SIEMPRE TUYA. ALMAS REENCARNADAS
SIEMPRE TUYA. ALMAS REENCARNADAS
Por: Ericka Swangon
Capitulo I

Prólogo.

_ Merida sabía que esa era su última oportunidad para demostrarle al editor en jefe de la revista Vanity del Gerald, Billy Ferguson, que podía con el trabajo, solo debía seguir esperando, él en algún momento tendría que salir de su refugió.

Encaramada en un saliente rocoso, a unos setenta metros de altura sobre aquel bosque espeso y cautivante, había estado esperando Merida demasiado tiempo sin moverse en aquel sitio frío y apartado, ya no sentía las piernas, no quería realizar ningún tipo de  movimiento para no arriesgarse a que la descubrieran, sentía hambre, se encontraba sedienta, el clima frío la hacía sentirse débil, pero se prometió a si misma esperar solo treinta minutos más y si él no salía, escalaria nuevamente para salir de ese lugar tan peligroso, tal vez renunciaría antes de que la despidieran.

 El sol se estaba poniendo rápidamente lo que la ponía aún más nerviosa, ya que si oscurecía su oportunidad de tomar una buena foto se iría a la basura así como su carrera recién comenzada en la fotografía. No había pasado estudiando cinco años en la universidad para acabar persiguiendo famosos y en sus ya de por sí, ostentosas vidas rodeadas de lujos y aduladores egocéntricos, le parecía grotesco invadir de ese modo la privacidad de las personas, pero el editor le había dejado claro que sí no le conseguía una buena foto para su artículo de primera plana, la despediría del trabajo, retirarían la beca para la especialización en Busan, Corea del Sur, y la enviarían de regreso a Estados Unidos donde terminaría haciendo fotografías de segunda por unos cuantos dólares.

Así que; esa fue su resolución para en la mañana tomar su cámara y adentrarme a ese recóndito lugar en los bosques a las afueras de Busan, donde el actor Surcoreano del momento Lee Joon Gho, se encontraba, tardo horas en subir hasta aquel lugar, para luego descender hasta el borde rocoso en el que; en ese momento se encontraba, le había parecido antes más seguro, visto desde la cumbre, y se había ilusionado imaginando que desde allí alcanzaría a divisar el amplio jardín que se hallaba detrás de la propiedad de Lee Joon, en la cual a unos pocos metros corría un  riachuelo hermoso. Pero Merida se había equivocado ya que solo un pequeño espacio del jardín podía observar. Así que permaneció en el lugar con la esperanza de que su objetivo saliera en algún momento a caminar o a tomar aire fresco.

Y al cabo de diez minutos y como si sus oraciones hubieran sido escuchadas, el hombre al que Merida esperaba salió de la casa y se detuvo justo de frente a ella, así que sin esperar más pulso el disparador de su cámara  cuando su objetivo se pasaba la mano por el cabello oscuro y brillante, cerrando los ojos y levantando la cara para que la acariciara el templado viento, se encontraba relajado, en su hermoso refugio, rodeado por esa majestuosa naturaleza. Merida de momento se sintió perversa y ruin, estar así observándolo, invadiendo su momento de paz y tranquilidad, pero fue la única forma de poder fotografiarlo, ya que era una persona muy celosa de su privacidad y no permitía que nadie invadiera su espacio personal, de hecho había escuchado que aquellas personas que habían sido descubiertas haciéndolo, lo habían pagado caro, así que tomaría unas cuantas fotos más y se alejaría de ese sitio cuanto antes, además; ella no estaba allanando ninguna propiedad, ese espacio del bosque donde se encontraba era un lugar público, en general podía estar ahí, incursionar en la naturaleza y tomar fotos de la fauna silvestres. Aunque su presa fuera aquel joven tan enigmático y no ninguna especie en peligro de extensión del parque, ajusto el zoom de la cámara enfocando el cuerpo del chico, tenía una figura perfecta, se frotaba las manos como si tuviera frío, el volvió un poco la cara en la dirección donde se encontraba Merida y ella estuvo a punto de saltar de sorpresa al ver su rostro tan cerca gracias a la tecnología con la que contaba su equipo profesional, casi podía tocarlo, la boca se le seco y tuvo que pasarse la lengua por los labios para humedecerlos. Era un hombre realmente guapo, aunque su mirada ahora reflejaba una profunda tristeza y soledad, Merida pensó que ya era suficiente, se movió un poco y con el movimiento de su pie hizo que una lluvia de piedritas cayeran al fondo del risco, presa del pánico, se pegó a la pared rocosa, pero no sucedió nada, así que se atrevió a asomarse. Él seguía relajado viendo hacia la espesura del bosque que flaqueaba la propiedad.

