Prometido de una Vampiresa
Prometido de una Vampiresa
Por: Krystal Cold
1. Un comienzo sin fin

Ser alguien inmortal no era del todo fácil, puede que no mueras por un veneno, una bala o un cuchillazo, pero si puedes morir por una bala de plata o alguna cosa que contenga plata.

Así que todavía sigue siendo raro que unos hombres lobos desaparecieran de la forma más fácil y que unas vampiras perdieran la memoria, algo tenía que estar pasando aquí, pero nadie sabía lo que en verdad había sido el causante de todo eso.

Pero bueno, ni yo, una simple vampiro que todavía es una cría para los vampiros adultos, puede saber que pasa en verdad, yo solo quiero encontrar a mi prometido y lo demás puede irse a la borda... bueno, no solo mi prometido, también los de mis hermanas.

Antes de comenzar, voy a presentarme, me llamo Francia WhiteBlood, tengo 117 años vampíricos, humanos tengo 17 años apenas, nada más para que los humanos pensaran y estoy comprometida con un hombre lobo, al igual que mis hermanas, a ellas las conocerán poco a poco.

Contando serian ya, seis años buscando a mi prometido, con este serian siete, pero ni todavía cuanta así que por ahora nada más seis.

Este año apenas comienza y eso significaba un nuevo año, nuevos días de clase y más días para soportar a los humanos, porque sí, estoy estudiando y la razón es para involucrarme en la vida humana y ocultar que soy una vampira, más cuando había muchos cazadores por allí andando y sin saber quiénes son.

Voy caminando por los pasillos del colegio dirigiéndome al salón que me toca este año, lo bueno era que yo era una estudiante de ultimo grado y a pesar de todo eso, no había cambiado nada, pero ¿Cómo iba a cambiar? Si soy un vampiro, uno de muchos años... Bueno no de muchos, literalmente para los de mi clase, yo era una cría de vampiro todavía, así que tampoco era tan vieja, pero para los humanos era muy vieja, eso estaba más que confirmado, pero nadie sabía eso.

Pero todo tenía un propósito, y era encontrar a unas personas que se desaparecieron hace unos años atrás, ocho para ser exacto, el problema era que no los recordábamos y solo podía recordar que uno de ellos era mi prometido, bueno también estaban los prometidos de mis hermanas, ellas que también estaban conmigo en este mundo tan horrible... Odiaba a los humanos de eso estaba segura, pero aun así tenía que soportarlos, para poder encontrar a esas personas y recordar que había pasado y la razón del porque perdimos la memoria... Aunque todavía sigue siendo un misterio de porque perdimos la memoria.

Mejor hablemos de lo que estoy haciendo ahora y cómo dije voy caminando por el pasillo con la mirada al suelo, de tanto pensar, pero de repente choco, por eso será que mi madre siempre me dijo que nunca tuviera mi vista en el suelo, pero con lo que había chocado era algo duro y cuando levanto mi mirada, me encuentro con unos ojos color chocolate, muy hermosos por cierto, pero al parecer los que venían con él no les gusto que tropezáramos y que yo no dijera un disculpa, pero ¿Qué puedo hacer? No soy de disculparme.

—¿Acaso no ves por dónde vas? — escupo molesta, aunque tenía que ser yo la que pidiera disculpas, pero como dije, no soy de pedir ese tipo de cosas, menos cuando soy una princesa y toda mi vida me han enseñado que una princesa jamás pide perdón a las clases inferiores y los humanos son los más inferiores de todos.

—¡Oh, lo siento! — dijo nervioso el chico que estaba frente mío, con el que me había chocado.

Así estaba mejor, era mejor que se disculpara él y yo no, porque jamás le pediría perdón, es que ni a mis padres les pido perdón, lo vampiros somos muy difíciles en ese aspecto.

—La que tiene que pedir disculpas es otra no tú, hermano— dijo uno de los chicos que venía con él, eso hizo que pusiera mi mirada en la de él y al igual que su hermano, tenía ojos color chocolate.

—¿Y que se cree ella?, no te disculpes, mejor vamos — escupió más que molesto uno que era más alto que los demás.

—Hermanos, no hay que ser groseros, además yo tenía que estar pendiente por donde camino — me gusta, todos los humanos deberían ser como él.

