Capítulo II

–Veamos si con mis atenciones logro que ese tonto de Catalina caiga, bueno le he prometido su estúpida libertad ¿pero quién dijo que se la voy a dar? Tarde o temprano se dará cuenta de que su libertad solo vive en sus sueños, es en verdad una tonta, pero en estos momentos volverá a ser mi tonto juguete – sonriendo con mucha malicia

Francisco se dirige en su caballo a buscar a Catalina al pozo, cuando llega a este encuentra a los animales bebiendo el agua, pero no ve a Catalina por ninguna parte

–¡Catalina ¿Dónde demonios estás?!

Saliendo de entre los matorrales con un ternero en sus brazos– perdón Francisco, pero este ternero se alejó del grupo y se lastimo la pata

–¿Es grave la herida? Que no se te olvide que estos animales son valiosos para el señor

–Solo fue un rasguño ya le vende la pata con un trozo de mi camisa –sonriendo baja al ternero y acaricia la cabecita del animal– ahora ve con mamá y no vuelvas a alejarte ¿de acuerdo?

–Bien Catalina regresa a la hacienda, date un baño, y colócate las ropas que se te van a dar, a partir de hoy eres el sirviente particular del señor –Catalina finge sorpresa–

–Pero Francisco

–¿Qué quieres?

–¿Quién va a traer a los animales al pozo?

–El señor ha ordenado que te den un caballo –Catalina abre sus ojos en total sorpresa– espero que no se te haya olvidado montar

–No claro que no se me ha olvidado “recuerdo que el señor Miguel Ángel Mendoza del Campo fue quien me enseñó a montar

–Bien entonces antes de ir a atender al señor, debes traer a los animales al pozo, ahora vete y acomódate no querrás llegar oliendo a ganado a la casa grande

Catalina se dirige hacia las barracas donde tienen preparado un lugar para que se dé un buen baño, se esmera en dejar totalmente limpio su cuerpo y para ello usa un jabón perfumado que una de las esclavos le ha dado, luego procede a vestirse con mejores ropas, peina su largo cabello y lo ata con una cinta, cuando está lista se dirige a la casa grande donde una de las sirvientas lo anuncia a Adrián

–Buenos días, señor Mendoza del Campo

–Buenos días, Catalina –levanta la mirada y se queda impactado al ver a Catalina– dime ¿Qué tal tus nuevas ropas?

–Son bastante cómodas señor –sonrojada al verse usando aquel traje, que si bien no es de una señora…por lo menos es elegante

–Me alegra que te gusten –sonriendo– bien debes empezar con tus funciones, Catalina ve a la cocina y trae mi desayuno

–El señor ¿Dónde desea que deje su desayuno?

–En el comedor Catalina, cuando este allá me avisas

–Si señor Mendoza del Campo –dándose media vuelta para salir

–Catalina espera

–¿Necesita algo más señor?

–Si luego de que dejes mi desayuno, ve al establo y prepara a Cristal saldré a montar por la hacienda y si Francisco te da un caballo prepáralo para que me acompañes

–Como ordene señor –sale y se dirige a la cocina a preparar el desayuno de Adrián que ya está servido en la bandeja– buenos días –sonriendo todas las sirvientas saludan a Catalina– bueno señoritas –sonriendo– iré a llevar esto al señor –toma la bandeja y la lleva hasta el comedor– que bueno que me enseñaron todo esto de como servir a los señores en la casa grande –sonriendo se dirige al despacho y toca la puerta– señor Mendoza del Campo su desayuno se encuentra servido en lugar principal del comedor

–Eres muy amable Catalina, ahora ve a los establos

Catalina se dirige a los establos al llegar Francisco está revisando los caballos y escogiendo uno para Catalina, aunque Francisco se vea atento con Catalina en el fondo siente mucho odio hacia la pobre chica, todo por un terrible secreto del pasado, cuando ve a Catalina le entrega un bello caballo negro

–Francisco, pensé que estaba en las plantaciones de té

–Tenía que venir a escogerte un caballo –toma de la riendas un bello caballo negro– toma

–¿Me das a Sultán?

