Capítulo 33. Infiltrado

Nick sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, abrió los ojos y se dio cuenta de que se había quedado dormido en el piso, con el rostro pegado a la puerta.

Aquella puerta que golpeó y pateó para que se abriera, aquella puerta que lo retenía en el sótano, lejos de Benjamín.

—No te atrevas a dejarme —susurró con la nota aferrada en su mano.

Nick se puso de pie, estaba agarrotado por la posición en la que se había quedado dormido toda la noche, pero poco le importó, él solo quería salir de ahí y buscar a Benjamín, asegurarse de que estuviera bien.

—¡Benjamín! —gritó.

Nick golpeó la puerta un par de veces, gruesas lágrimas se derramaban de sus ojos y sus nudillos estaban rojos a punto de sangrar.

—Abre la puerta, ¡déjame salir! ¡Benjamín! —gritó—. Abre la maldita puerta —sollozó.

Nick se dejó caer al piso, se recargó contra el metal y esperó, esperó, no supo cuándo tiempo, el silencio de la habitación era su única compañía, sus sollozos fueron apagándose, mientras deja escapar un par de su
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