CAPÍTULO 4

Tres horas después de que se fuera Adriano, llegó su equipo de imagen, tenían encargado dejarme lista para la gala y estaba verdaderamente nerviosa con todo esto, era mi primera vez asistiendo a un evento de tal magnitud y no sabía que debía hacer o decir.

¡¿Por qué me metí en esto?!

—Tu hija —me recordó mi subconsciente emocionada por la acción.

Claro.

Me prepararon un baño demasiado relajante y purificante, según ellos debía de tener mi piel radiante.

¿Cómo era eso?

No tenía la menor idea, pero no era quien para negarme. Había sido el mejor baño de toda mi vida y estaba muy relajada…por ahora.

Me puse mi bata de baño y salí, encontrando un improvisado salón de belleza en mi habitación.

—Aw —susurré. Si que eran rápidos.

—Eres tan hermosa, entiendo porque el señor De Santis esta contigo…tu belleza es natural —comentó una de las chicas que se encontraban aquí.

—Fue tan estricto en cuanto al tema del maquillaje —otra suspiró enamorada—. Dijo que eras realmente bella al natural… ¿Cómo lo enamoraste? ¿Cómo te pidió que fueran pareja? ¡¿cuéntanos?!

Las miraba entre sorprendida y con ganas de salir huyendo.

—¿Él dijo todo eso? —pregunté, aparentando tranquilidad.

—Sí, claro que sí… ¿nos contaras?

—Fue romántico —¿Qué m****a decía? —. Me propuso ser su novia en una cena al aire libre, había tantas estrellas esa noche…y simplemente lo preguntó y claro que le dije que sí, estamos muy enamorados.

Por poco y hasta yo lo creía. Todos en la habitación suspiraron y dieron pequeños chillidos de alegría.

—Te dejaremos hermosa, bellísima, te robaras todas las miradas de la noche…el señor De Santis quedara asombrado.

Solo asentí y me dejé hacer todo lo que querían. Pusieron un poco de música, lo cual agradecí, así no tenía que estar respondiendo a preguntas sobre mi relación con él. Tenía la vaga sospecha que mis respuestas las venderían a una revista de chismes, pero quería confiar en que estas personas eran profesionales.

Emilia se levantó cuando estuve lista y todos se sorprendieron al verla, empezaron nuevamente con una ola de preguntas, pero esta vez no respondí a ninguna. Mientras recogían todo, llevé a mi hija a la cocina y preparé algo ligero para ambas.

—Mami, estas muy hermosa —sus ojitos brillaban de la emoción—. Pareces una princesa, solo falta el vestido.

—Es cierto, solo falta el vestido…más tarde me lo pondré —sonreí y empezamos a comer.

Le expliqué que tendría que acompañar Adriano a un evento y que tendría que quedarse con su tía Kristin hasta que llegara, claramente no puso ninguna objeción, amaba estar con Sofía, pero antes le prometí que al día siguiente sería un día de chicas y la llevaría a cine, aun sabiendo que teníamos uno en casa.

—Señorita Lena, todo quedó exactamente como estaba…esperamos que la pasen muy bien.

—Gracias —dije secamente, no quería dar pie a ninguna pregunta.

Los acompañé hasta el ascensor y volví con mi hija, quien acaba de terminar su plato.

—Por lo que veo tenías hambre —dije sonriente.

—Mucha mami —agarré unos pañitos y limpié su boca—. Mama…

—¿Sí? —me senté al frente suyo, al ver la seriedad en su rostro. Era algo muy importante lo que tenía por decir.

—¿Ahora tendré un papi? —su pregunta fue una apuñalada directa a la herida que yacía en mi corazón.

Mis ojos se llenaron de lágrimas y respiré profundo, no podía llorar, se ponía muy triste y no era bueno para su condición, además yo estaba maquillada.

—¿Por qué lo preguntas? —indagué, con un nudo en mi garganta. Estaba haciendo un esfuerzo por no recordar, si lo hacía dañaría mi día y el resto de la semana.

—Tienes un novio —respondió simple, una sonrisa en la comisura de sus labios—. Si es tu novio, ¿Qué es para mí? ¿un papi?

Me daba ternura su inocencia, pero esto era algo falso que tenía fecha de caducidad, no podía dejar que pensara que era como un padre para ella, saldría herida más adelante.

—Un amigo —susurré un poco distante, mi mente pensaba miles de cosas—. Él es un amigo.

El ascensor sonó y sabia de quien se trataba, así que baje a Emi del asiento y caminos hasta el recibidor, donde se encontraba una Kristin con la boca abierta.