El comenzó una pequeña pelea con sus hermanos y yo solo escuchaba que peleaban entre ellos y mejor decidí irme de allí, pero el chico con el cual me choque me agarro de la muñeca sin permitirme irme de allí, lo más raro fue que sentí una electricidad que paso por todo mi cuerpo.

—¡Quita tus sucias manos de mi brazo, asqueroso humano! — di un fuerte jalón haciendo que él se desestabilizara un momento y me mirara sorprendido por la fuerza que tenía.

Cuando me suelto de su agarre paso por al lado de ellos viéndome pequeña, pero aun así no me moleste en tropezarme con ellos, para que me dieran permiso, y sonreí cuando escuche sus protestas.

Y bueno, como ya había dicho, soy una princesa, al igual que mis hermanas mayores y ya se pueden imaginar que nuestros prometidos — los que estábamos buscando y no encontrábamos — eran hijos de alfas, todos ellos eran alfas, porque como dije antes, son hombres lobos, nosotras estábamos comprometidas con lobos y todo esto era por un acuerdo de paz entre ambas partes y ellos siendo hijos del alfa de los alfas, y mi padre siendo el rey de todos los vampiros, hacían este compromiso, para que ambas partes entren en paz uno con los otros.

Cuando llego al salón, busco con la mirada a dos de mis hermanas que estaban en el mismo salón que yo.

Sonrío cuando encuentro a Yaritza y Serena, una siendo mayor que yo y la otra siendo menor.

Bueno Yaritza, yo y Serena somos las menores de nuestras hermanas, aunque solo somos cuatro hermanas.

—¿Dónde andabas, llevábamos esperándote un buen rato? — preguntó molesta Yaritza.

—Estaba buscando algunas cosas, pero de camino me encontré con unos chicos nuevos — ambas me miran con la ceja levantada.

—Me imagino que ya tuviste que haberlos espantados, es lo más típico en ti, o ¿me equivoco? — niego sonriendo.

—Estas en lo cierto, hermana.

—Francia ya...— Yaritza se vio interrumpida, cuando llego el profesor y nos tocó sentarnos en nuestros puestos.

Como siempre da los buenos días y nos pregunta cómo nos fueron las vacaciones, para después ponerse a rezar y darnos dolores de cabezas a nosotras, ya que no soportamos nada de lo que tenga que con... Esa persona, ni el nombre podemos decir. Después de todo, nos comentó que este año habían entrado nuevos estudiantes y le pidió a los que estaban afuera que entraran, pero sentí que algo en mi se revolvía.

Los chicos que me había encontrado hace unos minutos allá afuera, estaban de pie de espaldas al tablero, bueno solo eran tres de ellos, faltaba uno.

—Por favor, preséntense a sus compañeros — ellos asienten y nos miran a todos.

—Mucho gusto a todos, mi nombre es Sean Moonlight — se presentó el más alto de ellos, el que me había tratado de lo peor, esas me las pagará muy caro de eso estaba segura.

—Mucho gusto a todos, soy Kayro Moonlight, espero llevarme bien con todos — veo como con una sonrisa les guiñe el ojo a todas las chicas y estas emboban enseguida... Idiotas.

—Mucho gusto a todos, soy Ryder Moonlight, espero nos llevemos bien — ese era con el que me había chocado... Bueno al menos es el más educado y podía confirmarlo por lo de hace unos minutos, que fue quien se disculpó y no yo.

—Bueno jóvenes, Moonlight vayan a sentarse, en... — veo que su mirada se dirige hacia mí y los asientos desocupados al lado de mis hermanas —Hay tres sillas desocupadas por allá — señalo donde estaban con mis hermanas y una que estaba a mi lado — señoritas WhiteBlood levanten la mano, por favor — mis hermanas levantaron la mano menos yo — vaya y siéntense al lado de ellas dos, joven Ryder, siéntese al lado de la señorita de allí — me señala y pongo mala cara, haciendo que el profesor me riña con la mirada.

Los hermanos se sientan donde el profesor se los ha pedido y el chico con el que me tropecé se me queda mirando y aunque me quiere decir algo, no lo hace al ver que lo ignoro por completo.

