Capítulo 6. Cómo perder un empleo

Kaitlyn no podía permitir perder ese posible empleo, verdaderamente necesitaba ese dinero. Los ahorros se iban acabando en la cuenta bancaria que le dejó su abuelo antes de morir, y aunque había ahorrado bastante con sus antiguos empleos, sobrevivir conllevaba gastos, unos que iban desapareciendo cada vez más rápido del banco.

Observó el baño tan amplio y elegante que le había llevado la niña, sin duda esa casa se era más grande de lo que podía imaginar, con grandes techos, varios pisos y habitaciones, en cada pasillo había por lo menos cinco puertas, y en cada planta un pequeño descansillo con una chimenea para cuando el frío clima del invierno diera duro.

—¿Te gusta mi papi? —preguntó de la nada Kate.

A Kaitlyn le subieron los colores por las mejillas, esa niña era bastante rara. ¡Cómo se le ocurría preguntar eso!

—Es lindo —confesó ella, después de todo no nena no lo hacía con maldad.

La pequeña sonrió de un modo en el que ella no podía verla.

Estaba metida en la bañera blanca, con su ropa mojada. La niña se echó champú en la mano y empezó a esparcírselo por la cabeza, Kaitlyn hizo lo mismo. Aquella sangre costaba quitarla, pero pronto dejaría de afear su cabello dorado tirando a castaño.

—¿Quieres casarte con mi papi? —quiso saber Kate —. Te dará muchos besitos cada noche, y os reiréis mucho en la madrugada. No sé qué se haga en la madrugada, porque yo solo duermo porque soy chica aún, pero vas a divertirte mucho. Tal vez puedan jugar al sándwich.

Parpadeó observando hablar a la nena, por alguna razón se empeñaba en emparejarla con su padre.

—¿Qué es jugar al sándwich?

La niña cerró los ojos y se dejó enjuagar por la niñera.

—No lo sé, pero mi hermano Jesse dice que así nací yo. Dijo que mis papis siempre jugaban al sándwich y se besaban mucho —contó la niña con mucha emoción.

Kaitlyn sabía exactamente a lo que se refería. No pudo evitar que se le subiera un hormigueo y se quedara atascado en su parte baja, esa sensación se convirtió en una tortura para ella. El solo pensamiento de imaginarse a Nial en la misma cama que ella, siendo besada por sus carnosos labios, disfrutando de sus caricias...

La muchacha dio un respingo. Ella sabía que el hombre era viudo, lo ponía en su ficha de la aplicación de niñeras, así que tenía vía libre.  ¡Pero que estaba pensando! ¡Si le empleaba iba a ser su jefe! ¡No podía tener esos pensamientos!

¿O sí?

—No te ofendas, cielo, pero tu papá no me interesa —mintió.

La niña se sintió muy triste. Estaba intentado hacer todo lo posible para que no se quisiera ir y se enamorara de su papá.

—¿Tienes novio? —interrogó Kate.

Ella negó con la cabeza.

—No, cielo —acarició las hebras lisas de la niña, volvió a masajear su cuero cabelludo haciéndole un masaje —. ¿Te duele? Creo que te diste un golpe fuerte, pero no tienes ninguna herida. Le diré a Nial que llame a un doctor para que te revise.

—Mi papi puede ser tu novio.

Esa niña sí que era intensa, pensó. Kaitlyn tuvo que contener una risita.

—Si haces todo lo que el doctor te diga, te prometo que pensaré seriamente en tu padre como futuro candidato para que sea el amor de mi vida —le garantizó a la pequeñina.

La niña estuvo feliz cuando la joven muchacha pelirroja le derramó un poco de agua tibia por su cabeza, arrebatándole todos los rastros de sangre. Salpicó un poco el agua para hacer reír a Kate, parecía una escena familiar, que merecía ser retratada y pintada por lo bello del momento.

Ninguna de las dos se dio cuenta quienes las estaba mirando con unos ojos tan negros como una noche sin luna.

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Nial repasó las nalgas redondas de la serpiente pelirroja, esa mujer sí que era bárbara. Se encontró mirando su cuerpo femenino en el marco de la puerta del baño, estaba aclarando el cabello de su hija y hablaba con ella como si se conocieran desde siempre.

Le dio una punzada dolorosa en el pecho, porque recordó cuando su alma gemela bañaba a Kate cuando era solo un bebé de un año. Su esposa estaba muy contenta por su nuevo cachorro, pero los recuerdos pronto se vieron relegados a nuevo pensamiento.

Su Luna ya estaba muerta.

No tenía sentido pensar en ella ya. Había disfrutado muchos años de su compañía, claro que la extrañaba, pero solo era eso, un doloroso recuerdo de su vida.

—No necesito un doctor, yo puedo...

Cortó a la niña antes de que destapará el secreto que su raza había escondido por siglos.

—He llamado a un doctor para que te examine —avisó con voz ronca.

Nial se dio cuenta de cómo Kaitlyn se asustó, porque de inmediato se levantó, atrapó una toalla para ponérsela a la niña y sacarla de la bañera. Jesse que estaba detrás de las piernas de su padre, entró en el baño y abrazó a su hermanita. Los niños rieron mientras salían de la estancia, dejando un rastro de agua que provenía del vestido de la menor.

Los dos adultos se quedaron quietos, ninguno sabía que decir o hacer. Estaban en un momento tenso y bueno, Nial estaba seguro de que si esa mujer no se fuera rápido de allí, no se haría dueño de sus actos. Le atraía demasiado la forma en la que se trasparentaban sus pechos bajo, adornados por unos pezones deliciosamente erectos.

Y que estuviera mojada, no ayudaba en la tarea de dejar de observarla.

El lobo podía oler la excitación de la mujer, su aroma era tan exquisito, tan atrayente, tan...Él tenía que sacar a esa mujer de allí antes de que la desnudara y le hiciera suya. Su control estaba empezando a romperse.

—Bueno, eh —comenzó diciendo Kaitlyn, bastante nerviosa —. ¿Entonces no fue usted quién me contactó?

Su suave voz pareció acariciarle la entrepierna, que empezó a formarse un bulto entre la tela de sus pantalones. No supo el motivo, pero esa serpiente pelirroja le había excitado como hacía mucho tiempo nadie lo lograba.

Definitivamente la llamaría serpiente pelirroja.

—No requiero de sus servicios —dijo Nial altanero.

—¿No necesita una niñera?

El hombre alzó una ceja confundido.

—Lo cierto es que estaba pensando en buscar una, pero claramente usted no es la indicada —declaró sin remordimientos.

A Nial le agradaba ver cómo la muchacha arrugaba la nariz, eso significaba que iba a decir alguna grosería.

—¡Y eso por qué! Ya vio como me enfrento a los momentos de crisis.

«Porque eres una atractiva humana que va a estar rodeada de monstruos, y yo seré el primero que devoraré si te quedas» pensó Nial.

—¿Tiene algún título? —cuestionó.

—No.

—¿Estudios?

—Solo hasta la secundaria —respondió ella abruptamente.

—Entonces no hay nada más que decir —finalizó la conversación —. Iré a salvar a la pobre ama de llaves para que la acompañé hasta la salida.

Estuvo a punto de girar para ejecutar esa acción, pero observó los ojos cristalinos de la muchacha y sus piernas se paralizaron.

—Señor, no voy a enseñarles nada. Tan solo voy a cuidarlos mientras no esté en casa, no creo que para eso se necesite muchos estudios —señaló Kaitlyn —. Deme una oportunidad, por favor.

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