–Claro, es el mejor caballo claro después de la yegua del señor, bien toma a Sultán y prepararlo creo que tienes que preparar a Cristal –sale y deja a Catalina con los caballos

–Hola Cristal buenos días –la yegua se acerca y restriega su hocico en el rostro de Catalina– vamos Cristal quieta, tengo que acomodarte –sonriendo, empieza a acomodar a la yegua cuando ve a Adrián llegar– señor Mendoza del Campo –haciendo una reverencia

–Veo que le agradas a mi yegua –sonriendo

–Cristal es una yegua muy linda –sonriendo, la yegua lo empuja con el hocico– vamos Cristal compórtate –sonriendo

–Veo que Francisco te ha dado a Sultán

–Si señor –sonriendo– voy a acomodarlo, claro si el señor todavía quiere que lo acompañe

–Si aún quiero que me acompañes, necesito que vayamos a las plantaciones de té y a ver el ganado

Catalina termina de acomodar su caballo, y al montarlo Adrián puede ver que ella no tiene ningún reparo en montar como los hombres…el hombre piensa en que debe corregir aquel comportamiento, porque podrá ser esclava, pero Catalina no debe mostrar sus piernas de ese modo y de hacerlo solo puede hacerlo ante él, así la joven junto con Adrián se dirigen hacia las enormes plantaciones de té, al llegar todos los Esclavos reverencian a Adrián y continúan con su trabajo.

–Bien Catalina, veo que estos Esclavos han sabido trabajar

–Nos esforzamos para que esta hacienda sea la mayor productora de té de la región sin mencionar claro que producimos buenos animales para el consumo tenemos el mejor pie de cría de todos

–Bueno al menos mi padre supo sacar a flote esta hacienda

–Si señor –sonrojada “¿Por qué me pasa esto cuando estoy cerca de él? Ni que no lo conociera

–Bien Catalina ya que mencionaste el ganado dime ¿en estos momentos dónde se encuentra?

–Ya que fueron a beber deben estar en estos momentos pastoreando

–Bien Catalina vamos –da la vuelta en su yegua y es seguido por Catalina hasta el pastizal– vaya tienes toda la razón son animales verdaderamente magníficos

–Si señor Mendoza del Campo, su padre se encargó de comprar los mejores animales

–Me parece grato que mi padre se dedicara a la ganadería, yo recuerdo que solo tenía las plantaciones de té –en ese momento nota un pequeño ternero que está cojeando– ¿Qué le pasa a ese ternero?

–¿Otra vez se metió a los arbustos? –suspirando– señor Mendoza del Campo ese ternero es el más reciente miembro del rebaño tiene apenas dos meses, le gusta salirse del rebaño y meterse en los arbustos espinosos, creo que esta vez sí se hizo daño

–Bueno no pretenderás que lo sacrifique es muy pequeño no me daría ganancia alguna, Catalina ve y revisa su pata

–Si señor –baja del caballo y se acerca al rebaño– hola peque –sonriendo– ¿otra vez te metiste a los arbustos? –el ternerito se acerca a Catalina y esta le acaricia la cabecita– veamos ahora que te hiciste –se agacha y revisa la pata del animalito– esta vez si te cortaste feo –suspirando– bien menos mal que nunca dejo esto –levanta un poco su camisa y toma un pequeño saco y de este saca una pasta hecha de hiervas medicinales– bien te va a arder un poco –toma un poco de la pasta y la aplica en la pata del ternero, acto seguido toma su camisa la rasga y le vuelve a vendar la pata– listo –el ternero le succiona los dedos– oye ya sabes que no soy tu madre –sonriendo– ahora ve con mamá y no te vuelvas a acercar a los arbustos, a este paso vas a quedar con cicatrices –se acerca a Adrián y monta en Sultán

–Veo que te gustan los animales –sonriendo

–Si señor, desde pequeña por eso Francisco me puso a cargo del ganado

–Catalina –este se queda mirándola– ¿recuerdas aquel río en el que jugábamos de niños?

–Si señor, lo recuerdo ¿Por qué pregunta?