Lee Joon Gho, había irrumpido en el mundo de la actuación con ímpetu, era la figura juvenil del momento, aparecía en los más prestigiosos programas de Corea del Sur y había protagonizado exitosas series televisivas, pero no dejaba que lo fotografiaran fuera de los estudios de grabación y había dejado muy claro que su vida privada se mantendría así. Según Billy su editor jefe, solo se trababa de un niño mimado, egocéntrico y adinerado a quien la fama le había sonreído, pero con una fotografía actual de su vida fuera de las pantallas podría hacer un buen artículo, lleno de especulaciones y sin hechos reales que mantuviera a sus seguidores entretenidos, este chico era un blanco ideal para las revistas del corazón que vendían escándalos y sucesos de famosos. Los últimos artículos que se escribieron sobre él fue hace casi cinco meses, en una gala rodeado de chicas occidentales hermosas, después de ahí solo desapareció, nadie sabía nada de él y sus millones de fanáticos lo extrañaban al extremo, que si alguien publicará alguna fotografía suya o aparecía en algún artículo, ese ejemplar se vendería como pan caliente y precisamente ella tenía ese tesoro tan valioso justo en ese momento en sus manos.

Merida tomo la memoria de su cámara mientras pensaba lo que sucedería con esas fotografías, por un momento sintió lástima por el chico, ligeramente asqueada por lo que había hecho, quería deshacerse de ese chic de memoria, odiaba tener que participar en esa clase de artículos. Bajo la mirada a la tarjeta que aun seguía en su mano y, antes de cometer una estupidez, la guardo en uno de los bolsillos de su chaqueta, se recordó a si misma que tenía que pagar sus cuentas y mantener su trabajo en Corea, metió otra tarjeta de memoria a la cámara y tomo algunas fotografías del paisaje, ya estaba en ese hermoso lugar no iba  a dejar pasar la oportunidad de hacer lo que realmente le gustaba fotografiar la naturaleza.

 Una vez que el sol termino de ocultarse y su preciada luz se fue, recogió sus cosas, pero se encontró con una inesperada dificultad, después de haber estado esperando tanto tiempo inmóvil durante horas, en aquella saliente rocosa, sin poder estirar sus miembros inferiores, se encontraba débil y entumecida. Se vio obligada a ponerse en movimiento debido  a que ya oscurecía y no quería perderse en aquel espeso bosque, si hubiera sido peligroso llegar hasta ahí nunca se habría arriesgado a hacerlo por unas estúpidas fotos,  así que comenzó a subir apretando los dientes por la punzada de dolor que sentía en los brazos y piernas, mientras maldecía a Billy por ponerla en esa posición, estaba desesperada por alcanzar la cumbre, aquellos diez metros que había bajado en la mañana le parecían ahora cien metros, mientras se arañaba la piel con las rocas. Al bajar todo le había parecido sencillo, sin peligros pero ahora se sentía cansada y su cuerpo le pesaba, el pánico la obligó a mirar hacia abajo y estuvo a punto de perder el equilibrio  cerró los ojos para superar el mareo, y por primera vez sintió terror, pero permaneció aferrada a la roca, preguntándose cuánto tiempo podría permanecer allí antes de que sus manos resbaladizas por el sudor y la extrema debilidad de las piernas la obligarán a soltarse, y cayera al vacío. La imagen de ese momento la hizo desfallecer y comenzó a sollozar, sabía que no podría subir y pensar en que su cuerpo lo encontrarían pudriéndose, o quizás se lo comería algún animal hambriento la ponía aún más nerviosa. Nadie sabía que se encontraba en aquel lugar, el coche que tenía era rentado, solo tenía veintidós años, aún no conocía la torre Eiffel, no había tenido sexo con nadie, acaso moriría virgen.

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