—¡Mierda, Lena! ¡esto es increíble! —gritó emocionada.

—¡Kristin! ¡Malas palabras delante de ella no! —grité de vuelta, reída por la situación.

—Oh lo siento cariño —agarró a Emilia y la cargo entre sus brazos para empezar a besarla por todas partes.

Empezó a gritar para que la rescatara, pero era claro que no entrometería en su juego. Era muy sensible y casi todo le provocaba cosquillas.

Nos dirigimos hasta la sala, pero claro que no podría contar nada de esto con mi hija presente.

—Cariño, ¿puedes ir a tu cuarto? Ve y juega, tu tía Kristin te alcanzara en unos minutos.

—Sí, mami —me abrazó y le di un fuerte beso de despedida.

—Ahora sí, cuéntame todo Lena Green —demandó seriamente.

—Por donde empiezo…

[…]

Llevaba varios minutos mirándome en el espejo y tratando de reconocerme. No podría creer que fuera yo y dios, este vestido estaba de infarto…ya siendo rojo impactaba, ahora su abertura casi total de toda la pierna izquierda y la forma de corcel que tenía hacía que fuera un espectacular atiendo.

Había dejado que el equipo decidiera el vestido y que buena elección habían hecho.

Agarré el bolso de mano y salí de la habitación, al bajar las escaleras tuve extremo cuidado, no quería tener un accidente con estos tacones tan altos, aunque acostumbraba utilizarlos en mis rutinas, no dejaba de ser un peligro para mi tobillo.

—¡Mama! ¡Eres una princesa! —gritó Emilia llegando hasta mí, una vez que fui a la sala para despedirme de ella una última vez.

—Gracias cariño —me agaché como pude y la abracé—. Te portas bien, cuando te den la medicación tienes que tomarla…por favor.

—Sí mami, lo haré —asintió rápidamente y nos separamos.

—Estas realmente bella amiga, Adriano se morirá en cuanto te vea, de hecho, todos lo harán —empezó aplaudir como loca y no pude no empezar a reírme.

Me despedí de ellas y salí.

En cuanto el ascensor se abrió en el lobby, Adriano volteó y nuestras miradas conectaron, podría jurar que era una conexión chispeante que había entre los dos, estaba verdaderamente sexy y guapo con ese traje, se veía muy comestible.

Tragué fuerte y caminé hasta él, quien seguía perforándome con la mirada.

—Hola —susurré.

—Mmm no —dijo de repente—. Definitivamente no, Lena. Claro que no.

—¿Qué? —pregunté sin entender—. ¿Qué sucede?

—Tú —contestó rápidamente, mirándome sin pudor de arriba abajo—. No iras con ese vestido, definitivamente te cambiaras y solo así nos iremos.

Empecé a reírme de los nervios.

—¿Qué pasa con el vestido? —dije entre dientes, a nada de golpearlo.

—¿Cómo te atreves a preguntarlo? Míralo, ese escote, esa apertura en toda tu pierna. ¿Quieres volver locos a todos allá, incluyéndome?

Fruncí mi ceño totalmente impresionada. La sinceridad que tenía era sorprendente. Al parecer siempre decía lo que pensaba, lo que podía llegar a ser muy desconcertante.

—¿Por qué te volvería loco? Tienes que aprender a ser profesional —refuté, caminando hasta la salida.

¿Qué me cambiara solo por qué él quería? Ni en sueños.

Además, él estaba asquerosamente sexy con ese atuendo y no había dicho nada.

—Lena —pronunció a mi lado—. Entiende, todos te estarán mirando, tendré que estar pendiente de cada maldito que quiera acercarte o que se atreva a mirarte indebidamente. No podré concentrarme con los accionistas, no de esa manera.

Me detuve y suspiré profundamente.

—Adriano, esto es falso…si alguien me ve déjalos, tal vez mi novio de verdad vaya estar entre esas personas —continué caminando hasta llegar al automóvil, donde nos esperaba Jeremy—. Buenas noches.

—Buenas noches, señorita Green.

—¿Acaso coquetearas conmigo al lado? —inquirió, cuando el auto estuvo en marcha—. Si haces lo mismo también lo haré yo, ¿Por qué me preocupo? Esto es algo acordado, un contrato y ambos lo permitimos…buscaré mi chica de la noche.

Fruncí mi ceño sin entender esto último.

—¿Chica de la noche? ¿Cómo… —no se atrevería a engañarme en mis narices? ¡mi reputación! —. Adriano no seré la novia cornuda, ni te atrevas. Tengo una reputación que mantener.