–Vamos a ese río un rato –toma la mano de Catalina y esta se sonroja en el acto– “bien al menos he logrado que se sonroje, voy por buen camino a este paso esta tonta caerá ante mí”

Ambos se dirigen a aquel río donde jugaran de niños, ninguno de los dos sabe, pero ese río va a significar mucho para ellos en especial para Adrián, porque jugar con los sentimientos de alguien que anheLa libertad…se le cobrará con creces.

–Nada ha cambiado en este lugar –se acerca a un pequeño claro junto al río–

–Nada señor Mendoza del Campo, la verdad hace bastante que no vengo a este lugar

–¿Cuándo fue la última vez que viniste?

–Cuando tenía doce años, antes de que usted se fuera a Francia –sonrojada–

–Claro que lo recuerdo, esa vez te dije que algún día iba a volver y ya vez acá estoy ven bajemos de los caballos y disfrutemos de este agradable lugar –ambos bajan de sus animales y se sientan en el claro– Catalina

–Si señor ¿Qué desea?

–Desde que me fui a Francia ¿Qué estuviste haciendo?

–Trabajar señor Mendoza del Campo, desde la vez que tiré los sacos de té Francisco me puso a cargo del ganado y siempre me levanto temprano para llevarlo al pozo de agua, siempre cuido de los terneros en especial de esos cuyas madres mueren, me encargo de que los animales que están listos para el sacrificio sean cargados con cuidado

–Me alegra saber que eres bastante responsable “y piensas que te voy a dar la libertad, ilusa

–Para mí es un placer servirles –sonrojado– su padre siempre fue muy buena persona conmigo “y pensar que él si podrá cumplir el deseo del señor Miguel Ángel, él si me dará mi libertad

–Catalina mírame –Catalina gira su cabeza y Adrián le toma el rostro–

–Señor Mendoza del Campo… ¿Qué…que hace? –sonrojada por completo

–Catalina no seas tan inocente, ¿Qué edad dices tener?

–Die…dieciocho señor Mendoza del Campo “por Dios ¿Qué me quiere hacer?

–Por eso tienes dieciocho años y me vas a decir que nadie te ha dado siquiera un beso –Catalina se pone totalmente roja– ¿eso significa que no?

–Yo...yo –niega en el acto con su cabeza–

–“Mejor para mi así podré decir que solo fuiste mío y de nadie más” bien entonces considérate afortunada

–¿Por qué debería considerarme afortunada señor?

Adrián: Por esto

Adrián acaricia la mejilla de Catalina haciéndola estremecer y acto seguido junta sus labios con los de la inocente Esclava, pero no se conforma solo con juntar sus labios, con su lengua irrumpe en la boquita inexperta de Catalina hasta que deben separarse por falta de aire – Catalina ¿estás bien?

Lleva sus dedos hacia sus labios– ¿Por qué hizo esto señor? –sonrojada

–Catalina, Catalina –vuelve a besar a Catalina y siente como la chica coloca sus manos en su pecho, así que toma las manos de Catalina y hace que rodee su cuello– “para ser una simple Esclava tiene unos labios verdaderamente deliciosos, incluso mejores que los labios de las parisinas” –se separa de Catalina que está completamente roja– por tu pregunta, soy el señor de esta hacienda y puedo hacer lo que me plazca, así que espero que no me contradigas ¿de acuerdo? Bien es hora de volver a la hacienda, tienes varias cosas que hacer, y antes de que lo olvide todas las tardes antes de que vuelvas a la barraca vendremos a este río

–Señor Mendoza del Campo

–¿Qué pasa Catalina?

“Mejor no le digo lo que siento, me puede ir mal” no…no es nada importante, solo quería decirle ¿esta noche dónde tomara su cena? –sonrojada

–Lleva mi cena al despacho, tengo que revisar varios recibos de compra y venta de ganado y de paso tengo que ponerme al día con los libros contables, por cierto, Catalina dile a Francisco que envíe a un Esclavo por Felipe

–Si señor Mendoza del Campo – hace una reverencia

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