Capítulo III

Al regresar a la hacienda Catalina lleva a ambos caballos a los establos les quita las sillas y les da heno y agua, acto seguido busca a Francisco y le informa del recado de Adrián, luego se dirige a la casa grande donde procede a cambiar y tender la cama de Adrián y dejar para él una pijama limpia, luego limpia y acomoda los muebles de la habitación de su señor, al caer la noche lleva al despacho de Adrián la cena un poco de arroz, verduras al vapor, pescado asado y para acompañar vino blanco, al llegar Felipe lo conduce al despacho y retira la bandeja…

–Catalina

Catalina: Si señor

–Trae vino y unas copas ¿sabes dónde está la bodega de los vinos verdad? –Catalina niega con la cabeza– en verdad venias a esta casa ¿y nunca supiste dónde estaba la bodega? –Catalina se sonroja– no te preocupes, creo que al único que lleve para hacer travesuras era a Felipe –Felipe apenas voltea sus ojos– mira sales por la cocina das unos diez pasos hacia tu derecha, y encontraras la bodega la puerta tiene un marco de donde crecen unas rosas blancas

–Si señor Mendoza del Campo, señor Córdoba –haciendo una reverencia– ¿Qué vino traigo señor Mendoza del Campo?

–Pensativo– al entrar a la bodega ve hacia la izquierda y encontraras unos vinos con los números uno, cinco, tres y dos dime que por lo menos te sabes los números

–Apenas me sé hasta el diez –sonrojada

–Es algo –sonriendo– bueno entonces ve por ese vino y para que no se te olvide el número es mil quinientos treinta y dos –Catalina hace una reverencia y sale– bien Felipe ¿Qué opinas sobre mi nuevo entretenimiento?

–¿Entretenimiento? ¿no se supone que esa esclava jugaba contigo cuando eras niño?

–Si, Catalina era mi ¿Cómo le dicen en Francia? A sí mi “niña de los azotes” aunque bueno mi padre nunca la castigó, ni tampoco me castigaba a mí, pero bueno ¿Qué piensas?

–Solo puedo decir ¿Qué m****a pretendes con ella?

–Solo quiero pasar un rato agradable, ¿no te dije acaso que ya me aburrían los placeres mundanos que me dan las prostitutas de París? –Felipe abre sus ojos en total sorpresa

Sorprendido y a la vez decepcionado del comportamiento de su amigo, Felipe decide hacerle una sencilla pero clara advertencia

–Adrián, no juegues con fuego

–Vamos Felipe, solo será hasta que obtenga de ella lo que quiero –sonriendo maliciosamente– además no quiero forzarla a nada, no sería divertido quiero que sea ella quien por voluntad propia se entregue a mí

–Adrián no es bueno que juegues con los sentimientos de los demás piensa, aunque sea algo normal, el que el señor de la hacienda seduzca a una esclava, pero sigue siendo incorrecto, pero bueno ¿Quién soy yo para juzgarte? Y volviendo al tema ¿no has pensado que esa chica se puede enamorar de ti?

Pensativo– eso no tiene por qué pasar, obtengo lo que quiero de ella y la dejo de lado como la Esclava que es “aunque siendo honesto necesito que ese tonta ilusa se enamore de mí” –en ese momento entra Catalina– Catalina te tardaste

–Lo…lo siento señor Mendoza del Campo, pero olvide la lámpara de aceite –sonrojado–

–¿No me digas que le temes a la oscuridad? –sonriendo maliciosamente Felipe apenas lo ve–

–Yo…yo –sonrojado hasta las orejitas–

–No importa Catalina, regresa a la barraca, ya sabes que tienes que atender el ganado antes de venir a servirme a mí

–Si señor Mendoza del Campo, Señor Córdoba con su permiso me retiro, buenas noches

–Buenas noches, Catalina, gracias por el vino

–Eres muy amable Catalina, ve y descansa –Catalina hace una reverencia y sale– ves te dije solo debo tener con ella atenciones, defenderla de Francisco y seguir prometiéndole su estúpida libertad y caerá – Felipe abre sus ojos totalmente sorprendido