—Hola, precioso — mi mirada se dirige a la de mi hermana y puedo ver que ella se levantó de su silla, para ir a saludar al nuevo.

—Hola — este la mira con el ceño fruncido.

—Tranquilo, soy inofensiva, así que deja esa cara — pero aun así el chico no dejaba la cara que tenía.

—Señorita WhiteBlood, a su puesto, por favor — la reprende el profesor y ella bufa y se va a sentar.

Toda la clase fue silenciosa como siempre, pero yo me sentía incomoda, más cuando, el chico llamado Ryder me estaba mirando demasiado y eso no me gustaba mucho, ya que la mirada de los demás me incomodaba demasiado, pero como interrumpa al profesor por gritarle al mirón ese, me regañara y no quiero que haga eso, así que solo me toca aguantarme las miradas del pelinegro.

Cuando toca la campana de receso, todos salen a comprarse algo y cuando todos salen, puedo ver a mi otra hermana entrando al aula como si ella fuera de aquí, saludo a algunos de mis compañeros y se sentó frente a nosotras.

—¡¡Hola!! — saludaron ella.

—¡Tatiana! — brinca a darle un abrazo, Serena.

—Ten cuidado, pequeña — retiro los brazos entrelazados en su cuello.

—¿Y eso que no salieron hoy al receso, sino que se quedaron aquí? — preguntó la mayor de mis hermanas.

—Al parecer Francia no amaneció de mal humor — bromeo Yaritza.

—Yo sí creo — todas se rieron.

— No le veo nada de gracia — dije molesta.

En ese momento llegó un chico y entró a nuestro salón, se sentó junto con los demás tres chicos nuevos y como siempre mis hermanas se les quedaron mirando como si fueran lo único en el mundo, bueno, aunque yo también los mire.

—Es nuevo — Habló Tatiana, al ver que todas los quedamos mirando.

—Si entraron hoy y el de allí esta guapísimo — dijo Serena señalando a Kayro.

—Serena, Serena, Serena tu nunca cambias —dijo Yaritza apoyando su brazo en el hombro de Serena.

—Si es verdad, ¿no es así, Tatiana? — dijo y Tatiana se escogió de hombros.

— Me parece o están hablando de nosotros — Dijo uno de ellos acercándose a nosotras.

Todas nos volteamos a mirar al individuo que interrumpió la conversación de mis hermanas.

—¿Y a ti que te importa? — dijo Serena, esta mujer si le gusta hablar, ¡uy no!, pero bueno es mi hermana no puedo hacer nada.

—Claro que nos importa, porque por esa linda boca salen cosas de nosotros —dijo el chico llamado Kayro.

—Y yo que pensaba que eras tímido — dijo Serena acercándose a él y el retrocedió enseguida.

—Ya lo veía venir —dijo Yaritza.

—Y cómo vas a saber, ¿Ah? — dijo uno de los chicos.

—Todos ustedes son molestos — dije y todos clavaron sus ojos en mí.

—¿Y tú quién te crees? — dijo Sean acercándose a mi tomándome del brazo y apretándolo con fuerza.

—Yo me creo mucho, demasiado para ser cierto, Ah, por cierto, SUELTAME IMBECIL — me solté de su agarre — no me vuelvas a tocar, ninguno de ustedes ¿OYERON? — dije molesta, nunca me ha gustado que me toques y más si son humanos.

—¿Porque eres tan agresiva? — dijo Ryder.

—¿Y a ti que te importa? — dije, agache la cabeza y la puse sobre mis brazos.

Me concentre un poco y escuche muchas voces en mi cabeza hasta escuchar la voz que quería.

Si se preguntan mi poder es leer las mentes. Tengo dos poderes, pero no me gusta decir el segundo poder.

Escuche unos cuantos pensamientos de Ryder, si era el que quería escuchar, pero de repente no puede escuchar más nada como si hubiera...... No, no creo solo los vampiros y lo lobos pueden cerrar su mente para que no la lean.

Me levante de mi asiento y salí del salón, me fui a la azotea. Me senté a un lado de la puerta y cerré los ojos de repente todo se volvió oscuro, abrí los ojos y tenía a Ryder delante mío.

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