—Lo mismo digo, ¡mi reputación! —exclamó enojado.

Ambos nos miramos por varios segundos hasta que negamos exasperados y cada quien miró por el lado de su ventana.

¿A qué venia todo esto?

De solo pensar lo que diría al verme con mi atuendo para mis coreografías me daban ganas de reírme, se infartaría.

Ninguno de los dos habló durante el camino, estábamos absortos en nuestros pensamientos que ni siquiera nos dimos cuenta cuando habíamos llegado.

—Señor De Santis —insistió Jeremy—. Hemos llegado.

Este asintió y se bajó del automóvil, esperé a que abriera mi puerta para hacerlo yo también.

Debía de hacerlo, ¿no?

—No te separes de mi —dijo en cuanto abrió, extendió su mano para que la agarrara.

—No lo haré —entrelazamos nuestras manos y bajé del auto con cuidado.

Una cantidad de flashes golpearon directamente a nuestros ojos, impidiéndome ver por donde caminaba.

Adriano apretó su agarré en mí y empezó a guiarme, mientras de fondo escuchábamos las cantidades de preguntas que hacían.

¿Quién es la señorita?, ¿Es su nueva novia?, ¿Ambos tienen una hija enferma?, ¿Por qué la ocultó todo este tiempo?, ¿No volverá con Antonia?, ¿Ha superado su relación con Antonia? ¿sus padres están de acuerdo con esta relación?

Los guardias empezaron alejarlos de nosotros y llegamos a una especie de alfombra roja, estaba tensa con todo esto, era algo muy nuevo para mí.

Una asistente del lugar nos acomodó y nos señaló las cámaras que debíamos de mirar y empezaron nuevamente la lluvia de flashes, me sentía toda una celebridad.

—No te vayas a molestar —dijo entre dientes.

—¿Por qué?

Me volteó de repente y estampó sus labios en los míos, cerré mis ojos por inercia y me sorprendí al ver que no me había molestado ante su arrebato.

Las personas se volvieron locas a nuestro alrededor con preguntas, los flashes aumentaron y yo solo podía pensar en lo bien que se sentía sus labios sobre los míos. Nos separamos y por extraño que pareciera, aun no quería hacerlo. Me guio hasta la entrada, obviando las personas que lo llamaban para una entrevista.

Pensé que respondería algunas preguntas, pero por lo visto tenía otros planes.

Cuando estuvimos dentro, me acerque aún más a él al sentirme intimidaba por todo el lujo y las personas que adentro estaban. Las miradas no se hicieron esperar.

Adriano siguió caminando sin detenerse a saludar a ninguno.

—¿Por qué no saludas? —susurré.

—No hay nadie interesante —se encogió de hombros.

—Se le llama ser educado, Adriano —comenté.

—Lena —se detuvo casi en la mitad del salón—. Estas personas no saben de educación, ahora sonreí novia hermosa…deben de saber que estamos muy enamorados.

—Pero, aun así, no está mal el saludar —sonreí abiertamente, perdiéndome en su mirada.

—Sí, sí como digas…deberíamos de besarnos, ¿no crees? —dijo de repente, su mirada parecía la de un lobo hambriento.

—¿Qué?

—Pues, somos novios y debemos afirmarlo —se lamió sus labios, acercándose aún más a mí.

—Sí, pero yo…

—Adriano —una voz nos interrumpió de repente, ambos volteamos a ver y era una mujer, una muy hermosa, por cierto.

¿Era posible tener ese cutis?

¡Necesitaba su secreto!

—Antonia, ¿Qué haces aquí? —cuestionó enojado. Su estado de ánimo había decaído abruptamente.

¿Tan mal lo ponía?

—Me invitaron claro está, no pensé que vendrías acompañado —fruncí mi ceño molesta, al ver cómo me había mirado.

¿Acaso pensaba que era menos que ella?

—Pues ya ves que no, estoy con mi hermosa novia y te agradecería que te fueras —Su mano rodeó mi cintura y me apretó fuerte.

En tu cara perra.

Lena Green 1, Antonia zorra 0.

—¿Y no la presentaras?

—Lena Green —me presenté de inmediato con arrogancia, tenía a mi lado alguien que por lo que veía, aun quería y aunque fuera falso lo mío con su ex, sacaría provecho de esto.

 —Antonia Santorini, ex de Adriano y muy pronto su futura esposa…según lo dicho y tratado por nuestros padres.

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