– ¡¿Qué hiciste qué?! –evidentemente molesto

–Solo tuve que prometerle su libertad por Dios Felipe ¿no me digas que ahora te volviste un moralista? –bebiendo de su copa de vino

–Sabes que yo no soy como tú –bebiendo de su copa de vino– me pregunto ¿Qué te paso? Tú no eras así, te recuerdo más feliz, menos amargado, y para nada carente de sentimientos ¿Qué te paso en Francia? –Adrián se queda mirándolo–

Suspirando– nada me ha pasado simplemente he cambiado, me di cuenta de que ser de corazón de oro como mi padre no me trae nada bueno “la verdad es que en Francia pasé los peores años de mi vida, si mi padre viviera seguro lo maldeciría por haberme enviado allá” bien Felipe dejemos de hablar del Esclava, tenemos mucho que revisar de estos libros, a partir de este momento eres mi administrador

Catalina se dirige a dormir a la barraca, por orden de Adrián ella tiene un lugar aparte y una cómoda cama para que pueda dormir mejor, hasta altas horas de la noche Adrián y Felipe revisan los libros contables y luego de terminar se dirigen a descansar, Adrián por alguna razón no puede conciliar el sueño, lo mismo pasa con Catalina, ella siente latir su corazón a mil cada vez que recuerda los besos de su señor, al despuntar el día Catalina despierta y se dirige a preparar a Sultán para llevar al ganado al pozo de agua, mientras Catalina hace su trabajo Adrián duerme, puesto que se siente cansado.

–Catalina

–¿Qué pasa Francisco?

–¿No deberías estar ya en la casa grande? El señor se puede molestar

–Si lo sé, pero es que el ternero de nuevo se lastimo la pata – terminando de vendar la pata del ternero –por favor ternerito deja de meterte en los arbustos, me vas a hacer arruinar todas mis camisas – suspirando, el ternero succiona sus dedos – ya te dije que no soy tu madre, ve con ella

–Bueno Catalina yo llevare a los animales de vuelta a los pastizales, ahora ve y arréglate no quiero tener que castigarte por una orden del señor

–Si Francisco – Catalina sube a su caballo y se dirige de vuelta a la barraca donde se baña a conciencia, se coloca sus ropas, peina su cabello y vuelve a recogerlo, luego de eso se dirige corriendo hacia la casa grande donde la cocinera está terminando el desayuno de Adrián, jugo de naranja, café, huevos duros, y fruta picada, acomoda todo en la bandeja y se dirige a ver a Adrián – señor Mendoza del Campo, buenos días me tomé la molestia de traer su desayuno ¿puedo pasar?

–Si Catalina pasa –mientras se acomoda, Catalina entra– Catalina buenos días, dime ¿Cómo dormiste, es de tu agrado la cama que ordené se te acomodara?

–Si…señor es usted muy amable – sonrojada deja la bandeja en la mesa central de la habitación y toma una silla y la acomoda junto la mesa – ¿se le ofrece algo más señor?

Se acerca a Catalina y la arrincona contra una pared – si Catalina, ¿sabes qué es lo que quiere tu señor? – Catalina más roja que un tomate niega con la cabeza– Catalina – vuelve a besar a su Esclava sorprendido de que este le corresponda – Catalina mí Catalina – se detiene y empieza a besar el cuello de Catalina, haciendo que esta se estremezca– ¿sabías que si te estremeces de ese modo, complaces a tu señor?

–¿Por qué hace esto señor? Ahhhh señor Mendoza del Campo

–Si quieres saber te lo diré, lo hago porque quiero conocer los placeres prohibidos que puede dar una mujer en la más pura inocencia, las prostitutas ya no me inspiran deseos, Catalina quiero saber ¿eres virgen? – Catalina se queda pasmada y se sonroja por completo– eso significa que eres virgen ¿verdad?

–Si…sí señor –completamente roja

“Mucho mejor, con lo que te voy a hacer nadie te querrá tocar” Catalina, Catalina quiero que complazcas a tu señor, pero no quiero forzarte a nada – Catalina abre sus ojos totalmente sorprendida– déjame ser quien te haga subir al cielo y bajar al infierno todo al mismo tiempo, deja que sea mi nombre el que invada todos tus pensamientos, deja que sean mis manos las que acaricien tu alma y tu piel – tocando el pecho de Catalina por debajo de su ropa–

Y se sorprende al darse cuenta de que sus pechos son de buen tamaño, cosa que lo complace.

