieron a sus habitaciones llenando el pasillo de sus carcajadas.

—¿Cuál es tu nombre, muchacha?

—Kristen Kaitlyn Fox.

—Sigamos, Kristen, porque aún te tengo que contar muchas cosas más. Ahora iremos a tu habitación para que la veas y te acomodes, si necesitas traer algo díselo al Alfa y el mandara a alguien a por ello —aseguró la mujer, empezó a subir las escaleras hasta el tercer piso.

La pelirroja asintió.

—En el sótano están las mazmorras, nunca entres ahí. La primera planta de la casa está la cocina, el comedor, la sala de estar, un salón para las fiestas, una pequeña biblioteca, hay una puerta que te llevará al jardín. En la segunda planta están los dormitorios de los chiquillos, de los siete. También está el despacho, la biblioteca grande, la sala de teatro y cine, y los aseos. En la tercera hay es realmente solo dormitorios para las visitas, también está las habitaciones de las sirvientas que sirven a la casa. Y en la última planta, nunca entres ahí, está los aposentos del señor. No necesitas saber lo que hay ahí. ¿Queda entendido?

A Kaitlyn le empezaba a doler la cabeza. Dio un bostezo porque estaba realmente aburrida de escuchar a esa mujer. ¡Qué se callara ya!

La ama de llaves abrió una puerta, un cuarto bastante lindo se apreció cuando entraron. Tenía una cama grande, varios sillones y un ventanal con excelentes vistas.

—Lo referente a los niños te lo dare por escrito más tarde. Así te lo lees y se te queda. Bien. Este será tu cuarto ¿Entonces estás lista para cuidar de siete niños? Hay de todas las edades, muchacha. Te lo advierto.

Kaitlyn observó su nueva habitación con los ojos brillantes. ¡Nunca había tenido una habitación propia! ¡Estaba muy emocionada!

—Mañana empiezas, el Alfa te esperará a las cinco de la tarde para que firmes el contrato. Por cierto, mi nombre es Ama.

Ama la ama de llaves. Wow, ese nombre si que se le iba a quedar en la mente.

AHAHAHA, ¡había conseguido empleo de verdad! Si tal solo supiera lo que le esperaba.

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