–Se…señor Mendoza del Campo…por favor no siga –con sus ojitos cristalizados por las lágrimas–

Levanta la mirada y ve a Catalina derramando lágrimas – no Catalina, no llores –se acerca y limpia con ternura las lágrimas y besa cada ojito azul – Catalina, debes entender esto yo quiero ganarme tu corazón, regresé a España no solo para recibir mi herencia, lo hice porque quise volver a verte, mi dulce Esclava de ojos azules “veamos que tal me va con esto tan improvisado que me ha salido

–“¿Dijo que vino por mí?” se…señor Mendoza del Campo, pero yo soy solamente su Esclava

–Cuando te dé tu libertad serás mucho más que mi Esclava Catalina – vuelve a besar a Catalina y lo toma de la cintura elevando su cuerpo del suelo, y la lleva hacia la cama – sabes Catalina, quiero hacerte tantas cosas, marcar tu cuerpo como mío

Entre los jadeos y dulces suspiros de placer – yo soy del señor, soy su Esclava, todo mi ser le pertenece

–No me basta saber que eres de mi propiedad, quiero que todo lo que posees sea mío Catalina – con una voz que hace estremecer cada fibra del cuerpo de Catalina – bien, ha sido suficiente por el momento, ve y mira si Felipe ha despertado y pide que le lleven el desayuno

–S…sí señor –se acomoda las ropas y está a punto de salir

–Catalina – esta se da la vuelta – en esta habitación no ha pasado nada ¿entendiste?

–Si señor Mendoza del Campo – sale de la habitación y se dirige a ver a Felipe – señor Córdoba buenos días – tocando la puerta

–Buenos días, Catalina ¿Qué ocurre?

–Señor Córdoba, le gustaría tomar su desayuno en la habitación o prefiere que le sirvan en el comedor

–Pide que me lo sirvan en el comedor enseguida bajo

–Si señor como diga – se dirige a la cocina donde pide que el desayuno de Felipe sea llevado al comedor

Durante la mañana Catalina se dedica a acomodar y dejar impecable la habitación de Adrián mientras este y Felipe se dirigen a ver las plantaciones y posteriormente el ganado, al llegar a los pastizales Adrián vuelve a ver al pequeño ternero con su pata herida, así que decide llevarlo a la casa grande para que Catalina lo cure, lo que el señor Adrián no sabe es que ese ternero más adelante le recordara al dulce Esclava que va a lastimar

Llegando de los pastizales con el pequeño ternero en sus brazos – ¡Catalina ¿Dónde estás?! – Catalina sale corriendo de la casa grande

–Si señor Mendoza del Campo – mirando en total conmoción como Adrián lleva al ternero en brazos – ¿o través te lastimaste la pata peque, porque te gusta irte a los matorrales? – Adrián le entrega al pobre ternero que no ha dejado de lamentarse – hay peque, a este paso la pata te quedara con cicatrices, señor Mendoza del Campo ¿Qué desea que haga con él?

–Cúralo Catalina, y luego ve a los pastizales por la madre ¿sabes cuál es la madre verdad?

–Si señor Mendoza del Campo, es la vaca que tiene una marca en forma de estrella en uno de los costados, creo que ya me di cuenta de algo señor Mendoza del Campo

–¿De qué te diste cuenta?

–A este ternero le gusta que lo consienta, por eso se lastima solo mire señor Mendoza del Campo – Adrián y Felipe miran como el ternero se ha quedado dormido en los brazos de Catalina – es la cosita más linda de todas, ven peque tengo que curarte y luego tengo que ir por tu madre señor Mendoza del Campo, señor Córdoba – y así haciendo una reverencia, se aleja con el ternero

–¿Y aun así piensas jugar de ese modo tan cruel con ella? – acercándose a Adrián

–Que sea tierna con los animales me causa indiferencia, además no puedo dejar que ese animal se arruine, son pérdidas

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